*Dos años después*
Cuando Juan Pablo Villareal dijo Sí, Acepto, a Esmeralda Torres nunca creyó que el amor de su vida resultaría ser la mujer que más odiaría. O al menos, es lo que la vida misma se ha encargado de demostrarle. Esmeralda jamás fue la mujer que creyó que sería.
Dos malditos años.
Dos años desde la última vez que vio con vida a Gladys. ¿O acaso lo imaginaba?
Dos años desde que Juan Pablo se dio cuenta a la fuerza y a los golpes que quizás, su vida se volvió un infierno desde que dijo el Sí al divorcio con Gladys Bustamante. La única mujer en su vida que no era como las demás, a quien más menosprecio, y quien sufrió su indiferencia hasta que fue muy tarde.
Dos años, y todavía sigue creyendo que lo que vio aquella mañana como una mujer irreconocible fue sólo un sueño.
—Juan Pablo —y la voz de su esposa, su nueva esposa, le hace salir del ensueño. Esmeralda Torres, la mujer de la que estuvo enamorado por tanto tiempo es quien exclama desde el otro lado de la mesa del salón principal para las juntas matutinas en la empresa de Juan Pablo—. ¿Escuchaste lo que dijo Ismael?
Juan Pablo, quien se encuentra en la cabecilla de ésta mesa, alza la vista de los papeles cayendo a la tierra ante la ansiedad que lo carcome lentamente por dentro. Su mirada se frunce más de lo que ya estaba a la hora de pensar y tensa la mandíbula al mirar a Esmeralda. Hace un año se casó con ella para demostrarle a la prensa que los cuentos de hadas existen o eso fue lo que su madre intentó hacer con Esmeralda desde el primer momento en que su familia la conoció. Antes la odiaba, luego de casarse con Gladys, empezaron a amarla. Se suponía que Juan Pablo también la amaba, como un loco, como un tonto. Esmeralda era su luz y su luna, era su eje.
Y a Gladys la odiaba con toda su fuerza por entrometerse en el futuro que quería con Esmeralda. Con todas sus fuerzas. Una vez Gladys apareció en su vida como la única heredera de la familia rica de los Bustamante, sus intereses de por medio fueron casarse, tener un hijo y divorciarse. Ese matrimonio lo alejó de Esmeralda, y su odio por Gladys aumentó. La odiaba, Dios. Con todas sus fuerzas. Apenas podía respirar el mismo aire que esa mujer.
Y ahora…
Luego de casi tres años de su divorcio y de un nulo contacto con su ex mujer, las cosas no volvieron a ser iguales para Juan Pablo.
—¿Qué dijiste? —Juan Pablo pregunta al respirar con fuerza una vez mira a Ismael.
—Intentaba hacerte entrar en razón acerca del hotel que quieres para nuestra nueva inversión en Villareal Industrias. Invertir en turismo no es algo que necesite ahora la empresa. Te propongo que escuches a los arquitectos que quieren abrir un nuevo centro comercial aquí en Bogotá. Hoy mismo nos reunimos por la celebración de los 40 años de la compañía. Es una buena inversión, hermano —Ismael se arregla su corbata.
Inversión. El matrimonio con Gladys aumentó su patrimonio al unir las herencias de las compañías y salvarse Juan Pablo de cerrar un contrato con una de las compañías que le pertenecía a Gladys y a su familia. Los intereses que buscaba Juan Pablo los consiguió sólo con el matrimonio con Gladys. Una vez se separó de ella, su compañía ni sus acciones volvieron a tener el mismo valor. Se tensa en silencio.
—Lo pensaré —Juan Pablo habla con los ojos entrecerrados. Se pone de pie dejando con la boca abierta a Ismael y a la misma Esmeralda—. Tengo una reunión a la cual asistir.
De esa manera no dice más nada. Juan Pablo sale de éste salón dejando atrás a sus hermanos y a su esposa que ya por varios meses la ha tratado casi y simple como una más en su familia y no como su mujer. Esmeralda observa a Ismael con los ojos abiertos, casi rabiosa.
—¿Puedo saber qué le pasa a tu marido? —Ismael susurra.
—Se supone que me ama —Esmeralda gruñe en voz baja—. Siempre dijo que me amaba. Y actúa como si fuese su puta sirvienta.
