Mundo ficciónIniciar sesiónCuando Isabella, acepta casarse con un Ceo poderoso y mucho mayor que ella, lo hace con el objetivo de salvar la empresa de su padre del cual esta apunto de perder, rica, hermosa y acostumbrada a una vida de comodidades, Isabella se convierte en una prometida resignada en aceptar un compromiso sin amor. Pero una noche, mientras lucha con la realidad que se le viene encima, decide embriagarse sin saber cómo sucedieron las cosas, amanece en los brazos del hombre que juro protegerla. Sin embargo, ella decide solo alejarse, pero todo ocurre semanas después cuando descubre que está embarazada no de su prometido, si no de su Guardián. Isabella se encuentra entra la espada y la pared sin encontrar una salida a su error. Su leal ama de llave fingirá a ver cumplido con su futuro esposo, sin ella imaginar que en la vida los secretos ocultos siempre salen a la luz, más cuando su corazón empieza a latir por el verdadero padre de su hijo.
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Tengo la sonrisa ensanchada, mientras mis ojos se dirigen hacia el traje mas caro y exclusivo, sobre todo en tendencia. Una persona como yo es la única que puede tenerlo en esta ciudad. Sin pensarlo tanto lo tomo dirigiéndome hacia la caja, mas que feliz, sabiendo que tendré otra colección en mi gran armario de los mejore diseñadores del mundo.
—Me gustaría pagar con mi tarjeta – le digo a la cajera sacando mi tarjeta dorada.
La señorita me sonríe, para luego pasar la tarjeta por lector. Frunce el ceño confundido.
—Señorita discúlpenos, su tarjeta no pasa, no tiene fondo.
La miro confundida.
—¿Qué es lo que dice? ¿Como que no pasa? —pregunto tratando de perder la compostura.
—Según el lector, usted no tiene fondo, más bien está bloqueada.
Mi expresión se endurece y mi tono sube un poco ya perdiendo la paciencia.
—Debe ser un error. ¡Deme eso —Saco otra tarjeta, luego otra y otra más, sin embargo, ¡ninguna funciona! Estoy a punto de perder la compostura.
—Lo siento mucha señorita.
—Esto debe ser un estúpido error de su máquina, como no tengo fondo ni nada. –espete perdiendo el control.
—Lamento su molestia, sin embargo, debe entender que tiene fondo alguno ¿cómo desea proceder?
—¡Me haces perder el tiempo, esto es absurdo ¡
—Disculpen, pero...
—¿Sabes quién soy? —le grito molesta, aunque se muy bien, que ella no tiene la culpa de mi desgracia.
La pobre mujer ya no sabe que hacer, frustrada, saco efectivo de mi bolso, pero veo que no es mucho, creo que por lo menos podre pagar el estúpido vestido.
—Toma¡ Paga el estúpido vestido de una vez.
Ella lo cuenta para luego verme con pena.
—Señorita... hace falta dinero.
—Como que hace falta más—Mi cara arde de la vergüenza.
Antes que replicara una palabra, una voz masculina interrumpe detrás de mí.
—Tranquila yo te lo pagare.
Me doy la vuelta molesta por su interrupción.
—No es necesario que lo haga —replique levantando la mano para que no lo haga.
Pero el hombre desconocido ya había entregado su tarjeta a la cajera, ni cuenta me di, si la tarjeta fue aceptada o si marco sin fondo como los míos.
—Aquí tiene su vestido señorita, y discúlpenos por el mal momento. – se disculpa la vendedora mientras me entrega el vestido.
—¿Porque hizo eso, si yo no se lo pedí, señor?
—Solo recíbelo, es un obsequio de mi parte.
—No puedo recibir algo de un desconocido y peor si usted no me conoce.
—Se muy bien que eres Isabella Hamilton.
Mi corazón rápidamente se agita.
—¿Co-como sabe quién soy?
Él sonríe de lado y en ese instante se me erizo la piel. Quien demonios es este vejete.
—Como no iba conocer a la hija de mi socio Wayne Hamilton.
Lo miro elevando las cejas, no me agrada sentirme de esta manera, sin embargo, ya no hay vuelta atrás.
—Gracias por el favor. Se lo pasare a su cuenta. ¿Me podría dictar su número? —el señor niega y yo lo miro molesta. Qué demonios le sucede.
—Esta bien— acepta finalmente y luego me dicta su número.
