5: Equivocaciones de laboratorio

La partera no se molestaba en absoluto al querer sacar a mi otra criatura, sentía cómo el bebé se movía de forma desesperada queriendo salir, pero no podía hacerlo. En el momento en que la puerta se abrió, miré a don Joaquín entrar con Analía; él me miró de forma indiferente y sonrió de lado.

—Así que ahora necesitas que te lleve al hospital —intenté tocarlo, pero él se apartó —. No me toques, que me das asco, eso debiste pensar cuando no quisiste convencer a Brielle de que me dejará estas tierras. Son las más grandes del pueblo y tienen ese manantial.

—Señor Joaquín, por favor, lléveme al hospital, aún tengo otro bebé dentro de mí y la partera no se mueve para sacarlo. No quiero que se muera, Brielle dijo que le iba a pagar lo que le cobrará.

—No, eso no es mi problema —él rió tétricamente —. Ahora ya sabes que debes tener cerca a los que te pueden sacar de un apuro y no a una mujer presumida que se fue a la capital, probablemente va a regresar creyéndose mejor que nosotros y restregando el dinero que tiene.

—Analía —miré a mi hija y le sonreí con calma —. Por favor, llama a tu madrina, dile que venga porque la necesito. Recuerda que te amo, cariño, y nunca vas a estar sola. Obedece todo lo que Brielle te diga y no la cuestiones.

Después de eso cerré mis ojos y todo se volvió negro. Lo último que escuché fue a mis hijas llorar mientras aún mi otra bebé se movía dentro de mí y en mis pensamientos también estuvo incluida Brielle.

Perspectiva de Brielle

Ya estaba cerca del pueblo, había salido antes de tiempo de la capital y manejé toda la santa noche en estos caminos perdidos de Dios. No iba sola, ya que traje a Benito junto con su abuela, pensaba dejarlos al cuidado del rancho, en lo que Antonia venía conmigo para dar a luz en un hospital.

—Vaya —dijo Benito —, sí que vivías lejos de la civilización, hasta desconocía que había un pueblo aquí, es un lugar muy tranquilo.

—Hija, muchas gracias por darnos trabajo, no tienes idea lo mucho que necesitábamos de esto. Espero que tu amiga no se moleste con esto.

—Claro que no, Antonia es un amor de persona y va a estar feliz de tener a personas nuevas en el rancho. Tengo planeado convencerla de que se venga a vivir conmigo a la capital, una vez que la tenga por aquellos lados me aseguraré de que nunca más regrese a este sitio.

—A mí no me molestaría vivir en este sitio —la abuela de Benito sonrió —me da la tranquilidad que tanto necesito, además así mi querido nieto podría alejarse de las malas compañías que siempre andan detrás de él.

Pensé repentinamente en Antonia, una angustia se instaló en mi pecho y mi corazón dolió. Mi celular sonó y miré que se trataba de ella, probablemente piensa que estoy a mitad del camino cuando me encuentro a una hora de San Andrés.

—Hola cariño, no te preocupes que me encuentro bien —escuché a Analía llorar —¿Qué sucede nena? ¿Por qué lloras?

—Porque mi mamita no se despierta, una de mis hermanitas no pudo salir y ella está desmayada; se mira muy pálida madrina y me pidió que te llamará para decirte que te necesitaba.

—No te preocupes —pise el acelerador —voy enseguida, estaré ahí en unos cuantos minutos, no te apartes de tu mamita.

Lo último que escuché fue la voz del viejo Joaquín, pisé el acelerador a fondo y mis acompañantes se asustaron. Una de las ventajas de estar en medio de la nada es que aquí no había nada de tráfico y podía manejar como si el diablo me venía siguiendo, el camino que iba a recorrer en una hora lo hice en unos escasos quince minutos, al llegar al rancho fui corriendo y pude escuchar a Analía llorando mientras dos personas la callaban.

—¡Analía! —le grité y ella me miró con los ojos llorosos —ven aquí cariño, ¡Ustedes suelten a mi ahijada!

Analía salió corriendo a mis brazos y la cargué, la escena que mis ojos veían parecía estar sacada de una película de terror, mi mejor amiga se encontraba pálida y sus piernas abiertas estaban bañadas de sangre, la abuela de Benito al entrar con su nieto se quedaron helados por esto.

—Analía, quiero que te vayas con ellos —ella movió su cabeza de un lado al otro —vamos, no puedes estar aquí, necesito ayudar a tu mamita así que obedece.

Analía se fue con estás personas y en el momento que me acerqué a mi amiga me di cuenta que no tenía pulso, me quedé helada en el momento que miré que su barriga se movía apenas perceptible, al ver por su zona íntima miré a una niña que se dejó de mover.

—Hay que llamar al sepulturero —habló la partera —esta chiquilla se encuentra muerta y también la criatura que no pudo sacar porque le faltó ser mujer.

