Traicionada, humillada y condenada. Cuando Aysel estaba a punto de ser nombrada alfa, su mundo se derrumbó por completo. Acusada de un crimen que no cometió, traicionada por su propia pareja y rechazada por la manada que la vio crecer, fue condenada a muerte; pero cuando nadie la escuchó y todo parecía perdido logró huir jurando venganza a todos los que la traicionaron y humillaron. Perdida, rota y desolada Aysel descubre secretos guardados en su sangre, que cambian su panorama por completo. Ahora ya no es esa misma loba débil y humillada que escapo de aquella manada, pues lo que ha descubierto la ha hecho fuerte y ha puesto en bandeja de plata el poder necesario para cumplir la venganza que juró aquel día. Entonces regresa para dispuesta a vengarse no con garras y colmillos, sino con astucia y paciencia, porque lo que le arrebataron, lo reclamará con sangre. Porque ella no ha olvidado. Porque no es solo una loba caída… Es la pesadilla que sus traidores jamás vieron venir.
Ler maisEl aire olía a tierra húmeda y ceniza; la luna llena fría e impasible proyectaba su luz sobre el claro, bañando con su resplandor el cuerpo inerte que yacía en el suelo. La sangre se filtraba entre las grietas de la tierra, oscura y espesa, formando un río silencioso que se mezclaba con las sombras de la noche.
Aysel no podía moverse, sus piernas temblaban, su respiración era errática, su corazón golpeaba con fuerza en su pecho como si quisiera desgarrarle las costillas y sus ojos estaban fijos en la figura que nunca pensó ver así: su padre, el alfa, el hombre que la había criado con tanto amor y preparado para ser su sucesora, para ser fuerte, para proteger a la manada. Ahora, yacía sin vida frente a ella, con el pecho atravesado por un arma que jamás debió ser usada en su contra.
La reliquia.
Forjada para su linaje, un arma que solo la sangre del alfa podía empuñar.
La noche se rompió con un aullido de dolor. Uno que no provenía de ella.
—¿Qué has hecho?
La voz de su pareja destinada llegó a ella con un tono gélido, teñido de rabia y decepción. Aysel alzó la mirada, su visión borrosa por las lágrimas, y lo vio dar un paso hacia atrás, alejándose de ella como si fuera un monstruo.
—No… —Su voz salió apenas como un susurro.
Pero la acusación ya había sido lanzada.
Los murmullos comenzaron a extenderse como el fuego en un bosque seco y las miradas cargadas de ira la atravesaron como dagas, las voces de las personas que antes la alagaban ahora escupían desprecio. Alguien gruñó, otro escupió a sus pies, un rugido de furia se alzó entre la multitud, y antes de que pudiera reaccionar, unas manos brutales la sujetaron.
El primer golpe la dejó sin aliento.
El segundo la hizo doblarse de dolor.
El tercero la llevó al suelo.
—¡Asesina! —bramó alguien.
La palabra se extendió como un eco maldito, convirtiéndose en una sentencia; intentó hablar, intentó explicar, pero su voz fue ahogada por la furia de su manada. Fue arrastrada lejos del cuerpo de su padre, sus uñas arañando la tierra, su mente luchando por comprender.
¿Cómo había sucedido todo tan rápido?
¿Cómo podía su manada, su familia, traicionarla sin dudar?
Entonces, entre la multitud, vio sus rostros: su pareja, de pie junto a esa otra mujer, la miraba con algo más que ira, había satisfacción y burla oculta en su expresión y en los labios de su amante, una sonrisa cruel.
El peso de la verdad cayó sobre ella como una piedra.
Esto no había sido un error, había sido planeado.
El día en que debía ser nombrada alfa, se convirtió en una prisionera.
El día en que debía ser celebrada, fue condenada a muerte.
Y mientras la luna brillaba impasible sobre su desgracia, Aysel lo entendió: su historia no terminaba esa noche.
No.
Era solo el principio.
Hola, esta historia es para el concurso "La Venganza de la Luna" asi que deseenme suerte.
