Capítulo 70
Una falsa maistad
Maya estaba sentada en el banco de piedra más alejado del jardín, aquel que se escondía bajo el viejo roble, donde las sombras se alargaban lentamente con la caída del sol. El aire tenía ese aroma dulce de las flores silvestres que crecían sin permiso entre los setos, y las hojas crujían apenas con la brisa. Todo parecía en calma… pero dentro de ella, nada lo estaba.
Había esperado que fuera Erick quien viniera por ella. Que apareciera en silencio, que la mirara con esos ojos suyos que decían más que cualquier palabra. Que la tomara de la mano, y con ese gesto simple, le hiciera saber que todo seguía igual entre ellos. Que la noche anterior no había sido solo un desliz emocional.
Pero no llegó.
En su lugar, apareció Bastián.
—¿Lista? —preguntó, con esa serenidad suya que no fingía.
Maya se levantó de inmediato, con el corazón repicando en el pecho.
—¿Ya está aquí?
—Sí —asintió—. Está algo nerviosa… pero creo que tú le harás bien.
Maya solo asintió. No qui