Mundo ficciónIniciar sesiónEl poderoso heredero Alejandro Ali, Jeque árabe que recién se había casado con la mujer de su vida, fué engañado por la prima de su esposa el segundo día de su matrimonio, Nathalya se hizo pasar por su mujer y lo sedujo cubriéndole los ojos con un pañuelo de seda, el Jeque había bebido demasiado en una junta de negocios, fue tarde cuando se dió cuenta de su error, lo que él no sabía era que Monserrat, su hermosa esposa, había visto su infidelidad, ella lo abandonó en ese mismo instante, pero el Jeque no está dispuesto a dejar ir, la buscará por cielo, mar y tierra, pese a la malévola mujer que los separó. Solo que no se espera que un apuesto ruso de convicciones fuertes y mucho poder, encuentre a la bella ojiazul y se enamore perdidamente de ella. Ahora recuperarla no será tan sencillo. ¿Podrá el amor del Jeque recuperar a su esposa?
Leer másEl mayordomo se tensó un poco, guardo silencio esperando que su señor respondiera, tal vez él le diría realmente lo que era, o tal vez no. — Solo soy un hombre que sirve a mi país. — ¿Eres militar? ¿Cómo un policía? Esta vez el hombre enarcó ambas cejas, ser un simple policía para él significaba una comparación entre un albañil y un ingeniero, o un curandero con un médico especialista. — No soy tan simple, señorita Villalba, he trabajado mucho para llegar hasta donde estoy. Sigame para mostrarle la que será su habitación. — El agente cambió de tema a propósito. El hombre caminó, no dijo más sobre su trabajo, después de todo no podía andar rebelando su identidad así como así, la discreción era fundamental para mantener su seguridad. Monserrat siguió la espalda ancha del ruso, el tenía una forma de caminar muy elegante, se mantenía seguido pero no parecía incómodo, era más bien como si se le diera natural. La mujer estaba entretenida observando los cuadros que se encon
El imponente Jeque ya había ordenado que tuvieran listo su avión privado, saldría a Rusia, apenas terminara unas importantes juntas que ya tenía programadas, de no tratarse de sus más importantes socios, no esperaría un minuto más, pero mientras tanto llamaría a alguien para que comenzara a buscar a su mujer. En una enorme compañía, se encontraba el CEO Vladimir Darkok, un jóven empresario ruso que fue compañero de escuela del Jeque. Su teléfono timbró, y al ver el remitente se quedó sorprendido, pero respondió pronto. — El jeque Alejandro Ali me está llamando, me preguntó que querrá, cuánto tiempo sin saber de ti, querido amigo. — Vladimir, amigo, espero que te encuentres bien, ¿Cómo está la familia? Me imagino que para este momento ya has sucedido a tu padre en la compañía, ¿Cierto? — Tienes razón, ya estoy en la compañía, más todavía no me hago cargo por completo, sigo trabando a la par con mi padre, sobre todo ahora que acabo de ser papá, mi esposa me ha dado un hijo.
El importante agente de la interpol, tenía demasiados medios para investigar los antecedentes de la chica, pero esta vez no había querido ser invasivo, había preferido preguntarle directamente a ella. Monserrat palideció apenas escuchó las palabras del ruso. Entonces ella había mencionado a su esposo, ni siquiera inconsciente se le podía salir del pensamiento, ese egipcio la había jodido hasta la médula de los huesos. La había enamorado perdidamente para después pedirle matrimonio, y después traicionarla de la peor manera. — No quisiera hablar de él, realmente no vale la pena mencionarlo. — En la mirada de la ojiazul apareció un dejo de tristeza que el ruso pudo notar, él era experto en leer a las personas, esa habilidad era parte fundamental de su trabajo. — Está bien, no voy a presionarte, iré a pedir tu alta, y te advierto desde ahora, vendrás conmigo a mi casa hasta que salgas del país sana y salva, me preocupa que apenas pises la acera te encuentres con otro traficante,
En una exclusiva sala de hospital, Montserrat era cuidada por el hombre misterioso que la salvó del tratante. No es que no hubiera personal disponible, fue que el quiso cuidarla personalmente. Más de pronto entre sus delirios ella comenzó a llamar un nombre. — Alejandro... ¿Por qué me has traicionado...? Te amaba tanto... Mi amor no fue suficiente para ti, eres un traidor... Mientras ella hablaba en su inconsciencia, su rostro se mojaba de lágrimas. Su estado era lamentable, parecía estar sufriendo mucho. — Ya pasó, estás a salvo... ¿Quién es ese Alejandro por el que tanto lloras? El hombre sacó su pañuelo y secó las lágrimas de la jóven, el siempre frío director de operaciones internacionales de la interpol, se preguntaba quien había sido tan miserable como para lastimar tanto a esa linda chica. El médico estuvo luchando toda la noche con la fiebre de la paciente, ella de pronto empeoraba, parecía que su cuerpo estaba agotado y cansado de la vida, algo inexplicable que
El Jeque destrozó todo lo que estaba a su lado en su despacho, la huida de su esposa lo enloquecía, ella era su todo, tenía que encontrarla y explicarle que había caído en una trampa, tenía que volver a él. — Te voy a recuperar amor mío, porque en esta vida, solo podré amarte a ti. (...) Pasaron algunas horas para cuando Monserrat despertó en el avión que la llevaba a Rusia, ella sintió algo encima, se dió cuenta que un saco que olía a un varonil perfume la cubría. Ella se removió y volteó a su lado. — No te asustes, estabas temblando de frío, solo te preste mi saco para que tuvieras un poco de calor. Evidentemente era un hombre, uno con voz fría, pero bastante caballeroso. — Oh... Gracias, fue muy amable de tu parte, te devuelvo tu saco, de todas formas ya estamos por aterrizar. — Está bien. — Respondió el hombre de forma indiferente, si ella no lo quería, no la iba a obligar a usar una prenda suya. Poco tiempo después la azafata pidió que se abrocharan el ci
El Jeque no daba crédito a lo que estaban diciendo, buscó entre las ropas de su esposa y encontró el armario con prendas tiradas por doquier, ella había buscado prendas al azar para llevarlas en una maleta. Se notaba que había salido apurada. El apuesto hombre de piel canela buscó en el cajón donde sabía que ella había guardado sus documentos, pero no los encontró, estaba volviéndose loco, no estaba ni su pasaporte ni su visa, ni ninguna de sus identificaciones. Se pasó las manos por el cabello intentando negar que lo hubiese visto, pero solamente hacia falta tener un poco de sentido común para darse cuenta de que había presenciado la asquerosa escena entre él y Nathalya. — ¡¿Hace cuánto salió?! ¡Busquenla de inmediato, no debe de estar muy lejos, que mi esposa no salga del país, que no salga! — Gritó furioso como una bestia rabiosa, Monserrat era la luz de su vida. La había conquistado con paciencia y con detalles, durante su noviazgo, esto no le podía estar pasando. Le ha
Último capítulo