Liliana Mars cumple dieciocho años, y ya no puede permanecer en el orfanato donde creció, ella tiene la instrucción de ir a vivir con su benefactor, un hombre intrigante a quien le debe su apoyo desde hace años, y del que no conoce su nombre, sin embargo, cuando llega a su encuentro recibe el nombre de Demian House, un misterioso y seductor hombre que la quiere obligar a ser su esposa, él parece dispuesto a tentar su alma pura, sin embargo, Demian parece ser el demonio de sus peores pesadillas, con terribles secretos que la atan a él, aunque sus labios parecen elevarla al cielo sublime, ¿Podrá resistirse a su amor? ¿O caerá rendida en sus brazos?
Leer más—Quiero que te cases conmigo, quiero que seas mía, Liliana —él sonrió, ella pudo ver un rastro de malicia en su gesto.
Los ojos de Liliana se abrieron enormes al escuchar esas palabras.
La luz del fuego de la chimenea iluminó el rostro de Demian, Liliana pudo ver ese rostro en esplendor, ¿Él era su tutor? Imaginó a un joven como ella, al menos eso le hicieron creer sus cartas.
Ese hombre no era viejo, a decir verdad, rondaría los treinta años según su idea, era muy atractivo; cabello oscuro, ojos castaños y brillantes, mentón cuadrado, un perfil casi de Dios griego, y una pinta salvaje que lo hacía insuperable.
Se alejó tanto como pudo, tragó saliva, su cuerpo temblaba de miedo, de impotencia.
Nunca esperó que él, su tutor, dijera algo así, lo tenía en gran estima, creyó que era bueno, ahora sabía que estaba en manos de alguien diferente a quien siempre pensó.
—¡Jamás seré suya! ¿Para esto me ayudó? Para esperar que le pagará como si fuera una ¡mujerzuela! —exclamó con rabia en sus palabras.
Demian sonrió, su mirada era tan penetrante y cínica que ella no pudo soportarlo más.
Liliana abofeteó el rostro de Demian, por un impulso incontenible, él se quedó impactado de que su carácter fuera tan fuerte, tocó su mejilla, al segundo en que hizo una mueca de burla que lo hizo repudiarlo de nuevo.
Ella intentó irse, pero él la detuvo tomando su brazo con fuerza.
—Me debes todo lo que eres, Liliana, ahora eres mía.
—¡No soy tu propiedad! —sentenció.
Ella se soltó de su agarre, salió de prisa.
Liliana intentó escapar, pero la puerta de la mansión estaba cerrada con llave, se sintió asustada, ahora sabía que ese hombre no hablaba en broma, que no podía tomar sus palabras a la ligera.
Ella vio detrás, observando a Demian venir hacia ella.
—Sígueme, Liliana, te mostraré tu habitación.
Liliana estaba temerosa.
—¡Déjame ir! ¡No soy tuya, no me compraste! Déjame ir, o llamaré a la policía.
Ella intentó correr a buscar su teléfono, pero sintió como ese hombre la tomó en sus brazos, como si fuera un pequeño bebé, la llevó consigo.
Liliana no pudo escapar, pataleaba, gritaba, más nadie parecía ser capaz de escucharla, se sintió como en una cruda pesadilla.
Él subió la escalera, y abrió la primera puerta, Demian House llevó a la chica hasta la cama, la puso ahí.
Ella lo miró asustada, se hizo hacia atrás, para poder huir de su poder, gateó, pero sintió como ese hombre haló sus tobillos, provocando que volviera a su alcance, Demian se puso sobre ella.
Liliana sintió su cuerpo pesado, y su aliento cálido sobre su rostro, miró sus ojos, tuvo terror, ¿Quién era esta bestia salvaje que quería poseerla?
—¡Aléjate! —exclamó con desespero.
—Escúchame bien, Liliana, ¿acaso no hice lo que pediste? ¿No salvé a tu querido amiguito? ¿o quieres que tu querido Carlitos se quede con esa madre horrible?
Liliana le miró con temor.
—¡Eres malo! Nunca seré tuya —dijo casi llorosa.
Demian estaba sorprendido de su mirada, Liliana lo miraba con odio, podía verlo brillar en sus ojos.
De pronto, sus manos acunaron su rostro, besó sus labios, no pudo evitarlo.
Liliana sintió ese beso que quería apremiar, lo empujó con fuerzas, y se alejó de él. Se puso de pie.
—¡Aléjate! —gritó
Ella tomó un florero de cristal, lo amenazó.
—No te acerques —sentenció ella.
—Piensa en lo que harás, Liliana, de lo contrario, si vuelves a rechazarme, entonces, debes saber que, Carlitos no será salvado, no olvides todo lo que hice por ti, por las buenas puedes obtener lo que quieras de mí, pero por las malas, te aseguro que no querrás conocerme —su voz era tan severa, que sonó a una cruel amenaza.
Ella le miró asustada, se quedó callada.
