NOVELA COMPLETA. La historia terrible de un amor prohibido. Cuando Leo Di Sávallo se da cuenta, a sus dieciocho años, que se ha enamorado perdidamente de la única chica en el mundo de la que tiene prohibido enamorarse, reclama la fortuna de su abuelo y la usa para alejarse de ella. Ocho años después se ha convertido en un millonario arrogante y oscuro, incapaz de sentir ninguna clase de afecto por una mujer. Ocho años después aquella chica, a pocas semanas de casarse con su prometido, decide cerrar esa página de su vida que ha estado rompiéndole el corazón ya por demasiado tiempo. Pero antes... antes necesita verlo. Un cariño inocente que se convirtió en una tormenta imparable. Un secreto de sangre que los separa. Un reencuentro que detonará recuerdos y pasiones imposibles. Un amor tan doloroso, con consecuencias tan terribles y hermosas, que puede destruir una familia, un imperio, y a los dos corazones atados a él. Porque después de todo, él ya no tiene corazón y ella... ella es una mujer Prohibida. Booktrailer y avances en video en el canal de YouTube de la autora.
Leer másLeo tenía cuatro añitos y era el niño más tierno que alguien podía imaginar. Su carácter vivaracho y feliz iluminaba cualquier espacio en que se encontraba, y Gaia daba gracias al cielo porque Leo era demasiado pequeño cuando todo había ocurrido, y los oscuros sucesos de su pasado no habían afectado su personalidad o su alegría.
Todos recordaban aquel día porque había sido el último anuncio de un bebé dentro de la familia Di Sávallo. Todos se habían reunido para felicitar a Malena, que esperaba su segundo hijo y el que sería por un tiempo el más pequeño de la familia. Nadie sabía exactamente cómo, pero en un momento Leo pegó su pequeña oreja a la insipiente pancita de la colombiana e hizo su declaración:
—Es una niña. —Todos rieron, porque con ocho semanas era imposible saberlo incluso para los doctores—. Tía, yo la quiero para mí.
Malena había soltado una carcajada y le había revuelto el negro cabello con cariño.
—Todavía no sabemos si será niña, Leo.
—Lo será, yo lo sé —había dicho con mucha convicción.
—Bueno, si es niña, te dejaré elegir su nombre —había aceptado Malena.
Leo había acariciado la pancita de nuevo y dejando un beso, le había dedicado la mejor sonrisa del mundo.
—Te vas a llamar Mía… porque serás para mí.
Y en ese momento, nadie le creyó...
NOTA AL LECTOR:
Mi querido lector o lectora:
¡Estoy tan emocionada porque hayas llegado hasta aquí conmigo! Significa muchísimo para mí como escritora y como persona que estés leyendo este libro.
Si ya leíste la serie anterior a esta (LOS HOMBRES DEL IMPERIO DI SAVALLO), entonces sabes que esta novela va a ser una bomba. Solo como referencia, te aseguro que va a estar todavía más intensa que Helena Muriendo. ¡Con eso te digo todo!
Si no has leído la serie anterior, no es necesario que lo hagas, pero estoy segura de que ahora mismo te vas a ir corriendo a chismear para conocer a los padres de nuestros protagonistas.
La novela va a participar en un concurso así que te agradezco cada comentario que puedas hacer, me gustaría mucho tener tus impresiones sobre cada capítulo para saber si te está gustando y si lo estoy haciendo bien.
Vamos a tener actualización diaria, sin falta.
Espero de verdad que la disfruten, que se enamoren, que lloren mucho y sobre todo que se queden hasta el final.
Si quieren avances, noticias, booktrailer y demás me encuentran en mis redes.
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Con un super abrazo me despido.
Day.
