El Error Dulce del Millonario ¡Su Chef Está Embarazada!

El Error Dulce del Millonario ¡Su Chef Está Embarazada!ES

Romance
Última actualización: 2025-11-17
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Resumen
Índice

Brielle León deja su pueblo para convertirse en chef, sin imaginar que una serie de malentendidos la llevarán a cruzarse con Aleksander Lennox, un hombre arrogante marcado por traiciones del pasado. Años después, cuando por fin su vida parece encaminarse, la tragedia golpea: su mejor amiga Antonia muere al dar a luz, dejando a sus dos hijas en manos de Brielle. Decidida a honrar su promesa, Brielle vuelve a San Andrés para salvar a las niñas, pero descubre que solo podrá adoptarlas si está casada. El destino la obliga a un matrimonio de conveniencia con Aleksander, el último hombre con el que habría imaginado formar un hogar. Pero hay un secreto que lo une todo: durante su tratamiento de fertilización, la clínica cometió un error y Brielle terminó recibiendo el esperma de Aleksander sin saberlo. Ahora, atrapados entre un matrimonio impuesto, dos niñas huérfanas y un bebé que los conecta más de lo que creen, Brielle y Aleksander deberán enfrentar el pasado… y descubrir si del dolor puede nacer una familia real.

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Capítulo 1

1: Una triste despedida

—¿Realmente es necesario que te vayas? —ella tomó mis manos mientras lloraba —. Comprendo que vivimos en medio de la nada, pero aquí tienes tu hogar.

—Entiende, cariño, si sigo aquí voy a morir en medio de la nada —sequé sus lágrimas —. No podemos quedarnos estancadas solo porque aquí nacimos, hay que abrir las alas y volar; recuerda algo, nuestro límite es el cielo.

—Pero Brielle —ella hizo una pausa —. ¿Sabes qué? Realmente te voy a extrañar mucho, eres mi única y mejor amiga. 

—No me estoy yendo para siempre, créeme que vendré de visita una vez que logré estabilizarme en la capital —la abracé y le di un beso a la bebé que cargaba —. Por favor, cuida a esta preciosura. Si tienen algún problema, tanto tú como tu marido me puedes avisar sin ningún problema.

—No te preocupes por nosotros, estaremos bien y tú trata de triunfar por lo alto en la capital. Estoy segura de que lograrás alcanzar tu sueño de ser la mejor chef de todo el mundo.

—Eres una exagerada, bueno, cariño, tengo que irme —tomé mi maleta —. El bus no debe de tardar y no es conveniente que lo pierda, porque el siguiente sale hasta mañana en la madrugada.

El bus pasó a los escasos minutos que me despedí de Antonia, miré como ella me decía adiós y la polvareda se levantaba frente a mi ventana, el pueblo de San Andrés era un rincón que nadie conocía y que probablemente ni siquiera se mostraba reflejado en el mapa, justo por eso tomé la decisión de irme de aquí para empezar en la capital y cumplir mi sueño de ser una chef.

***

—Señorita —habló el chófer —, ya hemos llegado a su destino, por favor bájese que tengo cosas más importantes que esperar que despierte de su sueño de belleza.

—Debe ser un poco más amable —gruñí enfadada —. Sabe perfectamente que el viaje es demasiado largo y es lo más normal quedarse dormida.

—Sí, sí, sí, como diga, —él tomó mi maleta y me sujetó muy fuerte —. No tengo tiempo de estar lidiando con personas como usted, ahora largo de aquí y deje de fastidiar.

Me arrojaron del bus sin ninguna consideración y me terminé por caer, haciendo que mi pie se doblara con el impacto. En pocos minutos lo tuve tan inflamado que de milagro podía caminar. Estaba sentada en una banqueta cuando miré de lejos que unos tipos estaban asaltando a un hombre mayor. Me sentí tan molesta por esto que poco me importó salir corriendo en su defensa.

—¡Hey! —grité muy fuerte —¡Dejen a ese señor, par de abusivos! ¡POLICÍA! Necesito a la policía, ¡Aquí están asaltando a un señor! 

