Mundo ficciónIniciar sesiónTessa creyó en un hombre que le juró amor, hasta que la embarazó, la traicionó casándose con otra y casi la mata para ocultar su pecado. Obligada a huir tras ser arrollada por su ex y perder al hijo que esperaba, busca refugio en las montañas de Texas. Pero el destino la lleva a la hacienda más temida del lugar, donde nadie se atreve a contradecir al tirano, Magnus Wayne. Magnus es un lobo milenario desterrado. Tan temido en la región que nadie se acerca, mucho menos las hembras si saben que morirán en sus manos. Cuando Tessa entra en la habitación de un niño moribundo para alimentarlo con su leche y arrullarlo, no imagina que ese niño es el hijo de una bestia y Magnus no imagina que la extraña que le da pecho a su cachorro emana un aroma abrumador que él no puede pasar por alto. Magnus debería matarla y lo sabe. En cambio, la huele y algo dentro de él despierta, tanto que sin poder controlarse, termina transformándose en su presencia, asustándola al grado de querer huir; no obstante, Magnus tiene otros planes, no va a dejarla ir, por el bien de su hijo y por el suyo, convirtiéndola en la esclava cautiva del alfa más cruel que ha visto la historia.
Leer másTessa se sentó en la cama y llevó ambas manos a sus senos. El dolor de la leche acumulada, le golpeó con fuerza.
Miró su atuendo, era un camisón holgado y luego de ver alrededor, se asustó al no reconocer el sitio.
—¿Dónde estoy? —se preguntó tras recordar que se desmayó en el camino.
Había caminado durante horas por el sendero en busca de un lugar para trabajar y vivir. Llevaba los últimos dos días huyendo luego de que Thomas, su exnovio la atropellara y la hiciera perder a su bebé, el hijo de ambos para no responsabilizarse por el embarazo.
Tuvo que huir del hospital con solo su ropa; sin dinero y con el corazón destrozado. Lo que tenía en el bolsillo solo sirvió para pagar el boleto de autobús, así que no había comido desde entonces y tenía los senos como piedras y mucha fiebre por la mastitis.
Se puso de pie como pudo y fue al baño para intentar liberar sus senos de la leche acumulada, pero dolía tanto que pensó en morirse ahí mismo, pero lo cierto fue que cuando abrió los ojos, se encontró en esa habitación desconocida.
No recordaba nada, ni cómo llegó ni qué paso, pero estaba en una cama que no reconocía y alguien la había salvado, o eso había creído entonces.
Se incorporó un poco mejor y, dolorida, masajeó sus senos con la esperanza de liberar la leche que pugnaba por salir.
Recordó entonces la noche en que su mundo se había venido abajo:
«—Señores buenas noches, quiero decirles que voy a casarme —declaró Thomas en la gala anual de la empresa donde ambos trabajaban y justo el día que ella le informaría de su embarazo.
Pensó que tal vez la había visto y pensaba anunciar su relación así. Emocionada, se alisó la ropa y peinó el cabello.
»Isabella Meyers a quien seguramente muchos conocen por ser la hija de Aaron Meyers el dueño de Planet Grey, me ha hecho el hombre más feliz al aceptar ser mi esposa después de una relación de dos años —mencionó al mismo tiempo que Tessa sentía el corazón hundirse.
Soltó la caja que sostenía en las manos, esa que contenía la sorpresa para Thomas al revelarle su embarazo. El estruendo, hizo que muchos de los presentes le miraran atónitos.
—¿Qué? —inquirió desde su sitio—. ¿Vas a casarte con otra?
Thomas sonrió incómodo.
—¿Qué hace la de los cafés aquí? —preguntó mientras Tessa abría la boca sin poder comprender qué sucedía—. Alguien que haga algo. ¡Seguridad!
Al mismo tiempo, Tessa caminó intentando llegar hasta él, pero los guardias la detuvieron.
—¡Estoy embarazada! —gritó Tessa y todos se detuvieron, inclusive la suave música que amenizaba la velada—. Estoy esperando un hijo de Thomas, hemos estado juntos desde hace meses.
—¡Qué tontería! —expresó el mismo Thomas—. No puede ser, yo me encargaré, porque parece que alguien abusó del alcohol está noche.