Demian salió de ahí, cerró la puerta con llave, ella lo escuchó, corrió y tocó la puerta al darse cuenta.
Intentó abrir, pero no pudo, golpeó la puerta, frustrada, las lágrimas corrieron por su rostro, ahora estaba secuestrada por un lunático.
«¿Cómo llegué hasta aquí? Pensé que era mi tutor, que me apreciaba, parece que se ha convertido en un monstruo, me trajo engañada, durante dos años vio por mí, pagándome los estudios de colegio, enviando libros, dijo que sería una gran profesionista, que podría cumplir mis sueños, ahora los destroza porque quiere que sea su mujer, ¿Cómo pudo cambiar tanto? ¿o acaso es una trampa?», Liliana cayó de rodillas, sollozó, miró las cartas en su maleta, que ya estaba ahí, al abrir la última leyó su sobrenombre, “Lord Blue”, era el único nombre con que conocía a su tutor, ahora sabía su nombre real, Demian House.
Demian House caminó por la mansión, se sentía un león enjaulado, quería volver a ella, volver a besar sus labios, estaba obsesionado con su amor desde hace años. Estaba seguro de que eran almas gemelas destinadas a amarse, porque ella salvó su vida en el pasado, sin embargo, su desprecio no pareció gustarle.
—Ella debe ser mi esposa antes de que descubra la verdad, o entonces, la habré perdido —dijo, estaba desesperado por su amor.
Demian sirvió una copa de vino, salió al jardín, y cerró la puerta para que ella no escapara.
Respiró el aire fresco.
Liliana se levantó, tomó un abrigo y el poco dinero que tenía ahorrado.
Se armó de valor, luchó contra el seguro de la ventana, y por fin, pudo abrir, miró el gran árbol frondoso.
Miró hacia abajo, debía brincar del balcón al árbol, y trepar hasta escapar de ahí, no era difícil, ella era buena escalando árboles, solía correr fuerte, no se permitía ser la damisela en apuros, intentó hacerlo, solo quería escapar de las garras de ese monstruo al que temía.
Sin embargo, no previó que ese tronco fuera tan débil.
Demian pensaba en lo que hacía, no se sentía convencido de su actuar, su vida siempre fue un riesgo, está era su última oportunidad de ser feliz con la mujer que amaba, no dejaría ir a Liliana Mars, escuchó el crujido de ramas, miró a la copa del árbol, sus ojos se abrieron grandes, algo caía, justo encima de él, ¿era un animal? No, cuando visualizó a su Liliana que caía a toda velocidad, lanzó un grito, corrió con fuerzas, hasta atraparla para que no cayera al suelo.
Liliana cerró los ojos, esperaba el golpe final, abrió los ojos al no sentir dolor, se encontró en los brazos de ese hombre.
—¡Te llevaré con Liliana! Pero, ¡no me mates! —exclamó Alana Tessa le miró incrédula. —¡No! —gritó Tessa. Alana manejó, sabía que si se detenía ese hombre iba a matarla, tuvo mucho miedo. —¡Usted sabía que Demian mató a mi padre! ¿Lo calló? Tessa le miró asustada, negó. —¡Él no hizo eso! —¡Claro que sí! Ahora lo mataré, y me llevaré a mi Liliana conmigo. Alana no pudo decir nada, tenía pavor. Tessa sollozó, estaban camino a la mansión Vicent. Liliana estaba en la habitación, estaba agotada, Demian estaba ahí, cuidándola. Marina entró y los vio. —Llevaré a las niñas a la fiesta de su amigo, será en un jardín cercano, ¿puedo llevar también a Carlitos? También llevaré a Diego. —Vale, gracias, Marina —dijo Demian. Ella sonrió. Fue con los niños y el chofer, envió un mensaje a Demetrius diciéndole que iría a la fiesta. Demetrius llegó solo unos minutos después, entró en la casa. Cuando llegaron a la mansión no encontraron problemas en entrar. —Si dices una sola palabra, vo
Lawrence llamó a una ginecóloga, estaba afuera de la habitación, la doctora revisaba a Liv. Su madre lo observó, estaba muy molesta. —¿Qué significa esto, Lawrence? Dime si lo que Rentada dijo es verdad, ¿el hijo que espera esa joven es tuyo? —Es mío. Su madre le miró perpleja. —¡Dios mío, Lawrence! Debes hacerte cargo de ese bebé, no puede crecer sin un padre, no puede tener tu mismo destino, debes casarte con ella, no puedes negarle tu amor. Lawrence bajó la mirada. Su madre se alejó de él. Sin embargo, le informaron que había un hombre que la buscaba, la mujer se encontró con Demetrius Vicent. —¿Usted aquí? —Por favor, quiero hablar no con su hijo, sino con usted. Ambos deambularon por el jardín, hablaron. Ella le contó toda su verdad. —Entonces, mi padre fue un hombre infiel, y mi madre, la mujer que con descaro lo hizo. —No lo sé, solo puedo hablar desde mi perspectiva, antes guardé rencor, pero ahora no lo hago más, Alana y yo cometimos errores, padecí de mis errore
Alana hundió la mirada, fue suficiente para que Demetrius supiera la verdad, que era cierto. —Madre… —Demetrius, ese es solo un bastardo. —Pero, es el hijo de nuestro padre, y merece lo que le has robado —sentenció Demian al entrar Alana le miró incrédula. —Hijo… —¿Enviaste a Lawrence a un orfanato? La mujer le miró, se puso muy nerviosa. —¡Su madre intentó matarnos! ¡Fue su culpa que tú enfermaras! —Mentira, sigues mintiendo, Alana, sabes bien lo que hiciste, Lawrence nos dijo todo, que huías porque habías lastimado al hijo de la esposa de tu amante, por eso es que ella te perseguía, ¡es que, si yo hubiese estado en su lugar, te hubiese acabado! Alana tragó saliva. —Ella miente. —No miente, yo no creo en ti, y te advierto, pobre de ti, que estés inmiscuida en lo que hizo Liv. Alana le miró frustrada, salió de prisa, alejándose de él. —Demian, has sido muy duro —dijo Demetrius Demian negó. Al día siguiente. La ginecóloga vino a revisar a Liliana, dijo que estaba bien.
