Matrimonio por contrato con el Multimillonario

Matrimonio por contrato con el MultimillonarioES

Romance
Última atualização: 2025-09-01
Clara White  Atualizado agora
goodnovel12goodnovel
0
Avaliações insuficientes
18Capítulos
28leituras
Ler
Adicionado
Resumo
Índice

Una boda sin amor. Un contrato de conveniencia. Un corazón que no entendía de reglas. Silvina aceptó casarse con Leonel, el frío y poderoso heredero del Grupo Muñoz, a cambio de protección para su madre enferma y un apellido para su hijo por nacer. Era un trato claro: sin amor, sin compromisos, sin futuro juntos. Pero nadie le advirtió que convivir con un hombre como Leonel era como jugar con fuego. Él le impuso reglas, distancia y desprecio... hasta que alguien más empezó a interesarse en ella. ¿Es posible amar a alguien que solo te ve como un instrumento? ¿Y qué pasará cuando la línea entre la obligación y el deseo empiece a desdibujarse?

Ler mais

Capítulo 1

Capítulo 1 Se Acostó con el Hombre Equivocado

La habitación espaciosa estaba sumida en la oscuridad. No se distinguía nada, salvo los jadeos bajos de un hombre y los gemidos ahogados de una mujer...

Dos cuerpos desnudos se entrelazaban en la cama. Las piernas largas de la mujer estaban abiertas al máximo, sus dedos se aferraban con fuerza a las sábanas, y su cuello se arqueaba hacia atrás, apoyándose en el pecho del hombre. Sus gemidos mezclaban un placer difuso con un dolor evidente y persistente.

Silvina Torres se acurrucó más en los brazos cálidos del hombre. Aunque no había descansado en toda la noche y le dolía cada parte del cuerpo, no sentía ningún remordimiento.

Llevaba mucho tiempo preparándose para esto. Quería entregarse como un regalo precioso... para él.

Después de un año de relación con Wilson Pérez, siempre se había negado a tener intimidad. No quería ceder su primera vez de manera precipitada.

Pero esta noche era diferente. Mañana Wilson se marcharía al extranjero, y además, ¡era su cumpleaños número veintidós!

Siguiendo el consejo insistente de su mejor amiga, había reservado una suite de lujo en este hotel, decidida a dar ese paso y entregarse por completo a su novio.

Silvina sonrió y rodeó con los brazos la cintura del hombre. ¡Vaya sorpresa! No imaginaba que Wilson tuviera un cuerpo tan perfecto. Ni demasiado delgado ni demasiado fornido. Justo como le gustaba.

—Mmm... ¿Rosa? ¿Ya estás despierta? —murmuró el hombre sobre su cabeza—. Gracias por anoche.

—No digas eso, Wilson... Lo hice con gusto —respondió Silvina dulcemente, apretando su abrazo.

¿Rosa...?

¿Wilson...?

Ambos se congelaron durante unos segundos. Luego se separaron bruscamente.

Silvina, alarmada, se giró y encendió la lámpara de la mesita de noche.

En cuanto la luz iluminó el cuarto, sus ojos se toparon con un rostro completamente desconocido. Dio un grito ahogado de pánico:

—¡¿Quién eres tú?!

Se cubrió el cuerpo rápidamente con la sábana.

—¡¿Qué haces aquí?! —preguntó, aterrada.

—¡Esta es mi habitación! ¿Y tú quién eres? ¿Qué haces en mi cama? —respondió el hombre con una expresión tan desconcertada como la de ella.

El cuerpo de Silvina se heló al instante. Una inquietud profunda le recorrió el pecho.

—¡Pero... esta es la habitación 1638! ¡Mi amiga me entregó personalmente la tarjeta! El hombre que debía estar aquí... era mi novio...

—¿Ah, sí? —Leonel Muñoz soltó una carcajada irónica—. Qué excusa más barata. Con la cantidad de mujeres que sueñan con meterse en mi cama, ¿ahora tú me vienes con el cuento de que fue un error? Si investigaste hasta mi número de habitación, ¿no es obvio que planeaste esto? Vamos, ¿cuánto quieres?

Las palabras del hombre, cargadas de sarcasmo, le atravesaron el pecho como cuchillas. Silvina comenzó a recuperar la compostura. ¿Qué diablos había pasado anoche?

Recordaba que había salido a beber con su mejor amiga, Rosa Reyes. Rosa viajaba esa noche a Milán para una pasarela internacional. Brindaron por eso, y también por el cumpleaños próximo de Silvina.

