Mundo ficciónIniciar sesiónUna estudiante de la carrera de Derecho se enfrenta a uno de sus mayores retos: ser aprendiz del millonario Cárlenton Alemán. Conocido en el mundo de los negocios como el más hábil y despiadado. No te pierdas la intrigante y romántica historia entre una asistente y su jefe. Ninguno cree en el amor, sin embargo; una peligrosa atracción que los llevará a la locura surge entre ellos. La vida les tiene preparado un camino lleno de espinas, en el cual deberán enfrentar sorpresas y decepciones. Un embarazo inesperado, un par de gemelos y una amante con sed de venganza nos llevarán al borde del colapso.
Leer másEl mayor miedo para Dayana era presentarse en la oficina del señor Alemán. Había escuchado que todos sus aprendices renunciaban en cuestión de días porque no soportaban su indiferencia y humillaciones.
—Así como ese señor tiene su carácter, yo también tengo el mío, y no me voy a doblegar ante él—. Repetía mientras iba en un taxi para el famoso “Consorcio Alemán”. Una empresa familiar que le prometía mucho al mundo laboral.
Efectivamente, cuando se presentó ante él, supo que nada sería fácil y que la dura coraza que había prometido demostrar se fue al carajo desde que él le ignoró el saludo y la observó de pie a cabeza con una mirada despectiva.
—Esa vestimenta no es adecuada para trabajar en mi empresa—. Dijo con arrogancia, discriminando su falda por debajo de la rodilla. Ella eligió esa porque no quería parecer provocativa el primer día. No imaginaba que su propio jefe la haría caer de cabeza y burlarse.
—Lo siento, señor. Debí conocer antes las reglas de su empresa, si me las otorga le agradeceré mucho.
—Ve a recursos humanos. Allí te darán una pequeña charla.
Dayana sintió un picor en sus ojos, pero no dejó salir las lágrimas. Ella había prometido ser fuerte y lo iba a lograr. Había sido humillada por su jefe, pero eso no la iba a hacer renunciar a su pasantía.
Durante la jornada fue tan prepotente que parecía odiarla desde hace tiempo, sus palabras eran golpeadas y con autoridad cada vez que le pedía que hiciera algo. Se quejaba porque ella no estaba familiarizada con algunos conceptos, más no comprendía que ella era solo una aprendiz que ahora estaba fungiendo como su representante.
—Señorita, tráigame un café—. Ordenó Cárlenton.
—¿A esta hora?— cuestionó sin pensarlo.
—¿Qué dijiste?
—Dije que ahora mismo se lo traigo.
Ella se arrepintió al instante por haberle refutado lo que él pedía.
Cuando llegó a la cafetería recordó que no le había preguntado cómo lo quería.
—Bueno, por lo general, los ricos y presumidos lo toman sin azúcar—. Pensó.
Al final, el jefe la hizo ir y venir en varias ocasiones aduciendo que cada café que traía no era de su gusto.
—Señor, ¿puede hacer una excepción y no tomar su café por este día? Es que el elevador se averió y mis piernas ya no dan más para subir y bajar tantas escaleras—. Se quejó.
Cárlenton se puso de pie, dio un golpe sobre el escritorio y con palabras hirientes la retó.
—¿Acaso eres mi jefa para darme ordenes, o mi esposa para pedirme favores?
—No, señor, discúlpeme—. Ella tembló.
—Ya no lo traigas, la hora se pasó. Ahora tendrás que aguantar mi ira por falta de ese maldito café—. Amenazó.
Lo que sorprendió a Dayana, fue que al salir de la empresa, su jefe la estaba esperando. Le pidió que lo acompañara a hacer un trabajo y ella no se negó, ya que, él mencionó que aplicarían como horas extras en su proyecto profesional. La llevó a una tienda. La chica estaba convencida de que la había traído para que eligiera algunas prendas para su novia o esposa, aunque nunca se había mencionado que estuviera casado.
Él mismo eligió un par de trajes de oficina y la obligó a entrar al vestidor para tallarlos.
—No entiendo—. Dijo ella, frunciendo el ceño.
