Elizabeth no es la misma tonta de antes

Había pasado un mes de lo sucedido aquella noche en ese bar, las llamadas de Nicolai para Elizabet, eran muy esporádicas, el hombre parecía tener nulo interés en ella y a Eli, debido a lo que había ocurrido con ese atractivo hombre, no tenía el valor de llamarlo, sentía que le iba a terminar de confesar todo apenas escuchara su voz, ella era una mujer transparente a la que no le gustaba mentir, desde aquel día su vida se había vuelto una verdadera tortura.

Más como no hay plazo que no se cumpla, ni deuda que no se venza, Nicolai Petrovski, llegó de los Estados Unidos después de pasar todo un mes con su sensual amante, solo tenía planeado estar quince días en París, pero la morena de fuego con la que se revolcaba no lo soltó tan fácilmente.

El hombre llegó a la mansión de casados que había comprado para Elizabeth y para él, pero cuando preguntó por ella a sus sirvientes, ellos le dijeron que la señora Petrovski, no se había mudado nunca a la villa, el hombre de inmediato tomó su teléfono para marcarle, quería una explicación y la quería ya.

Al tercer timbrar, el teléfono fue respondido por la bella doctora. — ¿Dime dónde carajos estás y por qué no te has mudado a la mansión? — Lejos había quedado el hombre que le hablaba cariñosamente y se portaba como todo un caballero, ya la tenía en sus manos, no necesitaba esforzarse más, se había casado con ella solo por su excelente reputación, el hombre estaba en la política, una esposa modelo era lo que más le convenía para lograr escalar cargos.

— Estoy en mi casa, no creí conveniente mudarme hasta que tú no estuvieras de regreso, ¿Ya estás en el país? — la doctora, respondía un poco nerviosa del otro lado de la línea, no es que fuera cobarde, pero sabía que esta vez había fallado de una forma imperdonable, y había tomado una decisión.

— Hmm... esta bien, iré a por ti, no puedo esperar a tener nuestra noche de bodas, la primera noche en la que te haré el amor, sé que te has estado guardando para mí los cinco años que tenemos de noviazgo, pero hoy por fin será nuestra noche soñada.

El hombre no podía ser más cínico y más descarado, llegaba recién de revolcarse con su amante día y noche, y todavía tenía la cara dura de fingirse ansioso de consumar su matrimonio con Elizabeth, en cambio ella ya no tenía ni el más mínimo deseo de estar con él en la intimidad, era como si desde esa noche otra Elizabeth había despertado.

— No es necesario que vengas por mi, Nicolai, no me voy a mudar contigo. — Elizabeth había tomado el valor que muchas veces le faltó al soportar todas las ausencias de ese hombre que incluso el mismo día de su boda se había atrevido a marcharse de viaje y dejarla sola.

— ¿Qué demonios estás diciendo? !Si piensas que me vas a tomar por Imbécil estás muy equivocada! ¡Esto lo vamos a hablar personalmente! — El hombre cortó la llamada bastante furioso.

— ¿Se encuentra bien señorita? creo que deberíamos llevarla al hospital, está usted transparente — Sugirió su leal mayordomo, Ciro, tenía años en la familia Romanov, había servido a sus padres antes del accidente que les arrebató la vida, ahora trabajaba para ella, Eli, lo veía como familia.

— No, no es necesario Ciro, estoy bien, puedes por favor traerme un vaso de agua, estoy muy sedienta — La peli platinada, vió ir al hombre a la cocina, mientras tanto ella no dejaba de pensar en lo que se le venía encima, su esposo estaba de regreso del viaje de negocios y la quería en su casa, pero ella no estaba dispuesta a ceder.

El agua no fue suficiente para calmar los nervios de la bella doctora, cuando escuchó el timbre casi da un salto del susto, Ciro se apresuró a abrir, después desapareció discretamente para darle privacidad a los recién casados.

— ¡Aquí estás! — Nicolai, que era de ascendencia rusa, era un atractivo hombre alto de piel blanca ojos miel y barba cerrada, se ejercitaba y se mantenía en forma, lo que lo hacía un hombre muy asediado por las mujeres, por ende un empedernido mujeriego.

