HOLLY
Cuando al fin pude salir del baño, encontré ropa abrigable, ¿Dónde la consiguió? no tengo idea.
Dominic no estaba en la habitación, me vestí rápidamente, por si llegaba. Luego me senté en el borde de la cama mirando hacia la ventana; no sabía la hora que era, habíamos pasado mucho tiempo de viaje y aun no sentía la realidad del tiempo. Quizá ya era de noche, enormes volutas de nubes oscurecidas estaban sobre este pueblo; me abracé las rodillas consolándome.
Ahora mismo podría haber estado tomando un vuelo con mis hijos y mi familia hacia México y no pasar este infierno. En un lugar que no conozco, con alguien que tampoco conozco, intentando salvar mi vida.
Triste, seguí mirando por la ventana, fuera unos chispazos blancos caían adormecidos al suelo. No me gustaba la nieve, significa que hace el suficiente frio como para morirse y yo no quiero eso.
Escuché un fuerte estruendo, me sobresalté, me quedé atenta.
Otro estruendo sacudió la pared, mi corazón se aceleró, escuché el eco de voces, mi pulso comenzó a acelerarse. Pegué un brinco de la cama, busqué a mi alrededor, algo con qué defenderme; los golpes continuaban, ¿y si era Dominic?, un golpe más fuerte y luego un grito de hombre, seguido por gimoteos de mujer.
¿Era otra cosa?
En una esquina, había una escoba vieja, desatornillé el cepillo y me quedé con el palo. Tragué en seco y me dirigí a apagar la luz.
Más golpes y chillidos de mujer, oh dios, por favor, cuídala, que no la mate ese bastardo.
Escuché la puerta de al lado golpear con la pared de mi habitación y los gritos fuera, la mujer lloriqueaba y aunque no le entendía deduje que estaba suplicando. El corazón golpeteaba mi pecho, mi respiración acelerada.
¡No! ¡no puedo quedarme quieta!
Quité el seguro de la puerta, abrí un poco para ver; sobre la nieve estaba una chica suplicando al hombre que sostenía una botella, este se tambaleaba un poco.
¡Hijo de perra!
Abrí mi puerta y salí, el tipo levantó la botella, iba a golpearla, desenvaine mi palo de escoba y lo golpee con fuera en la cabeza.
—¡Déjala en paz, maldito! —grité.
El tipo se tambaleó solo para girarse hacia mí, ¿Por qué no se cayó?
El infeliz gritó algo y se tambaleó hacia mí como un mastodonte embrutecido. Le di un fuerte golpe en las bolas, el borracho cayó de rodillas.
—Eres un maldito cobarde—grité, y volví a soltarle un golpe en la cabeza.
Esta vez cayó inconsciente.
La mujer estaba encogida, semi desnuda, solté el palo y fui a ayudarla.
—¿Te encuentras bien?
Su cuerpo temblaba, la ayudé a levantarse. Los pasos apresurados de las personas nos rodearon.
—Deberían llamar a la policía para que se lleve a este infeliz—gritó una mujer.
Un hombre se acercó para atar al borracho, llevé a la chica a mi habitación, le coloqué rápidamente una manta, la viejecilla dueña de la posada corrió hacia nosotras con un botiquín.
Comenzó a limpiar las heridas de la chica y yo me encargué de mantenerla calentita.
—No te preocupes, a ese maldito se lo llevarán—le habló la viejecilla, le descubrió el rostro. Su labio estaba partido, tenía un fuerte golpe en la cien y el ojo a punto de ponérsele morado—. Pobre, niña.
Ayudé a la dueña a limpiar las heridas de la chica, que estaba tan consternada, era muy joven y el tipo borracho le doblaba la edad.
La puerta se abrió de golpe y Dominic entró echando chispas, vio la escena y se acercó a mí.
—Te dije que te quedaras en la habitación —masculló.
—No podía dejar que ese bastardo la matara—gruñí—, mírala cómo está.
Él apretó la mandíbula.
—Ya me encargué del tipo—se dirigió hacia la dueña—. La policía quiere hablar con usted.
Se hizo a un lado para que los policías entraran a la habitación, Dominic estaba al pendiente de los dos policías.
