Capítulo 6: Antonio.

— Hola cariño, me da gusto que hayas podido venir. –dice Adela con afecto en sus palabras, ella siempre me hace sentir como que regresó a mí un poquito de mis padres, en ella.

—Por supuesto que iba a venir, sabes que no perdería estos momentos por nada. Me da gusto verte. –le devuelvo el abrazo felizmente. Es que con ella es imposible estar mal, tiene esa algo maternal, que te hace sentir bien, tranquilo, imposible no quererla.

—Entonces pasemos, que tenemos una visita muy especial. –dice muy contenta.

Seguimos camino hacia donde están los demás y al entrar, mi mirada choca con la de alguien que no conozco. Su semblante se torna sorpresivo al verme y deja de prestarle atención a las palabras de su compañera. Sus ojos de un color azul oscuro se encuentran con los míos que son sólo café claro; los de él los siento tan familiares, pero, ¿cómo puede ser si ni siquiera lo conozco?

Su mirada es intensa y penetrante. Un leve cosquilleo provocado por él se acentúa en mi vientre, y es que sus ojos no se apartan de los míos. Me está haciendo sentir incómoda, tal vez, ¿nerviosa? Mi respiración se detiene por unos instantes. Siento como si quisiera ver a través de mí.

Volteo hacia Raquel, que viene a darme un abrazo y así, por fin, vuelvo a respirar al perder el contacto visual con él.

— Bueno, chicos y chicas... —dice Adela llamando la atención de todos—. Aquí llegó nuestra siempre impuntual Abril. —Todos ríen y me saludan; yo sonrió porque siempre llego cuando ya han llegado todos—. Abril, cariño, te presento a los cuatro nuevos integrantes que nos acompañarán el día de hoy. Ella es Doroty y es editora —hace una pausa mientras la efusiva de Doroty se levanta de donde esta sentada y me da un abrazo, besándome en ambas mejillas; es muy alegre por lo que se ve, y yo le devuelvo el saludo para luego prestar atención a Adela—. Ella es Carla y es guionista, él es Mateo, ilustrador... —Así, me presenta a los nuevos integrantes. Yo los voy saludando, asintiendo con la cabeza porque ellos no son tan espontáneos como Doroty. Ellos son más serios, incluso la compañera de asiento del ojiazul que se llama Carla.

Cuando veo que es hora de que me presente al de mirada azul oscura y penetrante, mis nervios comienzan a florecer.

— Por último, y como ya lo presenté a los demás... —hace una pausa y sonríe mientras se acerca a él— Él, es Antonio, un alma libre que ama su profesión, mi amado hijo...–tiene una brillante sonrisa, se nota que está orgullosa de su hijo. Pero entonces me percató de que es...

— ¿El escritor? —sale de mis labios esa pregunta, sorprendiéndome.

— Sí, ese soy yo. —Su voz, oh por Dios, estoy mal, muy mal. Se levanta con agilidad del asiento en donde se encontraba sentado observando cada uno de mis movimientos. Su cercanía hace que el cosquilleo sólo se expanda en todo mi cuerpo; un pequeño temblorcillo se instala en mis piernas.

Se dirige hacia mí con pasos dolorosamente lentos y con una sonrisa instalada en sus labios, y no entiendo para que se acerca tanto. Estoy segura que me va a dar algo, esos labios, esas manos... Arghhh ¿Pero qué estoy pensando? Me golpeo mentalmente. Acabo de terminar una relación de años y este hombre salido de alguna revista de pecado, viene y me hace sentir y pensar cosas que no debo.

— Abril, ¿cierto? —Cuando está a mi lado, toma mi mano y la besa. Siento mis piernas debilitarse y juro que por un instante mis rodillas casi ceden por completo. Entonces me murmura al oído-. Es un verdadero placer, Abril.

—Bueno... Eh... Lo mismo digo, Antonio. —Me recompongo a duras penas de ese pecaminoso contacto que casi me ha hecho caer de rodillas. <<¡Rayos! ¿Por qué me puse tan nerviosa? Será por esos hermosos ojazos azules oscuros hechiceros, que ahora que veo de cerca, están rodeados por unas largas y oscuras pestañas. ¡Mi Dios, me voy a desmayar! ¿Qué me está pasando?>>.

Aparto mi mirada de la de él, trato de quitar mi mano de las suyas pero me tiene bien agarrada. Me es imposible no percibir el exquisito olor a limpio y amaderado que desprende su cuerpo e inunda mis sentidos. Otra vez intento alejar mi mano pero con mas delicadeza de las de él, cosa que no quiere hacer, pero yo insisto, hasta que me deja ir. Y devolviéndole la sonrisa, me voy a sentar al lado de Luz. Él me mira y sonríe moviendo la cabeza. <<¿Cómo puede este hombre tener tal efecto en mí?>>. Sigo sin comprender.

~~~

¡La primera hora fue un infierno de nervios! Él no me perdía de vista, y cuando se paraba a hablar de sus libros publicados y de la poesía que lo apasiona, lo hacía con tal vehemencia que yo sentía con cada partícula de mí ser sus palabras. ¡Definitivamente él es un hechicero! Y eso es una alerta en toda regla de banderas roja.

Su voz, Dios, su voz no debería ser real.

—Te deje ir en la tinta,

en cada palabra

y letra que escribí.

Te deje ir con el viento,

Cuando de mis labios

Tu nombre deje salir.

No te he olvidado,

porque no se olvida

así de fácil

cuando se ama.

No te he olvidado

Porque eres el recordatorio

De cuando amé

Y me condenaron.

No te he olvidado,

Pero estoy en ello.–y así su hermosa, hechicera, seductora voz se calla. Escribe hermoso, pero salgo de mi ensoñación cuando todos aplauden. Me golpeó mentalmente por dejarme llevar por su voz. Esto es una locura. Debo relajarme, calmarme, porque ahora llega el momento que más amo, pararse y recitar o leer algún poema que se nos viniera a la cabeza, o simplemente, lo que quisiéramos expresar o compartir con los demás.

Escucho atenta a cada uno de los presentes, y me dejo llevar por cada uno de sus escenarios, emociones. Todos se han parado y como yo fui la última en llegar, me toca al final. Estoy tan extasiada con las palabras que salen de la boca de cada uno de los del grupo, pero sobre todo con las de él. Si sus ojos son hechiceros, ¡sus palabras son éxtasis puro! Parece que tiene un don para hacer que me pierda en ellas, olvidándome de todo.

Cuando llega mi turno, me paro, doy un largo suspiro para dejar ir los nervios, y de la nada pienso en lo que me ha pasado estos últimos días. Cierro los ojos y comienzo.

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