—¡¿Qué estás diciendo? ¡Qué estás diciendo? —exclamó Demetrius y se le fue encima como si fuera un animal salvaje Marina y Renata gritaron, pero Demian fue quien detuvo al hombre. —Basta, ¿de que estás hablando, Lawrence? El hombre tenía una sonrisa pícara en el rostro. —Soy un Vicent, soy su hermano, lo quieran o no creer, así que me vendí las acciones a mí mismo, a mi empresa, ¿Por qué lo hice? Porque se lo merecen, porque yo lo merezco, ustedes han tenido por años todo lo que era de mi padre, ahora yo tomó lo que es mío. —¿De que estás hablando? ¿Qué hermano? ¿Qué tonterías hablas? —exclamó Demetrius incrédulo. —háblalo con la mujerzuela de tu madre. Demetirus seguía reacio a no creer, y a golpearlo, pero Demian que no se dejaba afectar por insultos lo contenía. —¡Mientes! Te voy a llevar a juicio por esto. —Hazlo, yo también lo harè, quiero mi dinero, él que me pertenece por ser un Vicent. Pregúntale a tu madre, ella sabe que soy un Vicent, ella es una rompe hogares, y se
Liv tenía ojos cubiertos de llanto, negó. —¡Es mentira! Yo… lo siento, ella me está obligando a decirlo. Los ojos de Liliana se abrieron enormes, mirò a Alana con incredulidad, casi con horror, ¿Cómo podía esta mujer ser la madre de su esposo y al mismo tiempo ser tan cruel? —¡¿Qué dices pequeña m*****a mujerzuela?! ¡No le creas, Liliana! —exclamó Alana—. Ella me dijo con claridad que se metió en la cama de tu marido una noche después del trabajo, ella es una mentirosa. Liv sollozó, gritó —¡No es cierto! Usted odia por odiar a Liliana, pero yo ya no quiero esto. Alana abofeteó a la mujer, le lanzó unos golpes al rostro, mientras la chica gritó. Liliana dio un paso atrás, sintió un cólico fortísimo, y se quejó. Una empleada llegó. —¡Señora, debe ir a recostarse! —¡Llama al médico, tengo dolor! ¡Mis hijos! Llamen a mi marido. La empleada tomó de la mano a Liliana, la hizo subir la escalera con lentitud, mientras Liv y Alana la miraban irse. Cuando la mujer ya no estuvo en su
Liv temblaba, negó. —¡No puedo hacerlo! —¡Lo harás! No olvides que tienes una deuda conmigo —dijo y se acercò, pellizcó su mejilla, ella le mirò con ojos llorosos. —¡Por favor…! —Si no lo haces, inventaré algo sobre ti, te enviaré a prisión, ¿quieres eso? Liv negó. La mujer saliò y ella escuchó como cerró la puerta con llave, Liv quiso gritar, pero su vientre dolió, fue al baño retorcida de dolor, y vomitó. Estaba lívida, supo que no tenía otra opción, ninguno de los Vicent la ayudarían, menos sus esposas, cuando Alana se pusiera contra ella. «Es una mujer tan mala, ¿Por qué papá la amó tanto, incluso más que a mamá y a mí?», pensó con tristeza, recordando cuando su padre amaba a esa mujer, y ella podía notarlo. Alana bajó y encontró a Demetrius, ya tenían todo listo, irían a Santa Mónica para revisar un contrato con un cliente. —Madre, ¿y Liv? —Hijo, lo siento, Liv se siente muy mal del estómago, ella no podrá viajar, deben irse sin ella. —¿Necesita un médico? La mujer di
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