QUÉDATE
QUÉDATE
Por: Caroline Rose
CAPITULO 1 FUGITIVOS

DAKOTA

Corrí hacia la carretera, pero unos brazos me alcanzaron sin siquiera haber salido del todo de la gasolinera.

Al final, no pude deshacerme de Nicholas West.  Patalee y lo golpee

—¡Bájame!

—No quiero lastimarte—volvió a meterme al auto, se recargó en la puerta—. ¿Dónde crees que ibas? —Lo miré furiosa, pero no contesté—, no puedes irte de mi lado, quieras o no, van a encontrarte y no te garantizo que te quieran viva.

Temblé ante sus palabras, furiosa e impotente. Por primera vez desde que Nicholas me rescató en medio de todo ese caos, solté el llanto de frustración.

—Basta, no llores—dijo brusco—, tienes que controlarte un poco—estiró las manos para mis mejillas, pero lo golpee lejos.

—No me toques—gruñí.

Desde entonces hemos pasado quizá veinte minutos sin decir nada. Conducía en un estado serio, me había hecho un ovillo en el asiento, consolándome.   

—Toma esto—me arrojó un paquete de galletas—, necesitas comer.

Aún estaba molesta por nuestra discusión anterior.

—No lo quiero—repliqué arrojándoselas.

Me las devolvió.

—Entonces no es para ti, es para mi hijo, Dakota.

—Ya te lo dije, puede que no sea tu hijo—repliqué.  

Bien podía arrepentirme después de mis palabras, este bebé que llevaba en mi vientre, mi corazón me decía que era de él. Refunfuñona abrí el paquete de galletas y comencé a comerlas.

No sabía si mi bebé estaría bien, he tenido demasiado estrés este día, ¿Qué pasa si me perjudica? Nicholas no me ha dicho a donde vamos y eso me pone más ansiosa.

Inspeccionaba por los espejos cada cinco minutos solo para inspeccionar si alguien nos perseguía, pero no lo parece.

—¿Cómo puedes estar tan seguro de que estaremos a salvo? ¿y si te traicionan?

No dijo nada, pero esbozo una leve sonrisa, se giró un poco para mirarme y luego regresó la vista a la carretera, aquel vistazo de sus ojos azules y supe que guardaba dolor.

—No hay ninguna traición que me duela más que la tuya.

Me sentí sofocada.

—¿Mia? yo que…

—Te metiste con Pearce.

Me quedé muda, la sangre se me heló, ¿Cómo pudo saberlo?

Respiré hondo.

—Tu y yo no estamos juntos—repliqué.

Me siento mal, esto que estamos haciendo duele demasiado.

Conocer a Nicholas West ha sido un parte aguas en mi vida, es un maldito loco, un amante pasional, un caballero cuando se lo propone, pero es un mentiroso doble cara. ¿Cómo pudo haber pensado si quiera en hacerle daño a sus hermanos para quitarles el corporativo? ¿Cómo pudo haberse unido a Pearce Xander?

Mi cabeza daba vueltas con tanta información.

Pearce Xander el petrolero, resultó ser un Narcotraficante desquiciado. Nicholas West, su cómplice y fugitivo ahora. No solo escapó del lugar donde lo torturaron, sino que también trajo a un ejército de sicarios solo para salvarme.

Yo sé que le debo la vida, pero me ha herido amenazándome con quitarme a mi hijo porque piensa que seré una mala madre.

¿Cómo puedo ser una mala madre cuando todo lo que he hecho es intentar sobrevivir?, él es incluso más peligroso que yo ¿Cómo podría dejarle a mi hijo?

Me terminé todas las galletas.

—¿Dónde vamos?

—No voy a decírtelo, intentarás escapar.

—Lo intentaré todas las veces que pueda si eso me aleja de ti—repliqué.

Ni siquiera me digné a verlo, pero sentí la presión de su furia.

A principios de año yo era una directora de preescolar comprometida con mi trabajo, preocupada por mi figura, viviendo mi vida de soltera espectacularmente.

Pero ese maldito viaje nos condenó a mi mejor amiga Holly y a mí a conocer a los fatales hermanos West. No lo vimos venir, aquella ola de complejas atrocidades de las que nos depararía el destino, ella luchando por convertir a Adam una bestia en un cachorro y yo lidiando con Nicholas desquiciado que se enamoró de mí.

No solo sus personalidades eran abrumadoras, sino que también un narcotraficante que está tras ellos y del cual Nicholas acaba de arrebatarme. Ahora somos fugitivos, pero no sé por cuanto tiempo podremos estar a salvo.

Nicholas se dirigió hacia un centro comercial.

—Será una parada rápida.

Fue hacia el estacionamiento subterráneo, el frio de la oscuridad me caló, sentí que mi cuerpo se erizaba por completo.

Se estacionó y bajó del auto, fue hacia mí para sacarme, me tomó fuerte de la mano.

—No sobrevivirás sola, así que nada de estupideces de nuevo.

EL corazón me latía con fuerza, tiró de mí, buscando un nuevo auto.

