Victoria ha pasado tres años casada con Oliver, amando a un hombre que nunca ha podido corresponderle. Desde el inicio de su matrimonio, Oliver ha sido incapaz de dejar atrás su amor por Zoé, su antigua pareja, cuya trágica muerte lo dejó sumido en el dolor. Convencido de que Victoria tuvo algo que ver con el accidente que acabó con la vida de Zoé, Oliver la ha rechazado constantemente, viviendo en un matrimonio frío y distante. A pesar de sus esfuerzos por ganarse su afecto, Victoria se resigna a una relación sin amor, cargando con el peso de la culpa que nunca ha sido suya. Todo cambia cuando, finalmente, deciden divorciarse. Con la distancia que la separación les otorga, Oliver comienza a ver a Victoria bajo una nueva luz. La ausencia le revela sentimientos que nunca había reconocido, y mientras ella trata de seguir adelante con su vida, él se da cuenta de que quizá siempre estuvo equivocado. Ahora, Oliver deberá enfrentarse a sus propios demonios y descubrir si es demasiado tarde para amar a la mujer que siempre estuvo a su lado.
Leer más—Te daré el divorcio —respondió Victoria.
Oliver apretó con más fuerza la copa que tenía en la mano, mientras estaba sentado detrás de su escritorio, con el semblante duro. Había dejado sus diligencias para hablar con Victoria respecto al divorcio.
Sin embargo, y a pesar de que estaba esperando esa respuesta, aquella frase lo tomó por sorpresa. Un atisbo de asombro casi salió por el rabillo de los ojos de Oliver, pero enseguida supo cómo esconderlo a la perfección sin perder su semblante frio e indiferente.
Él estuvo reflexionando mucho en como surgieron los acontecimientos, en cómo llegaron a este punto y como Victoria pudo hacer cosas terribles solo para llegar a hacer su esposa. Algunas veces le costaba creer que fuera culpable de cada cosa que se le acusaba, pero tampoco podía poner en duda las palabras de los señores Solís.
Cada prueba estaba en su contra, y contra ello no había más que refutar, fue por eso que jamás tuvo consideración de Victoria.
A Victoria no le sirvieron de nada los años que estuvieron casados, solo la habían llenado de escenas humillantes y de violencia psicológica. Oliver seguía siendo firme ante el amor que proclamaba por Zoé, no se veía enamorado de nadie y menos de la mujer que la había asesinado.
Sus ojos se llenaron de desprecio al mirarla. Odiaba que Victoria estuviera tan tranquila siempre ante estas situaciones, que jamás demostrara su enojo o tristeza. Incluso cuando la humillaba lo hacía tanto que esperaba que ella reaccionara por una vez y le confesara lo que le hizo a Zoé, sin embargo ella nunca se salía de su papel.
Para Oliver, era como una muñeca de plástico, sin sentimientos ni corazón. ¿Como Victoria podía si quiera pensar que Oliver se enamoraría de ella? Era tan cualquiera como todas las demás mujeres a su alrededor. Solo buscando un hombre rico que le resolviera la vida a costa de su trabajo. Esa clase de mujeres incluso las despreciaba más que cualquier otra.
No esperaba que Victoria pudiera tener otro fin, alguna meta personal o profesional que no fuera meterse en su cama para tener hijos para él. Era por eso que Oliver no podía entender que Victoria simplemente le dijera que le daría el divorcio. Sin pelear nada, sin exigirle manutención.
Era realmente extraño.
Se preguntaba si todo esto era parte de un plan malévolo de Victoria, o si simplemente quería presentarse como la víctima. Como si quiera su mente diminuta podía pensar en algo tan bien planeado. Y es que todo el que la viera solo podía observar una mujer frágil y hermosa que necesitaba que protegieran.
Era verdad cuando decían que el diablo se disfrazaba de oveja, así era Victoria. Una perdición para cualquiera que estuviera cerca.
Oliver se decía una y mil veces que ella no tenía nada que le pareciera atractivo, era la mujer más horrenda que jamás haya visto. Cuando en realidad el tiempo hizo que se fijara un poco más en su silueta, lo hermosos que eran sus ojos y piel.
