Zair es un alfa con problemas para dormir. Nunca ha podido hacerlo por más de una hora, algo que día con día le pasa factura. Es un alfa que ha podido hacer un imperio en el mundo de los videojuegos, seguridad y en otros ámbitos que contengan tecnología. Creó todo desde cero, sin ayuda de nadie, y es alguien que sabe cómo lograr su objetivo fácilmente. Anya y Zair se conocieron años atrás a causa de un malentendido en una fiesta que los obligó a quedarse juntos en una habitación de hotel, haciendo lo que dos amantes siempre hacen cuando están en un mismo lugar sin que nadie los vigile. Zair le confesó a Anya su secreto, por lo que ella decidió ayudarlo a poder dormir, y sí que lo consiguió, ya que, cuando él estaba con ella, por muy extraño que parezca, siempre podía conciliar el sueño. Eran dos amantes que se amaban tanto. Sin embargo, una noche fueron víctimas de un enemigo que terminó por separarlos, y con un niño que apenas sabe que Zair es su padre, pero que no puede acercarse a él porque eso los pondría en peligro a los tres.
Leer másZair suspiró cansado y miró su reloj. Al menos pudo dormir una hora esa vez. Hacía años que no podía dormir por alguna extraña razón. Era un alfa que tenía una compañía de seguridad mundialmente conocida. Muchas personas querían usar sus servicios de seguridad debido a que eran eficaces. Comenzó desde abajo, sin ayuda de nadie. Cualquier persona diría que lo tuvo todo, pero lo que no sabían era que él vio a sus padres morir. Incluso era el creador de todo el contenido que se vendía en ese lugar. Solo tenía ayudantes que ayudaban a completar los experimentos que hacía. Sin embargo, aún ni siquiera podía conciliar el sueño.
—¿Pudiste dormir algo esta vez?
—Cinco minutos más que la vez anterior. —Se levantó de la cama y fue hacia la ventana—. ¿Sabes algo acerca de la nueva asistente que contrató recursos humanos para que me ayuden con el nuevo proyecto? —Abrió las puertas del balcón.
—No, no se sabe mucho de ella, solamente que es buena en su trabajo. Eso es todo.
—Eso no me ayuda mucho. ¿Por qué contratan a alguien de quien no tienen la mayor idea de quién es?
—Es excelente en su trabajo. —Su amiga se encogió de hombros—. Cuando veas sus trabajos, podrás darte cuenta del porqué fue contratada.
—¿Me trajiste el desayuno? —Se rascó el abdomen—. Tengo hambre.
—Sí. También puede ser que la conozcas desde hace tiempo. Como ahora está de moda que tus ex lleguen a tu vida… —Su amiga salió un momento al pasillo para buscar el carrito de comida.
—¿Cómo dices? —preguntó Zair sin entender—. ¿Ya la conocía?
—Sí. Solo dije algo sin pensar mucho, no me hagas caso. —Le mostró una foto desde su teléfono—. Es ella. Es muy hermosa.
—Sí, es muy hermosa. —Se quedó un momento mirando las fotos—. ¿Estás seguro de que ella sabe lo que hará?
—Sí, te puede ayudar hasta con los proyectos que tendrás en los próximos días, ya que, por lo visto, todavía no tienes a nadie que te ayude.
—No, es complicado tener a una asistente que sepa lo que busco al momento de lanzar algo nuevo. —Suspiró—. Es mejor que ella se quede a mi lado siempre.
—¿No será que es porque la encuentras hermosa, que quieres que Anya esté a tu lado?
—¿Anya?
—Sí, su nombre es Anya, y en persona es una humana que hace perder la cabeza a más de un hombre en todo el mundo. —Zair sabía que ella lo dijo para molestarlo—. Hasta inspiró a más de uno a ir a tus reuniones los lunes a las siete de la mañana. —El alfa pasó las fotos y vio que era cierto—. Esa chica hará que la empresa de seguridad sea más reconocida que la de videojuegos.
—Espero que sea así, porque, por lo visto, ella es el alma de las fiestas. —Volvió a pasarle su teléfono—. ¿En dónde pusiste su escritorio?
—En la misma oficina que la tuya. Recuerda que ustedes dos van a trabajar no solo en un proyecto, sino también en varios, y tienen que estar juntos.
—Me temo que no será para nada fácil que ambos estemos en la misma oficina si todos los empleados que tengo irán detrás de ella en cuanto tengan oportunidad de hacerlo, y eso no me gusta.
—Termina de comer. Te espero en el estacionamiento.