Los ladrones al ver el escándalo que arme salieron corriendo pero con la mala suerte de que le sacaron al señor su billetera y lo golpearon dejándolo inconsciente, no iba a permitir que se salieran con la suya así que miré una moto a la disposición y tenía pegada las llaves, me subí en ella sin dudarlo.

—Si logré domar aquel burro, podré manejar esta moto —dije decidida —¡Voy por ustedes malnacidos rateros!

Encendí la moto y arranqué, un grito muy fuerte fue ahogado por la velocidad en la que iba, los ladrones al verme en el vehículo de dos ruedas se asustaron demasiado e intentaron huir pero no pudieron hacerlo ya que los atropellé y terminé estampada en un poste de luz.

—Esto no es como domar un burro —dije con la cabeza dándome vueltas —es peor manejar moto.

Narra hombre

Estaba en mi casa cuando recibí una llamada del hospital, me informaban que mi papá había sido asaltado y estaba inconsciente.

—Llegó enseguida, por favor díganme en qué hospital lo tienen —hice una pausa —perfecto, no demoró.

Colgué y me fui directo al hospital, al entrar al cuarto miré que él permanecía inconsciente pero los doctores me aliviaron al decirme que no tenía nada serio.

—El señor Lennox solamente se encuentra cansado, ya es un hombre de edad y necesita descansar pero lo conocemos lo suficientemente bien como para saber que no dejará su puesto con facilidad.

Me quedé en el hospital todo el tiempo necesario, en el momento que me di cuenta que tenían a una de las tres personas que le había hecho daño intenté ir pero no pude hacerlo debido a que la prensa llegó.

—Joven amo Aleksander, su novia nos ha informado que se encuentra embarazada pero que cuando usted le dijo tal cosa inmediatamente rompió con ella, ¿Qué tiene que decir al respecto? ¿Qué está haciendo en este hospital? ¿Acaso planea hacer que ella aborte?

—¡Largo de aquí! ¡Alguien que llame a seguridad de inmediato!

La seguridad llegó a sacar a la prensa y me lancé en el sofá que ofrecía el cuarto de mi papá, tenía que resolver este asunto, no sabía si ese bebé era mío, al final me había asegurado de usar preservativo en las tres ocasiones que tuve sexo con esta persona.

—No puedo creer que hicieras tal cosa Elena —hablé por celular —te pedí solamente una prueba de ADN y nada más, no creo que esa criatura sea mía y punto.

—No tienes idea con la persona que te has metido, pienso llevar esto a juicio y alargarlo demasiado, me encargaré de hundirte en lo más profundo.

—Te vas a arrepentir de esto y me voy a asegurar de ello, ya estoy cansado de estar con estás cosas y de que solamente te interese el dinero que te puedo dar, no eres más diferente que una prostituta fina que se vende como mercadería de primera cuando la realidad es completamente otra.

Narra Brielle

Lo siguiente que miré fueron dos señores acercándose a mí y luego de eso todo se volvió negro. Empecé a abrir mis ojos lentamente y miré un techo completamente blanco, al ver la ropa que tenía puesta era una bata completamente blanca y la luz estaba tan fuerte que me estorbó.

—Ay Dios mío, pero si es que me encuentro muerta —grité muy fuerte —genial, eres todo un caso Brielle, vienes a perseguir tus sueños y lo único que consigues es encontrarte con la muerte directamente. 

La puerta de este sitio tan luminoso se abrió, ahí entró un anciano que llevaba una bata blanca y se miraba con unos cuántos siglos encima.

—¡San Pedro! ¿Por qué el cielo me ha hecho esto? No soy una mala persona y justo cuando tomé la decisión de salir de San Andrés deciden mandarme a la muerte, estaba en la plena flor de la juventud, al menos hubieran esperado que perdiera mi virginidad para no pasar preguntándome por toda la eternidad qué es lo que se siente.