—Te dije que en mi empresa se usa otro estilo de vestimenta, esto lo usarás a partir de mañana. Te lo descontaré de tu sueldo.
Dayana apretó los labios y en su interior maldijo al jefe arrogante y metiche. ¿Cómo se atreve a llevarla a una tienda sin antes consultarle si está de acuerdo en gastar su propio dinero que todavía no le han pagado?
Al final, se quedó con cuatro trajes de distinto color.
—Te llevaré a tu casa—. Se ofreció, siempre con su voz pedante.
—No es necesario, señor—. Dijo ella.
—He dicho que lo haré. Espera aquí, vuelvo enseguida.
En lo que él se acercó a la caja para pagar, Dayana se escapó. Tomó un taxi y sudando de nervios llegó a su apartamento.
—Espero que mañana no me reclame por haberlo dejado solo—. Pensó en su mente y en sus labios se dibujó una sonrisa.
CÁRLENTON
Sabía que era el momento de recibir a los nuevos practicantes, pero no me imaginaba que entre ellos vendría una chica que pondría mi mundo de cabeza. Ella tiene todo lo que yo he buscado en una mujer, sí, soy un mujeriego, pero eso se perdona mientras llegue la indicada y, creo que ya no buscaré más porque ha venido solita a mi vida.
¡Pero qué estoy diciendo! He jurado que nunca más me voy a volver a enamorar y ahora estoy aquí pensando estupideces que jamás van a suceder.
Dayana es muy inteligente y capaz de hacer todo por su cuenta con solo explicárselo una vez. Eso me molesta, estoy tan acostumbrado a imponer miedo en los practicantes anteriores y ella parece que no le teme a mi mal carácter o a mi forma despectiva de evaluar y rechazar su vestimenta. ¿En qué cabeza me cabe decirle que use casi minifaldas?
¡Por Dios, ahora sí que me estoy volviendo loco!
Tengo que actuar de inmediato o de lo contrario, esa jovencita me ganará y dejará de respetarme.
¡Eso no puede suceder!
Al día siguiente Eduardo se ofreció a llevarla. Desde el momento en que ella se bajó del auto del chico más guapo del instituto, todos los alumnos que los vieron comenzaron a murmurar entre ellos y más lo hacían las chicas, ya que en ningún momento se imaginaron que la alumna más fea hubiera tenido la oportunidad de subirse en ese auto.El grupo de amigos del chico estaban pendientes de la llegada de la nueva pareja, pues, él les dijo que llegarían juntos para hacerles creer a todos que en realidad estaban saliendo. Él sabe que este día sus padres no vendrán al instituto y por eso lo planeó, él les advirtió a sus amigos que hasta hoy llegaría con ese juego estúpido, ya que no soportaría las burlas.Los chicos estuvieron de acuerdo, y como hoy es el último día de clases de ellos como graduandos, por el hecho de que en cuatro días oficialmente será su evento de graduación, entonces a partir de hoy él ya no volverá a la institución.Eduardo bajó del auto, se acercó a la chica y le depos
Eduardo vio alejarse a la chica, agradeció al cielo que el trayecto haya sido un poco corto, al ver que ella ya no lo podía localizar, arrancó su auto para dar la vuelta y se alejó de ese asqueroso barrio de quinta como él le nombró al nomás entrar. Él está acostumbrado a vivir en colonias o residenciales privadas en donde la apariencia vale mucho más que cualquier otra cosa.Poco después le envió un mensaje de texto a su grupo de amigos, diciéndoles lo que ha ocurrido en su primer intento por conquistar a la fea del instituto, sus amigos lo felicitaron porque así como van las cosas de rápido, lo más seguro es que pronto obtendrá lo que quiere.Al día siguiente…Con mucho más ánimo que en días anteriores, Luna se levantó e hizo su rutina en casa para luego ir al instituto.Ya puesta en el lugar, entró a sus clases con normalidad, lo raro es que no ha visto a Eduardo, y a cada momento que lo recuerda, ella se pregunta ¿será que no vino a recibir sus clases hoy? Sí, eso debe de ser por