Él no quería pensar así de Victoria, por lo que cada vez que tenía oportunidad le decía lo horrenda que era y que ningún hombre se fijaría en ella. La realidad era distinta, cualquiera terminaría eternamente enamorado de aquella mujer.
Oliver se recordó así mismo que Victoria era una persona manipuladora que podía fingir ser buena cuando en realidad era la mujer más viciosa que había conocido en su vida. Su aspecto no tenía nada que ver con su interior.
Aun con esos pensamientos en la mente su respuesta le seguía incomodando. ¿Por qué? Hubiese querido saber la razón, pero decidió ignorarla mejor. No era prudente darle más vueltas al asunto, al menos no a este asunto.
Oliver se llevó la copa a los labios y tomó un sorbo de su alcohólica bebida. Necesitaba sentir el calor del líquido raspándole la garganta, necesitaba mantenerse cuerdo y no arrojarse ante Victoria y ser violento por todas las cosas que había hecho.
—¿Hay algo más que quieras hablar? —preguntó Oliver sin emoción.
Victoria levantó la cara lentamente. Todo este tiempo había permanecido con la mirada vaga en su alrededor. No quería ver a Oliver a los ojos o no soportaría su despedida. Esa que tantas veces retrasó con la esperanza de que él cambiara su percepción hacia ella.
Se preguntó una y mil veces que había hecho ella para ganarse tal desprecio de su parte. ¿En qué lo ofendió para que no pudiera ser amable al menos cuando ella se esforzaba por ser una buena esposa?
Victoria estaba tratando con todas sus fuerzas de ignorar aquel dolor agudo en su corazón, incluso estaba reteniendo las lágrimas que amenazaban por salir. Ella tenía el conocimiento del amor que Oliver sentía por su hermana, y jamás buscó ser el remplazo de Zoé, pero al menos deseaba que Oliver la tratara con respeto.
Para Oliver siempre había sido la mujer frívola que no siente nada, y por primera vez Victoria quiso que él tuviera la razón y la viera así en este momento. Estaba cansada de luchar contra viento y marea por un amor no correspondido. Tenía que ser prudente y aceptar que todo había llegado a su fin.
Victoria apretó los puños arrugando con ellos la exquisita falda de seda que llevaba puesta. Por tres años consecutivos aguantó desprecios y humillaciones con la esperanza de que tal vez Oliver la viera con otros ojos, después de esos años nada cambió.
Bueno, solo una cosa cambió, Zoé había regresado. Ese amor de la niñez de Oliver regresó. No sabían cómo o por que, cuando les dijeron que ella había muerto pero en realidad no fue verdad. Esa fue la primera razón por la qué Victoria aceptó casarse con Oliver. Todo era tan confuso para ella.
Victoria guardaba sus sentimientos porque incluso haciendo todo por agradarle a Oliver, él siempre creyó que ella lo hacía para que fuera más favorecida y sus padres tuvieran más apoyo de los Aguirre. En pocas palabras actuaba así por conveniencia.
Victoria decidió jamás decirle su secreto. Que ella era aquella niña del bosque que él salvó. Así sus sentimientos morirían con ella. A pesar de todo lo que sufrió a manos de la familia Aguirre y más del propio Oliver, Victoria deseaba que fuera feliz.
Y si esa felicidad estaba con su hermana no podía ser egoísta e interponerse. Victoria les deseaba un feliz futuro y esperaba que ella pudiera encontrar un amor que la interpusiera ante todo como lo hizo Oliver con Zoé.
—Eso es todo. —Victoria respondió tragando el nudo en su garganta.
Había tantas cosas que decirse, tantas cosas que querían que el otro supiera y respondiera, sin embargo, ninguna de esas frases fue dicha.
En los últimos tres años Oliver no se molestó en hablar con su esposa, ¿por qué ahora tendría que empezar a hacerlo? Lo veía innecesario.
Ahora lo que Oliver buscaba era hacerle pagar a Victoria todo lo que le hizo a Zoé.
Zoé tuvo que sufrir en el extranjero. Sin nadie que la cuidara por un accidente que la misma Victoria causó y que casi la lleva a la muerte. Eso no podía quedarse sin castigo.
