El tiempo, antes un concepto abstracto para Daryel, se había condensado en las setenta y dos horas que le quedaban antes de que el plan de Alessandro para desmantelar Stewart Global se completara.
Con la información del disco cifrado grabada en su mente, la biblioteca dejó de ser una prisión para convertirse en su centro de comando.
Daryel sabía que no podía enfrentar a Alessandro con la lógica o la moral.
Él operaba bajo la ley de la obsesión.
Su única oportunidad era usar la misma arma: el deseo y la posesión.
Su plan era simple y brutal: convencerlo de que la única forma de poseerla por completo era cediéndole una parte de su poder.
Se obligó a reanudar su vida, manteniendo la fachada de la ejecutiva fría.
La cena fue el primer escenario.
Al entrar en el comedor, un espacio vasto e iluminado por candelabros de cristal, encontró a Alessandro sentado solo, leyendo un informe.
Sofía estaba ausente, seguramente en su habitación o en el salón principal, ajena a la tensión.
Alessa