Le pidieron la declaración a la chica, mientras que el otro les tomaba algunas fotografías a sus moretones.
Luego salieron de la habitación, Dominic los siguió, la dueña salió con ellos.
Continué con las heridas de la chica, ya casi no temblaba, le puse un parche en la cien, viéndola bien, sí era demasiado joven. Su rostro era inocente, sus ojos, perdidos en sus pensamientos apenas y me miraban.
—Ya está.
Dominic se había compadecido y traído la ropa de la chica, la ayudé a vestirse.
—Tú no eres de aquí, ¿cierto?
—No, no lo soy.
Ahora que me daba cuenta, su acento era marcado. Intenté contenerme cuando vi su pequeño cuerpo golpeado.
—No siempre ha estado así—dijo apesadumbrada.
Desvié la mirada de ella.
—Discúlpame, no quise hacerte sentir incómoda— sentía que vestía a uno de mis hijos, tragué en seco—¿Él era algo tuyo?
Dado la diferencia de edad, me parecía algo bastante horrible.
Ella apretó los labios.
—Suelo salir con él—contestó con indiferencia, me sentí estremecer—. Pero cuando le dije que ya no volvería a verlo… enloqueció.
La ayudé a ponerse sus pantalones, ya que hizo un gesto cuando su muñeca hizo presión.
—No tienes que hacer esto.
—Déjate ayudar—reprendí—, si te duele algo o estás en peligro, siempre pide ayuda.
Ella resopló.
—Me duelen las costillas.
Jadee.
—Trata de respirar despacio, no sé si haya un hospital cerca… ¿quieres llamar a alguien?
Ella negó con la cabeza.
—El hospital más cercano está en Konitsa… pero con la nieve, será imposible llegar ahí.
Resoplé.
—Tendremos que buscar un doctor.
—Lo único que puede ayudarme son los paramédicos… Soy Aurora, pero llámame Rory.
¿Puedo decirle mi nombre?
—Soy… Holly.
La dueña le trajo a Rory un poco de sopa de frijol y chocolate caliente, después de eso la pobrecita se quedó dormida.
—¿Estás contenta? —gruñó Dominc sentándose en la cama donde me encogí.
—No—murmuré.
Él se golpeó la frente.
—¿Por qué?
—Es que… ella es muy joven.
—Tu también lo eres.
—Soy mayor que ella, incluso mi hermana es mayor que ella—exhalé—, y que haya pasado por eso…
—No es alguien de tu familia ¿por qué te importa tanto?
—¿Siempre eres tan antipático? —me quejé—, esta chica sufre y tu solo quieres desecharla.
—Solo me importa tu vida—contestó sin pensar—, es mi trabajo.
¿Por qué era tan irritante?, ¿de verdad no había una gota de empatía?
—Pues no me voy sin ella—sentencié—, al menos quiero saber que la llevaremos a un hospital y estará mejor.
—¿Cómo sabes que iremos a un hospital? —me escudriñó.
—Es lógico, será lo primero que harán—¿de verdad le parecía tan sospechosa?
Me miró entrecerrando los ojos.
—Duérmete ya, me quedaré a vigilar—después de retarnos con la mirada opté por hacerle caso, si no lo hacía no me dajaría llevar a esa chica. Me acurruqué en la cama—, veremos si esa chica es la inocente paloma que piensas.
No le dije nada, al final si me venció el sueño.
.
.
.