La rabia que recorrió mi sangre fue más intensa que cualquier otra, me di la vuelta y le di un puñetazo en su nariz mientras la tomaba del cabello para sacarla.

—¡Benito! Que esta vieja bruja no se vaya, amarrala de ser necesario, también saca al viejo que está aquí, esos solamente estorban.

Benito lo hizo y el viejo Joaquín no pudo hacer nada ya que el primer mencionado le ganaba por mucho. Fui donde Antonia, sabía que no podía hacer algo para traerla de regreso pero al menos era capaz de resolver lo de su bebé.

—Lo siento cariño —lloré y sequé mis lágrimas —te juro que tu bebé va a vivir, me aseguraré de ello.

Metí la mano y no supe cómo le di la vuelta a la bebé, cuando la puse en la vía donde debía salir me fui a la barriga que tenía Antonia, la apreté con todas mis fuerzas y escuché como ella había sacado algo, la criatura estaba fuera de su madre, cortó su cordón con una lima para uñas que lavé muy bien y luego comencé a darle respiración de boca a boca.

—Vamos cariño —soplé en su pequeña boca —llora para tu madrina, hazlo muy fuerte de ser posible, tienes que vivir.

Miré a lo lejos que la criatura tenía algo en su garganta así que metí mis dedos con cuidado y luego saqué un pedazo de algo que obstruía su respiración. Seguí con la reanimación hasta que la bebé lloró y sentí un alivio indescriptible que terminó en lágrimas, me di cuenta que quizás podía hacer algo por mi amiga así que intenté resucitarla pero todo fue inútil, ella había partido de este mundo.

—Antonia —le coloqué a su bebé en sus brazos sin vida —te juro que voy a cuidar a tus hijas como si fueran mías, perdón por no hacer nada por ti.

Mi llanto fue tan amargo que Benito entró junto con su abuela muy preocupados, la señora Diana arregló a mi amiga lo mejor que pudo y yo decidí salir con la criatura en brazos.

—Benito, te quiero pedir un favor —él se puso a mi lado —quiero que te lleves a las niñas de aquí, necesito arreglar cuentas con este par de una vez por todas.

Benito cargó a las gemelas recién nacidas y se las llevó junto con Analía, en el momento que calculé que ellos estaban lo suficientemente alejados de mí fue que me permití explotar, con la primera persona que ajuste cuentas fue con la partera.

— ¡Es usted una malnacida! — le tomé el cabello — bien sabía que no estaba preparada para atender a mi amiga y a pesar de eso no la trasladó a un hospital en donde le podían dar la atención necesaria, poco le importó el bienestar de Antonia y de su bebé que salvé de milagro, pero créame que no voy a descansar hasta que la metan en la prisión por lo que hizo.

— No es mi culpa que ella se muriera, ese bebé venía al revés y lo único que quedaba por hacer era esperar que la criatura pasará a mejor vida para después sacarla aunque sea en pedazos. Si Antonia no aguantaba era su problema y no el mío.

La rabia fue tal que la llevé a la pileta de agua donde el ganado saciaba su sed, ahí le metí su cabeza por minutos largos y la sacaba cuando sentía que no iba a poder aguantar, en el momento que el señor Joaquín intentó detenerme le di una patada en los testículos y le clavé una horca con la que se recogía el heno para el ganado.

—Con usted voy a ajustar cuentas después —ignoré sus gritos —créame que tentó al mismísimo demonio.

Seguí metiendo la cabeza de la partera en el agua, ella en cierto punto se dejó de mover pero no me importaba, sentí como la abuela de Benito me tomó con fuerza para hacer que soltará a esta tipa y lo logró sin tanto esfuerzo.

—No te arruines tu vida, cariño —ella me sujetó fuerte —esto no traerá a tu amiga de regreso, ya ella se encuentra en un mejor lugar.

La partera reaccionó luego de unos minutos y comenzó a toser, sacó toda el agua que había tragado mientras jadeaba muy cansada. Mi llanto resonó por toda mi propiedad y fue ahí donde me di cuenta que ya no volvería a ver a mi mejor amiga.

—Llora cariño, llora todo lo que quieras —la señora Diana me acarició el pelo —te prometo que las cosas van a salir bien.

Los habitantes de San Andrés llegaron, todos ellos se sorprendieron al verme en ese estado, Benito fue a dejar a las niñas a la casa y luego me cargó sin ninguna dificultad.

—Ya Brielle —él me consoló —recuerda que no hay un anochecer sin un amanecer, ahora esas criaturas te necesitan y debes hacer de madre sustituta.

Por primera vez miré un lado de Benito que no había visto antes, entré a la casa y ahí miré a mi amiga completamente diferente de cómo la había encontrado. Su rostro demostraba una serenidad que me dejaba sorprendida.

