Capítulo 2

La chica no le respondió, solo se quedó en silencio, mirando la pared de metal delante de ella. Jessica le dijo que había estado con ella en una misma habitación, mas no la recordaba. Hacía años, por un error, se quedó atrapado en una habitación con una hermosa mujer, pero, según recordaba, ella podía hablar. Anya no podía hacerlo. Ya habían pasado diez años y, según tenía entendido, Anya tenía unos veintiocho años a lo mucho. Por lo que no era posible que fuera ella, a menos que hubiese tenido algún tipo de accidente en el transcurso de esos diez años, que le hubiese quitado el habla y que, por azares de la vida, fue a parar a su oficina para conseguir trabajo.

—Puedes tomar asiento en donde gustes —señaló los asientos que estaban delante de su escritorio—. Te haré unas preguntas, y espero que puedas responderlas.

Lo haré.

—Bien. —Ambos tomaron asiento—. Me dijiste que estás aquí porque la paga es buena y porque aquí están las cosas necesarias para realizar tu trabajo.

 —Sí, aquí está todo lo que necesito para ampliar mis conocimientos. —Era la típica frase que decían los desempleados—. Y, como dije, necesito el dinero para pagar algunas cosas que debo.

—¿Qué tipo de cosas debes?

 —Es algo personal y que no le concierne, señor. —Zair levantó ambas cejas—. Disculpe, pero eso no creo que sea algo que tenga que ver con mi contrato de trabajo. Mi vida personal no tiene nada que ver con la empresa.

—Tienes razón. Fue algo tonto de mi parte el haberte hecho esa pregunta. —Espantó las palabras con un ademán—. Llamas mucho la atención entre los lobos de este lugar.

—No sé cómo es posible. Solo soy una humana normal. No creo que sea algo que dure tanto tiempo…

—¿Tienes genes de hombres lobo?

No, soy completamente humana. Mi hijo es un lobo, pero es algo controlado.

—Vaya, no tenía idea de que estás casada…

—Soy madre soltera. Eso está en mi currículo —apuntó hacia el escritorio—. ¿Es necesario que me haga las mismas preguntas que me hicieron en recursos humanos?

—Solo estoy verificando que no tengas inconvenientes para viajar conmigo o sola en algún momento. —Anya lo miró sin entender—. Jessica puso tu escritorio en esta oficina, así que prácticamente serás mi asistente durante los meses de prueba. No sé por qué hizo algo como eso, pero me temo que tendrás que hacer parte de mi trabajo cuando yo no pueda hacerlo.

—Eso es algo que se hablará en su momento. —La vio jugar con sus dedos—. ¿Me dará el trabajo?

—Sí, podrás trabajar aquí. Puedes empezar ahora mismo si gustas o mañana.

—Mañana estaría bien. Tengo que organizar algunas cosas con la persona que cuidará a mi hijo de ahora en adelante.

—Entiendo. No hay problema.

Anya se puso en pie y extendió su mano hacia donde estaba Zair, quien la agarró de inmediato y le dio un suave apretón. Dejó que ella saliera y, por inercia, olió su mano para darse cuenta de que un olor familiar se había quedado en su palma, pero no tenía la más remota idea de dónde demonios lo había olido antes.

Buscó en las cámaras de seguridad y la vio hablar un momento con Jessica antes de marcharse sin mirar atrás. Era una chica que no tenía funcionamiento en las cuerdas vocales, que era prácticamente un ser sin sentido ante la sociedad de los humanos, pero ella buscaba trabajo para poder vivir con su hijo. Tenía un hijo. Por alguna razón, se sintió incómodo al verla decir eso. Demasiado hermosa para el mundo en el cual vivían.

—¿Y… te gustó?

—Sí, es muy hermosa. Ni siquiera parece una humana común. —Chasqueó la lengua—. Eso me tiene realmente incómodo, y no sé la razón.

—Ustedes se conocieron una vez, o eso fue lo que ella me dijo. Si quieres, la mando a investigar si es cierto.

—No es necesario que lo hagas, ya el tiempo lo hablará.

