MATAR AL ALFA ES SU OBJETIVO, NO DEJARLO ENTRAR A SU CORAZON ES EL RETO. Soy una loba condenada a vivir en la sombra de la muerte. El Alfa Thane, un depredador implacable, ha jurado erradicar a mi pueblo con una violencia que no conoce límites. Su poder es absoluto, su crueldad es infinita, y su sed de sangre es insaciable. El destino que nos espera es la aniquilación total, y yo conozco cada detalle de nuestra condena. La muerte y la destrucción son nuestra realidad, y el fin parece inevitable. Mi pueblo está condenado a desaparecer, y yo soy la única que puede verlo venir."
Leer másLa lluvia de sangre cae sobre mí, empapando mi ropa y mi piel. Mientras tanto, el aire es pesado y gris, y a lo lejos escucho gritos desgarradores que parecen provenir de todas direcciones. Además, el olor a muerte y devastación es insoportable, lo que me hace sentir abrumada por la sensación de horror que me rodea.
Al mirar a mi alrededor, veo cuerpos sin vida, algunos de ellos familiares y amigos. Mis hermanos yacen en el suelo, sin movimiento, y mi padre sostiene a una de mis hermanas en brazos, con una desesperación evidente en su rostro. Mientras tanto, yo me siento paralizada, con los ojos llorosos y la garganta seca. La escena es tan impactante que me siento como si estuviera viviendo un infierno en vida.
La sangre sigue cayendo sobre mí, y siento que me está consumiendo poco a poco. Por si fuera poco, no puedo moverme, no puedo escapar. Estoy atrapada en este horror, y no sé cómo salir de él. Los gritos siguen sonando en mis oídos, y el olor a muerte es cada vez más fuerte. Me siento como si estuviera muriendo lentamente, como si la vida se estuviera escapando de mí y envuelta en una maldita pesadilla.
María me sacude suavemente, y yo me despierto con un sobresalto, respirando agitadamente. La miro con ojos desorbitados, como si no la reconociera.
—¿Qué... qué pasó? —pregunto, tratando de calmarme. Estoy empapada de sudor y el pecho galopándome con furia.
—Estabas gritando —dice María, preocupada—. ¿Qué soñaste? ¿Qué era tan loco?
Intento negar, sacudir la cabeza y fingir que no pasó nada. Pero María me conoce demasiado bien, y su mirada insistente me hace sentir incómoda.
—No, nada —miento—. Solo fue un sueño tonto.
Pero María no se cree la mentira. Se sienta en la cama junto a mí y me toma de la mano.
—Dime la verdad —insiste María, con una voz suave pero firme—. ¿Qué soñaste?
Suspiro, sabiendo que no puedo ocultar la verdad a mi hermana.
—Soñé que... que todos morían —digo finalmente, con la voz temblando—. Papá, nuestros hermanos... todos. Y había sangre por todas partes. La lluvia caía sangre... y yo estaba parada en medio de todo eso, sin poder hacer nada.
María me abraza fuerte, tratando de consolarme. Me aferró a ella, sintiendo un alivio momentáneo. Pero la imagen de la pesadilla todavía está fresca en mi mente, y no puedo sacudir la sensación de que algo está mal y que algo esta a punto de suceder.
—Shh, tranquila, Amira. Solo fue un sueño. No es real. Estoy aquí contigo, y nada malo va a pasar. Todo está bien.
Ese es el problema, que presiento que nada va a estar bien.
Me levanto de la cama improvisada en el campamento, estirando mis músculos cansados. Me visto con ropa desgastada pero resistente, preparándome para el día que se avecina. María me sonríe débilmente, pero sé que todavía está preocupada por mi pesadilla de anoche.
Salgo del campamento con mis hermanos Gael y Esteban, que es mellizo de María. Gael es el mayor de mis hermanos, y siempre ha sido mi guía y protector. Esteban, por otro lado, es más tranquilo y observador, pero siempre está listo para defender a nuestra familia.
