Mundo ficciónIniciar sesiónEse fue mi consuelo, pensar que el señor Lennox despertará muy pronto y arreglaría todo este malentendido, que dijera que yo solo había querido ayudarle de esos asaltantes.
—Bien, ahora lo que queda por hacer es secarse las lágrimas y esperar pacientemente a que todo se resuelva.
—Espera un momento —miré a todos lados —¡¿En dónde se encuentra mi maleta?! Era viejita, de esas que tienes que cargar, cuadrada y con unas cuantas grietas.
—No sé, hay que preguntarle al oficial que te trajo para ver en dónde la tienen. Supongo que la ropa que estás usando es la misma con la que viniste a la capital.
Asentí y, una vez que se le preguntó al oficial de policía, pensaron que mi maleta era de alguien que había sacado la basura de esa forma.
—Al revisar la maleta, pues solamente encontramos unos trapos viejos que pensamos que era basura y la arrojamos al tren de aseo, espero que ahí no trajera nada importante como documentos y otras cosas.
—Los documentos los tengo conmigo y también el dinero que me acompaña. Solo que ahora no tendré ropa para cambiarme, supongo que ustedes tienen lo que llevaba encima.
—Sí, déjeme decirle que tiene una cantidad fuerte de dinero y eso es sospechoso. Mira que cargar con 15 mil dólares en efectivo es demasiado para una supuesta pueblerina que recién viene a la capital.
—Eso es porque vendí todas mis vacas en San Andrés y también pedí un préstamo dejando en garantía el rancho, deje de hacer acusaciones que no van al caso; jamás dije que venía sin dinero a la capital.
—Entonces, si tenía tanto dinero encima porque no fue al banco o al menos se vino en avión, investigué lo suficiente para saber que el pueblo de San Andrés se encuentra a varios kilómetros de distancia y a más de un día de viaje por tierra.
—Entonces déjeme decirle que no investigó lo suficiente como para saber que en San Andrés no hay un banco en dónde guardar todo ese efectivo y respecto a lo del avión espero que sea una jodida broma, si tuviéramos un aeropuerto probablemente tendría una pista de aterrizaje de tierra que se alzaría por varios metros una vez que esta máquina aterrizara. El sitio del que yo vengo es tan pequeño que nos conocemos a cada uno. A duras penas tenemos una tienda de abarrotes que es dirigida por el viejo Joaquín y su esposa. Ellos son quienes me compraron las vacas y también los que me dieron dinero por mi rancho que puse en garantía.
El oficial no dijo nada cuando le dije que viera los recibos que me habían dado y también los pagarés por el rancho. Los días pasarón y seguía detenida, las chicas que me hicieron compañía se fueron pero al final regresaron con algo de ropa para mí, estaba en un rincón llorando cuando escuché que alguien se puso delante de mí, supuse que era la comida que la venían a dejar.
—Dejen la bandeja ahí —hablé con mi rostro enterrado en mis rodillas —al final no me estoy perdiendo de un gran banquete, ahora comprendo el motivo por el cuál siempre están de malhumor y es por esa comida tan espantosa que le dan.
—Jovencita —la voz de un hombre mayor resonó —¿Por qué lloras? A ver, levanta esa cabeza y mírame.
Al ver al hombre me sorprendí, se trataba del señor Lennox que me miraba con una sonrisa de lado a lado, me levanté y en el momento que intenté tocarlo fui detenida por el oficial de policía que me había encarcelado en este desagradable sitio como si fuera una vulgar ladrona.
—Aquí tenemos a la cómplice de esos ladrones señor Lennox, por favor sígame para así levantar la denuncia formal y que la trasladen a la prisión.
—¿De qué hablas hombre? Si ella me ha salvado de esos ladrones, gracias a esta chica fue que pude recuperar mi cartera en dónde tenía mis documentos y lo más preciado para mí, las fotografías de mi hijo, quiero que la saques de aquí.
Finalmente fui liberada, el oficial de policía me devolvió mis cosas y entre ellas estaba todo el dinero que tenía.
—Al parecer tienes mucho dinero encima, ¿Te puedo ayudar de alguna manera? Realmente quisiera agradecerte por lo que has hecho.
—He escuchado que usted tiene una cadena de restaurantes, me gustaría trabajar ahí de lo que sea. Quiero ser chef y necesito el empleo para poder solventar mis gastos, este dinero no me va a ser eterno y lo ocuparé para ingresar a la escuela de cocina.
—Muy bien, entonces estás contratada —él extendió su mano y la tomé —bienvenida a bordo muchacha, tendrás un horario más flexible que el de los demás ya que vas a estudiar.
—¡No! No quiero tratos especiales por el hecho de que voy a estudiar o porque le ayude, cualquier persona hubiera hecho lo mismo ya que es lo correcto.
