Durante siglos, el Alfa Eterno fue una leyenda, un ser inmortal destinado a cambiar el destino de su especie. Pero cuando los humanos lo capturaron y lo encerraron en el laboratorio Delta-7, esa leyenda se convirtió en un experimento. Torturado, estudiado y reducido a una sombra de lo que fue, solo un instinto lo mantenía en pie: la certeza de que su compañera destinada estaba en algún lugar del mundo. Cuando la encontró, no fue en el mundo salvaje, sino entre los humanos. Somali Haudenschild era una científica del laboratorio, ignorante de su verdadera naturaleza. Pero él lo supo en cuanto la vio. Supo que debía reclamarla, protegerla. Y entonces, la perdió. Antes de que pudiera acercarse a ella, Somali fue secuestrada. Un clan enemigo la arrancó de su vida y la llevó al mundo de los lobos, donde la manipularon, la torturaron y la convirtieron en su prisionera. Le hicieron creer que su destino estaba en sus manos. Pero cuando el Lobo Eterno finalmente la encontró, descubrió que el daño ya estaba hecho. Somali no confiaba en él. No confiaba en nadie. Solo tenía un objetivo: venganza. Contra los que la traicionaron, contra los que la rompieron. Y aunque su vínculo con el Lobo Eterno era innegable, el abismo entre ellos crecía. Ahora, él deberá enfrentar la batalla más difícil de todas: no solo reclamar a su compañera, sino también salvarla de sí misma… antes de que sea demasiado tarde.
Leer másSaphira alzó la voz, clara y firme, resonando con autoridad.—Hoy, nos reunimos para juzgar a Ronan, ex miembro del Clan Varhallow, quien ha cometido un acto de traición imperdonable. No solo ha traicionado la confianza de nuestro Alfa, Dorian, sino que ha expuesto a su propia compañera, Somali, a un sufrimiento que ninguna manada debería permitir. A través de sus actos, Ronan ha puesto en peligro la vida de nuestra manada, nuestra unidad, y ha comprometido el espíritu mismo de lo que significa ser parte de este Clan.La multitud comenzó a murmurar, y algunos de ellos lanzaron gritos de odio, mientras otros compartían sus palabras de decepción.—¡Traidor! ¡No mereces estar aquí! —gritó una voz desde el fondo.Los ecos de la furia se alzaron como un rugido, pero Saphira no se detuvo. Su presencia era como una roca en medio de la tormenta.—El daño que has causado, Ronan, no es solo físico, sino espiritual. Como lobos, nos unimos no solo por la sangre, sino por la lealtad y el respeto.
Dorian permaneció un momento en silencio, contemplando a Ronan como si aún le costara aceptar la traición que acababa de presenciar con sus propios ojos. El viento agitaba suavemente su pelaje, pero su cuerpo seguía tan firme como una roca, como si se aferrara a la compostura para no dejarse arrastrar por la rabia que hervía bajo su piel.—Esto que hiciste —articuló Dorian—... es una traición imperdonable. Exponer a mi compañera destinada. Saber lo que sufrió en manos de Nolan... y aun así permitir que estuviera en peligro, sabiendo que la secuestrarían, que la torturarían otra vez... Eso, Ronan, no tiene perdón. Así que tu castigo será muy severo, y probablemente, termine en la muerte.Ronan gruñó, con los colmillos apretados.—Hice lo que tenía que hacer por mi Alfa. Por mi Clan —declaró, todavía orgulloso, incluso acorralado.Dorian lo observó unos segundos más, y su rostro mostró algo parecido a la lástima, pero no por debilidad, sino por la decepción profunda de ver lo que se hab
Detrás de la figura majestuosa y dorada de Dorian, emergió otra silueta, más delgada pero igual de imponente. Era Somali, en su forma de loba. Su pelaje, amarronada-rojiza, contrastaba con la luz áurea que parecía emanar de Dorian. A cada paso suyo, la tierra parecía estremecerse ligeramente, como si incluso la naturaleza reconociera su presencia.Ronan sintió que el tiempo se detenía por un instante. Él sabía que Somali había comenzado a reconectar con su loba interior, ella misma se lo había confesado en algún momento, pero hasta donde tenía entendido, el control absoluto sobre esa parte salvaje aún le era esquivo. Sin embargo, allí estaba, caminando con seguridad. Y eso lo desconcertó.Somali caminaba justo detrás de Dorian, pero cuando sus ojos se posaron en Ronan, algo en ella cambió. Fue como si una furia dormida despertara en su interior. Dorian se detuvo, percibiendo el cambio, pero no la frenó. Somali continuó, acercándose poco a poco al cuerpo de Ronan, que yacía en el suelo,
Ronan no tenía otra opción. No había señales, ni encuentros pactados. Si quería advertirle a Nolan, debía ir en persona. Así que dejó el territorio sin mirar atrás, cruzando campos y bosques hasta alcanzar los límites del Clan enemigo. Su única guía era la urgencia. Esa sensación pesada en el pecho que le gritaba que no podía quedarse callado, que el silencio en ese momento era traición para su manada original.Cuando finalmente llegó al territorio de Nolan, lo buscó sin descanso. Al hallarlo, se acercó sin vacilar. A Nolan no le agradaba para nada las informalidades, no era cercano a los suyos, todos lo debían tratar como si fuera un dios. Sin embargo, Ronan estaba demasiado apresurado y desesperado por explicarle la situación lo antes posible.—Alfa, Dorian está tramando algo. Algo serio.Nolan lo miró con recelo y atención. —¿De qué estás hablando exactamente?Ronan tragó saliva. Había repetido esas palabras varias veces en su mente, pero aún así le costó decirlas en voz alta.—Me
