En cuanto llegaron al centro comercial, lo primero que captaron sus ojos fueron la hermosa cuna que estaba un poco apartada del resto.
—Mira qué bonita —lo arrastró por la tienda—. Dios mío, es la cosita más hermosa de todas.
—Lo es, es hermosa —él asintió estando de acuerdo con ella—. ¿La quieres?
—Sí, la quiero —su sonrisa se amplió más de lo que debería—. Nunca pude comprarme una cuna con Zaid. Siempre dormía con él hasta que nos mudamos aquí.
—¿Por?
—No tenía mucho dinero, mi padre había muerto y tu madre me tenía amenazada con algunas cosas —se encogió un poco al dar esa respuesta—. No todo es bonito en la vida.
—Lo sé y lo siento tanto —el alfa dejó un beso en su sien—. Vamos a comprarla, la voy a