Los cuatro nos internamos en el bosque, buscando algo que comer para llevarle a la manada. Llevamos años huyendo de nuestros cazadores, y cada día es una lucha por sobrevivir. El bosque es nuestro hogar ahora, y sabemos cómo encontrar lo que necesitamos para vivir.
Mis hermanos y yo tenemos habilidades únicas que nos ayudan a sobrevivir y por eso somos perseguidos, cazados y exterminados. Nos quieren matar porque somos diferentes a ellos y no quieren a una especie que pueda controlar elementos cuando ellos nos superan en fuerza, habilidad y velocidad.
El sol comienza a declinar sobre el campo abierto, pintando el cielo de tonos anaranjados y rosados. Mi hermano Kael, con su habilidad para comunicarse con las plantas, me guía a través del terreno, señalando las frutas y plantas comestibles.
—¡Mira, hermanita! ¡Frutas de zarzamora! —exclama Sebastián, yo soy la ultima, y mi hermano camina señalando un arbusto espinoso—. Son deliciosas y ricas en vitaminas. Y allí, cerca del río, hay plantas de berros que son perfectas para una ensalada.
Se de lo que habla, porque tiene una conexión especial con las plantas.
Me acerco al arbusto y comienzo a recoger las frutas.
—¿Qué tal si recogemos algunas de estas hojas de diente de león? —pregunta Sebas—. Son buenas para la digestión y tienen un sabor ligeramente amargo.
—Me parece una excelente idea —respondo, mientras sigo recogiendo frutas.
Mi hermana María que puede manipular el viento, se acerca a nosotros, sonriendo.
—¿Han encontrado algo bueno? —pregunta, mientras hace que las hojas de los árboles cercanos se muevan suavemente.
—Frutas de zarzamora y berros —respondo—Sebas encontró algunas hojas de diente de león.
Gael, mi hermano, el primero que puede controlar el fuego, se acerca revisando lo que hemos encontrado pero es muy poco para darle a toda la manada.
—Yo puedo preparar una buena cena con todo esto —dice, sonriendo Maria pero sabemos que no, otra vez nos vamos a acostar con hambre.
Siempre intenta poner una buena cara, pero sabemos que no sera suficiente, no para todos nosotros y darle algunas familias.
—Tenemos que cazar un animal grande, necesitamos carne—dice mi hermano Gael y tiene razón pero es difícil encontrar uno en estas tierras tan lejanas.
Sigo caminando con mis hermanos, buscando algo que comer en este bosque inhóspito. Huir de quienes nos están cazando nos ha llevado a tierras realmente difíciles de habitar, donde no encontramos buenos alimentos ni animales para cazar. Me duele ver cómo nos estamos deteriorando físicamente, cómo nuestras fuerzas se están agotando.
Pero no puedo dejar de pensar en el sueño que tuve anoche. Puedo sanar y ver el futuro, pero nunca he encontrado la forma de evitar el destino. Recuerdo cuando vi la muerte de mi madre en uno de los ataques, y no pude hacer nada para evitarlo.
Y luego está el hombre misterioso que aparece en mis sueños. Nunca puedo ver su cara, pero sé que es grande, fuerte y dominante.
Los sueños estan siendo cada vez mas frecuentes y siempre aparece el, amenazante con su cuerpo grande, haciéndome sentir indefensa y cautiva de su presencia. No se quien es, pero parece ser mi destrucción.
—¡Matar a Thane sería el fin de esta guerra! —exclama Gael, mi hermano mayor, mientras caminamos de regreso a la manada con nuestras bolsas llenas de frutas y plantas comestibles—. Si acabamos con él, los demás alfas se debilitarán y dejarán de perseguirnos.
Los rumores sobre Thane, el gran alfa de la manada luna plateada lo pintan como un depredador implacable, un lobo solitario con una belleza letal y una masculinidad intimidante. Le dicen el alfa de hielo, por lo despiadado, ruin y sin misericordia ya que mata sin contemplaciones.