El político, se acercó a Elizabeth, la abrazó y de inmediato la besó en los labios con toda la intención de profundizar el beso, quería llevársela a la cama, no le importaba si era allí o en cualquier otro lado, él solo quería reclamar el juguete nuevo que había adquirido recientemente.

Pero Elizabeth no pudo soportar los besos ni las caricias que Nicolai le daba, de pronto sintió asco de su sabor, de su aroma, de su aliento, de todo él, nunca antes le había pasado, a ella siempre le habían gustado los besos del ruso, pero ahora le parecían insoportables.

— ¡Suéltame Nicolai, no quiero que me toques, no quiero que me beses, no te deseo!

— ¡¿Qué demonios te sucede Elizabeth?! ¿Por qué carajos no correspondes a mis besos? ¿acaso me estás rechazando? ¡Eres mi esposa, que no se te olvide! — un molesto Nicolai, le advertía a la mujer que no tenía permitido negarse a tener intimidad con él.

— ¡Soy tu esposa solo por un papel, pero en realidad... Si lo piensas un poco! ¿Qué clase de esposo se va de viaje la noche de su boda? Y no solo eso, si no que se demora un mes en volver, ¿En dónde estabas, Nicolai, o mejor dicho, con quién?

— ¿Qué dices? ¿Qué no quieres besarme? ¡Como sea me importa un carajo, pero a mí me vas a cumplir sí o sí está noche, soy tu marido tengo derecho sobre ti!

— ¡No! ¡No puedes obligarme a acostarme contigo, te estoy diciendo que no quiero seguir más a tu lado, y que no voy a mudarme a tu casa, así que ya te puedes ir!

— ¡Vas a ser mi mujer o dejó de llamarme Nicolai Petrovski! — El ruso, estaba prácticamente arrancando la ropa de Elizabeth, ella ya lloraba aterrada por el comportamiento del hombre, nunca lo habia creído capaz de tanta bajeza.

— ¡Sueltame! ¡no quiero estar contigo! ¿ Qué no entiendes que me das asco?

— ¡¿Entonces con quién si quieres?! ¿Es que tienes un amante, Elizabeth? ¡¿Te has entregado a otro hombre en mi ausencia?!

— ¡Siiii! ¡Lo hice, tuve sexo con otro hombre mientras estabas de viaje con alguna de tus amantes! Nunca quise creer los rumores sobre ti, pero ahora sé que son ciertos! ¡Lo hice y no me arrepiento! porque... ¿Qué clase de esposo deja plantada a su esposa en la noche de bodas para irse de viaje de negocios? ¡Necesitaría ser demasiado estúpida para creer que no te lárgaste con una mujer! — Por fin Elizabeth, estaba sacando de su pecho lo que realmente pensaba de su infiel de marido. Por fin había tenido el valor de decirlo.

— ¡Eres una zorra! ¡Yo que me casé contigo porque según tú eras pura, y resultaste ser una cualquiera que se entregó al primer hombre que se le atravesó, a mí así no me sirves para nada, una mujer manchada como tú, no puede ser la esposa de un político respetado como yo! ¡quiero el divorcio! ¡espera a mi abogado maldita zorra!

El Cínico de Nicolai, empujó fuerte a Elizabeth, antes de salir hecho una furia, el hombre era engreído y arrogante, no dejaría pasar esta grave ofensa así como así, afortunadamente la mujer de bellos ojos azules, cayó en uno de los sillones y no se lastimó demasiado, pero estaba sufriendo por la situación que estaba pasando, el llanto de la doctora te estremecía, esto no era para nada lo que se imaginó que sería su matrimonio con su novio de cinco años, él decía que la amaba, que era su tesoro y ahora la había tratado como la peor de las basuras.

Elizabeth no soportó más, el mes de angustia, las noches en vela, los sueños de ese hombre llamándola con una necesidad desgarradora por ella, fue la gota que derramó el vaso. La doctora no supo en que momento su mente se apagó, perdió el conocimiento quedando desmayada en el sofá, la bella mujer, había colapsado.

La vida de la doctora estaba a punto de cambiar para siempre, pero ella todavía no lo sabía...

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