—Antonia —mis lágrimas cayeron en su rostro —te juro que te voy a sacar de este sitio, haré en muerte lo que no pude hacer en vida.

Abracé el cuerpo de mi mejor y única amiga mientras las lágrimas adornaban mi rostro, el llanto que emitía era tan lastimero que incluso los perros se pusieron a aullar, el dolor que tenía en mi pecho era demasiado insoportable y sentía como si un pedazo de mi alma se iba con esta mujer que consideraba como la hermana que no tuve.

—¿Eran muy cercanas? — Benito se acercó a mí y me miró — es tonto de mi parte preguntar algo así, evidentemente la querías demasiado.

—Su madre era amiga de mi madre; cuando mi mamá falleció, la señora Ana le ayudó a mi papá en todo lo que necesitaba y cuando mi padre se reunió con mi madre se encargó de criarnos hasta que también murió, a partir de ahí fuimos solo nosotras, con el tiempo Antonia se casó con un tipo que al final no valía la pena y se mudo de aquí a una casa del viejo Joaquín, decidí irme de aquí para estudiar gastronomía y la apoye lo más que pude, cuando se separó de su marido se vino a vivir aquí y hace dos semanas me dijo que estaba embarazada de ocho meses y medio.

Escuché unas sirenas afuera y lo siguiente fue que entraron unos oficiales de policía de forma tan abrupta que hicieron que las gemelas llorarán, me sujetaron pero al instante me soltaron debido a que Benito se puso delante de ellos de una forma tan amenazante que los hizo temblar.

—En este preciso momento quiero que me digan qué están haciendo aquí —me puse delante de Benito —si creen que pueden entrar aquí como Pedro por su casa se encuentran muy equivocados.

—Tiene que acompañarnos a la comisaría para arreglar lo que le ha hecho al señor Joaquín, no puede quedar impune un crimen de esa categoría.

Me llevaron arrastrada hasta una patrulla de la policía, en el momento que Analía me miró se quiso ir detrás de mí pero la detuve y la dejé al cuidado de Benito. Llegué a la estación de policía del pueblo vecino y en ese momento recibí una llamada del laboratorio de fertilidad.

—¿Aló? ¿Acaso sucede algo? —escuché como la mujer hablaba nerviosa —señorita por favor hable de una vez porque no tengo tiempo de sobra para perderlo.

—Señorita León, le informo que hemos cometido un error al momento de fertilizar. Hemos puesto un esperma que no era de un donante sino de alguien que necesitaba congelar sus espermatozoides, ¿Tiene idea si se encuentra embarazada?

No pude responderle a la mujer ya que el oficial me decomisó mi celular y fue él quién colgó, miró mi móvil y arqueó las cejas.

—Así que está citadina viene a presumirnos su celular inteligente. Pues te has jodido querida, eso se puede tomar como la llamada a la que tenías derecho, vas a pagar caro por lo que le hiciste al señor Joaquín y a la partera del pueblo.

—¡Claro! Aquí hay justicia para el tipo que se lleva bien con el alcalde y para la mujer que sabe de todos sus líos de faldas porque es la que atiende a sus amantes cuando van a parir, pero créame que esto no se va a quedar así, hice muy buenas amistades en la capital y muchas cabezas van a rodar.

Perspectiva de Aleksander

Estaba mirando el collar de la amante de mi papá cuando me llamaron de la clínica de fertilidad, contesté esperando que ya tuvieran a la mujer que iba a alquilar su vientre para gestar a mi hijo o hija.

—¿Aló? —escuché la voz de la jefa —si, habla él. ¿Ya encontraron el vientre de alquiler que necesito? No me gustaría esperar mucho tiempo.

—Joven amo Lennox, nos gustaría que venga un momento a la clínica ya que es sumamente necesaria su presencia.

Accedí a ir enseguida, esperaba que tuvieran buenas noticias. Llegué a la clínica de fertilidad y me hicieron pasar directo a la oficina de la directora, ahí se encontraba una trabajadora que miraba por primera vez y la responsable del plantel.

—Bien, quiero que me diga si ya encontró a la mujer que traerá al mundo a mi bebé. Tal como le dije al inicio esa es la forma que me gustaría ser padre, quiero una mujer libre de enfermedades obviamente y créame que la voy a gratificar a nivel económico de forma generosa.

—Se puede decir que ya hay alguien que probablemente se encuentre embarazada con su esperma, me avergüenza decir esto pero por primera vez en la clínica hemos tenido un error e inseminamos con su espermatozoides a una paciente que solicitó salir embarazada con los de un donante, lo lamentamos mucho.

—¡¿Qué lo lamentan mucho?! ¡Acaso es una jodida broma! ¡Exijo saber quién es esa mujer!...

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