En el momento que iba a llevar mis manos a mi rostro fue que solo una de ellas pudo hacerlo y la otra se detuvo a mitad de camino, le pedí a San Pedro que me soltará y que me permitiera llorar pero pude ver de reojo que él se encontraba en ese sitio. Miré lo que me impedía mover mi mano y ahí se encontraba una esposa atada a mi muñeca, todo se volvió confuso sin embargo no demoré mucho tiempo en llegar a la evidente conclusión.

—¿No estoy muerta? —el supuesto San Pedro negó —entonces eso quiere decir que usted no es la persona que dije que era, puede ser tan amable de explicarme qué es lo que está pasando y porque tengo este objeto en mi muñeca.

—No soy San Pedro sino el doctor que te está revisando, te encuentras así porque eres cómplice de los ladrones que intentaron robarle al señor Lennox y también por haber robado una motocicleta para huir con ellos —él iluminó mis ojos con una lámpara —¿Cómo te sientes? ¿Tienes dolor de cabeza? ¿Náuseas? ¿Sabes cómo te llamas?

—Quite esa lámpara de mi vista —la hice a un lado —pensé que estaba en el cielo porque la luz es muy fuerte, ahora que me preguntó si tenía dolor de cabeza y náuseas le iba a decir que no pero al final sí me dió, espero que no me pregunté si estoy embarazada y de repente salga una barriga de ocho meses, no creo que se repita el milagro de que una virgen salga en cinta en pleno siglo 21, me llamo Brielle León. 

—Tienes una contusión cerebral leve, por esto es que la luz te estorba y presentas esos síntomas que son comunes. Bueno, te dejaremos en observación al menos toda la noche y ya mañana te daré de alta si todo sale bien, respecto a tu tobillo todo se encuentra bien, solamente era una fisura y con reposo podrás recuperarte perfectamente.

—¿Qué va a pasar conmigo? —hablé asustada —escuche doctor, no soy una ladrona o de lo que se me está acusando, mire mis ojos y se va a dar cuenta que en mí no hay nada de eso. Solamente tengo mala suerte, lo que quería hacer con ese señor es…

—Detente muchacha —él levantó su mano y me interrumpió —conmigo no es con la persona que debes de hablar sino con la policía, mi interés es tu estado de salud y nada más.

El doctor salió y casi al instante entró un oficial muy alto, él me miró de una manera que sentí como que no había nada debajo de mí y que caería a un hueco muy hondo; todo mi cuerpo se hundió en la camilla que era tan cómoda pero que no me importaba tanto dadas las circunstancias, tomé la sábana y me cubrí con ella.

—Usted tiene derecho a guardar silencio. Cualquier cosa que diga puede y será usada en su contra en un tribunal de justicia. Tiene el derecho de hablar con un abogado. Si no puede pagar un abogado, le será asignado uno a costas del Estado. ¿Entiende usted estos derechos? Espero que así sea, los cargos son bastante serios y creo que sería una buena idea que contrate un muy buen abogado porque se metió con la persona equivocada, el señor Lennox es un hombre muy querido y respetado por aquí, tiene un equipo de defensa impresionante.

—¡Yo no hice nada! —di un brinco en la camilla y mis lágrimas estaban al borde de mis ojos —ni siquiera sé quién es ese señor Lennox del que hablan, vengo de un pueblo muy sencillo y capaz que ustedes no conocen porque es por donde Judas fue a tirar las botas; miré un anciano ser atacado por dos ladrones y fue que tomé la moto que estaba a la disposición pensando que era una buena idea pero no lo fue, no es lo mismo andar en ese vehículo que en burro.

—No me interesa nada de lo que dijo, cuando el señor Lennox despierte estoy seguro que la va a reconocer como la cómplice de sus asaltantes y créame que lo de la moto destrozada va a ser el menor de sus problemas.

El policía se fue y me puse a llorar, genial, solo quería salir de San Andrés pero justo me tiene que pasar esto.

—¡No, no puedes romperte en este momento! Todo se va a aclarar y definitivamente ese oficial orangután va a tener que disculparse por lo que me está haciendo, no es justo.