Una hora más tarde, Zair trabajaba en su auto mientras escuchaba a su amiga decirle que la nueva chica había hecho unos diseños demasiado hermosos para el programa de videojuegos y que de paso había mejorado un sistema de seguridad que apenas iniciaba. En ese instante, tenía más curiosidad; quería saber sobre esa chica. Llegaron a uno de los edificios más grandes de todo el país, que estaba bien equipado con buenos instrumentos y aparatos que fueron creados por él. En ese lugar había dos empresas, tanto la de sus videojuegos como la de seguridad. Había más sucursales alrededor del mundo, pero ninguna otra como esa. Se detuvo en seco al sentir un olor completamente diferente a cualquiera que estuviera en la recepción.
—Anya —dijo su amiga, y levantó la mano hacia donde estaba una chica con pies cruzados—, buenos días. Llegaste temprano.
—Sí, llevé a mi hijo a la escuela. —La humana movió sus manos de un lado a otro—. Me dijiste que no llegara tarde.
—Bien, te presento a Zair Basary. —El mencionado se mostró sorprendido un momento—. Es el dueño de todo esto, y tú vas a trabajar con él.
—Mucho gusto, señor Basary. —Anya extendió su mano para saludarlo, a lo que él tardó unos segundos en reaccionar.
—Es un placer conocerte, Anya.
La humana le dio una sonrisa cálida después de haber agarrado su mano. Entendió de inmediato por qué todos sus empleados ni siquiera habían ido a sus puestos de trabajo. Les dio una mirada. Ellos seguían en la recepción. Al instante, fueron hacia sus áreas de trabajo.
—¿Ya te mostraron tu lugar de trabajo?
—No, dijeron que tenía que esperarlos, ya que llegué muy temprano.
—Yo te haré una entrevista antes de darte el visto bueno. —Anya se mostró asombrada—. Es para conocer más sobre tus proyectos.
Ella asintió sin entender por qué hacía eso personalmente, pero de todas formas lo siguió.
Zair le dijo a Jessica que preparara el área de trabajo donde entrevistaría a la chica, y ella asintió de inmediato. Aunque Anya solo estaría únicamente unos pocos meses trabajando para él, era indispensable tenerla en el mismo sitio de trabajo, porque temía que algo malo pasara si no la tenía cerca.
—¿Por qué decidiste trabajar en este sitio y no en otro? —inquirió el alfa en cuanto las puertas del elevador se cerraron y nada más se quedaron ellos en ese pequeño espacio.
—La paga es mejor, no tengo que preocuparme mucho en cosas innecesarias y necesito el dinero con carácter urgente.
—Anya movía sus manos con mucha simpleza—. Además, este lugar es mejor que cualquier otro en la ciudad y no todos pueden entrar a trabajar aquí.—Es porque no todos logran persuadirme con sus proyectos, pero tú lo hiciste como si nada. Es como si ya me conocieras desde antes.
—Supongo que el destino existe, señor Basary —murmuró—. No soy una persona que cree en el destino.
—Tampoco creo en el destino. No le encuentro sentido a algo tan patético como eso.
—Supongo que sus razones tendrá.
—Todos tenemos razones para no pensar en algo como el destino.
