Liam
Me quedé esperando a la muñequita de porcelana mientras caminaba con un poco de dificultad mientras estaba en el super mercado. Miré la hora y ya habían pasado más de dos horas. Pronto recibiría una llamada del señor David, y entonces ¿qué le diría? “Su prometida me pidió que la llevara a tal lugar, quería saber con quién se encontró”. No tenía más opción que decirle todo. Obviamente no iba a repetir lo que escuché, porque no soy un chismoso, además… eran hermanas, no estaban haciendo nada malo.
Y como si leyera mi mente mi teléfono empezó a vibrar. Lo saqué del bolsillo y vi el nombre del señor David en la pantalla.
—Si, señor David.
—Dime —soltó con frialdad—. Tú a dónde la llevaste a mi prometida, con quién se encontró. Necesito buenos detalles, y sabes muy bien que no me gusta que me mientan. Yo le di una orden y aparentemente ella, no acepto prefiero desobedecer.
—No se preocupe, señor David —respondí sin titubear—. Ella me pidió venir a un restaurante chino. Aparentemente