NOTA DEL AUTOR:
Holly y su sentido materno siempre
DAKOTAInquieta me pasee una y otra vez por la habitación, nerviosa.—Dakota, por favor, tienes que calmarte—me decía Cherise.Negué con la cabeza.—Es que cómo pudo hacerme esto ¡Ese imbécil va a pagármelas!Cherise soltó un bufido.—Ese imbécil es mi hijo—masculló.Me dejé caer en la cama de nuevo, sin sentir un poco de remordimiento por haber ofendido a su hijo.—¿Cómo pudo hacerlo? —repetí furiosa—¡dejarnos a las dos!Cherise se levantó de su lugar y vino hacia mí para sacudirme por los hombros.—Mi hijo intenta cuidarlas—su semblante se entristeció y sus ojos comenzaron a llenarse de lágrimas—. Las ama demasiado como para dar su vida por ustedes—lloró—, él es mi hijo—tomó aire—, él también es mi bebé.Sostuvimos la mirada, la tensión era asfixiante, ella también sufría y yo estaba siendo deliberadamente tonta. Es cierto, ahora, ambas somos madres, me había puesto como loca cuando Nicholas mencionó el separarme de mi bebé, no puedo imaginar la angustia de ella, al saber todo lo qu
NICHOLAS, UN PAR DE DÍAS ATRÁS.—Ya me están doliendo los nudillos por golpear a este bastardo—se quejó Dao.—Esto es aburrido—el otro tipo chascó la lengua bajando las cartas frente a él—, el jefe se fue, ¿por qué seguir aquí? —arrojó las cartas a la mesa.—Vete si quieres, yo me quedo hasta que mis nudillos se destruyan.El otro tipo tomó de su chaqueta una cigarrera.—Nos vemos en la noche, te relevaré—luego salió de la habitación.Esperamos a que se escuchara salir de la casa.—Jefe, es hora.Me deshice del nudo suelto de las muñecas y Dao se encargó de soltarme los pies.—¿Tienes todo? —me sobé las muñecas.—Si—tomó de debajo de la cama un maletín, lo colocó sobre esta y lo abrió.Dentro había ropa limpia y un par de armas.—Jefe… lamento haberlo golpeado tanto.—No te mataré si es lo que piensas—Respiró aliviado—¿Dónde está Pearce?—En Creta, ha pasado unos días ahí, pero recién recibió una llamada de Rhodes, le advirtió que la Interpol está buscándolos—me quité la camisa mancha
HOLLY—Despierta—Dominic me sacudió el hombro.Me erguí rápidamente, la vista nublada y la mente turbada.—¿Qué pasa? —me cubrió rápidamente la boca.Me sobresalté. —Sh, están aquí.Sentí un fuerte estremecimiento, apreté los labios.Agucé el oído, yo no escuchaba nada, pero, de alguna manera ese silencio era inquietante.Dominic me apretó junto a él, escrutando a hurtadillas la por la cortina de la ventana a nuestras espaldas.Mi mente me gritaba desesperada que quería desaparecer. —Nos iremos por la ventana del baño—musitó en mi oído, asentí, atenta—, debes correr hacia la parroquia que vimos antes de llegar aquí, ¿entiendes? —volví a estremecer, el pecho me dolía por la respiración agitada—. Espérame ahí, estaré tras de ti—Mis ojos se volvieron hacia la joven que estaba recostada en la cama; Dominic frunció el ceño y negó con la cabeza—. Debemos dejarla, nadie la busca a ella correrá más peligro con nosotros.Es una niña sola, ella no tenía a nadie ¿Cómo podía dejarla en tal es
HOLLY —¿Por qué te escondiste aquí?De entre aquel resplandor, el rostro de la persona no era visible, pero, no necesitaba verlo para reconocerlo por la voz.—T…tu—mi voz apenas fue un hilo de aliento.—Vámonos, te sacaré de aquí.Se acercó a nosotras, entonces ya podía ver su rostro.Nunca pensé que me sentiría aliviada al ver el rostro de Nicholas, la persona a quien no esperaba ver, pero, aun así, no pude evitar echarme hacia atrás. Por todo lo que he escuchado de Nicholas no sería nada bueno que él estuviera aquí.—¿Dónde está el agente Bonhuer?Nicholas me miró entrecerrando los ojos.—No es momento de dudar—presionó—, vámonos…Alguien se coló por el umbral de la parroquia.—Hora de irnos, muñeca—era Dominic.Viendo que Dominic estaba al lado de Nicholas no me quedó más remedio que aceptar irnos con ellos.Miré hacia atrás a la aterrada Rory.—¡Vámonos, ya! —rugió Nicholas saliendo del lugar.—Vamos—le hablé con calma a ella—iremos al hospital.—¿Estás segura?—Sí, lo juro.Dudó