De pronto sentí una especie de gruñido en mi estómago, que pasa, me comí todas las galletas sin…

Un burbujeo, me detuve, no, no es un simple burbujeo, es un poco más fuerte.

Nicholas lo notó.

—Vamos, no podemos retrasarnos—Me llevé una mano al vientre, era un burbujeo que no se detenía, no era brusco y tampoco dolía—¿Qué te pasa?

Asombrada apenas pude sonreir.

—Está moviéndose.

Nicholas me miró estupefacto deteniéndose, la tensión de su brazo se suavizó.

—¿Hablas enserio o es algún…?

Llevé su mano a mi vientre y esperó, el burbujeo volvió a brotar.

Se quedó quieto por un momento, no pensé en él, sino que, en el bebé, era la primera vez que lo sentía, estaba maravillada ¿qué día es hoy? para recordarlo.

El semblante de Nicholas se suavizó, lo vi intentando darles forma a sus emociones, sonrió como si estuviera aliviado.

—Es…maravilloso—soltó apenas, me acercó más a él para colocar ambas manos en mi vientre apenas abultado.

La vulnerabilidad que ahora me mostro me hizo sentir diferente a como me sentía hace solo unos minutos. La furia descendió hasta sentirme… cálida.

—Son muy escurridizos—alguien a nuestra derecha habló.

Levanté la mirada, había una mujer, pero no tardé mucho en reconocerla.

Sadie la ex novia de Adam y amante de Nicholas.

—¿Qué haces aquí? —gruñó Nicholas.

—¿A qué más abría venido? —sonrió como toda una bruja—, por ustedes.

Se acercó a nosotros letalmente.

Nicholas me colocó tras él, retrocedimos.

Sadie agitó la mano haciendo que un bastón retráctil se extendiera, saltó hacia Nicholas, él recibió el golpe con un brazo mientras me empujaba con el otro.

—¡Maldita loca! —grité.

Ella sonreía mientras atacaba a Nicholas.

—No sabía que podías defenderte, cariño—se burló ella—, siempre pensé que eras un cobarde.

Nicholas respiraba agitado.

—¿Cuándo te uniste a Pearce? —Nicholas sonó frio, siguió forcejeando con ella.

Ella se rio con ganas.

—Hay, querido—acarició el bastón—, siempre he estado con él, eres el único que no lo sabía—siempre le he sido fiel.

—Ya veo— contestó él—, eres una serpiente trepadora.

Ella lo seguía como una serpiente cazando.

—¿Ofendido?, no me culpes, tu hermano tenía un toque particular a la hora del sexo, tú me gustabas, pero tu padre—sonrió zorra—, tu padre tiene mucha experiencia.

Abrí la boca, ni siquiera yo tendría ese descaro, que asquerosa.

Ella le soltó otro golpe y él lo esquivó golpeándola en las piernas, ella cayó al suelo.

—Si—respondió Nicholas—, tenemos cierto gusto por las rameras.

¡Rameras! No era hora de ofenderte Dakota.

Sadie se levantó de un solo movimiento, lo cual me dejó con la boca abierta.

—Como sea, Pearce está furioso y quiere a su… —me miró con desprecio—, paloma de vuelta.

Nicholas sonrió.

—Ya debería saber, que ella no le pertenece.

Sadie se abalanzó sobre él, la empujó hacia un lado, ella estrelló el bastón en una ventana de un auto. Sadie soltó un gruñido, volvió a saltar sobre él, golpeándolo con el bastón, Nicholas esquivaba los letales golpes de la mujer desquiciada.

Me eché hacia atrás, si ella se concentraba solo en él, podría…

Observé a los lados, había gente que salía con sus autos, pero no la suficiente para percatarse de todo ¿y si ella no vino sola?

Nicholas dio un giro y ambos terminaron en el suelo, aproveché el momento para regresar al auto donde estábamos. Un fuerte tirón en mi cabello me hizo echarme hacia atrás, tomé la mano apretándola con mis uñas,

—Te tengo m*****a perra—gruñó.

—No sabes con quien te metes—rugí.

Giré encarándola, le doblé el brazo con el mío, le piqué los ojos, lo que hizo aflojar el agarre, le solté un rodillazo en el abdomen y un puñetazo en la cien.

Benditas clases de defensa personal.

La dejé en el suelo mareada, tomé el bastón y volví a golpearla en la cien, ella cayó inconsciente.

—¡Vámonos ya! —le grité a Nicholas.

Este subió al auto mismo del que nos habíamos bajado y arrancó, salimos del estacionamiento.

—¿Cómo hiciste eso?

—Nunca te metas a una pelea de mujeres—gruñí aun con la adrenalina disparada—. Tampoco con una embarazada.

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NOTA DEL AUTOR: 

Regresamos con esta última entrega de la Trilogía Pruébame. 

¡Comenzamos fuerte! 

Para quienes son nuevas en esta preciosa historia les explico el orden de las novelas: 

1.- Pruébame

2.- Ruégame

3.-Quédate 

Las anteriores pueden encontrarlas en mi perfil o buscandolas así como tal con mi nombre de autora. 

XOXO. 

Leeré sus comentarios preciosos que me motivan a seguir.

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