Se dice que es un asesino despiadado, capaz de eliminar a sus presas con un solo golpe certero y mortal, sin dejar rastro ni piedad. Su reputación es un susurro de miedo en la oscuridad, un recordatorio constante de que no hay escapatoria de su furia.
—Es la única manera de proteger a nuestra manada —dice Sebas y se me encharcan los ojos.
—Thane es el que gobierna a todos los alfas —añade María —. Si lo eliminamos, podríamos tener una oportunidad de vivir en paz.
Miro a mis hermanos y siento una mezcla de emociones. La ira y el dolor por la pérdida de nuestra familia me impulsan a querer vengar su muerte, pero también tengo miedo de la reacción de los demás alfas.
—Estoy de acuerdo —Comenta Gael—. Thane debe ser detenido.
—Y asi vengaremos la muerte de nuestra mama—digo con odio, porque detesto a ese lobo.
El bosque sigue extendiéndose ante nosotros, un mar de árboles y rocas que se pierde en la distancia. Juntos, podemos hacer que esto suceda. Podemos matar a Thane o que cualquier persona lo haga asi podemos cambiar el curso de nuestra historia.
No mas muertes, no mas sangre y no mas destierros.
—Amira, ¿qué pasa? Estás muy callada —pregunta Gael acercándose a mí.
—Nada, solo estoy perdida en mis pensamientos —respondo con un suspiro.
Gael me toca el hombro, y en cuanto lo hace, una oleada de imágenes invade mi mente. otra vez no… es una vision diferente al sueño que tuve y es normal que cambie de un momento a otro las visiones dependiendo de las acciones de las personas.
Veo la destrucción de nuestra manada, las llamas que consumen nuestras casas, los gritos y los aullidos de dolor. Veo a mis hermanos caídos en el suelo, sus cuerpos destrozados y ensangrentados.
Veo a Sebastian, decapitado, su cabeza rodando por el suelo. Veo a Maria, a Gael, sus ojos sin vida, sus cuerpos inmóviles.
Veo a mi padre, el unico que nos queda, con su rostro lleno de dolor y miedo, mientras son arrastrados por los lobos enemigos. Veo el resto de la manada, dispersada y aterrorizada, algunos tratando de huir, otros luchando en vano. Veo la sangre, la muerte, la destrucción.
—Amira, ¿estás bien? —pregunta Gael, sacudiéndome suavemente del hombro—. Estás temblando.
Trato de sacudir la visión, de volver al presente.
—Sí, estoy bien —digo finalmente, tratando de sonar convincente.
Pero me mira con escepticismo.
—No estás bien, Amira. ¿Qué viste? —pregunta, su voz llena de preocupación.
Sacudo la cabeza, tratando de alejar las imágenes de mi mente.
—Nada —digo—. Solo recuerdos.
—No me mientas, Amira —insiste, mirándome fijamente—. Sé que viste algo. Lo noto por tu cara, por tu expresión.
—Hermano.
—Cada vez que ves algo malo, te pones así —añade, su voz llena de preocupación—. Como si estuvieras reviviendo el momento. ¿Qué viste cuando te toqué?
Me quedo en silencio, sin saber qué decir. Gael conoce mi reacción cuando recuerdo algo traumático. Me conoce demasiado bien.
—Amira, por favor —dice suavemente—. Dime qué pasó. ¿Qué viste?
Suspiro, sabiendo que no puedo ocultarle la verdad.
—Vi... vi la destrucción de nuestra manada —digo finalmente, mi voz temblando—. Vi a nuestros hermanos, a nuestro padre ... muertos. Vi la sangre, las llamas... todo.
el llanto me ataca como una ola. Las imágenes de la destrucción de mi manada, de mis hermanos y padre muertos, me golpean con fuerza. Siento que mi garganta se cierra, que mi voz se quiebra. La piel se me pone de gallina, y un escalofrío recorre mi cuerpo.