—Muy bien, comenzarás como lavaplatos ya que eso es lo que tengo disponible, ya luego veremos cómo vas escalando.
A partir de ese momento comencé a trabajar y a estudiar por las noches, pensé que iba a ser fácil pero definitivamente no lo fue, a duras penas dormía y el café se volvió mi mejor amigo en cada paso que daba y cada peldaño que escalaba; el señor Lennox me ascendió y era sous chef eso era todo un honor, a pesar que a muchos no le gustó la idea ya que apenas era una estudiante.
Cuatro años después
—¡Finalmente tengo mi diploma! —hablé con el señor Lennox —gracias por apoyarme de esta forma durante todo este tiempo, ahora lo que resta es ir a trabajar.
—Alto ahí señorita, creo que debes de festejar apropiadamente —él me extendió un sobre —ahí tienes tu bono como la mejor empleada, te pienso ascender.
—¡¿Qué?! Pero si soy sous-chef y eso es mucho, sabe bien que no soy del agrado de nadie y especialmente de su hijo con el que se peleó después de que supiera que me iba a ayudar, ni siquiera entendió de razones cuando quiso explicarle que no era una vulgar ladrona…
—Alto ahí, si te di ese puesto es porque sabía muy bien que eras la más indicada para ocuparlo y ya he discutido con el chef de este restaurante, él ya es una persona mayor por lo que puedes ver y piensa jubilarse, tú eres la más idónea para esto, ahora toma lo de tu bono y ve a festejar como es debido. Respecto a mi hijo pues no le hagas caso, allá él, al final de cuentas no es un chiquillo.
—De hecho he venido ahorrando durante este tiempo —tomé el sobre —comencé con un tratamiento de inseminación artificial y justo hace unos días me sometí al último procedimiento, probablemente salga embarazada y tengo que hacerme la prueba de embarazo en unos cuántos días, espero que salga positiva, los ahorros los quiero para amueblar la habitación de mi bebé.
—Bueno, es tu decisión, me extraña que tomaras esa decisión porque bien sabes que puedes buscar a alguien y formalizar como es debido. Eres una chica muy hermosa Brielle.
—Nah, muchas personas solamente están interesadas en acercarse a mí porque saben que económicamente no me va mal, ya es hora de formar la familia que quiero así sea poco convencional y este dinero va a ir al fondo que tengo destinado para la habitación de mi bebé.
—Muy bien, quiero que tengas esto —él me dió una caja de gamuza —es mi regalo y espero que te guste, ni se te ocurra despreciar nada de eso.
Al abrir la caja me encontré con un delicado collar que tenía un diamante en forma de pera, sonreí ampliamente y lo tomé, en ese momento fue que miré una tarjeta de crédito.
—En esa tarjeta tienes dinero suficiente para ir a festejar tu graduación y no se encuentra a discusión, también hice una reservación en un buen hotel, todo esto lo hago porque me has demostrado ser una mujer ejemplar y no tienes idea como quisiera que mi hijo finalmente madure y trabaje como tú lo haces.
—No creo que su hijo sea tan mala persona, bueno, no lo he conocido durante los 4 años que llevo de trabajar aquí y solo supe que se habían peleado por los rumores que circulaban en el restaurante, pero si él fue criado por un hombre como usted pues puedo asegurar que es alguien bueno.
—Te agradezco que vengas a querer enmendar las cosas, pero mi hijo es un inmaduro, diría que es un adolescente pero incluso es mayor que tú.
Al final no pude negarme en recibir el regalo del señor Lennox, ese día salí temprano y fui a mi apartamento. Gracias a que había sido nombrada sous-chef fue que pude pagarme un buen piso en una zona excelente de la capital, tenía una vista preciosa, a pesar de esto extrañaba el campo, San Andrés no había salido de mi corazón y tampoco mi mejor amiga.
—¿Aló? — sonreí al escuchar la voz al otro lado —hola Antonia, me alegra saber de ti, disculpa por la ausencia de los otros días pero es que como supones todo estaba vuelto una locura completa.
—Lo sé y no tienes nada que explicarme, de hecho te llamaba porque quería decirte algo — ella hizo una pausa muy larga — yo, yo, yo…
—Vamos Antonia, habla de una buena vez y no andes por las ramas. Soy tu mejor amiga, a pesar de que las cosas han cambiado un poco bien sabes que te quiero y me importas.
—Bien sabes que mi esposo me abandonó hace algún tiempo, me dejó solamente con Analía.
—Ni me lo recuerdes, él es un imbécil que no sabe lo que se pierde —maldije y resople furiosa —bien, entonces qué sucedió porque no creo que estés diciendo esto si ya lo sé muy bien.
—Lo que no te dije es que me encuentro embarazada de él, lo siento pero no había tenido el valor de decirlo.