—¡No lo voy a hacer! — él abrió la puerta y me miró con las cejas levantadas — además no le faltes el respeto a la ley, así seas inocente jamás te pediré disculpas.

Di un grito fuerte debido al susto y me refugié en la sábana, debido al viaje junto con todos los disparates que habían pasado no tardé en quedarme dormida. Al día siguiente me desperté más descansada, todos los recuerdos de la noche anterior vinieron a mi mente y en el momento que moví mi brazo sentí un dolor atravesar la zona de mi muñeca.

—Muy bien —el doctor entró —has pasado la noche estable, te daré de alta y saldrás de aquí.

—Doctor —lo miré suplicante —por favor dígame que ya podré irme a otro sitio que no sea la prisión, realmente soy una persona inocente.

—Lo siento mucho pero eso es algo que no te puedo responder, ya deja de tener tanto miedo muchacha porque si eres inocente va a ser demostrado, los oficiales aunque parezcan malas personas lo cierto es que son amables y también saben hacer su trabajo bastante bien.

El doctor se fue y me dejó en completa soledad pero eso no demoró mucho tiempo ya que el oficial de la noche anterior llegó, el quitó la esposa de mi muñeca y la enfermera me descanalizo. 

—Muy bien jovencita, tú tiempo en el hospital ha terminado y ahora te voy a trasladar a la estación de la policía, ahí estarás por un rato hasta que se haga formal la denuncia.

No puse resistencia ni nada por el estilo, simplemente tuve la fe en que pronto se demostraría mi inocencia. Llegué a la estación y ahí me metieron en donde se encontraban solamente mujeres, me senté en un rincón ya que no había una cama libre o algo por el estilo, apoyé mi rostro en mis piernas y empecé a llorar por lo sucedido.

—Vamos niña —habló una de las mujeres —no es para tanto, al menos has caído en una jaula decente, más allá hubieras tenido serios problemas.

—Lloro porque apenas estoy viniendo aquí y ya me metí en problemas, se supone que venía a mejorar mi situación y solamente logré empeorar todo, me hubiera quedado en San Andrés.

—Vamos, no puedes ser tan pesimista en tus cosas —sentí como ella se puso delante de mí —escucha, todos tenemos un mal día en algún momento de nuestras vidas y eso no determina que siempre será así, si saliste de un sitio que nunca antes había escuchado mencionar ahora tienes que tomar al caballo por las riendas y jinetearlo como toda una mujer que eres.

Alcé mi rostro y ahí miré a la mujer, se trataba de una prostituta algo mayor, ella secó mis lágrimas y me sonrió con dulzura. Luego de levantarme de ese rincón me presentó a todas las mujeres que estaban en la prisión, eran buenas mujeres pero se dedicaban a la prostitución y no es que esto fuera algo malo sino que muchos las juzgaban por tal cosa, en mi caso no soy una estúpida que se cree mejor que las demás.

—Y bien, dime qué estás haciendo aquí. Te miró y me parece que eres una niña muy dulce, incapaz de romper un plato, cuenta, creo que es más que obvio el motivo por el cuál nosotras estamos en este sitio así que olvidémonos de esa parte.

Les conté sobre el señor Lennox y lo sucedido, ahí fue cuando ellas me dijeron acerca del hombre. Se trataba del dueño de una cadena de restaurantes muy prestigiosos, ahí fue que deje en evidencia que venía de un pueblo donde ni siquiera el WiFi llegaba, todo mundo lo conocía y era muy querido por los demás. Rompí a llorar porque me había metido con un hombre que no solo era poderoso sino un ejemplar para la sociedad.

—Pero deja de llorar, querida —la mujer secó mis lágrimas nuevamente —a este paso vas a formar un lago de tantas lágrimas, si dices que no has hecho nada pues vas a salir en libertad una vez que el señor Lennox despierte.

—Moni tiene razón —habló otra mujer —verás que todo va a resolverse y pronto saldrás de aquí…

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