Mundo ficciónIniciar sesiónDaryel, es una mujer con una altivez inquebrantable y astuta inteligencia. Y está a punto de casarse con un hombre poderoso, un paso que la pondrá en la cima del mundo como.siempre lo ha deseado. Sin embargo, su plan perfecto se desmorona con el regreso de Alessandro Bianchi, un poderoso hombre relacionado con la mafia y el bajo mundo. Alessandro, consumido por una obsesión que raya en la locura, ha jurado que si Daryel no puede ser suya, no será de nadie más. Para impedir que, Daryel se comprometa con otro, termina secuestrandola y encerrandola en su lujosa mansión, una jaula de oro donde Sofía, la hermana de ella, se convierte en la nueva pieza en su retorcido juego. Alessandro cree poder romper su espíritu, doblegarla a su voluntad y convertirla en un reflejo de su propia obsesión. Pero Daryel no es una víctima más. Con la ayuda de su ingenio y el conocimiento que encuentra en la biblioteca de su captor, inicia un juego psicológico de alto riesgo. Alessandro cree que es el cazador, pero Daryel está a punto de demostrarle que una reina caída puede derrocar a un rey.
Leer másLa ciudad, con sus luces titilantes, se extendía a sus pies como un mapa de oportunidades y desafíos, pero en ese instante, Alessandro Bianchi solo veía un punto fijo en su mente, el nombre de Daryel.
La noticia lo había golpeado como una traición helada, un insulto personal que resonaba en cada fibra de su ser. Daryel, la mujer que había osado rechazar su amor, se comprometía por todo lo alto con Andrés Stewart. Su piel bronceada, curtida por el sol, se tenso aún más que, de costumbre. Y sus ojos avellana, espejos de un alma compleja y despiadada, centelleaban con una furia contenida. No era la ira explosiva de un hombre común, sino la calma glacial de quien está acostumbrado a controlar cada aspecto de su vida, y que, ahora veía su voluntad desafiada. Recordó el día en que, contra todo pronóstico, se había arrodillado ante esa mujer, ofreciéndole su corazón, su poder, su mundo entero. Fue la única vez que, se mostró vulnerable ante una persona, la primera vez que, abrió su corazón a alguien. Pero en respuesta, el rechazo había sido un latigazo, una herida que su orgullo no podía cicatrizar. Así que, con el orgullo herido, le hizo un juramento grabado a fuego en su alma: "Jamás permitiría a Daryel estar con nadie más que, él. Sino era suya, no seríafe nadie. " Sin embargo, tal parecía que, sus palabras cayeron en oídos sordos y la mujer no lo había tomado en serio. Sus dedos, fuertes y hábiles, trazaron un ritmo implacable sobre el escritorio de caoba. Andrés Stewart... un nombre insignificante, una sombra que pronto desaparecería. Daryel aprendería que el amor de Alessandro Bianchi era un privilegio que nadie podía rechazar impunemente. Una sonrisa gélida, desprovista de toda calidez, se extendió por su rostro. La cacería había comenzado, y esta vez, no habría piedad ni calidez. No era simplemente un acto de venganza, sino una declaración de poder. Alessandro no buscaba solo castigar a Daryel, sino reafirmar su dominio absoluto sobre todo lo que consideraba suyo. Era una demostración de que nadie, ni siquiera la mujer que había osado rechazarlo, podía escapar a su voluntad. Su intención era meticulosa y calculada. No se trataba de un arrebato pasional, sino de una estrategia fría y despiadada. Se acercaría a Daryel, no con súplicas ni promesas, sino con la certeza de que, una vez que viera la verdadera magnitud de su poder, ella se rendiría a sus pies. No quería simplemente poseerla, sino doblegarla, romper su espíritu independiente y convertirla en un reflejo de su propia voluntad. Quería que Daryel entendiera que su destino estaba irrevocablemente ligado al suyo, que su amor, aunque retorcido y obsesivo, era la única verdad que importaba. Alessandro Bianchi buscaba la confirmación de su propia grandeza, la reafirmación de que era intocable, capaz de moldear el mundo a su antojo. Y Daryel, la mujer que había desafiado su poderío, sería el sacrificio perfecto para demostrarlo. - Señor. - Ya todos saben lo que, tienen que, hacer. - dijo de tal manera que dejaba claro que, no existía lugar para errores. Había llegado la hora de castigar a Daryel y privarla de la libertad que, gozaba para dedafiarlo. *** Daryel se miró al espejo, ajustando un collar de diamantes que, resplandecia bajo la luz. Su vestido, una obra de alta costura, realzaba su figura esbelta. Su hermana, Sofía, de pie justo detrás de ella, la observaba con una dulce sonrisa dibujada en su rostro. - Vas a deslumbrar a todos. - anunció encantada con el resultado. Pero un dejo de frialdad es todo lo que, iluminaba su rostro serio y carente de emociones. Daryel era una visión de elegancia y sofisticación. Su