Las lágrimas comienzan a brotar de mis ojos, y trato de contenerlas, pero es inútil. El dolor y la tristeza me desbordan. Gael me abraza, y yo me derrumbo en sus brazos, llorando sin control.
Mama siempre me dijo que tenia que centrarme en los detalles para cambiar el cursos de las eventos, pero murió, antes de poderme enseñar ya que ella y yo compartirnos el mismo don.
—Lo siento... —digo entre sollozos—. Lo siento tanto...
Me acaricia el cabello blanco, tratando de calmarme.
—No tienes que sentirlo, Amira —dice—. No fue tu culpa. Fue Thane. Él es el responsable de todo esto.
Sebastian, que escucha los pensamientos a kilómetros, se detiene en seco y mira a su alrededor con una expresión de alarma.
—¿Qué pasa? —pregunta Gael, notando la mirada de mi hermano.
—La manada —dice Sebas, su voz llena de urgencia—. Están siendo atacados.
Todos nos volteamos a mirarlo sorprendidos por su afirmación.
—¿Qué quieres decir? —pregunta Gael, su voz llena de preocupación.
—Puedo sentirlo —dice—. Los pensamientos de nuestros hermanos de la manada están llenos de miedo y dolor. Están siendo atacados por... por algo.
—¿Por quién? —pregunto, sintiendo un escalofrío recorrer mi espalda.
—No lo sé —dice—. Pero es algo grande. Algo que los está destrozando.
Corremos.
Me paro frente al espejo del baño, con la luz tenue de la mañana entrando por la ventana. La brisa fresca golpea mi piel, haciendo que se me erice. Me veo, y lo primero que noto es que mi cuerpo no se parece en nada a lo que era antes. Mis pies están un poco hinchados, mis caderas más anchas, mis pechos, llenos, pero aun así, me veo bien. Me veo completa. Me veo como lo que soy, una mujer a punto de ser madre.Mis ojos se detienen en mi vientre. A las treinta semanas, la curva es innegable. La piel está tan estirada que siento un calor extraño, pero en lugar de sentir dolor, hay un placer, una sensación de plenitud. Una mano se va a mi vientre, y la otra a mi corazón. Es la primera vez que me veo así, desnuda y expuesta ante mi propia mirada, pero en lugar de sentir vergüenza, siento una oleada de amor, un amor tan inmenso que me hace llorar.En ese instante, siento una patada. Una patada fuerte, que me hace sonreír. Mi bebé está ahí, recordándome que no estoy sola, y que este cuerpo,
La puerta del estudio se cierra con un clic firme, y de repente, estoy sola en el pasillo con toda nuestra familia. No puedo imaginar otro escenario, mi padre y Thane. Bueno, mi padre y mi esposo solos. La tensión de la situación hace que la garganta se me seque y el corazón se me acelere.—¿Por qué se encerraron? —pregunto, mi voz es un susurro apenas audible.Comienzo a caminar de un lado a otro. Mi mente imagina los peores escenarios. A pesar de todo lo que he vivido, la idea de mi padre y mi esposo en un mismo cuarto, solos, sin ningún tipo de comunicación me hace perder la cabeza. Mi corazón late con tanta fuerza que siento el retumbar en mis oídos. Intento calmarme, pero es imposible.—Tranquila, Amira. —mi hermano Gael me toma del brazo y me detiene—Todo va a estar bien.Me detengo, pero la ansiedad me supera. Lo miro, y la pregunta se escapa de mis labios sin control.—¿Por qué mi papá quiso hablar a solas con él? No me dijo nada.Una risa sarcástica se escapa de los labios de
