Alessandro Vescari nació entre lujos, secretos y sangre. Hijo de una de las familias más poderosas y temidas de Nueva York, no conoce otra forma de vida que el control absoluto. Enviado a Italia para cerrar un trato que puede redefinir los límites del poder de su familia, está acostumbrado a dominar cada situación... hasta que la conoce a ella. Rose castelli es Arquitecta de formación y soñadora de nacimiento, viaja a Italia para perseguir una oportunidad laboral que podría darle estabilidad sin sacrificar su libertad. Lo último que espera es chocar —literalmente— con un hombre que exuda peligro, elegancia y un magnetismo que la deja sin aliento. Él es intenso, controlador, ferozmente protector. Ella es libre, impulsiva y no teme decir lo que piensa. Desde su primer encuentro, una tensión imposible de ignorar los envuelve. Pero mientras el mundo oscuro de Alessandro amenaza con alcanzarla, él deberá decidir si protegerla significa alejarla… o arriesgarlo todo por amor. Un hombre que nunca aprendió a amar. Una mujer que no quiere que la salven. Un destino que los une a pesar del caos.
Leer másPrólogo:
Lo Que Calla el Silencio de Su Mirada Dicen que hay encuentros que no son casualidad, sino destino disfrazado. Que algunas miradas no se cruzan: se reconocen. Él llevaba el alma manchada de sombras. Ella, el corazón lleno de luz. Alessandro Vescari nació en un mundo donde el amor se ve como una debilidad, donde el silencio es un arma y la sangre, moneda de poder. Aprendió a no sentir, a no flaquear. Y sin embargo, desde el primer momento en que sus ojos encontraron a los de Rose, supo que algo en él cambiaría… o se rompería para siempre. Rose Castelli jamás temió a la oscuridad. Pero no estaba preparada para el tipo de oscuridad que seduce, que envuelve, que promete destruirte mientras te acaricia el alma. Él era todo lo que no buscaba. Todo lo que no debía desear. Y aún así… su voz, su sombra, su mirada, comenzaron a habitarla. Roma fue el escenario. El amor, la trampa. Y el precio… quizás demasiado alto. Entre caricias que arden y verdades que duelen, entre pactos sellados en la sombra y promesas que tiemblan en los labios, dos almas destinadas a perderse descubren que, a veces, el amor no salva… pero lo cambia todo. Porque en el silencio de su mirada, Rose escuchó una súplica que nadie más oyó. Y Alessandro, por primera vez, quiso hablar sin palabras. Pero amar en la oscuridad es también un acto de guerra. Y no todos los que aman… sobreviven. El simple hecho de que Rose fuera un alma tan pura,tan dulce,un ángel,mientras que Alessandro es un alma llena de oscuridad, sombras,engaños,peligro,frialdad,son palabras que lo definen como un ser lleno de pecados. El roce de los labios de lo impuro y lo más puro es un fuego que acabará con dos almas para reconstruir un mismo ser. Ella llena de sueños tendrá que ver si el amor es realmente importante en su vida como para valer su libertad.Y el con sólo un sueño vera si ella es lo suficientemente apta para entrar en su mundo,o si deberá dejarla ir para no lastimarla. Tan solo una caricia puede crear un sinfín de posibilidades, sanar hasta el corazón más roto o destruir hasta lo más dulce. Un viaje que los llevará a conocerse así mismos a fondo,problemas que llevarán a unirlos,separarlos y hará que replanteen sus vidas hasta ahora. Un hilo que los une y los separa al mismo tiempo,dos mundos,dos almas,mil razones para no amarse y una sola para quedarse. O lo arriesgan todo o lo pierden todo.... Lo lícito no me es grato; lo prohibido excita mi deseo. (Otto Wagner) Un amor que puede separar a la realidad con la ficción,puede que soñemos y queramos llegar a poder ser felices y una oportunidad nos cambie la vida. Ella siempre quiso una familia¿ será el, capaz de dársela?¿estará ella a la altura para un hombre tan poderoso y egocéntrico como el?¿podrán superar sus realidades y cambiar su futuro?¿o será un impedimento para su relación?¿ella alcanzará sus sueños o terminará perdiendolo todo y volviendo a Argentina?lo descubriremos en los siguientes capítulos.... Muchísimas gracias queridos lectores por disfrutar esta historia tanto como yo estoy disfrutando escribiendola,un agradecimiento especial a mis hermanas y a mis padres por hacer esto realidad,darme ideas y apoyarme en seguir mi sueño de ser escritora,también un agradecimiento a mi abu por todas las veces que me apoyo y me dijo que llegaría lejos... "Se puede matar al soñador, pero no al sueño" -Anónimo.El auto de lujo de Alessandro se detuvo frente a un edificio humilde, de paredes desconchadas y ventanas con cortinas desteñidas por el sol. A pesar de su apariencia sencilla, había un aura de calidez que se sentía incluso desde la calle. Marco, su asistente, bajó con un gesto respetuoso, cargando bolsas llenas de juguetes, galletas y mercadería para los niños.—Señor Vescari —dijo Marco mientras abría la puerta—. Todo lo que pidió para el orfanato está aquí. Espero que sea suficiente.Alessandro asintió, respirando hondo. Sabía que no era suficiente solo traer cosas; los niños necesitaban algo más, algo duradero. Pero por ahora, esto era un comienzo.—Gracias, Marco —respondió Alessandro, tomando un par de bolsas de juguetes—. Hoy no es solo dar cosas… es estar con ellos.El edificio estaba rodeado de un pequeño patio de tierra, donde algunos niños jugaban descalzos mientras las monjas los vigilaban desde la entrada. El olor a pan recién horneado y a jabón mezclado con el aire fresco