—¿Quizás porque mandaste a la cárcel a su ex mujer, que te recuerdo estaba embarazada y si llega a hablar te hundes tú y yo también? ¿Hasta mi madre?
—Cállate la boca. Sé que si ella aparece la asesinaré. Bien que estoy con todos mis millones y con mi apellido —Esmeralda alza la vista hacia los otros hermanos de Juan Pablo—, y por tu complicidad, tienes que callarte.
—Hazme el favor y haz que ese tipejo acepte el contrato —Ismael se pone de pie.
Esmeralda Torres, ahora Bustamante, sonríe satisfecha a sacar de quicio a Ismael. Se pone de pie para perseguir a su esposo tras el pasillo rodeado de varios otros socios y de su secretaría.
—Iremos los dos a la cena de ésta noche, cielo. ¿Verdad? —Esmeralda interrumpe a la secretaria con un barrido de mirada que automáticamente la saca de donde está y los deja solos al instante. Arregla su corbata y besa sus labios—. ¿Cierto?
—Puedes asistir tú por mí —Juan Pablo evita su mirada.
—¿Qué te sucede? —Esmeralda se aleja de él de brazos cruzados—. ¿Me evitas, Juan Pablo? ¿Desde cuando el hombre que me ama y que yo amo parece que de la noche a la mañana quiere tenerme lo más lejos posible? Eres mi esposo, si es que tengo que recordártelo.
Juan Pablo decide mirarla ésta vez. Se acerca a ella y toma su barbilla.
—Eres mi esposa porque te deseaba desde que era un adolescente —Juan Pablo mira sus labios—. Pero, dime, ¿A cambio de qué?
—¿De qué hablas?
—Gladys —Juan Pablo la paraliza a los momentos—. ¿Te suena ese nombre, querida?
—¿Hablas de tu ex mujer delante de mí? ¿Te volviste loco? —Esmeralda se da la vuelta—. ¿Qué tengo que ver yo con esa criminal? ¿La lunática que me quitó todo y que su abuela intentó cubrir? Tengo entendido que se está pudriendo en una cárcel en donde sabe quién. ¿Y…desde cuándo te interesa Gladys Bustamante si te cansaste de decirme que la querías fuera de tu vida?
Juan Pablo agarra la cintura de Esmeralda para besar su cuello.
—Qué tengas un lindo día, Esmeralda…—Juan Pablo la suelta y pasa por su lado—. Iré a ver a mi hijo.
Esmeralda enrojece y se queda en el mismo sitio dónde está porque si Juan Pablo ahora comienza a evitarla sólo se debe a una sola cosa. Le costó demasiado llegar a donde está ahora, colocarse entre las más ricas de éste país a raíz de la miseria total de Gladys en un rincón de la que cual espera que nunca salga. Esmeralda observa la espalda de su esposo con clara suspicacia.
Juan Pablo se mira el reloj de la muñeca cuando la reunión con su abogado acaba. Su matrimonio con Esmeralda se cae a pedazos.
Creyó que la amaría cuando fuera su esposa. Y estos largos años a su lado sólo demostró la realidad que Esmeralda era. Una mujer prepotente, soberbia, no con la misma devoción por la familia que él necesitaba y quería. Toda su ilusión se expuso con este matrimonio.
—¿No has conseguido nada, Osvaldo? ¿Nada? —Juan Pablo cierra la puerta de su oficina. Le habla directamente a un investigador personal que conoce desde hace años—. Es imposible que haya desaparecido de la faz de la tierra.
—Juan Pablo, tu esposa salió de prisión hace dos años. Sólo pude encontrar esto —Osvaldo toma siento y le señala un papel—. La fecha de su salida. Lo demás es confidencial al menos que tengas una aprobación por fiscalía para indagar en esos archivos. Gladys Bustamante salió de prisión bajo libertad condicional.
—Entonces deben estar siguiéndola. Ella no pudo haber desaparecido de la noche a la mañana —Juan Pablo se mueve de un lado al otro—. Tres malditos años desde que no sé nada de ella. Como si la tierra se la hubiese tragado para siempre. Eso es imposible, Osvaldo. Tú mas que nadie lo sabe. Y para libertad condicional necesitan vigilarla hasta que se cumpla su tiempo.
—Tal vez pidió discreción. Te recuerdo que ella quedó sola, sin nadie. ¿Quién sabría si saldría o no? Tu esposa negó cualquier contacto con ella y le exigió a la justicia hacerse cargo de ella.