La tomó del brazo y la alejó de la vista de todos. Pretendía que su novia no escuchara y por supuesto, evitar que Tessa continuara hablando.
Casi la arrastró por las escaleras para llevarla al siguiente piso.
—¿¡Qué demonios haces!? —interrogó con un tono acerado, lanzándola al fondo con un empujón—. ¿Qué fue esa m****a de que estás embarazada?
—Es la verdad —declaró antes de sacar de su bolso el análisis y entregárselo.
Thomas ni siquiera lo leyó, solo lo hizo pedazos frente a ella.
—Señora Marlowe. No sé qué pretende con esto, pero le aseguro que no voy a caer en su juego —dijo fingiendo que no sabía de lo que hablaba.
—Dijiste que me amabas —musitó con el rostro bañado en llanto—. Teníamos una relación.
—¡No seas estúpida! —vociferó un molesto Thomas—. No eras más que mi puta, nadie en su sano juicio se fijaría jamás en una pobretona como tú. Si pensaste que yo me iba a casar contigo es porque eres idiota. Yo jamás arriesgaría mi reputación por una mujer que no vale nada ni aporta estatus o dinero a mi vida.
—¿Cómo puedes ser tan miserable conmigo? —Se lanzó sobre él y le dio un par de golpes que terminaron con ella en el piso.
—Escúchame bien, estúpida. Vas a deshacerte de tu bastardo ahora mismo —ordenó Thomas y se acercó a ella, intimidante—. Te daré dinero y vas a largarte de la oficina y de mi vida para siempre, por supuesto después de abortar a esa cosa que llevas dentro. Yo voy a casarme con mi novia, la que sí me importa y no voy a permitir que lo arruines.
—No voy a abortar a mi hijo —declaró con total determinación.
Thomas se llevó la mano a la boca y la pasó por ella como si estuviera limpiándose antes de sorprender a Tessa con un golpe seco sobre su mejilla».
Salió de sus recuerdos, pensando que desde entonces, su vida se había vuelto un infierno.
Algunos meses después del incidente de esa noche, Thomas se casó, pero nunca la dejó en paz. Él y su familia la acosaron, persiguieron y acorralaron para que abortara.
No pudo tener un trabajo fijo desde entonces, puesto que se encargaron de que la echaran de todos lados.
Gastó todos sus ahorros, a tal punto que se terminó quedando sin dinero. Apenas la semana anterior ella fue al banco para retirar su dinero, dado que faltaba una semana para el nacimiento de su hijo.
Fue al salir donde fue arrollada por Thomas a las afueras del banco.
El muy cínico la trasladó al hospital y se aseguró de que su hijo muriera. Tras despertar, Tessa tuvo que huir luego de las amenazas que le dio, sabiendo que la matarían también.
Aterrorizada, dolorida y luego de escucharlo amenazarla con matarla si lo acusaba con la policía, huyó. Supo que la madre de Thomas se había deshecho del cuerpo de su hijo, pero no supo dónde y tampoco se lo dirían.
Lamentaba no saber a dónde se lo llevaron ni tener un lugar dónde llorarle y aunque estaba en shock, se juró volver para vengarlo y hacer pagar a los Ralston por todo el daño que les estaban causando, pero sobre todo, por matar a su hijo.
Esa misma noche, tras huir de la clínica, tomó el autobús que la llevara lo más lejos de ellos y fue así como llegó a Texas, hasta donde le alcanzó el dinero, un pueblo alejado en la montaña, llamado Green Montain, donde deambuló durante un poco más de dos días buscando trabajo, pero no encontró nada y menos cuando no tenía documentos, aunado a eso, la leche de sus senos se estaba acumulando y dolía como el infierno.
Al caer la tarde, estaba agotada, hambrienta y con fiebre por la mastitis. Cada paso le dolía. En un punto del camino, se dejó caer en el suelo, convencida de que moriría ahí mismo, como un animal abandonado.
Sin embargo, al despertar se encontró en una casa desconocida, sin nadie que pudiera responder sus preguntas.
Salió de sus pensamientos, se levantó de la cama y caminó hacia el baño. Lo primero que hizo fue beber agua como si estuviera en el desierto, luego se lavó la cara y finalmente se miró al espejo, viendo lo derrotada que estaba.