NICHOLASNo es difícil entender a esta mujer.Para ella soy un ser vil, un monstruo que intenta arrancarle lo más preciado que tiene. Pero prefiero mil veces que me odie de esa manera.Necesito sentirme odiado por alguien más que no sea yo, lo necesito para tener valor para lo que voy a hacer.Holly terminó de sacar su ira sobre mí, pero en sus ojos pude ver que se había arrepentido de haber soltado sus últimas palabras “Patético”Lo soy, terminé siendo un patético hombre de terribles decisiones.—Tienes toda la razón, preciosa—le sonreí.La vi tragar en seco, se replegó en el respaldó y no volvió a decir más. Si de verdad tenía sentimientos por Adam, lo que le dije lo dejaría pasar.La intensa mirada a su lado no se me quitaba de encima, la chica que Holly recogió estaba maltrecha, puedo ver sus notables heridas y otras tantas que aún no han sanado. Rondaba quizá por la edad de Eros, incluso su gesto de desagrado me recordaba a él.—¿Poio eínai to ónomá sou? —(¿Cuál es tu nombre?)No
HOLLYLa verdad es que me valió un reverendo cacahuate el volar en un helicóptero, con esos enormes audífonos y bien sujeta. Yo solo pensaba en que estaría mejor, ya no estaría a la deriva, vería de nuevo a Adam.Lo que pasara con Nicholas me tenía sin cuidado, lo sé, eso puede sonar muy cruel, pero él lo ha sido conmigo, por su culpa ha pasado todo esto.Rory, dormía, estaba lo suficientemente cansado como para no sentir las sacudidas del helicóptero, tan solo verla me dolía el cuello y el alma. Es tan pequeña y menuda que me duele bastante el imaginarme su vida, yo no sé lo que pueda pasar después con ella, pero si nadie la ayuda ¿en dónde parará?Yo sé que estoy pasando por una situación poco favorecedora, pero, esa niña no merece seguir haciendo lo que hace, solo necesita una oportunidad. Decidí cerrar los ojos para no pensar en el miedo a las alturas.Poco después, la voz de Dominic me despertó sobre el ruido.—Prepárense para aterrizar.Un fuerte estremecimiento me recorrió el
EROSDespués de haber desdoblado las pruebas de ADN que la doctora me dio, fue solo confirmar mi sospecha. Ella, aquella chica dentro de la habitación, de verdad era mi hermana, estaba aquí, viva.¿Será acaso Holly un Ángel encarnado?No es casualidad que mi hermana esté aquí y tampoco que Holly se la haya encontrado y no soltado de donde sea que la encontró: “Fue muy persistente” me había dicho Dominic.—Su estado es delicado—decía la doctora—, tiene una costilla rota y otra fisurada, hematomas en casi todo el cuerpo, una contusión—soltó un leve suspiro—, se encuentra en estado de desnutrición, además—tanteó el ambiente, pero por su rostro parecía que algo malo diría.—¿Qué pasa?—Presenta lesiones genitales—soltó, apreté las manos en mis brazos, aquello me hizo sentir un vuelco en el pecho—, e infecciones, dado todos sus signos es evidente que ha sido víctima de una violación—sentí un fuerte nudo en la garganta—. Haremos todo lo posible para que se recupere, mandaré a canalizarla co
HOLLYYa sea por los medicamentos, Adam se quedó dormido, estábamos abrazados, pero no podía hacer mucho movimiento debido a la punzada de mi brazo.Decidí visitar a Rory, quizá esta algo inquieta, y sola.Tomé un papel y dejé una nota en la mano de Adam, salí al pasillo, fuera me topé con Dominic.—No creí que siguieras aquí—le recriminé.Sonrió somnoliento.—Mi trabajo aún no ha terminado—lo dejé ahí y comencé a caminar, buscando a alguna enfermera para que me orientase.Me percaté de que él me seguía.—Dijiste que eras de interpol, no un escolta.—Puedo ser lo que sea.Chasquee la lengua, continúe caminando, él estaba tras mis pasos.—Parece que me sigues en lugar de escoltarme.—Lo admitiré si eso te hace sentir mejor.—No necesito que me sigas—repliqué, de cierta manera, su cercanía era demasiado incomoda a este punto—. Sé que sigues desconfiando de mí, pero no entiendo el por qué.—Yo desconfió de todos, no es personal.—Lo hiciste personal al seguirme.—Se dónde está si es lo q