El sol de la tarde baña el claro donde hace una semana la tensión se palpaba en el aire. Ahora, la atmósfera es diferente, impregnada de una calma recién descubierta. Junto a Thane, observo cómo los miembros de las otras manadas se despiden, listos para emprender el camino de vuelta a sus territorios.Una semana. Una semana intensa donde las palabras reemplazaron a las armas, donde los acuerdos se sellaron con respeto, aunque teñidos de la reciente sangre derramada. Thane, a mi lado, irradia una quietud poderosa. Su presencia ha sido el ancla que ha mantenido firme esta precaria paz.Veo rostros cansados pero esperanzados. Los líderes de cada manada intercambian últimas palabras con Thane, asentimientos solemnes, miradas que ahora reflejan una cautelosa confianza. Asiento con una leve sonrisa a aquellos que me cruzan la mirada. Reconozco en sus ojos el alivio de saber que sus dominios, al igual que el nuestro, quedarán en tranquilidad, al menos por ahora.Un joven me dedica una peque
La tarima de madera se alza en el centro del territorio, un punto oscuro bajo el manto de la noche. El silencio es total, y mi corazón late con fuerza contra mis costillas. Mi mirada se clava en la figura sobre la tarima. Es Dante.Incluso en esta situación, encadenado, esperando su final, sigue erguido. Su mentón, en alto, su mirada arrogante recorre a la multitud. Su postura no es la de un prisionero, sino la de un rey derrotado que aún se cree superior a todos. Es como si se burlara de la muerte misma.Entonces, la multitud se separa y Thane sube a la tarima. No lleva armas, pero su presencia es más poderosa que cualquier espada. Se para frente a Dante, mirándolo a los ojos con esa calma que lo caracteriza. Su voz, grave y resonante, se alza por encima del silencio de la noche.—Dante, en este momento, ante todas las manadas y las alianzas que tú intentaste destruir, serás juzgado.Thane hace una pausa, y su voz se hace más fuerte. No hay rabia, solo la fría claridad de un juez.—T
Mis pasos resuenan en el frío pasillo de piedra. Un eco que me acompaña, cada vez más fuerte, hasta el final de este camino. El olor a humedad y a metal viejo me recuerda dónde estoy, y a dónde voy.Mi padre siempre fue un hombre de pocas palabras, pero sus lecciones eran martillos que grababan la verdad en la roca. "A los enemigos no se les da un respiro", me decía. "Si les das la mano, te tomarán el brazo. La piedad es debilidad, y la debilidad te matará".A lo largo de mi vida, he visto la verdad en sus palabras. No hay un lugar para la benevolencia. No hay segundos chances. Lo que hay al final de este pasillo no es un hombre, es un riesgo. Una amenaza que, si no se elimina, crecerá hasta volverse un problema. Mi padre me enseñó que la única forma de sobrevivir es eliminar a la amenaza. Y la única forma de eliminarla, es cuando tienes la oportunidad.No siento rabia en mi pecho, solo una convicción fría y absoluta. La celda está a unos pasos. He llegado.Las pesadas cadenas que lo
El primer recuerdo que tengo es el dolor. Un dolor tan profundo y helado que creí que mi cuerpo se había convertido en vidrio. Luego, el caos. El grito de la batalla, el crujido de la tierra bajo mis pies, el odio en los ojos de Dante. Y la flecha. No la vi venir. Solo sentí un golpe seco, y un frío que me quemó.Caí al suelo. Mi vida se escapaba, y lo único que podía ver era el rostro de Amira. Su rostro desfigurado por el dolor, sus ojos llenos de lágrimas. Sus manos, desesperadas, brillaban con una luz que nunca había visto. Y en mi mente, su voz, una súplica desesperada que me decía que volviera.La imagen de ella se grabó en mi alma, un faro en la oscuridad.De repente, el frío se desvaneció. El dolor se fue. El caos se silenció. Y sentí el calor, un calor que me devolvía la vida. Un calor que me protegía.Abro los ojos. No estoy en el campo de batalla. No estoy en el suelo. Estoy en mi cama. La misma cama que comparto con Amira. El sol se filtra por la ventana. El aire huele a p
Último capítulo