Un nuevo mundo confiable y leal.
Escuchar el nombre de su marido no le sentaba nada bien a la castaña. Ella se quedó en silencio por unos momentos, solo que no se dió cuenta de que gruesas lágrimas rodaban por sus mejillas.
El hombre ruso, con todo y lo frío que era, se preocupó, nunca espero que su huésped fuera a reaccionar así solo por una pregunta.
— Tranquila, no pasa nada si no quieres hablar de ese hombre, si te duele tanto no lo mencionaremos más.
El agente sacó el pañuelo de su saco y comenzó a secar el rostro de la mujercita, ella se veía tan vulnerable y frágil, que le provocaba protegerla. Algo que no le había sucedido desde hacía mucho tiempo.
— Lo siento, no quise... Vas a pensar que padezco de mis facultades mentales... Te prometo que no es así.
El agente observaba fijamente a la bella chica. Ella se dió cuenta de que el dudaba, entonces decidió hablar.
— En realidad sí, es verdad, estoy emocionalmente mal, ni siquiera tengo fuerzas, ni ganas de hacer nada, no me pasa bocado... Yo... Est