El apartamento de Alessandro en Roma se alzaba como un santuario de orden y lujo. Las paredes blancas brillaban bajo la luz tenue de las lámparas modernas, mientras los ventanales amplios dejaban entrever la ciudad en un lienzo de tonos cálidos al atardecer. Cada objeto, cada mueble, estaba dispuesto con precisión milimétrica, reflejo de la vida calculada y controlada de Alessandro. Sin embargo, aquella perfección no podía borrar la sensación de vacío que lo envolvía desde hacía semanas.Se recostó en el sofá de cuero negro, con la mirada fija en la ciudad, pero en su mente no había nada de Roma. Solo Rose. Cada sonrisa, cada gesto, cada palabra pronunciada en aquel zoológico se repetía como un eco persistente. Respiró hondo, cerrando los ojos, y recordó cómo su corazón había latido con fuerza cuando la vio relajada y feliz junto a Lorenzo. Una mezcla de celos, nostalgia y deseo lo atravesó.“¿Por qué no puedo sacarla de mi mente?” pensó, apretando la mandíbula. Sabía que su memoria h
El apartamento de Rose y Francesca era un refugio acogedor en el corazón de Roma. Ubicado en un edificio antiguo de ladrillos rojizos, pero con interiores modernos y espaciosos, estaba lleno de luz a pesar de la tarde gris que se colaba por las ventanas. Las paredes, decoradas con fotos de ambas en distintas etapas de sus vidas, contaban historias de viajes, fiestas y momentos de complicidad infinita. Estantes repletos de libros, plantas que se enroscaban por el marco de las ventanas, y lámparas cálidas daban un aire hogareño y reconfortante al lugar.Rose, todavía con la chaqueta húmeda de la lluvia de la tarde, se dejó caer sobre el sofá con un suspiro, mientras Francesca, en pijama de rayas, acomodaba un montón de almohadas y mantas sobre la alfombra.—¡Por fin! —exclamó Francesca, con una sonrisa amplia—. Hoy necesitamos una noche de chicas, Rose. Nada de dramas, solo pizza, películas y risas.Rose rió, quitándose los zapatos y acomodándose entre las mantas. —Suena perfecto… despu
La mansión de los Vescari se alzaba imponente sobre la colina, con sus luces cálidas reflejándose en los ventanales y los adoquines húmedos del camino de entrada. Los jardines perfectamente cuidados apenas podían ocultar la tensión que recorría cada rincón. Alessandro detuvo el Rolls Royce frente a la puerta principal, su respiración profunda y controlada. La lluvia fina de la tarde hacía brillar los mosaicos del camino y daba un aire casi irreal a la escena.Alessandro bajó primero, su abrigo negro pegado a su torso, y abrió la puerta para dejar pasar a Rose, Chiara y Stefan. Sus padres esperaban en el vestíbulo, pálidos y con los ojos cargados de miedo y alivio a partes iguales. Leticia, su prometida, estaba junto a ellos. Al verlo, corrió hacia él con el rostro lleno de preocupación.—¡Alessandro! —exclamó, abrazándolo con fuerza—. Mi amor… estaba tan preocupada…Alessandro la apartó ligeramente, manteniendo su frialdad. Sus ojos, oscuros y controlados, no buscaban consuelo.—Lo sé
El sol comenzaba a ponerse en Milán, tiñendo de naranja los tejados y reflejándose en los charcos que la lluvia de la mañana había dejado en el zoológico. Rose caminaba junto a Lorenzo, admirando cómo los flamencos se agrupaban en círculos perfectos y cómo los monos jugaban entre ellos, ignorando por completo a los visitantes. La tranquilidad del momento contrastaba con la inquietud que se arremolinaba en su pecho: Alessandro seguía ocupando su mente, aunque había intentado dejarlo de lado durante horas.El sonido estridente de un teléfono rompió la calma. Lorenzo frunció el ceño mientras Rose sacaba su móvil del bolso. La pantalla mostraba un número desconocido, y antes de que pudiera responder, Stefan apareció al otro lado, su voz temblando, rota por las lágrimas.—Rose… Rose, ¡es Chiara! —gritó Stefan—. ¡La han secuestrado!El corazón de Rose se detuvo. Sus pies parecieron hundirse en la tierra húmeda del sendero mientras Lorenzo la miraba con alarma.—¿Qué… qué dices? —balbuceó Ro
Mientras la noche caía sobre Milán y Rose se despedía de Lorenzo con una sonrisa temblorosa, Alessandro estaba lejos, en su apartamento de Roma, rodeado por la fría opulencia de un ático que parecía esconder más soledad que seguridad. La ciudad se extendía debajo de él como un tablero de luces y sombras, y la lluvia golpeaba las ventanas creando un murmullo constante. Allí, en medio de su lujo, Alessandro sintió un tirón en su memoria, un recuerdo que no era completo pero que lo atravesó con claridad dolorosa: Rose, la mujer que le había llevado una tarta de manzana bajo la lluvia.No recordaba su rostro. Ni siquiera podía ubicarla en un nombre; la memoria le había robado esos detalles hace tiempo. Pero el gesto, la delicadeza con la que había intentado llegar a él, la ternura de sus ojos y las palabras que no logró pronunciar antes de que él reaccionara con frialdad, se quedaron grabadas en su interior como una cicatriz. Rose había sido paciente, insistente, dejándole cartas, pequeño
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