—Lo sé —manifestó Somali—. Y yo también… pienso igual. Haría cualquier cosa por ti, y para protegernos. Por eso espero que me entiendas.Sus dedos se aferraron con más fuerza a los de él, como si temiera perderlo por lo que estaba a punto de decir.—Y con respecto a Ronan… —su tono cambió, más frío, más determinado— tenemos que actuar ya. No podemos seguir tratándolo como uno de nosotros. No después de lo que descubrimos. Es un hipócrita. Un traidor. Nos mintió en la cara, nos manipuló —lo miró fijamente, con los labios apretados por la rabia—. Así que, ¿qué vamos a hacer con él, Dorian? ¿Lo atrapamos esta noche?—Tranquila —dijo con voz baja—. Te voy a explicar lo que vamos a hacer.Se inclinó un poco hacia ella, bajando la voz aún más, como si el aire mismo tuviera oídos.—Vamos a seguir como si nada. Nadie debe sospechar que ya sabemos la verdad. Tú vas a continuar con tu entrenamiento, con tus rutinas, con tu vida normal… Aunque sé que no va a ser fácil, especialmente por lo que d
Dorian la observó, sin decir una palabra durante varios segundos. Algo dentro de él se removió con fuerza, y no fue precisamente por la mención de la tortura, ni siquiera por el hecho de que Ronan los había traicionado. Fue por ella. Por Somali.La mujer que tenía frente a él, esa que hablaba con tanto temple y resolución, era la misma que alguna vez había intentado salvar hasta a sus enemigos. La misma que, incluso herida, había sabido perdonar. Y ahora… ahora hablaba con frialdad, con una dureza que no le era natural. Dorian entendía de dónde venía esa rabia. Entendía su necesidad de justicia, su deseo de vengarse por todo el dolor que Nolan le había causado. Pero al mismo tiempo, esa transformación silenciosa le provocaba una inquietud que no podía ignorar.Somali, pensó, era bondadosa por naturaleza. Incluso cuando el mundo fue cruel con ella, incluso cuando fue traicionada y humillada, su corazón nunca dejó de ser noble. Esa pureza, esa compasión que la caracterizaba… era lo que
Dorian se debatía entre el orgullo y la preocupación, entre la necesidad de protegerla y la realidad innegable de que Somali ya no era una loba indefensa que necesitaba resguardo constante. Era fuerte y estaba dispuesta a arriesgarse por lo que consideraba importante.—No sabes el riesgo que corriste... —soltó Dorian al final—. No sabes el miedo que me da pensar en todo lo que pudo haberte pasado.Somali lo miró a los ojos, decidida y serena, y en ese momento, sin necesidad de palabras, Dorian entendió que ella ya había elegido su camino. Y que él, si quería estar a su lado, debía aceptar no sólo su amor, sino también su fuerza, su voluntad, su instinto de actuar cuando fuera necesario.—Por otro lado... tampoco me hablaste de tu Loba —agregó él—. No me contaste que ya habías logrado vincularte tan profundamente con ella. Somali... ¿qué está ocurriendo entre nosotros? ¿Ya no confías en mí?Sus ojos la buscaron, intentando encontrar una respuesta que no doliera. —No es eso, Dorian —su
Cuando Somali regresó, el silencio de la noche aún envolvía la mansión como un manto denso y pesado. Sus pasos, aunque ligeros, crujieron sobre las viejas maderas del vestíbulo, y mientras ascendía las escaleras hacia el segundo piso, sintió el peso de una mirada fija sobre ella. Dorian estaba allí, de pie frente a la ventana de su habitación, apenas iluminado por la pálida luz de la luna que se filtraba entre las cortinas. Él no había dejado de mirarla desde el momento en que la vio acercarse a la propiedad, en lo que sus sentidos aguzados la reconocieron desde la distancia. Con los brazos cruzados sobre el pecho y el rostro ensombrecido por la preocupación, esperaba en silencio su llegada.Somali abrió la puerta y, al entrar, lo encontró exactamente en esa posición: inmutable, como una estatua tallada por la misma inquietud que ella había intentado ocultar durante su regreso. Dorian desvió lentamente la mirada hacia ella y se mantuvo en silencio unos segundos, dejando que el peso de
Oculta entre la espesura, Somali apenas se atrevía a respirar. Convertida en loba, mantenía su cuerpo pegado al suelo, con los ojos incrustados en las dos figuras que se encontraban en aquel lugar a escondidas. El viento trajo hasta ella un aroma conocido, inconfundible: Nolan. Frente a él estaba Ronan, también en su apariencia lobuna, nervioso, lanzando miradas a su alrededor para asegurarse de que no eran vistos.Somali aguzó el oído, en lo que su corazón golpeaba con fuerza dentro de su pecho. Tanto, que temía que ambos lobos lograran percibirlo.Por lo tanto, respiró profundo y trató de calmarse. Entonces escuchó.—¿Qué es lo que está sucediendo ahora dentro del territorio Varhallow? —preguntó Nolan—. ¿Y qué es lo que está pasando con Somali? Tienes que hacer que vuelva a salir de allí. Que vuelva a estar sola.Somali contuvo el aliento ante aquella imposición.—Pues eso será bastante difícil —expuso Ronan—. Apenas una vez pude lograr que saliera del territorio, diciéndole que pod