Durante dos años, Marisela Undurraga vivió un matrimonio donde se convirtió en la sirvienta personal de Lorenzo Cárdenas. Se doblegó ante cada capricho, aguantando todo con una paciencia infinita, mientras su dignidad se hacía añicos día tras día. El tiempo fue como una lija que desgastó hasta la última gota de amor que Marisela sentía por Lorenzo. Bastó que apareciera el antiguo amor de él para que todo terminara con una simple firma en los papeles de divorcio. Ya no quedaba nada entre ellos, ni siquiera deudas emocionales. —Mírate bien, Lorenzo —le dijo ella—. Si le quitamos todo el romance y los recuerdos, ¿crees que hoy en día me llamarías la atención aunque sea por un segundo? Cuando Lorenzo firmó el divorcio, lo hizo con la arrogante seguridad de que Marisela jamás podría dejarlo. Al fin y al cabo, ¿no lo amaba ella con locura? Se quedó esperando el momento en que ella regresara arrastrándose entre lágrimas, rogando por otra oportunidad. Sin embargo, la realidad le dio una bofetada: esta vez era diferente. Esta vez, el amor de Marisela se había esfumado como humo entre sus dedos. Con el paso del tiempo, los secretos enterrados comenzaron a salir a la luz. La verdad, como aceite en el agua, terminó por flotar: él había sido quien malinterpretó a Marisela desde el principio. El pánico se apoderó de Lorenzo. Los remordimientos lo carcomían mientras suplicaba perdón, rogando por una segunda oportunidad. Agobiada por su insistencia, Marisela tomó una decisión drástica: publicó en sus redes sociales que buscaba nuevo esposo. Eso fue suficiente para que Lorenzo perdiera la cabeza. Los celos lo consumieron hasta convertirlo en un manojo de obsesión y locura. Desesperado, quería regresar el tiempo y empezar de nuevo. Pero la vida le dio otra lección: ahora ni siquiera cumplía con los requisitos mínimos para intentar conquistarla.
Leer más¿Sería tan hábil preparando café porque se lo hacía a Lorenzo?¿Y sus habilidades culinarias también serían tan buenas porque cocinaba para Lorenzo?Las respuestas a estas dos preguntas eran obvias.Ulises dejó la taza y de la nada le vino a la mente: Lorenzo realmente no sabe lo que tenía.En ese momento, en la oficina individual de abajo.Celeste le contó a Marisela sobre cómo Ulises había ayudado a encontrar las grabaciones de seguridad, pero no esperaba que su amiga ya lo supiera.—El abogado Germán me lo dijo, justo cuando me llamó por segunda vez al mediodía —dijo Marisela.—¿Eh? ¿Entonces ninguno de los dos se puso de acuerdo en la versión? Ulises hasta me pidió específicamente que te lo dijera —dijo Celeste por teléfono.Del otro lado.Al escuchar esto, Marisela se detuvo un momento, pensando en esa palabra "específicamente".¿Quería que le agradeciera por todo lo alto?Era cierto que debía agradecerle, y ya tenía un plan.Además de invitarlo a cenar y regalarle esos gemelos, q
—No te hagas. Lo dicho, dicho está, ya no te puedes echar para atrás —dijo Marisela.—Ellos comen por su cuenta, celebrando con un amigo, eso no tiene nada que ver con lo que dijo Germán antes.Al escuchar las palabras de su amiga, Celeste alzó una ceja.Qué lástima que ahora no pudiera contactar a Germán fácilmente, porque si no, iría directamente a preguntarle. A ver cómo se las arreglaría Marisela para negarlo entonces.El nuevo mensaje de voz de Marisela apareció:—En serio, deja de imaginar cosas. Apúrate a trabajar, si tienes tiempo en la noche cenamos juntas.Celeste escuchó el audio y, sin ninguna vergüenza, le pidió dos o tres platillos, diciéndole que los tuviera listos para cuando llegara.Dejó el teléfono para ponerse a trabajar, pero justo entonces apareció un mensaje. Le echó un vistazo y resulta que era de Ulises.Ulises: [¿Le dijiste a Marisela que fui yo quien la ayudó a encontrar las pruebas?]Celeste escribió en tono burlón:[¿Ay, tan desesperado por apuntarte el tan
