Capítulo 68
Un viaje con el Alfa
Maya siguió observando a su alrededor en el enorme jardín, todo seguía tranquilo, envuelto por la luz dorada del mediodía. Las flores abrían sus pétalos con quietud, como si respiraran al compás del viento. Maya caminaba en silencio, dejando que sus dedos rozaran los bordes suaves de las hojas. A cada paso sentía el pulso del día recorrerle el cuerpo, como si la naturaleza intentara devolverle la calma que le faltaba.
Desde la noche anterior, todo dentro de ella se sentía revuelto. La ausencia de Erick al despertar, el silencio de los pasillos, las palabras esquivas… todo era un eco que la empujaba a preguntarse si había soñado más de lo que debía.
Entonces, oyó pasos. Reconoció ese ritmo antes de verlo.
—Te estaba buscando —dijo Bastián al acercarse, con una media sonrisa y las manos en los bolsillos.
Ella se volvió hacia él, agradecida por no tener que fingir fortaleza con alguien que ya la conocía lo suficiente.
—¿Vienes a traer más instrucciones?