El resquemor en los senos se hizo más fuerte, también el de la espalda, así que intentó sacarse la leche; sin embargo, el dolor era tal que tuvo que parar varias veces y pensó que necesitaba un médico, pero sin dinero y sin saber dónde estaba, la situación resultaba difícil.
Armándose de valor, decidió salir de la habitación para buscar a alguien y preguntar en dónde estaba, incluso estaba dispuesta a suplicar por ayuda.
Abrió la puerta y se encontró con una enorme y lujosa escalera, así como con grandes recámaras. Caminó descalza por el pasillo, temerosa de que algo le pasara, pero de pronto se detuvo. Lo hizo cuando escuchó un pequeño sonido, un gorjeo y quejiditos que no podían ser de un adulto y que pronto se convirtieron en un llanto débil y jadeante.
Se giró hacia la puerta en donde creyó que provenía el sonido y caminó lento hacia ella. Abrió lentamente y observó una luz tenue que alumbraba. El ambiente era bastante caliente ahí dentro, pero no dudó un segundo en curiosear. Al encender la luz, miró un lloroso bebé recién nacido en una cuna parecida a las de hospital.
Se acercó a él y lo escuchó llorar más fuerte. De su manita colgaba una vía intravenosa y pensó que estaba enfermo, al verlo tan flaquito y pequeño, así que instintivamente lo tomó en brazos, lo arrulló para calmarlo, pero el bebé siguió llorando.
—Tranquilo, no llores —dijo mientras se paseaba con el pequeño por toda la habitación, pero el bebé parecía querer algo y cuando lo vio mover la cabecita, buscando instintivamente su pecho, supo lo que debía hacer.
Se sentó entonces y un poco turbada, se sacó el seno, al cual el bebé se prendió de inmediato.
Sonrió al ver la pequeña boquita del niño bebiendo ansioso la leche que había acumulado.
De pronto, la puerta se abrió de golpe, sobresaltándola y en el marco apareció un enorme hombre de cabellos negros y ojos atronadores.
—¿Qué diablos? —fue lo único que salió de su boca al verla amamantar un bebé que no era suyo.
Tessa se giró de golpe. Tenía el corazón acelerado, pero no vio a nadie frente a ella. Sin embargo, la sensación de sentirse observada, no se fue. Al contrario, más que nunca sintió que alguien estaba ahí.Preparó todos sus sentidos para encontrar al intruso, pero no pasó nada.No escuchó ruido, nada en absoluto, así que se asomó la cabeza por la ventana, pero de nuevo no vio nada, todo parecía en calma. No había gente yendo y viniendo, tampoco veía a Magnus por ningún lado, lo que significaba que nadie se sentía amenazado.Tragó saliva, nerviosa, así que solo se mantuvo en calma y luego miró el piso. Las huellas y pisadas ya no estaban.—Te estás volviendo loca —se dijo a sí misma, cerrando los ojos con fuerza para no pensar en nada más.Fue entonces hacia la cama y se dejó caer en ella de nuevo, no sin antes asegurarse de que estaba completamente encerrada en su cuarto.Cerró los ojos de nuevo y se levantó un par de horas más tarde. Bajó las escaleras no sin antes ir por el bebé y a
TESSASentí su mano repasar mi coño antes de colocar su miembro en mi entrada.No hizo ningún movimiento más, como si esperara que yo continuara, así que llevó su falo a mi entrada, y fui bajando sola, lentamente, dejando que su falo se hundiera en mi resbaladizo coño.Emití un gemido lastimero y apreté los puños mientras sentía sus manos rodear mi cintura y recorrer hacia arriba hasta posarse en mis senos y apretarlos.Sus dedos tiraron de mis pezones y sus labios lamieron mi espalda al mismo tiempo que sentía su miembro completamente dentro de mí.Chillé y observé una de sus manos apretar mi seno mientras la otra iba directamente hacia mi sexo. Besó mi cuello, lo mordisqueó y con ello me incentivó a moverme sobre él.Obedecí, comencé a botar sobre él, subiendo hasta casi sacar la verga de mi interior y luego descendía lento, empalándome despacio, disfrutando de cada centímetro dentro de mí.Comencé a moverme con furor mientras escuchaba los pequeños gemidos que emitía y sentía su p
