Zaid esperó un buen rato a que Anya regresara a su oficina. Ella no se iría tan fácil de su vida. Arregló su traje lo mejor que pudo y entró a la oficina de la humana sin tocar, encontrándose con sus cremosos pies sobre el escritorio, su camisa a medio abotonar y su cabello recogido en una cola alta.
—¿Qué está haciendo aquí? ¿Por qué no tocó? —cuestionó ella, y bajó sus piernas del escrito con rapidez—. ¿Señor?
—¿Por qué has terminado el proyecto tan rápido? ¿Tantos deseos tienes de alejarte de mí? —indagó en voz baja, como si fuera un niño pequeño—. Sé que mi actitud contigo no fue la mejor de todas hace semanas, pero ten por seguro que voy a cambiarla.
—Usted no tiene por qué cambiar nada por mí. —Zair apretó sus puños—. Terminé el trabajo antes de tiempo debido a que no puedo estar aquí. Sé que serían únicamente unos pocos meses, pero es mejor tenerlo todo listo.
—Hay otro trabajo que te quiero dar. Si lo haces bien, te daré un empleo fijo. —Vio cómo la expresión de la chica cambia