Había bebido demasiado. Rosa insistía una y otra vez en que debía aprovechar y acostarse con Wilson antes de que se fuera por dos años. Y ella... accedió, sin pensarlo mucho.

Rosa le dio una tarjeta de habitación. Silvina la usó y entró.

Pero... ¿cómo era posible que el hombre en la cama no fuera Wilson?

—¿Qué dinero? ¡No quiero tu dinero! —exclamó, cada vez más angustiada—. ¿Dónde está Wilson?

Leonel frunció el ceño. La mujer frente a él realmente parecía estar confundida. ¿Acaso no la había oído mencionar el nombre "Wilson" antes? ¿Podría ser que todo esto hubiera sido una trampa... para ambos?

Anoche, él había quedado con Rosa. Escuchó que alguien entraba con una tarjeta, y como la habitación estaba a oscuras, no encendió la luz. El perfume era el mismo que siempre usaba Rosa, así que no dudó: pensó que era ella. Pero ahora, viendo bien, la mujer con la que había pasado la noche era completamente distinta.

Estaba por preguntarle algo cuando su teléfono sonó. Al ver la pantalla, se dio cuenta de que era Rosa.

—¿Rosa? ¿Qué está pasando?

La voz de Rosa sonó al otro lado, con tono culpable:

—Leonel, lo siento muchísimo... Ayer recibí una invitación de último minuto desde Milán. Quieren que sea la modelo de cierre del desfile. Tomé el vuelo de las ocho de la noche. Sabes que ser el cierre ha sido mi sueño desde siempre. No podía dejar pasar esta oportunidad. ¿Puedes perdonarme?

Hizo una pausa y añadió, animada:

—Ah, y te dejé un regalito anoche como compensación. ¿Te gustó?

—¿Regalo? —Los ojos de Leonel se entrecerraron. Miró a la mujer que deambulaba por la habitación envuelta en una bata, aún buscando desesperadamente a alguien llamado Wilson. Su mirada se volvió insondable.

—Sí, me tomé el tiempo de elegirla. Fue difícil encontrar una virgen hoy en día. ¿No te pareció especial la experiencia de anoche? —preguntó Rosa con tono insinuante.

—Por supuesto que fue especial. Tener una novia tan detallista como tú es una bendición —respondió Leonel con sarcasmo apenas disimulado—. Si tanto te importa ser modelo, entonces asegúrate de brillar en Milán.

Sin darle oportunidad de responder, colgó la llamada.

Silvina, mientras tanto, ya había revisado cada rincón de la habitación. No había rastro de Wilson. Su ansiedad se desbordaba. ¡Había pasado la noche con un hombre completamente desconocido! ¿Cómo iba a enfrentar a Wilson después de esto?

Las lágrimas comenzaron a rodar por su rostro. Se dejó caer en un rincón, abrazando sus rodillas, llorando en silencio. No le importó que el hombre la observara con una expresión complicada desde el otro lado del cuarto.

Leonel guardó el móvil con expresión fría. No sabía exactamente qué papel jugaba esa mujer en todo esto, pero estaba claro que no había venido a "acompañarlo" por voluntad propia. Si Rosa la había enviado, había algo raro detrás. Y si no... entonces el asunto era aún más delicado.

Pero no importaba quién fuera ni por qué estaba allí. Lo que había ocurrido esa noche no podía salir de esas cuatro paredes.

Sin decir una palabra, fue hasta su chaqueta, sacó un talonario de cheques, y escribió rápidamente una cifra. Arrancó la hoja con firmeza.

Con esta cantidad, debería bastar para comprar su silencio.

—¡Toc, toc, toc...!

En ese momento, llamaron a la puerta.

—Señor Leonel, buenos días. Soy del servicio al cliente del hotel, le traigo el desayuno.

Leonel frunció el ceño. Dejó el cheque sobre la cama y se dirigió a abrir la puerta.

El desayuno era abundante y bien presentado. Leonel echó un vistazo hacia la mujer acurrucada en el rincón y dijo con voz calmada:

—Ven a comer algo primero.

Pero ella seguía llorando, sin moverse.

Leonel no insistió. Se sentó a la mesa y comenzó a desayunar con total tranquilidad, mientras hablaba:

—Sobre lo de anoche... Te daré una explicación. Te ofrezco cinco millones de dólares. Lo único que te pido es que nunca hables de esto con nadie.

En ese instante, Silvina levantó la cabeza de golpe, mirándolo completamente atónita.

¿Cinco millones de dólares?

¿Acaso ese hombre pensaba que ella era una prostituta?

Él... ¿acaso había echado a Wilson de la habitación, se metió allí y luego abusó de ella?

