Addison Carter se enfrenta a un dilema cuando su editor le solicita que escriba una historia erótica. Debido a sus experiencias pasadas poco satisfactorias en el amor, ella se siente perdida y sin tener idea de cómo abordar este tipo de género. Su amiga Nina, quien también es su representante, le propone un viaje de chicas para que pueda relajarse y escribir el libro sin distracciones. Así es como Addison se dirige a pasar unos días al apartado hotel Opulent Haven, donde conocerá al enigmático dueño del lugar. Él es un hombre atractivo, rico y exitoso que sabe lo que quiere y que ha ganado el apodo de Mr. Sexo. A pesar de que Addison trata de no caer ante sus encantos debido a su arrogancia, poco a poco se dará cuenta de que Opulent Haven es mucho más que un simple hotel y por que todos lo llaman Mr. Sexo. Mientras escribe la historia erótica que le pidieron, descubrirá la sensualidad que se esconde en su propia vida. ¿Logrará resistir la tentación, o sucumbirá ante la seducción de Mr. Sexo?
Leer másReviso mi reloj por tercera vez, comprobando que es extraordinariamente tarde. Escarbo entre la montaña de objetos en mi habitación con creciente ansiedad.
—¡Voy a llegar tarde! —maldigo, consciente de que mi día estaba empezando de manera catastrófica.
Mi retraso para la reunión con mi editor y jefe me tiene al borde de la locura. Los nervios me invaden, intensificados por la preocupación expresada por Alex la noche anterior sobre la actitud de Paolo Richi, el propietario de la editorial Richi.
—¡Lucas! —grito desesperada, saliendo de la habitación e inclinándome sobre el pasamanos de las escaleras para repetir el nombre de mi hermano.
—¿Sabes dónde están las llaves de Tiny? —pregunto con velocidad.
Escucho el familiar tintineo de la cuchara pegar contra la cerámica de una taza de café y mi hermano aparece al final de las escaleras mirándome con cansancio.
—Están en el porta llaves junto a la puerta, justo donde las dejaste anoche. —Lucas rueda los ojos y vuelve a la cocina.
Me apresuro a buscar mis llaves y las encuentro en el lugar que mi hermano me indicó. Ni siquiera recordaba dónde las había dejado. Regreso a la cocina viendo cómo Lucas se encuentra haciendo el desayuno.
—¿Vas a desayunar? —pregunta Lucas al ver mi movimiento rápido.
—Solo jugo de naranja. —respondo mientras me dirijo a la nevera, pero me doy cuenta de que no hay jugo y recuerdo que olvidé comprarlo el día anterior.
Mi cabeza está hecha un desastre. Desde que mi hermano volvió, pareciera que las noches son interminables y mi hígado pide un descanso a gritos.
—Tienes que ordenar tu habitación, es una completa locura entrar ahí. —Lucas me ofrece un vaso de jugo que él mismo compró, y le agradezco en silencio.
Sí, mi organización no es la mejor, teniendo en cuenta que lo único que hay en mi habitación son centenares de libros.
—No puedo ser buena en todo.
Lucas frunce el ceño y me mira con ironía. No tiene motivo para recriminarme nada; más bien, debería agradecerme por haberlo perdonado después de tantos meses sin ponerse en contacto.
—¿Qué harías sin mí? —Lucas dice. Le sonrío mientras termino mi jugo, mi hermano vuelve a hablar—. ¿A dónde vas con tanta prisa y vestida así?
Me giro para verme en el reflejo de la nevera de color plateado. Tengo puesta una falda en tubo oscura y una camisa de vestir color blanco que resalta mis curvas con unas zapatillas a juego. No es la ropa que usualmente me pongo, pero la ocasión lo amerita.
Debo verme presentable para la reunión de hoy. El recuerdo me hace sentir tensa.
—Tengo una reunión con mi editor y Paolo Richi. —Me limpio la boca y tomo mi abrigo para salir de casa.
—¿Estará Nina también? —Lucas pregunta aparentando desinterés, aunque yo conozco bien a mi hermano.
—Recuerda que ya está casada y tiene una hija. —Le recuerdo. Pero no puedo dejar de sentir lástima por él.
¡Fue un verdadero idiota en el pasado!
—No dije nada malo, solo pregunté si estaría ahí. —Lucas se excusa y le dedico una mirada incrédula.
Ambos tienen un pasado tormentoso. Ellos habían sido pareja en la preparatoria; se amaban mucho, pero Nina anhelaba quedarse en la ciudad mientras Lucas quería alejarse lo más posible del recuerdo de nuestros padres fallecidos.
—Sí, estará ahí. Es mi agente, tiene que estar presente. —Abro la puerta y me despido de mi hermano—. Regresaré más tarde.
Camino hacia Tiny, mi Mini Cooper blanco, y me subo, conduciendo rápidamente hacia la editorial Richi.
