La tensión en el pecho de Oliver se intensificó, apretando sus puños mientras enfrentaba la realidad de sus decisiones.
Había dado la orden de extraer toda la sangre necesaria de Victoria para salvar a Zoé, incluso a costa de poner en peligro la vida de su aún esposa.
El conflicto interno de Oliver se manifestaba en la pregunta que lo atormentaba: ¿Estaba actuando mal al poner en riesgo la vida de Victoria para salvar a Zoé?
Aunque Oliver se percibía a sí mismo como un hombre despiadado, capaz de hacer lo que fuera necesario para lograr sus objetivos, Victoria parecía ser una excepción.
Algo lo detenía de ser totalmente cruel con ella, y ese algo resonaba en sus pensamientos, desafiando su percepción de sí mismo y de las acciones que estaba tomando en ese instante.
Sin embargo, la pregunta persistía: ¿Por qué no podía simplemente eliminar a Victoria de su vida? Ni él mismo podía responder esa pregunta.
Aunque el odio fuera una fuerza impulsora poderosa, algo lo detenía de tomar medida