—Hace años me dijiste que estabas teniendo un romance con alguien, pero que terminó sin darte cuenta. ¿Es ella?

—No lo sé. No recuerdo nada de un romance como el que dices, y si es un romance, fue algo sin sentido, como los que he tenido —susurró—. Es hora de comenzar con el trabajo.

Él ni siquiera pudo prestar la debida atención al trabajo. Todo estaba en esa humana que llamó su atención sin darse cuenta. Había algunos sucesos de su pasado que eran algo nulos o borrosos en su vida. Tampoco era posible que tuviera un romance con alguien como ella.

Sacudió la cabeza, dejando a un lado cualquier rastro que pudiese tener de esa chica. No era posible en lo más mínimo que hubiese tenido un romance oculto con una humana muda y que tenía un hijo. Ni siquiera pudo concentrarse en el nuevo proyecto, ya que se puso a ver su ficha en la nube que se había creado para los empleados. No había nada del otro mundo, solo que tenía un hijo, el cual, por supuesto, tenía un nombre similar al suyo. Él siquiera recordaba haberlo hecho sin protección, por lo que era imposible que ese mocoso fuera su sangre.

—Deja de ver a esa chica. —Jessica dejó caer unos documentos frente a él—. Ni siquiera has visto la agenda que está programada para hoy.

—Tengo algo de curiosidad —murmuró como un niño pequeño—. Su olor es muy llamativo para ser el de una humana.

—Si tú lo dices. —Jessica entornó los ojos—. Su número de teléfono está en esos papeles. Puedes llamarla y tener una llamada de esas calientes.

—No me digas. Eres una insensible. —Cerró la nube—. Ya voy a firmar los documentos.

Jessica cruzó los brazos en su pecho mientras lo veía hojear todos esos documentos sin siquiera decir una sola palabra.

Se los entregó y luego la miró expectante.

—Unos minutos, menos de una hora, y ya Anya te tiene en sus pies. —Suspiró—. ¿Qué es lo que buscas?

—Nada. Lo dejaré pasar.

—Bien, si es lo que quieres, me da igual. Nada más, no me vengas a buscar para algo más, porque no te daré alguna información. —Ladeó la cabeza—. Me temo que vas a obsesionarte a tal grado que tendré que despedirla, y el trabajo de esa chica es la menor de tus prioridades.

—Ella lo necesita por su hijo. —Se quitó la corbata—. No soy tan descabellado para dejar a una mujer sin trabajo.

—Um, supongo que te voy a creer.

Sí, ella no se la iba a considerar para nada. Lo conocía bien. Tenía esa misma mirada de hacía diez años, cuando le dijo que se había enamorado de una humana, pero que era un amor oculto porque la familia de esta era un problema serio. No obstante, por una extraña razón, él no recordaba a su gran amor de hacía diez años. Era como algo pasajero.

En cambio, Zair todavía sentía el olor de la chica en la oficina y temía que, cuando fueran los de la limpieza, se desvaneciera, pero al menos ella estaría en el mismo lugar que él.

—Voy a poner el escritorio de la chica junto a los demás —le informó Jessica antes de salir—, de esa manera no habrá problemas cuando ambos tengan que trabajar juntos.

—No es necesario que la lleves a otro lado, me voy a portar bien. Ella…

—Te gustó su olor —completó por él—. Es una humana. El que esté contigo es un problema serio.

—Ya te dije que no pasará nada entre nosotros —masculló—. No le haré nada. Solo que se quede conmigo aquí.

—Si le haces algo malo a esa chica, juro por Dios que te mandaré de vacaciones a alguna parte del mundo y haré que ella se quede con el puesto de presidente.

—¿Tanto me odias para darle el cargo a una desconocida?

—Una desconocida que, por lo visto, tiene los pies sobre la tierra.

—Bien, haré todo lo que pidas. Prepara bien ese escritorio, porque ella se quedará conmigo hasta que finalice el proyecto.

Jessica salió de la oficina cerrando la puerta detrás de sí. Era imposible hacerlo cambiar de opinión por el simple hecho de que él ya se había interesado demasiado en esa humana. Y temía que llegara a algo más que una simple relación de trabajo.

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