piel blanca, como porcelana, contrastaba con el azul celeste de sus ojos que, solian observar el mundo con una mezcla de frialdad y curiosidad. Su figura, delineada y esbelta, se movía a cada paso con gracia y seguridad, atrayendo la mirada de todos a su alrededor. Su cabello castaño, largo y liso con ondas suaves, enmarcaban su rostro de facciones perfectas, resaltando su belleza natural. Era una mujer que, imponía con su sola presencia, una belleza que deslumbraba y a la vez intimidaba. Con un carácter y una actitud altiva. Acostumbrada a tener el control de todo y estar por encima de los demás. Por eso, lo que, más le agradaba de aquel compromiso, era el poder que, obtendría de este. Casarse con un CEO como Andrés Stewart sin duda la colocaría en la cima del mundo. Todo lo que, siempre había anhelado. - No necesito esforzarme demasiado. Ya sabes cómo son. Un montón de gente superficial tratando de aparentar más de lo que son. Sofía frunció el ceño ligeramente. - No todos son tan malos. Además, esta fiesta es importante para ti. Es tu compromiso. - Estoy por encima de todo esto. Todas esas sonrisas falsas, los cumplidos vacíos... Prefiero mantener las distancias. En un acto de ternura, Sofía la hizo girarse tomándola de las manos. - A veces creo que te escondes detrás de esa fachada, Daryel. Estoy segura de que, eres una persona maravillosa, con mucho mas para dar de lo que, dejas ver. Pero te cuesta mostrar tus verdaderos sentimientos. - No necesito mostrar mis sentimientos, Sofía. - dijo soltandose del agarre - La gente solo se aprovecha de la vulnerabilidad de los demás. Es mejor mantener el control y que te teman a que te tengan lástima. Una expresión de tristeza se dibujo en el rostro de su hermana, una joven tan hermosa como soñadora. - No creo que sea cierto. Creo que te estás perdiendo muchas cosas buenas por ser así. Daryel suspiró y volvió a mirarse al espejo. - Deja de soñar con cuentos de hadas. O no llegaras lejos. - No mecesito llegar lejos. Solo necesito ser feliz. Y quiero que, tú también lo seas, Daryel. - Dejemos esta platica para otro momento. Es hora de irnos. Andrés debe estar en el salón de ceremonia esperando. - la corto. Y sin esperar respuesta alguna, comenzó a andar seguida de su hermana. En cuanto puso un pie fuera de la casa, un coche negro irrumpio en la serenidad de la noche, deteniéndose bruscamente frente a la entrada. Congelando a ambas hermanas en su posición. Entonces, una figura, alta e imponente, emergio del vehículo. La sola presencia del hombre, llena el aire como una sombra amenazante. Sin decir una sola palabra, su mirada se clava en Daryel, con una advertencia silenciosa de que ha regresado. Sin poder evitarlo, el terror se apodera del rostro perfecto de Daryel. Incapaz de articular palabra, un miedo profundo y paralizante se apodera de ella provocando una sonrisa en el recién llegado. Un gesto frío que no llega a sus ojos. - Signora, creo que, olvidó enviarme una invitación. - dijo al fin, tras apoyarse contra el coche, observándola de manera burlona y divertida. En ese instante, el mundo de Daryel se desmorona. La altivez y la soberbia que siempre la habían caracterizado desaparecen, dejando al descubierto una vulnerabilidad que creía haber enterrado. Sus ojos están fijos en el hombre, atrapada en una pesadilla que creía haber dejado atrás. La fiesta de compromiso, la esperanza de un futuro, todo se desvanece ante la presencia de ese hombre. - Daryel... - comienza a decir Sofía, pero calla al observar la expresión de esta.La incursión de Sofía había sido un recordatorio cruel: Daryel no solo tenía un plazo, sino también una vigilante. Su estabilidad emocional era la coartada de Alessandro, y el hecho de que él la hubiera enviado a "hacer compañía" a su hermana confirmaba que su seducción táctica estaba siendo monitoreada de cerca.Daryel se quedó sola en la biblioteca, el disco duro cifrado sobre la mesa, brillando bajo la luz como un secreto tentador. La frustración por la falta de herramientas era un muro, pero la mente de Daryel, entrenada para la resolución de problemas imposibles, encontró una fisura. Ella sabía que el genio de Alessandro no residía en la tecnología, sino en la psicología.- No puedo acceder a su sistema con hacking simple, Alessandro. - susurró al aire, como si el mafioso la escuchara - Pero puedo usar lo que ya tienes: tu propia mente.Daryel pasó las siguientes horas en una búsqueda frenética, no de códigos, sino de patrones emocionales. Abrió los volúmenes de criptografía
