El caos se ha desatado, Holly junto al agente Dominic intentan salvar sus vidas de un grupo de sicarios que los persiguen. Ella dará todo para poder regresar a lado de sus hijos y de su amado Adam. Mientras tanto Nicholas decide enmendar lo que ha hecho y salvar a todos, tiene que regresar al infierno para enfrentarse al tipo a quien le vendió su vida. Huir o quedarse, solo toma una decisión. —Quédate… para siempre conmigo.
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Corrí hacia la carretera, pero unos brazos me alcanzaron sin siquiera haber salido del todo de la gasolinera.
Al final, no pude deshacerme de Nicholas West. Patalee y lo golpee
—¡Bájame!
—No quiero lastimarte—volvió a meterme al auto, se recargó en la puerta—. ¿Dónde crees que ibas? —Lo miré furiosa, pero no contesté—, no puedes irte de mi lado, quieras o no, van a encontrarte y no te garantizo que te quieran viva.
Temblé ante sus palabras, furiosa e impotente. Por primera vez desde que Nicholas me rescató en medio de todo ese caos, solté el llanto de frustración.
—Basta, no llores—dijo brusco—, tienes que controlarte un poco—estiró las manos para mis mejillas, pero lo golpee lejos.
—No me toques—gruñí.
Desde entonces hemos pasado quizá veinte minutos sin decir nada. Conducía en un estado serio, me había hecho un ovillo en el asiento, consolándome.
—Toma esto—me arrojó un paquete de galletas—, necesitas comer.
Aún estaba molesta por nuestra discusión anterior.
—No lo quiero—repliqué arrojándoselas.
Me las devolvió.
—Entonces no es para ti, es para mi hijo, Dakota.
—Ya te lo dije, puede que no sea tu hijo—repliqué.
Bien podía arrepentirme después de mis palabras, este bebé que llevaba en mi vientre, mi corazón me decía que era de él. Refunfuñona abrí el paquete de galletas y comencé a comerlas.
No sabía si mi bebé estaría bien, he tenido demasiado estrés este día, ¿Qué pasa si me perjudica? Nicholas no me ha dicho a donde vamos y eso me pone más ansiosa.
Inspeccionaba por los espejos cada cinco minutos solo para inspeccionar si alguien nos perseguía, pero no lo parece.
—¿Cómo puedes estar tan seguro de que estaremos a salvo? ¿y si te traicionan?
No dijo nada, pero esbozo una leve sonrisa, se giró un poco para mirarme y luego regresó la vista a la carretera, aquel vistazo de sus ojos azules y supe que guardaba dolor.
—No hay ninguna traición que me duela más que la tuya.
Me sentí sofocada.
—¿Mia? yo que…
—Te metiste con Pearce.
Me quedé muda, la sangre se me heló, ¿Cómo pudo saberlo?
Respiré hondo.
—Tu y yo no estamos juntos—repliqué.
Me siento mal, esto que estamos haciendo duele demasiado.
Conocer a Nicholas West ha sido un parte aguas en mi vida, es un maldito loco, un amante pasional, un caballero cuando se lo propone, pero es un mentiroso doble cara. ¿Cómo pudo haber pensado si quiera en hacerle daño a sus hermanos para quitarles el corporativo? ¿Cómo pudo haberse unido a Pearce Xander?
Mi cabeza daba vueltas con tanta información.
Pearce Xander el petrolero, resultó ser un Narcotraficante desquiciado. Nicholas West, su cómplice y fugitivo ahora. No solo escapó del lugar donde lo torturaron, sino que también trajo a un ejército de sicarios solo para salvarme.
Yo sé que le debo la vida, pero me ha herido amenazándome con quitarme a mi hijo porque piensa que seré una mala madre.
¿Cómo puedo ser una mala madre cuando todo lo que he hecho es intentar sobrevivir?, él es incluso más peligroso que yo ¿Cómo podría dejarle a mi hijo?
Me terminé todas las galletas.
—¿Dónde vamos?
—No voy a decírtelo, intentarás escapar.
—Lo intentaré todas las veces que pueda si eso me aleja de ti—repliqué.
Ni siquiera me digné a verlo, pero sentí la presión de su furia.
A principios de año yo era una directora de preescolar comprometida con mi trabajo, preocupada por mi figura, viviendo mi vida de soltera espectacularmente.