ZyranEl olor a sangre seca aún flotaba en el aire cuando crucé las puertas del consejo, a pesar de que el salón había sido ventilado yo lo sentía, lo absorbía. El don de mi madre, mezclado con mi naturaleza de lobo, me permitía percibir las cosas con mayor nitidez que cualquier otro. Pero lo que más me perturbaba no era el olor a sangre, sino la esencia que lo acompañaba; una mezcla de miedo, rabia, dolor... y algo más, algo antiguo. Como si el bosque mismo se hubiera aferrado a ella.Aysel.No necesitaba verla para saber que estaba allí, desde que la trajeron malherida su presencia había estado clavada en mi mente como una espina. Una parte de mí la reconoció de inmediato. El lazo, el vínculo que nos unía era innegable. Pero no era el momento ni el lugar para eso.Me mantuve al margen durante el interrogatorio; mi madre, Thyara, como siempre leía el flujo de la energía en la habitación, observando con esa calma inquietante suya. Selith, por otro lado, no podía ocultar su desprecio y
Me encontraba sentada en medio de una gran sala, rodeada por quienes intuían era el concejo de la manada y tratando de contener lo más posible la respiración para que el olor del hombre de en medio no llegara hasta mí, no sé cuánto tiempo llevamos así, ellos observándome atentamente esperando que les cuente como fue que llegué aquí y mate a esos cuatro desterrados estando mal herida. Algunos me observaban con sospecha, otros con morbo, y unos pocos con algo parecido a duda. Como si se preguntarán si de verdad yo había sido capaz de matarlos yo sola.—¿Cuál es tu nombre? —preguntó uno de los miembros del consejo, un hombre de voz ronca y mirada severa, no respondí—. Esperamos que pueda cooperar por su propia voluntad, no nos gustaría tener que usar otro tipo de métodos para hacer que hable; pero su silencio solo lo hará más difícil para usted.—No tengo nada que decirles —respondí con frialdad. Mi voz sonaba extraña incluso para mí, más profunda, más endurecida. Ya no era la cachorra qu
El primer pensamiento que cruzó mi mente fue que estaba muerta. No había otra explicación posible para ese silencio extraño, ni para la calidez que rozaba mi piel a través de algo que no era piedra ni cadenas.Abrí los ojos con lentitud, con ese miedo constante que se clava en la espalda de quien ha sobrevivido demasiado. Esperaba oscuridad, suciedad, tal vez el hedor a sangre seca y barro que había acompañado mis días de encierro. Pero esta vez fue distinto.La celda en la que me encontraba no era como las que conocía en mi manada.Había una cama. No una manta tirada en el suelo, no una piedra a medio cubrir, sino una cama real, con un colchón delgado pero limpio, cubierto por sábanas ásperas. A un lado, una pequeña mesa de madera vieja sostenía una jarra de agua y una bandeja vacía. La ventana —sí, había una— dejaba entrar un rayo de sol cálido que acariciaba mis mejillas con una ternura que no sentía desde que mi padre estaba vivo.Barrotes, claro. No lo bastante gruesos como para
Dicen que cuando mueres por dentro, el cuerpo solo espera a que el alma se rinda.Yo ya no estoy viva.No desde que sentí la sangre tibia correr entre mis piernas y supe que mi bebé se había ido.Kai lo miró todo con indiferencia, se reía disfrutando ver cómo me retorcía del dolor mientras lo perdía No se cómo puede doler tanto, y no hablo del dolor físico porque ya mi cuerpo se siente adormecido, no se cómo mi corazón se rompe en pedazos cada vez que recuerdo el pequeño latido que escuche solamente un pocos minutos.No sabía que estaba embarazada, de haberlo sabido quizás hubiera luchado más pero ahora el hubiera ya no existe; ahora solo me queda el consuelo de que no sufrirá lo que yo estoy sufriendo en estos momentos, de que se quedó puro y sin manchar.Esa noche entendí que no hay fondo cuando el abismo tiene tu nombre grabado.No me queda nada.Ni mi futuro. Ni mi manada.Ni mi hijo.Ya ni siquiera me quedan lágrimas para llorarlo.Y aun así… todavía estoy respirando.A veces m
El ambiente para mí se ponía cada vez más tenso, no se cuánto tiempo llevaba en la misma posición pero ya no sentía las piernas, las voces en mi cabeza no dejaban de sonar completamente distorsionadas y había empezado a sentir una leve molestia en el vientre bajo. Aunque todo el dolor físico pasaba a segundo plano cuando Kai se acercaba a mi a darme su dosis de humillación, mi orgullo de alfa estaba completamente destrozado y aunque no lo quisiera dolía más que cualquier otra cosa.Vi a Kai acercarse a mi de nuevo y desde ya sabía que vendría de nuevo a humillarte y torturarme, mi cuerpo temblaba de rabia contenida, tenía tantas ganas de poder liberarme y dar pelea, de pelear por mi misma y mi libertad pero no podía y por más que intentara establecer una conexión con Alora no podía, estaba segura de que estaban usando Somnaris para poder mantenerla dormida.Kai se acercó con la arena crujiendo bajo sus botas, su aura me cubrió por completo, antes tenía una presencia fuerte al tener un
Los días de tortura continuaron cada uno peor que el anterior, el dolor era tanto que mi cuerpo ya se sentía entumecido, estaba completamente sucia de pies a cabeza y mi ropa estaba hecha un desastre llena de sangre y mugre, nunca imagine que Kai y la manada fueran capaces de hacerme esto. Cada día con cada recuerdo que evoca mi mente me pesa más el haber confiado en Kai. Nunca debí darle el poder sobre mi confesándole lo que sentía, de no haberlo hecho seguramente esto no habría pasado porque él no habría encontrado la manera de manipularme, pero fui una estúpida que ingenuamente creyó que sus sentimientos eran correspondidos y que él era alguien digno de confianza.Flashback.5 años atrás.Hoy es el día. Hoy por fin después de ocho años amando a Kai en secreto por fin tome el valor para poder confesarle lo que siento. *No creo que sea buena idea Ays, me siento muy nerviosa* Alora habló cuando estaba retocando mi labial. Sonreí igual de emocionada que la primera vez que la escuche
Último capítulo