Querido lector, tu aporte ha sido muy significativo en la pasada historia. He decidido agregar una historia nueva distinta a la anterior, esperando continuar contando con tu apoyo. SINOPSISEran compañeros de clase, él un galán... ella una simple y fea marginal que solo servía de payaso para el resto. Sucedió que Luna se enamoró de él y fue correspondida, o bueno, eso creía. Por su parte, Eduardo era un joven dominante, el cual, mediante una apuesta con sus amigos logró llevársela a la cama. Luna se enteró de la apuesta, su corazón se quebró en pedazos al saber la verdad y decidió alejarse de ese hombre.Los años pasaron y ellos no se volvieron a ver, hasta que un día, ella va a una empresa por una entrevista de trabajo y se lleva la sorpresa que su primer amor, es el director.Eduardo intentará a toda costa reconquistar el corazón de Luna, él se enamoró de ella en son de juego. Sin embargo; ella no está dispuesta a volver con él, dos motivos se lo impiden.Cuando Eduardo lo descubre
Las horas pasaron. La intriga se quedó nadando en el aire cuando las autoridades les ordenaron a los medios de comunicación que no continuaran transmitiendo las escenas siguientes porque eran horribles.Sofía no para de llorar, David y su familia han llegado para acompañar a los ancianos. La casa está llena de médicos que mantienen bajo vigilancia a la joven embarazada y a la anciana que padece del corazón.—Cuñada, ¿tú sabías que él era mafioso así como lo catalogan las autoridades?Preguntó David.—¡Cómo iba a saberlo yo si a él le mencionan otro nombre! Él nunca dio indicios de que anduviera en malos pasos, hasta este día que… vi un compartimiento falso en nuestra casa… lleno de armas.David se llevó las manos a la cabeza. Tenía la esperanza de que todo fuera una equivocación, pero si él almacenaba eso, significaba que todo era correcto.Los hombres de la familia ya habían sido enviados para investigar el caso. A David no le permitieron que se asomara porque lo podían confundir con
Horas después Mardeli ya había dado a luz a su hija. La sala se llenó de gente por ambas familias, era la primera nieta mujer y estaban coquetos por conocerla.Mientras tanto, Roldan se mantenía al lado de su mujer. Ella comentó sentirse nerviosa de cuando a ella se le llegara el día quizá no podría soportar el dolor que implica traer otra vida al mundo.Una noche mientras Roldan dormía su teléfono comenzó a vibrar con insistencia.Harta de ese sonido Mardeli decidió atender la llamada mientras le daba palmadas en el hombro para que se despertara.—¡Jefe, van por usted! La policía incautó el último cargamento y el chele abrió la boca.Sofía se quedó helada, ¿cargamento? ¿Policía? No entendía nada.Roldan le arrebató el teléfono de las manos y se lo llevó al oído. De un salto se levantó y salió de la habitación.—Vístete, cariño. ¡De volada, por favor!Ordenó antes de cerrar la puerta.Con la adrenalina al cien por el alboroto y las ganas de saber que era lo que estaba pasando, en cues
Sofía dejó la puerta abierta y salió corriendo. Fue directo al ascensor, para entonces las lágrimas escurrían como cascadas y sus labios temblaban de decepción. —Esa mujer de pelo rubio debe ser tu esposa. Claro, que tonta fui al creer que te estabas divorciando de ella.Habló en voz baja y rechinando los dientes mientras esperaba ansiosa a que la persona que estaba ocupando el ascensor lo desocupara pronto. Se recostó sobre la pared, sus piernas temblaban y era necesario sostenerse para no caer. Cerró los ojos, se sentían calientes por las lágrimas que por más que intentaba detenerlas era imposible. No se dio cuenta cuando las personas que ocupaban el aparato llegaron.—Cariño, ¿qué te pasa, mi amor? Ella abrió los ojos y al ver al maldito frente a él le dio una bofetada sin pensarlo.—¡Mujer, qué te sucede! Se quejó Roldan sobándose la mejilla. —¿Cómo te atreves a engañarme? ¿Pensaste que nunca lo descubriría? Cuestionó.El hombre que acompañaba a Roldan era su asistente. Es





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