Pero ese maldito viaje nos condenó a mi mejor amiga Holly y a mí a conocer a los fatales hermanos West. No lo vimos venir, aquella ola de complejas atrocidades de las que nos depararía el destino, ella luchando por convertir a Adam una bestia en un cachorro y yo lidiando con Nicholas desquiciado que se enamoró de mí.
No solo sus personalidades eran abrumadoras, sino que también un narcotraficante que está tras ellos y del cual Nicholas acaba de arrebatarme. Ahora somos fugitivos, pero no sé por cuanto tiempo podremos estar a salvo.
Nicholas se dirigió hacia un centro comercial.
—Será una parada rápida.
Fue hacia el estacionamiento subterráneo, el frio de la oscuridad me caló, sentí que mi cuerpo se erizaba por completo.
Se estacionó y bajó del auto, fue hacia mí para sacarme, me tomó fuerte de la mano.
—No sobrevivirás sola, así que nada de estupideces de nuevo.
EL corazón me latía con fuerza, tiró de mí, buscando un nuevo auto.
De pronto sentí una especie de gruñido en mi estómago, que pasa, me comí todas las galletas sin…
Un burbujeo, me detuve, no, no es un simple burbujeo, es un poco más fuerte.
Nicholas lo notó.
—Vamos, no podemos retrasarnos—Me llevé una mano al vientre, era un burbujeo que no se detenía, no era brusco y tampoco dolía—¿Qué te pasa?
Asombrada apenas pude sonreir.
—Está moviéndose.
Nicholas me miró estupefacto deteniéndose, la tensión de su brazo se suavizó.
—¿Hablas enserio o es algún…?
Llevé su mano a mi vientre y esperó, el burbujeo volvió a brotar.
Se quedó quieto por un momento, no pensé en él, sino que, en el bebé, era la primera vez que lo sentía, estaba maravillada ¿qué día es hoy? para recordarlo.
El semblante de Nicholas se suavizó, lo vi intentando darles forma a sus emociones, sonrió como si estuviera aliviado.
—Es…maravilloso—soltó apenas, me acercó más a él para colocar ambas manos en mi vientre apenas abultado.
La vulnerabilidad que ahora me mostro me hizo sentir diferente a como me sentía hace solo unos minutos. La furia descendió hasta sentirme… cálida.
—Son muy escurridizos—alguien a nuestra derecha habló.
Levanté la mirada, había una mujer, pero no tardé mucho en reconocerla.
Sadie la ex novia de Adam y amante de Nicholas.
—¿Qué haces aquí? —gruñó Nicholas.
—¿A qué más abría venido? —sonrió como toda una bruja—, por ustedes.
Se acercó a nosotros letalmente.
Nicholas me colocó tras él, retrocedimos.
Sadie agitó la mano haciendo que un bastón retráctil se extendiera, saltó hacia Nicholas, él recibió el golpe con un brazo mientras me empujaba con el otro.
—¡Maldita loca! —grité.
Ella sonreía mientras atacaba a Nicholas.
—No sabía que podías defenderte, cariño—se burló ella—, siempre pensé que eras un cobarde.
Nicholas respiraba agitado.
—¿Cuándo te uniste a Pearce? —Nicholas sonó frio, siguió forcejeando con ella.
Ella se rio con ganas.
—Hay, querido—acarició el bastón—, siempre he estado con él, eres el único que no lo sabía—siempre le he sido fiel.
—Ya veo— contestó él—, eres una serpiente trepadora.
Ella lo seguía como una serpiente cazando.
—¿Ofendido?, no me culpes, tu hermano tenía un toque particular a la hora del sexo, tú me gustabas, pero tu padre—sonrió zorra—, tu padre tiene mucha experiencia.
Abrí la boca, ni siquiera yo tendría ese descaro, que asquerosa.
Ella le soltó otro golpe y él lo esquivó golpeándola en las piernas, ella cayó al suelo.
—Si—respondió Nicholas—, tenemos cierto gusto por las rameras.
¡Rameras! No era hora de ofenderte Dakota.
Sadie se levantó de un solo movimiento, lo cual me dejó con la boca abierta.
—Como sea, Pearce está furioso y quiere a su… —me miró con desprecio—, paloma de vuelta.
Nicholas sonrió.
—Ya debería saber, que ella no le pertenece.