Tomo el vestido y salgo de la tienda con la cabeza en alto. Pero por dentro me hierve la sangre, subo a mi coche un convertible rojo de ultimo modelo, saliendo del estacionamiento, marco el número de mi padre.
—Cariño, estuve a punto de llamarte.
—¿¡Que hiciste con todas mis tarjetas? Sabes la vergüenza que acabo de pasar en la tienda mas grande del país. No me digas que te has loco —le grite histérica
—Hablaremos luego, tengo una reunión importante. Te veo en casa Isabella.
—Esto es una estupidez. No pienso estar en casa esta noche.
Cuelgo furiosa, mientras piso el acelerador, cambiando de dirección. La rabia me consume, pero no pienso quedarme en casa a llorar. Esta noche tengo una fiesta de verdad, y no me lo pienso perder por una maldita reunión, ni por mis tarjetas sin fondo.
Después de esa humillación que pase, me merezco unas copas, buena música y recordarle al mundo que soy, la heredera de la joyería mas grande del país. Bella Hamilton.
Espero que este dia, no sea el peor de rodos. Quizá solo sea algo pasajero, conociendo a mi papá, de seguro anda molesto conmigo. Y decido dejarme las tarjetas sin fondo.
—Entonces si estas molesto, Wayne Hamilton. Yo también lo estare contigo querido padre.
***
Llegue a la mansion decidida en salir a disfrutar, mas siendo el cumpleaños de mi novio, e incluso este dia se cumple tres meses en la que tengo un novio. Por esa razón quizás podríamos pasarla bien, creo que me entregaré a él.
—Ya estoy de vuelta— saludé a las sirvientas y entre a mi habitación, deje las compras a un lado. Revise algunas carteras y sonreí feliz de encontrar un poco de dinero. —Aún que me hayas dejado sin fondo, aun tengo dinero.
Murmuró para mi misma. Guardé el fajo de dinero en mi cartera, el reloj rolex que le compré a mi novio y atrás cosillas mas. Me mordí labio inferior y decidi darme una refrescante ducha con agua tibia.
Mientras tanto mi mente divaga en lo que ocurrió en la tienda. Me pregunto quien era ese elegante señor y de donde conoce a mi papá.
En fin, espero pagarle lo mas pronto posible. No quisiera malos entendidos, mas conociendo al señor Wayne Hamilton, mi adorado Papá.
Isabella.Mientras el doctor palpaba mi espalda y revisaba mis moretones, David se acercó a mi nana.—Por favor, prepárale una sopa caliente —le ordenó en voz baja—. Quiero que coma algo antes de tomar las pastillas.—Sí, señor, enseguida la tendrá —respondió mi nana antes de salir con paso rápido.El médico terminó de revisarme y habló con tono tranquilo. —Tienes inflamación en la espalda y varios moretones, pero nada grave. Pondré una inyección para que te relajes y cuando termines de comer, se toma estás pastillas —me explicó mientras me mostraba el frasco—. Si sientes dolor intenso, no dudes en avisar.—Gracias, doctor —dije con un hilo de voz.—Cualquier cosa, avísele a su prometido —añadió el médico, mirando a David—. ¿No es verdad que es su futura esposa? —preguntó curioso mientras yo desviaba la mirada, sintiendo la sangre subir a mi rostro.—Así es —respondió David con voz firme, y por un segundo nuestras miradas se encontraron. Sentí un escalofrío recorrerme.Cuando el médi
IsabellaHastiada de fingir algo que no quiero, pero ya no tenía de otra, firmé ese documento y ahora me aguanto por la necesidad de proteger a mi padre y así debe ser. Exhalé el aire de la tarde, mientras bajo hacia el salón, veo que David está con varias personas, al verme se acerca abrazándome.—Finge, que estamos enamorados —me pide y quedo escéptica por lo que dice. Sin decir más acepté sentándome a su lado, él toma mi mano y la acaricia.—Su prometida es hermosa, ¿cuándo planean casarse? —preguntó un hombre calvo y me sentí hastiada.—Quizás en unos dos meses para la fecha de su cumpleaños.Quedé asombrada, ¿cómo sabía él que de aquí a unos dos meses era mi cumpleaños? Este tipo ya me daba miedo. Mientras él seguía hablando sobre la gran fiesta de compromiso, yo quedé sin saber qué hacer, me sentía fuera de lugar, con deseos de que todo esto se tratara de un maldito sueño, de algo prominente de mi imaginación; sin embargo, no era más que la jodida realidad, esa que ya me estaba d