Juan Pablo golpea la mesa, enfurecido. Respira una y otra vez al borde del colapso porque no puede hacer más nada. La ira lo consume de pies a cabeza. No. no puede ser.
—Osvaldo —Juan Pablo pronuncia todavía con la cabeza gacha—, yo necesito saber dónde está esa mujer. Usa toda la fuerza policiaca que necesites para encontrarla. Debajo de las piedras, debajo del mar, pero necesito saber algo de ella. Yo la vi, yo no puedo estar loco.
—¿Quizás la confundiste, Juan Pablo?
—Nunca —Juan Pablo aprieta los dientes—. Te pagaré lo necesario. Pero búscala. Como sea, dónde sea. Ella necesita aparecer.
Osvaldo suspira.
—Haré lo que pueda —son sus palabras.
Juan Pablo no puede sobrevivir a ésta vida donde Gladys simplemente se perdió. Como una estrella fugaz, como esa mujer que lo miraba entre lágrimas y le suplicaba que lo amara tanto como él amaba a Esmeralda, recibiendo solo su silencio y desprecio. Juan Pablo la ignoró en sus dos años de matrimonio. Su vida y su mente la tenía solo Esmeralda.
Y una vez Gladys desapareció para siempre de su vida, Juan Pablo tembló por la confusión.
¿Qué le pasaba?
Gladys…
Gladys siempre en su cabeza. En su mente. En cualquier momento del día o de la noche. ¿Qué carajos le sucedía? En su mente debía solo estar Esmeralda. Pero no, Gladys era la única.
Juan Pablo no tiene de otra qué asistir a la reunión de la que habló Ismael de la mano de Esmeralda. Aparentar en la sociedad y a través de las familias reconocidas de la ciudad es válido para intereses y reputación. Esmeralda es una mujer bella que adora permanecer a su lado. Juan Pablo, por su lado, sólo visualiza la hora cada cierto tiempo para terminar lo que necesita hacer aquí y marcharse.
Ismael se acerca a saludar junto a su esposa y a señalar que sus otros hermanos también asistieron a la reunión.
—¿Lo has pensando bien? ¿Quieres hacer el trato?
Juan Pablo mira a Ismael con disgusto.
—No he dicho nada —expone tajante—. No me hagas repetirlo.
—Pero-
Juan Pablo deja a Ismael con la palabra en la boca antes de acercarse a Esmeralda por detrás. Ezequiel se frota la barbilla a punto de perder la paciencia.
—¿Por qué no nos tomamos unas vacaciones? —Esmeralda le habla con una sonrisa—. Sólo tú y yo. Tengo planes de viajar sólo contigo y así olvidarnos de nuestros problemas. Lo merecemos. ¿Qué dices?
—En estos momentos tengo muchas cosas en mente que pensar en un viaje —Juan Pablo responde.
—Y por eso quiero hacerlo —Esmeralda besa sus labios—. Sólo tu y yo. Como los viejos tiempos. Como ese momento donde adorabas decirme lo mucho que me amabas, y lo mucho que quería que estuviéramos juntos.
Juan Pablo baja la mirada para verla con intensidad. Recuerda esos días. Ahora aparecen muy lejanos. Toma el rostro de su esposa para besarla.
La besa para tratar de olvidar el error que cometió con la única mujer que valía la pena tener en ésta vida.
Juan Pablo abre los ojos en medio del beso, colocando la mirada en un sitio sin pensarlo.
Su boca se detiene.
Su corazón se paraliza.
Miles de cuchillos atraviesan su corazón con la imagen frente a él.
Rompe el beso con Esmeralda una vez abre los ojos hacia la mujer que sonríe con gusto al séquito de hombres a su alrededor. Juan Pablo cree que sueña, porque se vuelve loco de inmediato. Esmeralda frunce el ceño al darse cuenta de su extraño gesto y sólo cuando Juan Pablo se da la vuelta, Esmeralda deja de molestarse para sorprenderse.
Ella está frente a sus ojos como un sueño que Juan Pablo dejó escapar y que ahora anhela y desea poder tener de vuelta.
Juan Pablo jadea cayendo a la locura de la desesperación.
—¡Gladys! —pronuncia Juan Pablo antes de salir caminando entre la multitud directamente hacia su ex mujer.