En menos de diez minutos, me estaciono en el aparcamiento de la editorial, estableciendo así un nuevo récord. Amo este auto. Podría decir que es mi bebé.
Subo rápidamente en el ascensor y me dirijo a la sala de juntas, no sin antes toparme con Nina, mi mejor amiga y agente.
—Llegas tarde, pecas.
—Lo siento, no encontraba las llaves de Tiny. —Me disculpo.
—Debemos entrar. —Nina está igual de nerviosa que yo.
La pregunta ronda mi mente, ¿Qué podría ser? Espero y no sean malas noticias.
—¿No sabes de qué se trata, verdad?
Mi amiga niega, dedicándome una mirada de preocupación. Al entrar a la sala, nos encontramos con Alex y Paolo Richi. Ambos parecen tranquilos, lo que ayuda a calmarme un poco.
Alex nos sonríe y nos hace una señal para que tomemos asiento en alguna de las sillas desocupadas alrededor de la mesa.
Veinte minutos después, Richi se despide y sale de la sala de juntas con una expresión satisfecha.
No me he movido de mi asiento desde que escuché la petición de mi jefe y siento como si estuviera cayendo en un abismo.
—Estoy arruinada. —Es lo primero que digo mientras mi editor y agente me miran.
—No exageres, no es para tanto, solo es un libro de erotismo.
Las palabras de Alex me deprimen aún más. Y no sé si reír o llorar.
Él cree que hacer una novela erótica solo es describir posiciones sexuales y ya. No es cómo chasquear los dedos, y está más que claro que yo no era la indicada para hacerlo.
¡Dios mío! ¡Déjame morir de una vez! Yo escribiendo un libro de esos, ni en mis peores pesadillas. Mi cabeza empieza a taladrar.
—Ustedes estaban enterados de esto, ¿no es verdad? —Los señalo con culpabilidad, en mi intento de parecer amenazante.
—Te juro que estamos tan sorprendidos como tú. —Alex dice—. Habían hablado respecto al nuevo género en la junta directiva, sobre la nueva ola de libros eróticos en el mercado, y cómo teníamos que mantener nuestra posición en ventas lanzando un libro que cautivara a los lectores. Nunca imaginé que estaban pensando en ti.
—Claro, y tú me sugeriste.
—¡No!
—¿Entonces por qué yo?
—Supongo que es por tu éxito. Tus últimos dos libros se han vendido muy bien en las librerías, están a punto de lanzar las ediciones en otros idiomas, además del libro de bolsillo; técnicamente todo está marchando de maravilla.
»Los jefes tienen fe en que detrás de las novelas de “Intercambio amoroso” y “Tentación” se encuentre una escritora apasionada, con una sensualidad escondida que solo necesita un pequeño empujón para escribir la mejor novela erótica.
—¡No juegues conmigo! —Reprendo mientras me toco la cabeza pensando en cómo salir de este problema.
—Todos creemos en ti, pecas. —Nina habla con entusiasmo.
—¿Me quieren decir cómo diablos voy a escribir ese libro si jamás he leído una cosa de esas?
Ambos amigos se miran entre sí.
—¿Quién no ha leído la reciente saga del señor Black? Al menos por curiosidad.
—¿Nada?
—¡Nunca! Soy más célibe que una monja.
Ambos bufan ante el panorama.
Me levanta de nuevo en el aire y me lleva hasta el cuarto de baño.—¿Qué haces? También querrán entrar aquí.No puede decirlo en serio.—Cerraré con seguro Nada de gritar. —Me mira con una leve sonrisa malévola. Estoy atónita, pero me echo a reír.—No tienes vergüenza.—No. Me duele el pene desde el viernes pasado, y ahora que te tengo entre mis brazos y que has entrado en razón, no pienso moverme de aquí, y tú tampoco.Cierra la puerta tras él de una patada, me coloca sobre el mármol que hay entre las dos pilas del lavabo y se gira para cerrar el pestillo. Todavía tengo el vestido arremangado alrededor de la cintura y las piernas y las bragas totalmente al descubierto.Observo aquel inmenso cuarto tan familiar y me detengo en la enorme bañera de mármol de color crema que domina el centro de la habitación.Mientras se acerca a mí, empieza a desabrocharse la camisa. Contemplo cómo se aproxima, con la boca relajada y los ojos entornados. Al pensar en lo que está a p
—Ya me dijiste una vez que lo sentías, y aquí estás de nuevo. —digo sin ocultar el sarcasmo.Su dedo deja de acariciarme y Nick agacha la cabeza. Ahora sí que está avergonzado.Pero entonces vuelve a levantarla, nuestras miradas se cruzan y la suya desciende hasta mis labios.Ay, no. No, por favor. No seré capaz de pararlo. Empieza a estudiar mi expresión, a buscar alguna señal de que voy a detenerlo.¿Voy a hacerlo? Sé que debería, pero no creo que pueda. Sus labios se separan y empiezan a bajar lentamente hacia los míos.Contengo la respiración. Cuando nuestros labios se rozan, muy ligeramente, mi cuerpo cede y mis manos ascienden y lo agarran de la chaqueta.Él gruñe para expresar su aprobación, traslada las manos al extremo inferior de mi columna y aprieta mi cuerpo contra el suyo. Nuestros labios apenas siguen rozándose, nuestros alientos se funden. Ambos temblamos de manera incontrolada.—¿Has sentido esto alguna vez? —exhala, y me recorre la mejilla con los labi
