El egipcio que le robó el alma.
El imponente Jeque ya había ordenado que tuvieran listo su avión privado, saldría a Rusia, apenas terminara unas importantes juntas que ya tenía programadas, de no tratarse de sus más importantes socios, no esperaría un minuto más, pero mientras tanto llamaría a alguien para que comenzara a buscar a su mujer.
En una enorme compañía, se encontraba el CEO Vladimir Darkok, un jóven empresario ruso que fue compañero de escuela del Jeque. Su teléfono timbró, y al ver el remitente se quedó sorprendido, pero respondió pronto.
— El jeque Alejandro Ali me está llamando, me preguntó que querrá, cuánto tiempo sin saber de ti, querido amigo.
— Vladimir, amigo, espero que te encuentres bien, ¿Cómo está la familia? Me imagino que para este momento ya has sucedido a tu padre en la compañía, ¿Cierto?
— Tienes razón, ya estoy en la compañía, más todavía no me hago cargo por completo, sigo trabando a la par con mi padre, sobre todo ahora que acabo de ser papá, mi esposa me ha dado un hijo.