Anya se quedó quieta en su lugar, sin moverse, sin hacer nada, mientras su alfa le daba leves caricias en su vientre y hablaba con su bebé. Estaba cumpliendo su sueño después de todo, podía ser un ser humano egoísta, pero le daba lo mismo. Su alfa estaba con ella, su hijo estaba a salvo y no tenía problemas con su lobo.
—¿Todo bien? —Zair le dio un beso en los labios—. ¿Patea mucho la bebé?
—Solo un poco —ella sonrió—. Hablas cómo si ya supieras que es una niña —rodeó con sus brazos los hombros del alfa—. Me siento un poco cansada no sé por qué.
—Es que el embarazo es así y más ahora que estás conmigo —él se encogió de hombros—. Te amo.
—También te amo, mi alfa —Anya suspiró—. Nuestro hijo seguro tiene que estar cansado de oler tus hormonas de amor que dejas por toda la casa…
—Se dice feromonas, pero sí, debe estar cansado de oler el amor en el aire —Zair rio—. Descuida, él va pasar por lo mismo en algún punto de su vida —se sentó en la cama—. ¿Est