CAPÍTULO 106. MÍAOcho meses después.La iglesia estaba hermosa. Mía, asomada por una rendija de la puerta semi abierta, miraba a los pocos invitados a su boda. Solo había venido la familia y algunos pocos amigos. no había prensa ni televisión ni más fotógrafos molestos que los que se encargarían de dejar evidencia de todas las bromas pesadas que sus tíos le harían esa noche a Leo en el banquete de bodas. Después de todo, no debía olvidarse que era una tradición de los hombre Di Sávallo interrumpir lunas de miel, esconder a las novias o dormir a los novios solo para molestar. Amor duro, le llamaban.—¡Uff! ¿Cómo se te ocurrió hacer esto hoy? —se quejó Sam, sentándose en uno de los sofás del saloncito donde Mía esperaba.—¡Es que ese bebé debi&oacu
Los ojos de Mía se humedecieron en un segundo. Le habría gustado voltearse, darle la espalda, controlarse por un momento, y sobre todo alejarse de él antes de decirle algo como aquello, pero Leo la tenía atrapada entre el espejo de Tocador y su cuerpo y era imposible escapar de ahí.—Nena, ya todo pasó… —le aseguró él levantándole el rostro y limpiándole las lágrimas con los pulgares—. Sé que va a pasar un tiempo antes de que te sientas bien del todo, pero tenemos que intentarlo, ¿si? Vámonos de vacaciones, vámonos a divertirnos y a olvidarnos de todo esto, Sam, Guido, tú y yo… en uno de esos barquitos hermosos de Santiago…Mía ahogó un gemido cuando escuchó ese nombre y Leo frunció el ceño al escucharla sollozar con más fuerza y apartar sus manos.—Mía &iques
La habitación estaba oscura, y todo estaba silencioso… demasiado silencioso. Al menos las protestas de Liam debían escucharse porque ya era hora de comer para él. Liam… —¡Liam! —se incorporó de golpe en la cama y el mareo la hizo sostenerse la cabeza con fuerza. Sintió un brazo pasar sobre su estómago y tirar de su cuerpo hacia atrás. —Liam está bien, amor. Ven acá. Mía sintió que su cuerpo andaba un pequeño tramo sobre la cama hasta que su espalda se pegaba a aquel pecho que tan bien conocía. Los brazos de Leo se cerraron a su alrededor, sentado y apoyado en la cabecera de la cama, la estrechaba manteniéndola rodeada con sus brazos y piernas. Ella era su pequeña prisionera hermosa. Durante un largo minuto Mía se quedó así, dejándose llevar por aquel sentimiento de quietud, hasta que pareció caer en cuenta de que no estaba soñando. ¡El secuestro de Massari no había sido una pesadilla y Leo…! ¡Leo no era un sueño esta vez!
—¡Mía! —Leo la alcanzó antes de que llegara al suelo, desmayada—. ¡Vaya! Esperaba otro recibimiento…La levantó en sus brazos y le pareció todavía más ligera que la última vez. La había extrañado tanto que dolía. La necesitaba, necesitaba su calor, sus besos, sus caricias. La apretó contra su pecho y la besó en la frente.Luego levantó la vista y el mar de emociones que se leía en los rostros de aquel cuarto fue increíble.Malena y Alessandro de una vez bajaron las armas y corrieron hacia él. Zolo levantó la suya para apuntarle a Massari y Archer solo movió un poco su posición para apuntarle a Anthea.Leo caminó con Mía hasta uno de los sofás y trató de recostarla, entre los abrazos de Malena.—¡Mijo! —lloró s
El mundo era frío, muy frío, y parecía que lo iba a ahogar de un momento a otro. Sería su piel erizarse y un zumbido insoportable en los oídos, su mano quiso cerrarse sobre algo pero apenas logró mover los dedos. Un sentimiento de impotencia y frustración lo invadió. Quizás algo de miedo había ahí también.Desorientado era poco para como se sentía. Pestañeó con dificultad e intentó abrir los ojos, pero los párpados le pesaban demasiado. De repente sintió una mano cerrarse sobre la suya y una voz muy cerca de su oído.—No abras lo ojos. —fue apenas un susurro, pero aun así pudo reconocer la voz de Guido. La había escuchado, riendo y molestando por los últimos nueve años, tendría que estar muerto para no reconocerla. ¡Un segundo…! Entonces no estaba muerto…—. Amigo, s&
Mía sintió el cañón de la pistola contra la nuca y trató de separarse un poco, pero un gruñido de aquel hombre fue advertencia suficiente. No la iba a dejar salir ilesa a menos que lo obedeciera, y realmente dudaba que incluso si lo hacía la dejaría viva. Al final estaba cortado por la misma tijera de Giordano y Anthea, y la compasión o la vergüenza no cabían en mentes como las suyas.—No vas a conseguir un solo centavo si me matas —dijo intentando entablar con él cualquier tipo de conversación que le diera la ventaja del tiempo, alguien tenía que darse cuenta…—¿Y quién dice que hago esto solo por dinero? —El hombre volvió a encañonarla y la empujó.Avanzaron por los pasillos oscuros y acristalados, hacia la única oficina que estaba totalmente iluminada. Alrededor la noche se había levant
Último capítulo