Añorando el amor.
El mayordomo se tensó un poco, guardo silencio esperando que su señor respondiera, tal vez él le diría realmente lo que era, o tal vez no.
— Solo soy un hombre que sirve a mi país.
— ¿Eres militar? ¿Cómo un policía?
Esta vez el hombre enarcó ambas cejas, ser un simple policía para él significaba una comparación entre un albañil y un ingeniero, o un curandero con un médico especialista.
— No soy tan simple, señorita Villalba, he trabajado mucho para llegar hasta donde estoy. Sigame para mostrarle la que será su habitación. — El agente cambió de tema a propósito.
El hombre caminó, no dijo más sobre su trabajo, después de todo no podía andar rebelando su identidad así como así, la discreción era fundamental para mantener su seguridad.
Monserrat siguió la espalda ancha del ruso, el tenía una forma de caminar muy elegante, se mantenía seguido pero no parecía incómodo, era más bien como si se le diera natural.
La mujer estaba entretenida observando los cuadros que se encon