—Ya he hablado con ellos. Lily aceptará una oportunidad que le ha surgido en Estados Unidos, y Mark y Tomás están más que listos para retirarse.
—Vaya —digo asintiendo, aunque sospecho que ambos habrán recibido un pequeño pellizco por sus servicios en el Hotel, independientemente del puesto que ocupasen—. ¿Y renovarán los socios su suscripción con los nuevos propietarios?
Se echa a reír.
—Sí, si les gusta jugar al golf.
—¿Al golf?
—Van a transformar el terreno en un campo de golf de dieciocho agujeros.
—Vaya, ¿y qué hay de las instalaciones deportivas? —pregunto.
—Las conservarán. Será bastante impresionante. Se quedará todo más o menos como está, excepto por las suites privadas, que pasarán a ser auténticas habitaciones de hotel, y la sala comunitaria se transformará en una sala de conferencias.
Imagino que será algo extraordinario.
—Entonces ¿ya está?
—Sí, ya está. Ahora necesito que vayas a prepararte para el resto del día.
Hace ademán de incorporarse, pero lo empujo de nuevo contr