Isabella
Tengo la sonrisa ensanchada, mientras mis ojos se dirigen hacia el traje mas caro y exclusivo, sobre todo en tendencia. Una persona como yo es la única que puede tenerlo en esta ciudad. Sin pensarlo tanto lo tomo dirigiéndome hacia la caja, mas que feliz, sabiendo que tendré otra colección en mi gran armario de los mejore diseñadores del mundo.
—Me gustaría pagar con mi tarjeta – le digo a la cajera sacando mi tarjeta dorada.
La señorita me sonríe, para luego pasar la tarjeta por lector. Frunce el ceño confundido.
—Señorita discúlpenos, su tarjeta no pasa, no tiene fondo.
La miro confundida.
—¿Qué es lo que dice? ¿Como que no pasa? —pregunto tratando de perder la compostura.
—Según el lector, usted no tiene fondo, más bien está bloqueada.
Mi expresión se endurece y mi tono sube un poco ya perdiendo la paciencia.
—Debe ser un error. ¡Deme eso —Saco otra tarjeta, luego otra y otra más, sin embargo, ¡ninguna funciona! Estoy a punto de perder la compostura.
—Lo siento mucha señorita.
—Esto debe ser un estúpido error de su máquina, como no tengo fondo ni nada. –espete perdiendo el control.
—Lamento su molestia, sin embargo, debe entender que tiene fondo alguno ¿cómo desea proceder?
—¡Me haces perder el tiempo, esto es absurdo ¡
—Disculpen, pero...
—¿Sabes quién soy? —le grito molesta, aunque se muy bien, que ella no tiene la culpa de mi desgracia.
La pobre mujer ya no sabe que hacer, frustrada, saco efectivo de mi bolso, pero veo que no es mucho, creo que por lo menos podre pagar el estúpido vestido.
—Toma¡ Paga el estúpido vestido de una vez.
Ella lo cuenta para luego verme con pena.
—Señorita... hace falta dinero.
—Como que hace falta más—Mi cara arde de la vergüenza.
Antes que replicara una palabra, una voz masculina interrumpe detrás de mí.
—Tranquila yo te lo pagare.
Me doy la vuelta molesta por su interrupción.
—No es necesario que lo haga —replique levantando la mano para que no lo haga.
Pero el hombre desconocido ya había entregado su tarjeta a la cajera, ni cuenta me di, si la tarjeta fue aceptada o si marco sin fondo como los míos.
—Aquí tiene su vestido señorita, y discúlpenos por el mal momento. – se disculpa la vendedora mientras me entrega el vestido.
—¿Porque hizo eso, si yo no se lo pedí, señor?
—Solo recíbelo, es un obsequio de mi parte.
—No puedo recibir algo de un desconocido y peor si usted no me conoce.
—Se muy bien que eres Isabella Hamilton.
Mi corazón rápidamente se agita.
—¿Co-como sabe quién soy?
Él sonríe de lado y en ese instante se me erizo la piel. Quien demonios es este vejete.
—Como no iba conocer a la hija de mi socio Wayne Hamilton.
Lo miro elevando las cejas, no me agrada sentirme de esta manera, sin embargo, ya no hay vuelta atrás.
—Gracias por el favor. Se lo pasare a su cuenta. ¿Me podría dictar su número? —el señor niega y yo lo miro molesta. Qué demonios le sucede.
—Esta bien— acepta finalmente y luego me dicta su número.
Tomo el vestido y salgo de la tienda con la cabeza en alto. Pero por dentro me hierve la sangre, subo a mi coche un convertible rojo de ultimo modelo, saliendo del estacionamiento, marco el número de mi padre.
—Cariño, estuve a punto de llamarte.
—¿¡Que hiciste con todas mis tarjetas? Sabes la vergüenza que acabo de pasar en la tienda mas grande del país. No me digas que te has loco —le grite histérica
—Hablaremos luego, tengo una reunión importante. Te veo en casa Isabella.
—Esto es una estupidez. No pienso estar en casa esta noche.
Cuelgo furiosa, mientras piso el acelerador, cambiando de dirección. La rabia me consume, pero no pienso quedarme en casa a llorar. Esta noche tengo una fiesta de verdad, y no me lo pienso perder por una maldita reunión, ni por mis tarjetas sin fondo.
Después de esa humillación que pase, me merezco unas copas, buena música y recordarle al mundo que soy, la heredera de la joyería mas grande del país. Bella Hamilton.
Espero que este dia, no sea el peor de rodos. Quizá solo sea algo pasajero, conociendo a mi papá, de seguro anda molesto conmigo. Y decido dejarme las tarjetas sin fondo.
—Entonces si estas molesto, Wayne Hamilton. Yo también lo estare contigo querido padre.
***
Llegue a la mansion decidida en salir a disfrutar, mas siendo el cumpleaños de mi novio, e incluso este dia se cumple tres meses en la que tengo un novio. Por esa razón quizás podríamos pasarla bien, creo que me entregaré a él.
—Ya estoy de vuelta— saludé a las sirvientas y entre a mi habitación, deje las compras a un lado. Revise algunas carteras y sonreí feliz de encontrar un poco de dinero. —Aún que me hayas dejado sin fondo, aun tengo dinero.
Murmuró para mi misma. Guardé el fajo de dinero en mi cartera, el reloj rolex que le compré a mi novio y atrás cosillas mas. Me mordí labio inferior y decidi darme una refrescante ducha con agua tibia.
Mientras tanto mi mente divaga en lo que ocurrió en la tienda. Me pregunto quien era ese elegante señor y de donde conoce a mi papá.
En fin, espero pagarle lo mas pronto posible. No quisiera malos entendidos, mas conociendo al señor Wayne Hamilton, mi adorado Papá.