—Espera un momento, ¿Quiere decir que ese infeliz volvió contigo y lo aceptaste? ¡No puedo creerlo Antonia! Se atrevió a dejarte por una mujer más joven y el señor regresa arrepentido como el perro que es y a ti se te ocurre perdonarlo, de remate sales embarazada, sabes bien que su situación económica no es la mejor y sales con esto.
—Brielle, no entiendes —ella se mostró afectada —no regreso, estoy embarazada pero de ocho meses y medio.
Un balde de agua helada me cayó encima, tuve que sentarme y procesar lo que Antonia me estaba diciendo. Una larga pausa se hizo al otro lado de la línea, mi cabeza daba vueltas pero una vez que me controlé pude hablar.
—¿Por qué no me lo has dicho? ¿Acaso no me tienes la confianza suficiente para contarme tus cosas? Te pude ayudar Antonia y lo sabes bien, aumentar tu salario porque con lo que te doy por el cuido de mi rancho es suficiente para dos personas, no tres.
—Justo por eso es que no quería decirte, no porque no te tenga confianza o algo por el estilo. He sido una carga para ti desde hace mucho tiempo y tú no tienes ninguna responsabilidad de mantenernos.
—¡Deja de decir esas cosas! Si los papeles fueran inversos estoy segura que tú me ayudarías a mí de la misma forma que yo lo estoy haciendo, ahora quiero que me des informes de ese bebé, espero que esté sano.
—La partera dice que se encuentra bien, estoy comiendo apropiadamente y no hay día que no tenga leche fresca, también huevos y verduras.
—Sabes que no me gusta que mires a una partera, deberías ir al hospital a que te revise un doctor de verdad y no una mujer que ni siquiera se actualiza.
—No es fácil ir al pueblo vecino y lo sabes, no puedo dejar el rancho solo porque los ladrones de otros lados siempre andan a la orden del día —pude escuchar su frustración —además bien sabes que el señor Joaquín desde que peleaste por tus tierras te tiene rabia, también el detalle de que has mejorado muchísimo e incluso más que él.
—A mala hora es la única persona que tiene vehículo en San Andrés, no sé cómo le voy a hacer pero pienso viajar hasta allá y te llevaré al hospital. Te supliqué muchas veces que te vinieras a la capital pero no querías dejar el pueblo, de milagro aceptaste irte a vivir a mi rancho para que lo cuidarás y recibir un salario de eso.
—No tenía más opciones, recuerda que el señor Joaquín me botó de la casa que le alquilaba y todo con la excusa de que había quedado sin esposo, ambas sabemos muy bien el verdadero motivo por el cuál lo hizo y no es ese.
—Lo sé, bien escucha comenzaré a mandar más dinero a partir de ahora. Una vez que llegue al pueblo pienso ver qué es lo que te hace falta y no se encuentra a discusión, supongo que con esta criatura también voy a ser la madrina.
—Evidentemente si, no te preocupes que ya tengo todo lo necesario para darle la bienvenida, recuerda que guardé las cosas de Analía.
—¿Ya sabes qué va a ser? Si es niño será un problema porque evidentemente las cosas que tienes para darle la bienvenida son de niña, yo sé qué esto no importa mucho pero conociéndote como te conozco probablemente te sientas mal.
—La partera dice que no sabe si será niño o niña, que la forma de mi barriga no le dice absolutamente nada, bien sabes que esa es la única forma de saber lo que vas a tener porque un ultrasonido es imposible de hacerse, es más fácil que vuelen los cerdos a que tengamos algo así.
—Te juro que me da rabia ver que vivimos en un pueblo que parece del siglo antepasado, viajaré a San Andrés y me esforzaré por hacer un sitio lleno de progreso, el rechoncho alcalde también va a saber lo que es bueno porque si no hay progreso en ese sitio es porque se encarga de llenar sus bolsillos.
Al final corté la comunicación con Antonia, miré la hora y fui a preparar unos sandwiches que les llevaría a las chicas, ellas se habían vuelto mis amigas, sabía que eran prostitutas pero eso no me interesaba en absoluto, eran más sinceras que cualquier otro de mis compañeros de trabajo.
—Hola chicas —estacioné mi carro y bajé con la cesta — aquí tengo sandwiches para todos, vengan a servirse.
No solamente ellas comían de ahí, también habían algunos chicos que ayudaba, ellos a pesar de todo eran buenas personas pero con una infancia no muy buena.
—¿En dónde está Chloe? —las chicas señalaron el hotel —oh, ya veo. Bueno en la cajuela también traigo un cooler lleno de bebidas, vengan para servirse.
—Briellita de mi alma, de mi vida y de mi colazón —uno de los chicos se acercó —. Muchas felicidades pol tu logro.
—Y aquí viene el eterno enamorado de Brielle, serás rechazado antes que el gallo cante…