¿Y ahora, como si no fuera suficiente, encima le ofrecía dinero para humillarla?

Cuanto más lo pensaba, más indignación sentía. Aunque la hubieran forzado... aunque realmente hubiera perdido su virginidad, jamás aceptaría ese dinero.

—No te preocupes. No se lo diré a nadie —dijo con voz fría.

Por supuesto que no lo diría.

¿Cómo podría hacerlo?

Sin agregar más, recogió su ropa esparcida por el suelo y se metió al baño.

Frente al espejo, vio su reflejo: el cabello enmarañado, los ojos hinchados y rojos. Parecía completamente destrozada. Jamás pensó que las cosas terminarían así.

Cuando salió del baño, Leonel seguía desayunando con elegancia, como si su marcha no tuviera la menor importancia.

El cheque seguía allí, abandonado sobre la cama, como una burla muda.

Apenas salió del hotel, el teléfono de Silvina vibró.

Un mensaje de Wilson.

"Silvina, anoche te esperé todo el tiempo en la habitación, pero no llegaste.

¿Tuviste algún contratiempo? No pasa nada, seguiré esperando.

Estoy a punto de embarcar, y cuando regrese, te llevaré un regalo.

Te quiere, Wilson."

Silvina se quedó helada.

¿Él estuvo en la habitación? ¿Qué decía? ¡Si nunca estuvo allí!

¿Entonces qué había pasado?

¿Rosa le dio la tarjeta equivocada?

No, eso era imposible... Rosa jamás haría algo así.

¿O sí?

Guardó el teléfono lentamente. Afuera, el mundo seguía su curso, con coches y peatones cruzando por todas partes.

Pero ella, de pronto, sintió que estaba sola. Tristemente sola.

Tal vez... cuando Wilson volviera del extranjero, ya no serían los mismos.

Tal vez... esto ya había terminado.

El pensamiento de una posible ruptura con Wilson le atravesó el corazón como una lanza. Le dolió tanto, que su cuerpo comenzó a temblar.

Todo esto... había pasado solo anoche.

¿Rosa... en verdad fuiste tú quien planeó todo esto?

Marcó el número de Rosa sin pensarlo. Al llevarse el teléfono al oído, lo único que escuchó fue esa voz mecánica tan familiar:

"El número marcado está apagado."

Fue entonces cuando Silvina se dio cuenta de que, inconscientemente, había intentado llamarla.

Pero nadie respondió.

Siguió caminando por la calle, como en trance, reviviendo en su mente cada recuerdo con Wilson.

Desde que empezaron a salir, los nervios del primer beso, las pequeñas promesas, y justo ayer... esa mezcla de emoción y nervios mientras preparaba todo.

Cada recuerdo pasaba por su mente como una película: tan claro, tan vivo...

Y ahora, tan inalcanzable.

Ayer mismo bromeaban sobre cómo sería su boda.

Wilson le había jurado que, desde el extranjero, le escribiría todos los días por W******p, que la llamaría para que escuchara su voz, que ella no se sentiría sola.

Y ahora...

todo eso se había convertido en un sueño imposible.

¿Podía fingir que nada había pasado y seguir hablándole como siempre?

No. Ya no podía.

No habría boda.

No habría hijos.

Ya no habría nada.

Un chirrido de frenos desgarrador y el sonido agudo de un timbre de teléfono interrumpieron de golpe su espiral de pensamientos.

Silvina volvió bruscamente en sí... y se dio cuenta, horrorizada, de que estaba parada en medio de la calle.

Un coche había frenado justo delante de ella, tan cerca que...

por poco no la atropella.

Mais
Próximo Capítulo
Baixar

Último capítulo

Mais Capítulos

Você também vai gostar de

Romances Relacionados

Novos lançamentos de romances

Último capítulo

Não há comentários
18 chapters
Capítulo 1 Se Acostó con el Hombre Equivocado
Capítulo 2 Obligada a Romper
Capítulo 3 ¡Estaba embarazada!
Capítulo 4 Presidenta Muñoz
Capítulo 5 Matrimonio Forzado
Capítulo 6 Casémonos
Capítulo 7 ¡Era su hijo!
Capítulo 8 Volver a casa
Capítulo 9 Llegaron a pedir la mano
Capítulo 10 Regalos espléndidos
Explore e leia boas novelas gratuitamente
Acesso gratuito a um vasto número de boas novelas no aplicativo BueNovela. Baixe os livros que você gosta e leia em qualquer lugar e a qualquer hora.
Leia livros gratuitamente no aplicativo
Digitalize o código para ler no App