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Zair había salido hecho una furia de la habitación. Por más que trataba de demostrarle a Anya que la quería, ella se echaba para atrás. Se sintió bien el pasar la noche con ella. Durmió más de lo que pensó y se sintió excelente. Fue al bar del hotel y pidió algo de beber. No pasaron siquiera diez minutos antes de que alguien se sentara a su lado como si nada.—Buenos días, Zair. —Angie se sentó y pidió algo de beber—. Anoche no pudimos hablar.—No estoy de humor ahora mismo para hablar contigo —espetó sin mirarla—. Es mejor que regreses a tu casa o que busques algo que hacer.—No, vine hasta este país para poder pasar tiempo contigo. —Angie se veía decidida—. El que me hayas dejado plantada la noche anterior fue muy doloroso para mí.—Como si eso me importara. —Le di
Zair la tenía bien sujeta de la cintura. Dormía a su lado y era muy tarde en el día. Su alfa estaba durmiendo como si fuera un niño pequeño, y ella no podía estar más feliz al saber que ya todo estaba bien entre ambos, aunque fuera por unos días. Debía irse a empacar todas sus cosas y mudarse antes de que la madre de Zair se diera cuenta de que pasó la noche con él. No quería tener más problemas que resolver, que nada malo le pasara por su culpa, y era mejor alejarse lo antes posible. Menos dolor. El alfa tenía su rostro contra su pecho. Su respiración era calmada, y cada vez que ella quería hacer algún movimiento para alejarse la abrazaba con fuerza.Hicieron el amor durante horas o, mejor dicho, hasta que los condones que él había comprado para la ocasión se acabaron. Parecía en celo, y ella a duras penas pudo seguirle el ritmo c
Sintió unas enormes ganas de llorar porque recordó cuando el alfa hizo lo mismo en su primer mes juntos y lo abrazó con fuerza, ocultando el rostro en su cuello. Era todo exactamente igual.—¿No te gusta? —inquirió, y la dejó en el piso—. Puedo quitar todo eso.—No, no. —Se limpió las mejillas—. Está muy bonito. Muchas gracias.—Es poco de lo que tengo planeado para ti. —Zair le mostró otra sonrisa—. Camina delante de mí. En unos minutos la cena estará aquí.—Esto es muy raro —opinó ella con una mueca en su rostro—. No creo que esto sea bueno para los dos.—¿Por qué lo dices? ¿Me tienes miedo? —Se quedó en silencio—. Anya, si no quieres tener sexo conmigo, lo entiendo. No te obligaré a nada que no quieras.—Tengo miedo de que yo no te guste después de que consigas eso. —Hasta vergüenza tenía—. Tú te ves como una persona que le gusta tener sexo siempre. Yo no considero tener experiencia en eso a pesar de mi edad.—La experiencia es lo de menos. —Agarró sus manos—. No estoy con dos muj
Rafael seguía siendo el mismo sujeto de hacía años. El único que pudo sacar más que un lado juguetón por parte de Zair. De tez morena, un alfa que podía hacer que más de una mujer suspirara solo para llamar su atención. Se conocieron gracias a Zair. El que él estuviera en el mismo lugar que Jessica y ella era un enorme problema.—¿Escucharon la conversación? —Ni siquiera se había tragado la pastilla—. Me imagino que deben tener preguntas.—Anya…—Hola, Rafael. —Sonrió a medias—. No era el momento adecuado para vernos. Siento que hayas tenido que escuchar eso.—¿Qué te hicieron esas personas? —El alfa hizo que se sentara en uno de los bancos para que estuviera cómoda—. Por eso es que le pregunté a Zair sobre ti y no supo de qué le hablaba.—¿Cómo? ¿Desde cuándo sabes sobre ellos? —preguntó Jessica confundida—. ¿Entraste a la empresa para buscar venganza?—No, lo hice porque necesito dinero. —Jugó con sus dedos—. Mi hijo nació con una enfermedad. Sus feromonas hacen que su cuerpo cambie
Anya se peinó su larga cabellera frente al espejo y se quedó un momento en blanco. Nicholas había vuelto a su vida y era cuestión de tiempo para que Angie llegara también. Lo que pasó hacía diez años en ese lugar era lo peor que le podía pasar a una mujer, y todo lo hizo por amor y para proteger a su hijo. La madre de Zair era una víbora de lo peor, siempre buscaba la manera de que todos hicieran su voluntad. Fueron unos hermosos meses viviendo con ese alfa. Ahora ya todo estaba más claro que nunca. Y quizá esa noche tendría que ver a las personas que le hicieron daño de una y mil formas hacía tanto tiempo.El día anterior, cuando despertó sola en la oficina del alfa, pensó que estaría con él. No obstante, este se marchó como si nada, dejándola sola y con Jessica con una caja en las manos. Se miró en el espejo de cuer
Zair dejó que Anya jugara con su cabello mientras abría un poco más sus piernas y las colocaba sobre sus hombros. Se encontraban en la oficina de la chica todavía. Después de que ella decidió ir con él a esa fiesta no perdió la oportunidad de darle ese orgasmo que tanto quería. Se quitó la camisa y se quedó únicamente con el pantalón puesto. Al robarse las bragas de la humana, esta estaba expuesta a él en todo sentido. Su piel se sentía tan suave bajo su tacto, demasiado bien para él.Metió uno de sus dedos y tuvo que mantener separadas un poco más sus piernas, ya que Anya las apretó a tal grado que parecía querer tener ese orgasmo antes de tiempo. Dejó un beso en la parte interna de su muslo y movió el dedo. Sus feromonas estaban esparcidas por todo el lugar y la marca que Anya tenía en su cuello era de mucha ayuda. La sintió tensarse. Como no quería dejarla retener ese orgasmo, dejó que todo fluyera. Como quería tener más de ella, besó sus labios de nuevo y desabrochó los botones de
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