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Capítulo 5: La Librería de Adela.

Salgo rápidamente de mi auto cerrando la puerta tras de mí, sin olvidar, claro está, conectar la alarma de encendido a distancia, y entonces sí, me dirijo con rapidez hacia la librería al tiempo que cruzo la calle y guardo mis llaves en el bolso que llevo colgado al hombro. Luego, meto mis manos en los bolsillos de mi abrigo.

Hace mucho frío, pero qué menos puedo esperar si estamos en pleno invierno. No puedo esperar un sol radiante, eso sería mucho pedir << ¿cierto señor Sol? >>. Fijo mi mirada por un instante en el cielo esperando a que me responda, luego la bajo moviendo mi cabeza de un lado a otro para desechar mis locos pensamientos. <<¿A quién se le ocurriría hablarle al cielo esperando una respuesta del Sol?>> ¡Sólo a mí!

Por lo menos debemos agradecer los pocos, por no decir casi nada, rayitos que, de repente, se escapan furtivamente para visitar el cielo gris que está sobre mi cabeza en estos momentos. Lo raro es que en este mismo momento no está lloviendo, pero estoy segura de que la lluvia no se hará esperar. Esta noche caerá una tormenta de esas en las que echaré de menos un cuerpo caliente que me abrace y abrigue, y me dé...<>.

¡Es mil veces mejor mi cobertor azul cielo, que ese maldito cuerpo medio caliente traicionero y mentiroso! ¡Aich!

¡Tengo muchos adjetivos en mente para él en este momento!

Siento como mi sangre hierve de coraje. ¿Por qué me duele tanto?

Si sólo me calentaba durante cinco minutos y luego todo giraba alrededor de su tremendo ego. Siempre era él aquí, él allá, ¿y yo? Yo no le daba importancia realmente; nunca me ha gustado ser yo aquí y yo allá, por eso lo dejaba ser. Sin darme cuenta que así, alimentaba más su ego.

Suelto un suspiro acongojada al recordar lo ocurrido y una lágrima quiere escapar de mis ojos, pero ¡no! ¡Basta de llorar por un hombre que no valoró lo que teníamos!

Aunque en realidad, no era nada lo que teníamos. Lo que de verdad me dolió fue el incumplimiento de esa maldita promesa que nos hicimos, "ser fiel el uno con el otro", ¿acaso era mucho pedir?

Su engaño me duele, pero no hasta el punto de querer cortarme las venas, es sólo que me siento sola, y no estoy acostumbrada a estar sin él. Recuerdo cuando nos conocimos, fue en un bar donde una amiga me obligó a ir. Al verlo soy vi a un hombre superficial y vacío. Nadie con quien me interesara involucrarme, pero al parecer él no opinaba lo mismo de mí ya que se acerco he hizo de todo por interesarme. No puedo negar que su labia y humor cambiaron un poco lo que pensé de él a simple vista. Y bueno, nos seguimos viendo y acordamos ya que ninguno de los dos quería buscar amor, tener una relación de sexo, compañía y fidelidad.

***Flashback...

— Sabes que ahí metida en la oficina nunca encontraras a un hombre a quien amar y que ames, o... ¿No me digas que te gustan las mujeres y que tienes un enamoramiento por algún imposible, y que es por eso que no sales a un bar a divertirte? –pregunta Flor, mi asistente desde hace no me acuerdo cuánto, solo sé que se ha ganado el derecho a llamarme de tú a tú, y que con esa preguntadera me deja más mareada que la margarita que estoy probando, que casi escupo por su culpa.

—No, no me gustan las mujeres, es solo que no estoy interesada en divertirme. Creo que es más provechoso y menos doloroso trabajar.

— Pero si ya casi estas casada con tu trabajo, ¿qué te parece si te divocias de él un ratito? Mira jefa, cada hombre es un país por conquistar, ya sabes, y tener sexo es como bailar... –la miro perpleja sin comprender que me está diciendo– esta bien, no importa. Solo enfócate en disfrutar y divertirte un rato.