Sadie se abalanzó sobre él, la empujó hacia un lado, ella estrelló el bastón en una ventana de un auto. Sadie soltó un gruñido, volvió a saltar sobre él, golpeándolo con el bastón, Nicholas esquivaba los letales golpes de la mujer desquiciada.
Me eché hacia atrás, si ella se concentraba solo en él, podría…
Observé a los lados, había gente que salía con sus autos, pero no la suficiente para percatarse de todo ¿y si ella no vino sola?
Nicholas dio un giro y ambos terminaron en el suelo, aproveché el momento para regresar al auto donde estábamos. Un fuerte tirón en mi cabello me hizo echarme hacia atrás, tomé la mano apretándola con mis uñas,
—Te tengo m*****a perra—gruñó.
—No sabes con quien te metes—rugí.
Giré encarándola, le doblé el brazo con el mío, le piqué los ojos, lo que hizo aflojar el agarre, le solté un rodillazo en el abdomen y un puñetazo en la cien.
Benditas clases de defensa personal.
La dejé en el suelo mareada, tomé el bastón y volví a golpearla en la cien, ella cayó inconsciente.
—¡Vámonos ya! —le grité a Nicholas.
Este subió al auto mismo del que nos habíamos bajado y arrancó, salimos del estacionamiento.
—¿Cómo hiciste eso?
—Nunca te metas a una pelea de mujeres—gruñí aun con la adrenalina disparada—. Tampoco con una embarazada.
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NOTA DEL AUTOR:
Regresamos con esta última entrega de la Trilogía Pruébame.
¡Comenzamos fuerte!
Para quienes son nuevas en esta preciosa historia les explico el orden de las novelas:
1.- Pruébame
2.- Ruégame
3.-Quédate
Las anteriores pueden encontrarlas en mi perfil o buscandolas así como tal con mi nombre de autora.
XOXO.
Leeré sus comentarios preciosos que me motivan a seguir.
HOLLY Dejé a un Adam hogareño en la cocina y subí a bañarme.—¿Holly? —lo escuché llamarme poco después, ya estaba por terminar de ducharme.—¿Si?Desde aquí su voz sonaba confusa.—Oh, estaba hablando solo—se quedó tras la puerta de baño— ¿quieres algo más? ¿una bebida?Ugh, ¿por qué no entra?Me aferré el albornoz y a propósito abrí mi escote, salí. Masticaba unas moras.—Ah, que rico hueles—desvió la mirada y tragó—. Entonces, ¿Chocolate caliente?Tomé aire.—No, no quiero nada de eso—me acerqué a él.—¿U… una mora? —me esquivó.¡Ah, con que esas tenemos!, tengo una ligera idea del porqué me evita, pero… ya han pasado tres meses. Debo presionarlo.Pasé de largo en silencio, él titubeó, pero seguía en su lugar.—¿A caso he… hecho algo? —preguntó con inquietud, lo miré de soslayo, parecía agazapado como un perrito.Tomé mis bragas y lo miré fijamente.—Me vas a llevar a cenar—exigí—, y prepara una sorpresa, impresióname, no me quedaré en casa viendo una serie aburrida.Abrió la boca
RORY—¿De verdad, esto? —lo escruté con la mirada.Papá se bajó del auto, la verdad es que no me imaginé nunca que viniésemos a un lugar como este. Me había puesto botas y vestido, él me había traído a un campo de tiro.—Oye, quita esa mirada fea—me hizo bajar al auto—, te enseñaré, anda.Resoplé, me ajusté los guantes al bajar.—¿Mamá sabe que me trajiste aquí?Se estremeció.—Digamos que es nuestro pequeño secreto.—Ah, entonces también tienes miedo de mamá.—No es eso—refutó—, pero ¿has visto esa mirada que hace?, Chery es un amor excepto cuando se enfurece.Me reí por lo bajo.—Sí, “todos los West son iguales”Me abrió la puerta.—También eres una West—fue amable al decirlo, entonces me percaté de lo descuidado que fue mi comentario.—No quise…—pero mejor dejé de hablar, ¿los haría sentir mal por mi inseguridad?—Nena, por si no te ha quedado claro, eres hija de Chery y mía, tienes la misma sangre que tus hermanos, por lo tanto, su carácter es similar.Me lo pensé un poco.—Nunca
