PrólogoLas luces de la casa parpadeaban en rojo, eran las alarmas mágicas, los enemigos ya estaban adentro.—¡Liana, toma a Maya y vete! —gritó Arvid desde la sala mientras su cuerpo se transformaba parcialmente, sus garras brotaron bajo su piel, mientras sus ojos se tornaron dorados.Liana no respondió. Corrió escaleras arriba, tomó a su hija dormida, apenas de tres años, y la cubrió con una manta. Maya abrió los ojos asustada, aferrándose a su madre con fuerza, sin entender el miedo que se respiraba en el aire.—Todo está bien, mi amor —susurró Liana, aunque sabía que era mentira.Bajó con ella en brazos, cruzó el jardín trasero y subió al coche sin mirar atrás. El motor rugió. Detrás, los aullidos se alzaron, ya no había tiempo.Veinte minutos después, frenó frente a una casa pequeña en las afueras de la ciudad, ya en el mundo humano, entonces golpeó con fuerza, desesperada.—¡Alessio! ¡Ábreme, por favor!La puerta se abrió. El rostro del hombre cambió por completo al verla: ensang
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