Isabella—Esto es estúpido. usted quiere comprarme como un maldito obejor. — Espeté con molestia en mi voz . El señor David apenas sonrió con aire de superioridad. Sin dejar de verme Ahora, que demonios le sucede ¿qué le sucede? ¿Por qué me mira de esa manera?—No lo diga de esa manera tan brutal —explicó, dando un par de pasos hacia mí, acortando la distancia de forma calculada, mientras esa maldita sonrisa arrogante permanecía intacta en su rostro.—Se está burlando de mí —le reproché, y sentí cómo el calor subía por mis mejillas, entre la ira y el fastidio.Él negó lentamente con la cabeza, como si estuviera por encima de todo aquello. Sus manos intentaron tomar las mías, pero yo, casi por instinto, di un paso atrás, alejándome rápidamente de su alcance.—Piénsalo —prosiguió con voz suave, como si hablara con una niña caprichosa—. Te daré tiempo. Por el momento, calmaremos las aguas. Le pagaré a los afectados.Negué rotundamente, apretando los labios. Eso solo me enfurecía más.—N
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