Liam.Al llegar a la universidad, no pude evitar observar el lugar. Era, sin duda, una de las mejores universidades que había visto: imponente, lujosa, diseñada para hijos de millonarios y familias poderosas. Al bajarme del auto, cerré la puerta con cuidado y activé el seguro. Entonces empecé a caminar detrás de ella, manteniendo una distancia prudente, pero ella pronto se detuvo en seco y se giró hacia mí.—¿Por qué me estás siguiendo? —preguntó, con el ceño fruncido.—Porque es mi deber seguirla —respondí con firmeza.—¿En verdad esto es necesario?—Si quiere, puedo llamar a su marido… bueno, a su prometido… y le preguntamos.Ella me miró con desdén.—No es mi marido todavía.—A su prometido entonces —insistí.—Haz lo que quieras, garrapata —escupió la palabra con desprecio.Rodé los ojos ante su infantil comentario y seguí tras ella mientras retomaba su camino por los pasillos impecables de aquel lugar. Las miradas de los estudiantes lo decían todo: ella era una de las reinas de es
LiamNo cabe duda. La misma chica que había visto aquella vez en la discoteca, cuando estaba escapando de Luciano, era ahora la mujer que debía proteger. La vida da tantas vueltas que uno termina atrapado en historias que jamás hubiera imaginado. Aquel día en la disco, cuando la vi por primera vez, supe que algo extraño había sucedido. Estaba como mareada, como si estuviera drogada o ebria, pero algo me decía que no fue simple diversión. Algo le hicieron. Y ahora, el destino me coloca aquí, responsable de su seguridad.Pero lo más absurdo, lo que aún me cuesta creer, es el enredo en el que esta mujer está metida. Está comprometida con el señor David Valverde, uno de los hombres más poderosos del país, el mismo que me paga por cuidarla. Pero al parecer mantiene un romance a escondidas con el hijo de este mismo hombre. Vaya mierda complicada. Si el señor David llegase a descubrir semejante traición, no solo mataría a su prometida, sino también a su propio hijo.Cosa del destino. Y yo en
Isabella.Mis ojos están más grandes que mi boca... bueno, es solo un decir. Pero esta mansión… es el doble, no, el triple de grande que la de mi familia. Al llegar, conté al menos diez guardias en la entrada y otros diez más repartidos en el interior. Sin mencionar a los empleados que, desde que puse un pie dentro, caminaban como hormigas bien organizadas. Iba acompañada de mi nana y al acercarnos a la enorme puerta de hierro forjado, esta se abrió lentamente como en una película de reyes y castillos.Entonces lo vi a David.Venía hacia mí con los brazos abiertos, sonriendo como si de verdad me hubiese estado esperando con ilusión. Me abrazó con fuerza sin darme tiempo a reaccionar. Me quedé estática. Quise empujarlo, lo juro… no me gustan los abrazos, mucho menos de alguien con quien tengo un compromiso impuesto.—Hola, bienvenida, cariño —dijo mientras me sostenía con confianza excesiva—. Por favor, denle la bienvenida a mi prometida como se debe.Todos bajaron la cabeza con respet
Isabella La miraba mientras mis lágrimas no paraban de brotar de mis ojos. Las manos de mi hermana mayor temblaban cuando estaba empacando.Lo único que realmente deseaba que mi padre aceptara esta decisión, aunque siendo sincera no tenía idea de como explicárselo. —¿Que le dirás a padre? —Inquirio mi hermana sin dejar de llorar. —Aún no tengo idea. —Es mejor que no le digas nada, hasta que salga del hospital.—Sera lo mejor. — Murmuré soltando un suspiro.—¿Estás segura de lo que estás haciendo? —me pregunté en voz baja.—No lo estoy —confesé, deteniénme un segundo —¿Por qué firmaste? Si no estabas segura.—No me preguntes. Solo me casaré. Son tres años... tres años y nada más. Además tu sabes del porqué tenía que aceptar.Ella me miré con tristeza e indignación.No podía creer que yo Isabella Hamilton, pronto se casaria sin amor. Puro compromiso.—No quiero estar en tus tacones. —comento mi hermana, cambiando un poco el ambiente—De echo si. Pero no es feo —agregue exhalndo —.S
Último capítulo