Recordó como Zoé le contó todo lo que pasó sola en aquel lugar y sus rehabilitaciones, pero lo peor no era solo eso, si no que a causa de aquel accidente Zoé se había quedado estéril sin la posibilidad de ser madre y darle hijos a Oliver.
Era una venganza que Oliver jamás podría olvidar. No sabía cómo ni cuándo podría atacarla. Matarla sería muy sencillo para él, pero eso no buscaba, quería que sufriera, que lo hiciera mucho más de lo que Zoé lo había hecho.
En la mente de Oliver se borraron todas las escenas donde Victoria trató de ser amable o buena esposa con él, repitiéndose una y mil veces que era la culpable del accidente de Zoé. Una mujer capaz de algo tan atroz no podía ser buena de corazón.
Una mujer que era capaz de mandar a matar a su propia hermana para casarse con su novio y pertenecer a una buena familia, en busca de lujos y dinero, no debía ser buena. Oliver no comprendía por que Victoria no se mostraba tal cual era de una vez por todas, por que seguía fingiendo.
¿Por que no ponía las cartas sobre la mesa y confesaba todo lo que hizo? Acaso... ¿Quería seguir esta farsa hasta que no pudiera más?
El cinismo de Victoria no tenía limites, de eso estaba seguro Oliver. Pero no la dejaría ir así tan fácil, eso lo podía jurar. Iba a destruirla hasta que ella misma suplicara por su muerte.
Victoria iba a desear jamás haberse enamorado del novio de su hermana, un hombre prohibido para ella. Aquel que no la voltearía a ver, así fuera la ultima mujer sobre la tierra, o tal vez solo el odio y todo lo que le habían dicho en contra de ella, cegaba lo que realmente llegaba a ver en Victoria.
Oliver llegó a la conclusión de que este sería un final inevitable.
César entró de nuevo en la habitación, su mirada llena de preocupación y tensión. Se acercó a Victoria con cautela, sabiendo que cualquier cosa que dijera o hiciera en ese momento podría afectar su frágil estado.Ella aún se encontraba ausente, aunque quisiera olvidar el tema, era evidente que no sería así y a pesar de que le incomodaba la situación, no podía ignorar que Victoria había recordado y eso era un gran avance para su situación—Victoria, ¿qué recordaste? —preguntó con cuidado, tratando de no mostrar su nerviosismo.Victoria apartó la mirada de él.—Recuerdo... recuerdo a Oliver —dijo en voz baja, apenas un susurro—. Pero no estoy segura de lo que pasó... es todo muy confuso.César sintió una punzada de celos y preocupación al escuchar el nombre de su hermano. Sabía que Victoria y Oliver habían tenido una historia complicada, pero nunca había esperado que esos recuerdos volvieran a atormentarla de esta manera.—Victoria, yo soy tu esposo —dijo con suavidad, tratando de calma
Oliver abrió sus ojos en demasía. Era sorprendente como a pesar de que no sabía quién era, podía reconocer que él no era César, a pesar de que no recordaba nada, aun tenía la capacidad inconsciente de diferenciarlos.Oliver tomó aire profundamente, consciente de que tenía que ser honesto pero también cuidadoso con sus palabras.—Soy Oliver, el hermano de César —dijo, mirándola directamente a los ojos—. He estado ayudando en la búsqueda y rescate. Lamentablemente, nuestra familia ha pasado por muchas dificultades, pero estamos aquí para apoyarte. No estás sola en esto.Victoria lo miró fijamente, tratando de discernir la verdad en sus palabras. Curiosamente se sentía un poco más familiarizada con Oliver.—Es difícil saber en quién confiar —murmuró—. Todo es tan confuso.Oliver asintió, comprensivo.—Lo entiendo, Victoria. Lo único que te puedo pedir es que nos des una oportunidad para demostrarte que estamos aquí para ayudarte. No queremos nada más que tu bienestar y el de tu hijo.Vic