Sentí un poco de pena de estar sobre él a horcajadas, pero la mitigué acercándome a besarlo.Aproveché para rozar su piel, su pecho, moviéndome lentamente sobre él, contoneándome sobre su regazo, esperando distraerlo y a su vez, calmar las ansias que me recorrían.Me observó con atención y sentí su miembro endurecerse bajo mi cuerpo. Sus manos se apretaron a mi cintura y yo tomé el valor de ser un poco más participativa, contoneando mi cuerpo sobre el suyo, rozando mi sexo con el miembro que empezaba a ponerse tan duro como el acero.Magnus me tomó de la cintura y me incentivó a continuar con los movimientos.Llevé mis manos a su pecho y lo usé como soporte para moverme un poco más, acelerando los movimientos y frotándome con más ganas sobre su entrepierna.Desabroché su pantalón y me atreví a bajar la cremallera; al mismo tiempo, la mirada encendida de Magnus estaba sobre mí. De su pecho brotaba un ligero rugido que llegaba hasta mis oídos y que de alguna manera me hacían pensar en l
Por un instante, Tessa solo pudo quedarse paralizada, viendo la sangre gotear sobre su piel. Finalmente reaccionó, o más bien, se vio obligada a reaccionar cuando él la lanzó contra el piso para protegerla.Magnus quitó la flecha de sus manos, arrancándola y partiéndola en dos antes de dejarla caer en el piso. Un gruñido gutural salió de su boca ante el dolor y en el piso de la habitación resonó el eco del golpe de la flecha.Apretó los dientes y a su vez miró a Tessa.Ella se puso de pie de inmediato, intentando llegar a él, pero de nuevo, un sonido estridente golpeó la ventana y él recibió la noticia, mentalmente, de su beta. Estaban bajo ataque.—¿Qué haces? ¿¡Estás loca!? ¡Quédate en donde estás! —espetó, sin mirarla. Su voz sonó ronca y furiosa resonó, pero también había algo más, algo que Tessa no supo descifrar.—Yo… —balbuceó Tessa, mirando la sangre que corría por su mano—. Deja que te cure la herida, está sangrando.Magnus giró hacia ella, con los ojos encendidos de algo in
Tessa despertó en su habitación, desnuda, casi como cada mañana desde que había llegado a esa casa y se había convertido en prisionera del alfa; sin embargo, ya no se sentía tan temerosa, aunque de vez en cuando, le daban ganas de salir corriendo, pero lo cierto era que le gustaba pasar tiempo con Kaleh y, reconocía, hasta con Magnus.Aún odiaba verlo rugir y convertirse en una bestia, pero lo toleraba y había aprendido a vivir con eso.Esa mañana se duchó y al salir de su cuarto, se encontró con Rabel, quien clavó la mirada en ella y por un instante, Tessa creyó que la mujer se le lanzaría encima en cualquier momento. Rabel trató de contener la furia que pugnaba en ella, se acomodó a su lado y le miró como si fuera una basura, dejando claro cuánto la odiaba.—Esto no ha terminado —murmuró mientras estaba a su lado—. Juro que te vas a arrepentir de haber llegado a esta casa. Tessa no supo qué responder. Sin embargo, su respiración se aceleró, producto del miedo y estrés que le provoc
—Puedes retirarte, Rabel —dijo Magnus, volviendo a su aura autoritaria—. Hablaré con Marcus sobre un asunto privado.La guerrera le dio una sonrisa de incredulidad, como si se burlara de sí misma por permitirle un trato así sin merecerlo.En ese momento, Magnus estaba dando por terminada una discusión sin siquiera darle una explicación convincente. Ella lo había arriesgado todo por él y le pagaba demostrándole que no le importaba en absoluto. Entendió entonces, que ella siempre había sido solo el hueco donde Magnus se desfogaba cuando tenía ganas, pero que jamás le dio al menos un ápice de valía.Salió de ahí maldiciendo a Tessa, a Magnus y a todo el universo por lo que estaba pasándole. Avanzó por el pasillo, tirando uno de los jarrones de decoración a su paso. Estaba furiosa y deseaba encontrar algo con lo cual desquitarse. Mientras iba de camino a su recámara, se detuvo al ver la habitación del pequeño Kaleh. Miró la puerta y pensó que ese niño no debió sobrevivir.—Ojalá nunca lo
Último capítulo