20 AÑOS ATRÁS, EMACIA, MACEDONIA RORY—Mamá ¿Por qué tengo que quedarme aquí?—¡Cállate! —tiró de mi brazo con fuerza, enterrándome las uñas. Chillé—. Has lo que te digo.—Pero no quiero—resbalé con la acera congelada y ella continuó arrastrándome—, tengo miedo.Todavía era de noche cuando me llevó a rastras al callejón del mercado, era el complejo del área de comida para los trabajadores del parque industrial que cruzaba la calle. El hedor de los residuos que resbalaban de las tuberías de los edificios mohosos era penetrante. El suelo estaba resbaloso por los residuos de la nieve que cayó esta mañana, aun así, la nieve se había teñido oscura en esta parte. Unos perros hurgaban en las bolsas tras el contenedor de basura.Hasta el final del callejón había puertucha estrecha. En donde al momento de llegar salió una mujer enorme.—Llegas tarde, perra—escupía al hablar—, no te pagaré el tiempo perdido.—Aquí está—me arrojó a los pies de la mujer—, ponle tiempo, ella pagará—mis manos rasp
DAKOTAQuizá ha sido un error.Ese pensamiento ha cruzado mi mente una y otra vez.Si miró años atrás, Nicholas nunca me ha querido.¿He sido solo objeto de su capricho?Esos pensamientos se arraigan en mi cada vez que lo noto distante conmigo.A caso él… ¿de verdad estuvo enamorado de mi amiga? ¿y si él creía que me comportaría como ella una vez que nos casáramos? ¿se habrá desilusionado?Al fin y al cabo, nuestro matrimonio fue apresurado e impulsivo.¡Ah!, debo parar.—¿Cómo me veo, mami? —mi hija dio una vuelta completa.—Te ves hermosa—la abracé, luego le acomodé las alas—, eres la hadita más hermosa que haya visto jamás—besitos.Ella palmeó sus manitas y dio saltitos.—Una foto, una foto para papi.—¿Quieres una foto? —tomé mi celular y comenzó una exhaustiva sesión de fotos.Aurora definitivamente era como yo.—Para papi, para papi.—Bien, bien, le mandaré a papi—abrí su chad, pero descubrí que su última conexión había sido diez horas atrás, tragué en seco, de igual modo se las
HOLLYTRES MESES DESPUES —Adiós Hanzel, ten cuidado con los dulces.—Adiós Kity, no hagas travesuras.—Adió Chris…—¡Le traeré un chocolate miss Austen!Despedí a los niños de la escuela con un poco de dificultad para que la peluca sobre puesta no se me cayera (me decidí por vestirme de Cruella). Hoy era noche de Halloween y todos estaban ansiosos por salir a pedir dulces. La mayoría de los niños se habían disfrazado y el resto de los docentes también lo habíamos hecho. Empujé el carrito para arrullar a mis bebés, los disfracé de dálmatas.—Miss Austen—se acercó una mamá—, que agradable tenerla de vuelta.—Gracias, ya debía regresar—me había ausentado todo un mes, a petición, claro de Adam (aunque más bien fue una orden).—Aw, que preciosos están—se asomó para ver a los bebés—, sí que le gustan los niños, los tenía muy bien escondidos.Luego otras dos mamás también se acercaron.—Miss Austen, felicidades, se ve muy bien.—Quisiera saber su receta—otra mamá chismosa— ¿Cómo le hace p
ADAMFue una travesía el viaje de Grecia a casa.Holly estaba muy ansiosa por volver, compartía su sentir, aunque, quizá, ella lo estaba más que yo. Apenas y pudo dormir en todo el viaje.Es gracioso, hace solo un par de días que habíamos salido solo dos personas y ahora llegamos cuatro. Llegar a casa también me hacía temblar las piernas.Sostener a nuestros bebés, tal como la primera vez, aun me resultaba tan fascinante y delicado. Estuve al pendiente de ellos todo el tiempo, tampoco pude dormir. Para cuando aterrizamos Holly casi bajó corriendo las escaleras, pero el movimiento brusco la hizo frenarse.Pasé todo el tiempo preguntándole si tenía algún malestar.Para cuando llegamos a casa, mi corazón se sentía ya agitado, hasta tal punto, mi ansiedad por llegar fue palpable.Apenas y el auto se detuvo frente a la casa, la puerta se abrió y Holly salió corriendo a la par que los niños salían a su encuentro.Bajé para unirme a ellos.—¡Mami! ¡Mami!—¡Bebés! ¡Mis bebés!El nudo en mi g
Último capítulo