Maya se enamoró perdidamente de Denzel, un amor tan intenso como fugaz. Poco después de conocerse, él le propuso matrimonio. Ella aceptó sin dudar, aún sabiendo que él era un hombre lobo, una criatura de otro mundo, muy distinta a una simple humana. Pero lo que parecía un cuento de hadas pronto se convirtió en una pesadilla. En menos de tres años, Maya solo conoció maltratos, humillaciones y una jaula de dolor. Ya era tarde para arrepentirse: al casarse con Denzel y aceptar ir a ese mundo, había aceptado las reglas del clan, donde solo la muerte podía romper el vínculo matrimonial, tal como lo dictaba la voluntad de la Diosa Luna. Atrapada sin salida, Maya no podía huir, hasta que aquel misterioso Alfa aparece. Él necesitaba su sangre... y ella escapar.
Leer másPrólogo
Las luces de la casa parpadeaban en rojo, eran las alarmas mágicas, los enemigos ya estaban adentro.
—¡Liana, toma a Maya y vete! —gritó Arvid desde la sala mientras su cuerpo se transformaba parcialmente, sus garras brotaron bajo su piel, mientras sus ojos se tornaron dorados.
Liana no respondió. Corrió escaleras arriba, tomó a su hija dormida, apenas de tres años, y la cubrió con una manta. Maya abrió los ojos asustada, aferrándose a su madre con fuerza, sin entender el miedo que se respiraba en el aire.
—Todo está bien, mi amor —susurró Liana, aunque sabía que era mentira.
Bajó con ella en brazos, cruzó el jardín trasero y subió al coche sin mirar atrás. El motor rugió. Detrás, los aullidos se alzaron, ya no había tiempo.
Veinte minutos después, frenó frente a una casa pequeña en las afueras de la ciudad, ya en el mundo humano, entonces golpeó con fuerza, desesperada.
—¡Alessio! ¡Ábreme, por favor!
La puerta se abrió. El rostro del hombre cambió por completo al verla: ensangrentada, con la mirada vacía y una niña dormida en brazos.
—¿Qué pasó?
—Nos atacaron, los del mundo de lobos… —Respiró hondo—. Arvid se quedó peleando. No sé si sobrevivirá. No puedo protegerla. Necesito que tú lo hagas, yo debo ayudarlo… Tal vez, aún podamos volver.
—¿Liana, de qué estás hablando?
—De Maya, de mi hija, ella no puede seguir con nosotros. La van a buscar. Si descubren que aún vive, no se detendrán. Necesito que la cuiden como si fuera suya. Que crezca creyendo que es humana. Que olvide lo que es.
—¿Quieres borrarle la memoria?
—Sí. Y sellar sus poderes.
Entró en la casa y colocó a Maya sobre el sofá. La niña suspiró, aún dormida. Liana se arrodilló junto a ella, le tomó la mano y cerró los ojos. Un leve resplandor azul envolvió sus dedos. La magia fluyó desde su pecho como una despedida amarga.
—Olvidarás todo. No sabrás quién eres hasta que el momento llegue —murmuró.
Una lágrima cayó en la frente de Maya justo cuando el hechizo se selló.
Se puso de pie y miró a sus amigos.
—Cuando despierte, cuando empiece a sentir que algo no encaja, no la frenen. No la llenen de miedo. Solo ámenla.
—¿Adónde vas? —preguntó Alessio.
—A buscar a Arvid. No puedo dejarlo.
—¡Liana, por favor! ¡Es un suicidio!
Pero ella ya estaba saliendo.
Maya fue registrada como huérfana. Creció en una ciudad común, con una vida común. Sin lujos, sin apellidos ilustres, sin respuestas, sin saber que en sus venas dormía el poder de un linaje antiguo: el de los Larsen.Pero la sangre... siempre encuentra el camino…Y cuando cumplió dieciséis, algo despertó. Primero fueron pesadillas: paisajes que nunca había visto, voces en un idioma olvidado. Luego, las visiones: rostros que la observaban desde espejos, sombras que se desvanecían al parpadear.
Y por último, la fuerza. Esa energía que vibraba en sus dedos cuando se enfadaba, cuando sentía miedo, cuando lloraba.El pasado la buscaba.
Podía seguir huyendo, pretendiendo ser quien no era.
O podía reclamar lo que le pertenecía por derecho: un legado forjado en sangre, magia y fuego.Y aunque tenía miedo, algo en su interior ya había elegido. El destino no siempre espera. Y Maya estaba lista.