—Esta bien. –me encojo de hombros medio aburrida, la música esta fuerte, el olor a alcohol, transpiración y demás llega de a poco a mi nariz.

A Flor se le acerca un tipo, ella le coquetea, y creo que encontró a un país por conquistar. Ella se disculpa y dice que ya vuelve.

Miro a muchos bailando en la pista, como se mueven y apretujan, rozandose entre sí.

—¿Aburrida preciosa? –me vuelvo hacia la voz que susurro a mi oído apartandolo por inercia. No estoy acostumbrada a que se me acerquen tanto.

— Para nada. –digo sin siquiera echarle un vistazo a quién sea que está a mi lado dándoselas de galán, mi subconsciente me dice alejate de él.

—¿Bailas? –vuelve a interrumpir mi cita con mi creo, tercera margarita.

—Sí. –digo cortante.

—Genial, entonces vamos. –su voz me tiene fastidiada.

—Pero sola, gracias. –y entonces nuestros ojos se encuentran. No es mal parecido, lo detallo por completo, no tengo experiencia en tener algo amoroso con alguien, pero incluso le daría mi primera vez solo para dejar de ser virgen– ¿tienes alguna enfermedad de transmisión sexual?

— Espera, ¡¿Qué?! Yo... No. –sus ojos están abiertos como platos–siempre me cuido.

— ¿Eres de la mafia, asesino en serie o algo así?

—¡No! –parece horrorizado negando.

—Bien, vamos a bailar. –él me mira aturdido, mientras yo lo tomo de la mano. Lo guió hacia uno de los salones que dice privado, ya que estoy en la parte vip, no es difícil encontrar algo vacío. Abro una puerta y lo meto dentro de ese cuarto. Detallo el lugar, y no está tan mal para lo que tengo en mente–¿sabes qué hacer para bailar, cierto?

—Yo... ¿Qué quieres decir? –me mira confuso.

—Sexo, soy virgen y quiero hacerlo aquí. Pensé que sabías. Según Flor, bailar es eso, así se le dice ahora.

—No, no... –lo miro desconcertada, no es posible que sea virgen también.

— ¿No sabes bailar?

— No, digo sí...

—Entonces a lo que vinimos. —creo que el alcohol en mi sistema fue más del que pensé. Lo tomo por la chaqueta que trae encima y lo acercó. Nuestros labios hacen contacto, y ya de ahí solo me deje llevar.

Fin del flashback***

Pfff si tan solo hubiera hecho caso a mi subconsciente que me gritaba "¡aléjate de él!" Cosa que no hice, y entre la espectativa, la curiosidad, y luego el dolor. Porque para que miento, esa primera vez no fue tan memorable en absoluto, aún y con alcohol. Luego ya con la práctica mejoró, o creo que sí, porque hasta el momento no tengo con quien comparar nuestros encuentros íntimos.

Muevo mi cabeza, las decisiones que tome es imposible cambiarlas ahora, solo tengo que verle el lado bueno, me sirvió de experiencia. Para bien o para mal, o como dicen por ahí, las cosas pasan por algo. Pasó, porque tenía que vivirlo, conocerlo y hacerlo parte de mi vida. Cada persona llega a nuestras vidas a enseñarnos algo, que nos prepara para seguir adelante o mantenernos en pausa. Solo depende de cada persona como seguir.

Y dirigiéndome a la puerta principal de la librería, entro haciendo tintinear una campañilla que hay en ésta. Adela, quién al verme corre hacia mí, me toma del brazo con premura llevándome con ella a donde se encuentran los demás reunidos.

No me doy ni cuenta cuando llegamos a la sala donde nos reunimos.

Es una sala grande y acogedora que sólo se ocupa para nuestras reuniones.

🍒 Gracias por leerme🍒

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