—¿Cómo esta ella? —Oliver preguntó.César soltó un suspiro y se sentó en una de las sillas de la sala.—Físicamente esta bien. Dijo el doctor que sufrió un accidente, el cual provocó el nacimiento prematuro de nuestro hijo. Aunque él está bien, Victoria perdió la memoria. Ellos aun no saben si es temporal o definitiva. Pero tengo miedo hermano, no sabes como me duele verla a los ojos y notar que no hay nada para mí. Soy un total desconocido para ella.Oliver se acercó a su hermano y le puso una mano en el hombro, tratando de ofrecerle algo de consuelo.—Lo siento, César. No puedo ni imaginar lo difícil que debe ser para ti. Pero tenemos que ser fuertes, tanto por Victoria como por el bebé. Lo importante es que están vivos y ahora podemos trabajar juntos para ayudarla a recuperar sus recuerdos.César asintió, aunque el peso de la situación aún lo oprimía.—Lo sé, pero es tan frustrante. Todo lo que hemos pasado, todo lo que hemos luchado, y ahora parece que estamos de vuelta al princip
César, quien había escuchado el disparo desde dentro de la casa, salió corriendo y vio a su hermano en el suelo. Corrió hacia él, ayudándolo a levantarse.—Oliver, ¿estás bien? —preguntó César, con preocupación en su voz.César miró hacia la salida de la cochera, un auto se alejaba a toda velocidad.—Es... es nuestro padre, César. Leonardo ha estado detrás de todo esto —dijo Oliver, con la voz quebrada.César quedó atónito, tratando de procesar lo que acababa de escuchar. Sin embargo, no había tiempo para quedarse en shock.—Vamos, tenemos que detenerlo —dijo César, ayudando a Oliver a ponerse de pie y corriendo hacia la parte trasera de la propiedad.Los agentes de policía también se desplegaron, rodeando la casa y dirigiéndose hacia la dirección en la que Leonardo había huido. Mientras tanto, Victoria, aún conmocionada pero segura con los agentes, miraba la escena con una mezcla de miedo y incertidumbre.Una patrulla condujo detrás del auto que estaba huyendo. César aunque quería ir
Cuando César y Oliver llegaron a donde se supone estaría Victoria, ya era de noche. Se estacionaron frente a una casa poco llamativa, y todo se encontraba oscuro.No sabían si realmente era el lugar correcto, pero todo indicaba que sí, por lo que tenía que averiguarlo.—El seguro del auto nos dio acceso al GPS por ser un asunto de secuestro, pero las posibilidades de que se hayan desecho del rastreador es muy alta. Antes de adentrarnos a buscar, deberíamos de esperar a los agentes. —Oliver trató de razonar con su hermano, Ya que la ultima vez que actuaron por su cuenta casi terminan muertos.Sin embargo, Oliver se le olvidó lo obstinado que era César cuando se trataba de Victoria.César miró a Oliver con determinación.—No voy a esperar más, Oliver. Cada segundo cuenta. Si están aquí, no puedo arriesgarme a que se escapen de nuevo —dijo con firmeza.Oliver suspiró, sabiendo que intentar detener a su hermano sería inútil. Así que asintió y decidió apoyarlo, aunque preferiría esperar a
El hombre llegó rápidamente a su casa junto con Victoria. Al llegar, varios de sus hombres ya lo estaban esperando con una maleta preparada. Habían planeado meticulosamente cada detalle para asegurarse de que nadie, ni César ni Oliver, pudiera encontrarla y alejarla de su lado.—Victoria, necesitamos cambiar de lugar inmediatamente. Es por tu seguridad —dijo él, sacando la maleta del coche.Victoria lo miró con desconfianza, aún sintiendo que algo no encajaba en todo esto, pero su amnesia la dejaba sin otra opción que seguirlo.—¿A dónde vamos? —preguntó, tratando de mantener la calma.—A un lugar donde nadie podrá encontrarnos. Confía en mí, es lo mejor para ti y nuestro hijo —respondió, tomando su mano y guiándola hacia la casa.Dentro, el ambiente estaba cargado de tensión. Los hombres del misterioso individuo movían las cosas con rapidez, preparándose para la partida. Victoria observó todo con una mezcla de miedo y confusión. Su mente seguía intentando encajar las piezas de su mem
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