Lo miro con aire cansado.—Claro, Richi te invitó para celebrar a su escritora. La única que escribirá un libro erótico y tu no supiste de quien se trataba —digo sarcástica.—Huy, es verdad. —Una sonrisa empieza a dibujarse en sus labios.No tengo tiempo para estos jueguecitos.—Si me disculpas —digo, y me dispongo a marcharme, pero él da un paso y se interpone en mi camino.—Esperaba que me dejaras invitarte una copa.—La copa no incluye follada —le espeto.Él frunce el ceño.—¿Quieres hacer el favor de cuidar ese vocabulario?—Usted disculpe —mascullo indignada—. Y haz el favor de volver a colocar el asiento en su sitio cuando conduzcas mi coche. —Él esboza una sonrisa totalmente infantil y yo me enfado todavía más conmigo misma al sentir que mi corazón se acelera. No debo permitir que vea el efecto que provoca en mí—. ¡Y no toques mi música!—Perdona. —Sus ojos centellean con picardía. Es tan jodidamente sexy...—. ¿Te encuentras bien? Parece que estás temblando. —Alarga
—Hola. —La saludo y ella me mira extraña.—Me he encontrado con Jackson. —Me mira mientras inmediatamente toma otra copa de la bandeja de un camarero que pasa por allí.—Vaya, seguro que te ha encantado verlo —bromeo; me imagino a Nina bufando y escupiendo como un gato enfurecido contra el pobre Jackson.Tampoco se merece otra cosa.—La verdad es que no. Y lo que menos me ha gustado es que quiera invitarte a salir —me espeta frunciendo los labios—. Addison, por favor no vayas a aceptar.—Por qué no olvidas eso y mejor apoyas a tu amiga en su fiesta sorpresa —digo arqueando las cejas.—¡Bah! Richi se está encargando de ese apoyo. Por el contrario, tu vida personal es muy interesante últimamente. —Suelta una risita mientras sube y baja las cejas, como insinuando algo.Imagino adónde quiere llegar, y eso que no sabe ni la mitad. Y ya le vale también a Jackson.La miro fingiendo sentirme herida.—No te preocupes. Te aseguro que no voy a volver a caer en eso. Estoy disfrutando de mi so
He puesto a Nick White en su sitio y me he ahorrado tener que sentirme tremendamente culpable otra vez.Debo ignorar este terrible dolor de estómago, porque reconocerlo sería como admitir a gritos ante mí misma y ante Nick que... sí, yo también lo siento.Al otro día salgo de la casa y me sorprende ver las llaves de Tiny en una de las masetas y mi hermoso auto aparcado en la acera. Ya no tendré que sufrir sin el.No he pegado el ojo en toda la noche por no dejar de pensar en Nick y todo lo que pasó a noche. No sé si la próxima vez que lo vea pueda resistirme o si acaso el hecho de que me regresara a Tiny fuera una señal de rendición.—Addi, ¿no cenaste anoche? —Lucas me pregunta y lo miro de reojo.No quiero preguntar, pero me parece extraño que no pase las noches en la casa. Se que es su vida y que puede hacer lo que quiera. Sin embargo, me preocupa.—¿Todo bien hermano? —pregunto. También porque es raro que no me esté molestando con el tema de que le diga a Nina que esta de reg
Bien, debería resultarme bastante fácil, pero, para mi total sorpresa, la idea de no volver a verlo me produce unas punzadas terribles en el estómago, lo cual, por supuesto, es totalmente absurdo.Ante mi silencio, empieza a avanzar hacia mí y, con apenas unos cuantos pasos largos y firmes, se planta justo delante de mí. Tan sólo nos separa un centímetro de aire.—Dilo —me exhorta.No logro articular palabra. Me cuesta respirar. El corazón se me sale del pecho y siento una leve palpitación entre las piernas.El corazón le martillea bajo su camisa rosa claro. Siento su aliento fresco y pesado sobre mi rostro.—No puedes, ¿verdad? —susurra.¡No puedo! Lo intento. Lo intento con todas mis fuerzas, pero las palabras se niegan a brotar.La proximidad de nuestros cuerpos y su respiración sobre mi rostro está reactivando todas esas sensaciones maravillosas.Mi mente se traslada al instante a nuestro encuentro anterior, sólo que esta vez no corremos el riesgo de que nos interrump
Último capítulo