Marisela asintió con un "ejem" y dijo:—¿No dijiste que él estaba hablando tonterías? ¿Queriendo insinuar que tú pagaras?—Sí, así lo entendía al principio —dijo Celeste.—Pero de repente se me ocurrió algo.Marisela se quedó confundida.—Germán dijo que Ulises también iría al almuerzo, ¡así que...! —Celeste habló deliberadamente lento, deteniéndose ahí.Marisela no sabía qué decir.Entendía lo que su amiga quería decir.—¡Alto ahí! —Marisela la detuvo a tiempo.—Esa es solo una comida entre ellos, no me metas a mí —dijo Marisela.Celeste sonrió con malicia, alargando el tono: —¿Quieres apostar, Marisela?Marisela: —No hay nada que apostar.—Ya, no especules más, ¿no tienes que ir a trabajar? Dejémoslo aquí por hoy —dijo Marisela nuevamente, queriendo colgar.—La empresa es de mi familia, voy a trabajar cuando se me da la gana~ —declaró la señorita rica con altivez.Marisela no sabía qué decir.—Te niegas tan rápido, ¿no será que tienes mala conciencia? Jajaja~ —dijo Celeste del otro l
—En realidad él debe querer realmente comer contigo —dijo Marisela después de que Celeste terminara de quejarse.—Pero no malinterpretes, es solo de amigos que no se han visto en mucho tiempo, así que se reúnen para ponerse al día.—¿Quién es su amiga? Él es amigo de Ulises —dijo Celeste haciendo una mueca.No había ninguna reunión de viejos amigos, entre ellos dos ni siquiera había razón para verse.¿Acaso no era obvio viendo que en estos seis años él nunca la había buscado?Pero justo después de que Ulises regresara, de repente se obsesionó con querer verla.Por eso decía que Germán solo estaba hablando por hablar, lo hacía a propósito.Solo la estaba usando, en realidad no quería verla para nada.—No acepté —dijo Marisela.—No hay necesidad de hacerle caso. Ese banquete de agradecimiento, que se lo coma o no, si no come hasta te ahorras el dinero de una comida —resopló Celeste.—Lo invitaste varias veces, él no supo valorarlo, e incluso me usó para rechazarte. Hombre despreciable.M
Entonces, ay, Ulises ya no tenía posibilidades.—No te enojes, no te enojes, no fue con mala intención —Germán se apresuró a decir.—Lo sé, solo estoy confundida sobre por qué tenías que decirlo de esa manera —dijo Marisela.No hizo explícito que Germán estaba tratando de emparejarlos, porque si lo hacía, se sentiría muy incómodo cuando volviera a ver a Ulises en el futuro.Aunque era posible que solo se vieran una vez más:cuando ella le entregara las mancuernillas y le agradeciera.—Yo, eh, ja ja, considéralo como que tuve un momento de locura —Germán respondió, hablando con un ligero tartamudeo.—O considéralo como mi excusa para buscarte, ya terminamos el caso, si no, no tendría pretexto para seguir charlando contigo~Directamente se "manchó" a sí mismo, porque había fallado en hacer de casamentero, y en lugar de sentirse avergonzado e incómodo, prefería burlarse de sí mismo.Del otro lado.Al escuchar tal respuesta, Marisela naturalmente no le creía mucho, pero eso no importaba.E
—No, no tengo tanta influencia, eso sería muy problemático. Aunque efectivamente somos amigos, habían pasado varios años sin vernos ni contactarnos —dijo Germán.—Entonces, señorita Undurraga, no necesitas dudar más, él específicamente para...Germán quería ayudar a su amigo, diciendo que lo había hecho específicamente por Marisela, pero antes de terminar de hablar, fue interrumpido por ella:—Entonces definitivamente fue Celeste.—No... —Germán iba a negar, aunque Ulises efectivamente había dicho que Celeste se lo había pedido.Pero en este momento, Celeste podía retirarse y darle todo el crédito a Ulises, ¡así los dos podrían crear chispas de amor!—No.Cuando Germán dijo "no", Marisela habló oportunamente, también diciendo "no".Porque de repente se dio cuenta.—Le pedí ayuda a Celeste, y el sábado analizamos juntas que podíamos empezar con la vigilancia del vecindario. Disculpa, no debería haber dicho que tú se lo pediste —dijo Marisela.En ese momento sus pensamientos se habían de
Último capítulo