Daryel salió del despacho de Alessandro, sintiendo que el disco duro cifrado escondido en el bolsillo de su blazer quemaba su piel. El aire frío del pasillo fue un shock bienvenido, ayudándola a reafirmar su control. La confrontación había sido brutal: ella se había expuesto al deseo, y él le había revelado que su venganza se basaba en la posesión de ella misma. Sin embargo, para Daryel, el éxito de Alessandro en su posesión y cuerpo, se debía a su amplia experiencia en el ámbito sexual y la carencia de la misma en el caso de ella.Cuando se metió en su cama por primera vez, con el fin de manipularlo a su antojo, también había sido la primera vez que, tenía relaciones con un hombre.Ella nunca pensó que, el deseo carnal y la lujuria pudieran ser tan intensos y doblegarla. Ahora sabía que si.Pero si cambiaba eso, si conseguía que su mente y su cuerpo se unieran, que se acostumbraran al sexo, entonces podría cambiar las cosas. Pues estaba segura que lo que, experimentaba con él era
Daryel cruzó el umbral del despacho de Alessandro por segunda vez ese día. Sintiendo el ardor de su piel bajo la tela de su vestido como un recordatorio constante. El castigo había sido efectivo; había fracturado su arrogancia y la había obligado a reevaluar las reglas del juego. Ahora, cada paso que daba no era de una prisionera, sino de una estratega que había comprendido la única divisa que su captor respetaba: la sumisión disfrazada de desafío.Alessandro la esperaba de pie, junto a la ventana, observándola con una intensidad que no era puramente sexual, sino forense. Estaba evaluando el daño, midiendo si la lección había sido aprendida o si su espíritu se había roto. Su traje impecable era un contraste con el caos que había infligido horas antes.- Llegas tarde. - comentó Alessandro.Su voz era plana y fría, como si estuviera tratando con una empleada subalterna.- Solo tres segundos. - respondió Daryel con voz baja, perfectamente modulada, carente de la furia de la última ve
El tiempo no existía para Andrés Stewart en la fría sala de visitas de la prisión estatal. Solo existía la furia. La maleta de cuero vacía, donde antes reposaba un millón de dólares, y el nombre que había comprado con ese precio: Alessandro Bianchi. El mafioso no solo había secuestrado a su prometida; sino que además, había orquestado el ataque a Stewart Global para cobrar una deuda de honor.Andrés salió de la prisión con una determinación que nunca había tenido en la sala de juntas. Su objetivo ya no era solo la supervivencia corporativa; era la venganza absoluta. Alessandro lo había humillado, y Andrés, el CEO frío y calculador, iba a demostrar que podía ser igual de despiadado en el mundo de la sombra.Lo hundiria en la peor de las miserias y lo destruiría. Se reunió con su jefe de seguridad en un auto blindado, sintiendo que la pistola en su bolsillo era ahora una extensión de su voluntad. La información era su única ventaja.- Bianchi es un fantasma. - explicó su jefe de
El eco del golpe seco de la puerta del despacho al cerrarse aún vibraba en la mente de Alessandro Bianchi. El enfado de Daryel, su osadía al golpearlo, había sido castigada brutalmente. Él se quedó inmóvil por un momento con la mano aún caliente por el contacto con la piel de ella, sintiendo una mezcla turbulenta de furia y un deseo oscuro que solo se aplacaba con la dominación.En ese instante, la puerta del pasillo se abrió y Sofía apareció.Corrió a los brazos de Alessandro y lo abrazó con una fuerza desesperada, y su rostro hundiéndose en el traje de él. Su voz era un hilo de alivio.- ¡Alessandro!Su preocupación era genuina. - ¡Qué alivio! Pensé que algo malo había pasado. Después de lo de anoche. ¿Estás bien? ¿Qué ocurrió?Alessandro se quedó rígido. El contacto de Sofía era suave, consolador, una antítesis del fuego y la resistencia de Daryel. Al sentir la pureza de su preocupación, una punzada inesperada y desconocida lo atravesó.Era una mezcla de fastidio por la intro
El puño de Daryel se estrelló contra la puerta del despacho de Alessandro, en un eco de la rabia que le hervía en las venas. La imagen de Sofía, con el rostro pálido y los ojos llenos de una extraña serenidad, repitiendo que estaba "bien", e incluso que Alessandro la necesitaba, había sido la gota que derramó el vaso. Él había usado la inocencia de su hermana como un arma, la había roto y, lo peor de todo, había logrado que ella lo idolatrara por ello.Sin esperar, Daryel abrió la puerta de golpe, ignorando el asombro del sirviente que se retiró rápidamente. El estudio, un santuario de control y poder, estaba lleno de la presencia imponente de los hombres de Alessandro, que se encontraban sentados alrededor de la gran mesa. Alessandro estaba sentado al frente con el rostro inexpresivo, pero sus ojos avellana se clavaron en Daryel con una furia silenciosa.- Alessandro. - siseó Daryel en un susurro peligroso que cortó el aire.Alessandro, con una calma que a Daryel le pareció una b





Último capítulo