Capítulo 72Listas para partirSeguíamos sentadas sobre la hierba tibia, cuando el sonido de pasos firmes rompió el silencio del jardín. Volteé primero por instinto, y al ver la silueta de Bastián acercándose, sentí que la pequeña burbuja que había construido con Dina empezaba a disiparse.Él venía serio, como casi siempre, pero había una tensión en su andar que me hizo fruncir el ceño antes de que siquiera hablara.—¿Interrumpo? —preguntó, aunque su tono no dejaba lugar a duda: tenía algo importante que decir.—No —dije enseguida, poniéndome de pie—. ¿Pasa algo?Bastián se detuvo frente a nosotras y miró a Dina con una leve inclinación de cabeza. Luego se volvió hacia mí.—Viajamos esta noche.Mi estómago se contrajo con fuerza.—¿Esta noche? ¿Tan pronto?, pensé que tendríamos más tiempo.—Sí. Las órdenes llegaron hace un rato. Partimos al anochecer, apenas todo estaba listo. Ya están informando a los soldados y empacando los suministros.Miré a Dina, como si de alguna forma pudiera a
Capítulo 71Algo extrañoDinaApretó los puños sin darse cuenta. Maya seguía mirándola, expectante, vulnerable. Y Dina… Dina quería decirle todo. Gritarle que no se quedara allí, que corriera, que el peligro estaba más cerca de lo que creía. Pero no podía.Porque lo había prometido.El recuerdo la golpeó como un susurro afilado, arrastrándola de vuelta a esa sala fría donde lo enfrentó por primera vez.—No puedes decírselo —había dicho Erick con voz firme, sin levantarla, pero con una autoridad que no admitía discusión.—Ella merece saber la verdad —replicó Dina, con el corazón acelerado—. Si supiera que Denzel sigue con vida…—Precisamente por eso —la interrumpió él, con la mirada clavada en la suya—. Porque está vivo. Porque aún la quiere. Porque aún la busca. Si se lo dices, la pondrás en peligro. A ti. A todos.Dina lo había odiado por ese silencio forzado. Por pedirle que ocultara la verdad a quien más amaba. Pero en el fondo… sabía que tenía razón.Volvió al presente con un esca
Capítulo 70Una falsa maistadMaya estaba sentada en el banco de piedra más alejado del jardín, aquel que se escondía bajo el viejo roble, donde las sombras se alargaban lentamente con la caída del sol. El aire tenía ese aroma dulce de las flores silvestres que crecían sin permiso entre los setos, y las hojas crujían apenas con la brisa. Todo parecía en calma… pero dentro de ella, nada lo estaba.Había esperado que fuera Erick quien viniera por ella. Que apareciera en silencio, que la mirara con esos ojos suyos que decían más que cualquier palabra. Que la tomara de la mano, y con ese gesto simple, le hiciera saber que todo seguía igual entre ellos. Que la noche anterior no había sido solo un desliz emocional.Pero no llegó.En su lugar, apareció Bastián.—¿Lista? —preguntó, con esa serenidad suya que no fingía.Maya se levantó de inmediato, con el corazón repicando en el pecho.—¿Ya está aquí?—Sí —asintió—. Está algo nerviosa… pero creo que tú le harás bien.Maya solo asintió. No qui
Capítulo 69El Reclamo del LoboSabía exactamente a dónde iría Erick.No necesitó a sus informantes para confirmarlo. Lo supo apenas sintió ese tirón en el pecho, punzante y familiar, como una vieja herida que vuelve a abrirse. Lo sabía porque ese vínculo maldito entre ambos, tejido con traición, sangre y orgullo, aún seguía latiendo. Porque cada vez que uno se movía, el otro lo sentía, como si compartieran un mismo destino al que ambos se negaban.Erick marcharía hacia el norte con su ejército. Siempre lo hacía cuando las cosas se salían de control. Cuando necesitaba reafirmar su poder. Era su forma de demostrar que seguía en pie, que aún era el Rey. Ese mismo muchacho que creía que la justicia podía imponerse con el estandarte de la rectitud. Qué ingenuo. Qué humano.Denzel tenía el mapa extendido frente a él, las manos apoyadas sobre la madera con la misma tensión con la que un depredador acecha a su presa. Sus dedos repasaban cada punto estratégico: los pasos montañosos, el valle
Capítulo 68Un viaje con el AlfaMaya siguió observando a su alrededor en el enorme jardín, todo seguía tranquilo, envuelto por la luz dorada del mediodía. Las flores abrían sus pétalos con quietud, como si respiraran al compás del viento. Maya caminaba en silencio, dejando que sus dedos rozaran los bordes suaves de las hojas. A cada paso sentía el pulso del día recorrerle el cuerpo, como si la naturaleza intentara devolverle la calma que le faltaba.Desde la noche anterior, todo dentro de ella se sentía revuelto. La ausencia de Erick al despertar, el silencio de los pasillos, las palabras esquivas… todo era un eco que la empujaba a preguntarse si había soñado más de lo que debía.Entonces, oyó pasos. Reconoció ese ritmo antes de verlo.—Te estaba buscando —dijo Bastián al acercarse, con una media sonrisa y las manos en los bolsillos.Ella se volvió hacia él, agradecida por no tener que fingir fortaleza con alguien que ya la conocía lo suficiente.—¿Vienes a traer más instrucciones?
Capitulo 67No estás solaEl crujido de pasos interrumpió el silencio de la cocina. Maya alzó la mirada y vio entrar a uno de los guardias del castillo, vestido con su uniforme impecable y la espalda tan recta como una lanza.—Mi señora —saludó con respeto, inclinando la cabeza—. El Rey ha dejado instrucciones para que la escoltemos de regreso a sus habitaciones.Maya apretó los labios, sin moverse de la silla. Esa formalidad le resultaba cada vez más asfixiante. Se levantó lentamente y asintió.—Está bien… pero antes quiero pasar por el jardín.El guardia la miró, sorprendido por la solicitud, pero no se atrevió a discutir.—Como desees. Aunque debo acompañarte. Son las órdenes. No puedo dejarte sola en ningún momento.Maya no discutió. Asintió sin fuerzas.—Lo entiendo.Caminaron por los pasillos en silencio. El castillo estaba más tranquilo de lo normal, como si algo se estuviera gestando detrás de las puertas cerradas. Cuando llegaron al jardín, el aire fresco le acarició el rostro
Último capítulo