Mundo ficciónIniciar sesiónSinopsis ❣️ Quién iba a decir que mi mayor temor se cumplió. ¡Tengo su corazón en mis manos, tiene mi corazón en sus manos! Quién iba a decir que él sería el poema de mi vida, el verso libre que llegó en el momento preciso y se fue cuando no tenía que hacerlo. El que llenó de sonrisas mis días, ya que mi única felicidad era un libro, un cuaderno, y una plataforma de escritores donde me dejaba llevar por mi imaginación... ~~~ 🌸 🌸 ~~~ 🌸 🌸 ~~~ 🌸 🌸 ~~~ Cuando la termine la editare.
Leer másHoy Antonio se va de viaje, y el aeropuerto se siente como el peor lugar del mundo, ya que lo alejara de mí. El bullicio, el ir y venir de la gente, los anuncios de vuelos, todo eso se desvanece mientras yo permanezco en sus brazos, con mi corazón latiendo al para que el suyo, y él, con su amor y promesas tan cercanas, pero a la vez, tan distantes. Él toma mi mano, y sin decir nada, me separo de su cuerpo observandolo, grabandolo en mi retina. Con cada paso que damos hacia el área de embarque, siento que mi pecho se aprieta, pero intento controlarlo. Su mirada se encuentra con la mía, esa mirada profunda que siempre logra calmarme, y me hace sentir en casa. No sé que me pasa hoy, ya que no es la primera vez que nos separamos por un viaje. —Amo verte sonreír, por favor, sonríe para mí ahora… no estés triste, volveré antes de lo que piensas.–me pide, mientras me envuelve en sus brazos y sus labios se encuentran con los míos. Es un beso que comienza lento, y que poco a poco se vu
El regreso a la ciudad se sintió extraño después del fin de semana en Pucón. Pensar en las calles congestionadas, el ruido constante de los autos, y el frío de la ciudad, parecen chocar con la calma, que compartimos junto al lago. Antonio y yo, vamos en silencio en el auto, mientras él conduce, yo miro distraídamente el paisaje urbano que va apareciendo. —Es como volver a la realidad. –digo apoyando mi cabeza en el respaldo, suspirando algo melancólica. —Sí, pero nuestra realidad… es mejor que la de cualquiera, porque estamos juntos. –sonrió buscando su mano para entrelazar nuestros dedos. ~~~~ Al llegar a nuestro edificio, la ciudad parece recibirnos con su habitual prisa. Sin embargo, dentro del departamento, la tranquilidad nos envuelve. Dejamos nuestras cosas y nos sentamos junto a la ventana, viendo como la luz de la tarde se filtra entre los edificios, creando reflejos en el piso de madera. —Te juro que extraño el aire del lago. –hablo apoyando mi cabeza contra el hom
El viento sopla fuerte, dándome de lleno en la cara mientras sostengo la cámara de fotos, intentando capturar cada detalle del lago. Son las dos de la tarde, el sol brilla con fuerza, iluminando el agua que se mueve con suaves olas. Antonio está frente a mí, con los ojos muy abiertos, tratando de no mostrar su miedo al bote en el que nos hemos subido hace media hora. Me había dicho que le daban miedo los barcos, y aunque no es motivo de risa, verlo así me resulta divertido, y su expresión de susto me llena de ternura. El bote es pequeño, solo caben tres personas, y aunque apenas nos hemos adentrado unos metros. Antonio se sostiene de los costados con fuerza, mientras su cara se torna blanca al mirar a todos lados menos al instructor, quien trata de mantener la calma a su lado. Por un instante, mi corazón se acelera cuando, sin previo aviso, salta al agua escapando del bote. Pero suspiro aliviada cuando veo que el agua del lago le llega un poco más arriba de la cintura. El instructor
—¿Qué haces aquí Ezrah? –es lo primero que dice Ivi con voz fría y afilada. Un filo que esconde un temblor. Cuando él entra al espacio compartido en el que estamos trabajando todos. Un filo que escondía un temblor.—Hablar. –responde él– Nada más.— ¿Hablar? No tenemos nada de que hablar.Ezrah respira hondo, como si preparara su corazón para una verdad dolorosa.—¿Ah, no? ¿Segura?Se hace un silencio pesado.Fran levanta las cejas.Luan abre grande los ojos.Luciano se queda inmóvil, como si temiera hacer ruido.Y yo… yo puedo ver como Ivi intenta hacer lo posible por no demostrar nada. Pero yo sé que le importa, y mi pecho se aprieta. La tensión entre ambos es casi palpable.—Ezrah. –lo nombra Ivi, clavándole una mirada fría– Te pedí distancia. —Y yo te di espacio. –responde él, con una calma sorprendente– Y tiempo más que suficiente, así es que no me pidas algo que no puedo cumplir.—Entonces no entendiste nada. –responde ella, con la voz rota y cansada. Ezrah da un paso hacia e
La tarde pasa entre reuniones, risas tensas y silencios extraños. A las seis, todos comienzan a recoger sus cosas. Ivi avisa que tiene una clase de yoga, pero lo dice para no decir: "no pregunten, no me sigan”. Fran se va con Luan y Luciano. Yo me quedo un momento organizando papeles hasta que la oficina queda casi vacía. Casi. Porque de pronto, escucho el ascensor. Pasos. Y luego, una voz familiar y un poco ronca: —¿Está Ivi? Ezrah. Me giro a mirarlo lentamente. Él esta parado frente a la puerta acristalada, con una chaqueta oscura, el cabello despeinado y una expresión en sus ojos mieles claros, entre angustia y terquedad. —No está. –le respondo. Ezrah aprieta la mandíbula. Mira al suelo. Luego a mí. —Ella me está evitando. –no es una pregunta. —Sí. –dije con sinceridad– Está dolida. —Yo también estoy dolido. –responde él, con una voz tan baja, amarga y honesta, que me deja sin palabras. No sé qué decirle. No sé si debo proteger a mi amiga o recordar qu
El sonido del agua de la ducha me despierta antes de lo habitual. Abro los ojos lentamente, reconociendo la luz tenue que se filtra entre las cortinas de nuestro dormitorio. Mi mano se extiende hacia el otro lado de la cama, donde todavía queda el calor tibio del cuerpo de Antonio. Sonrio como una tonta enamorada. A veces me cuesta asimilarlo. Despertarme así. Con él. Con nosotros. Casados, pero sin que nadie lo sepa. Compartiendo un secreto que no es una carga, sino algo íntimo, solo de nosotros dos. Me levanto, solo con una de sus suaves camisas puesta, y camino hacia el baño. La puerta esta entreabierta, dejando salir ese aroma a jabón que Antonio siempre usa. Apoyo mi frente en el marco y lo observo sin que él me vea. Su cuerpo desnudo bajo el vapor, el agua resbalando por su espalda... Eso me recuerda a cuando su respiración agitada esta sobre mi piel. Hay algo en verlo en la rutina más simple que me derrite por dentro, más que cualquier gesto romántico público. —¿Va
Último capítulo