Capítulo 6

El sol se alzó en el cielo, proyectando una luz despiadada sobre la mansión.

Daryel había pasado la noche en vela, con su mente sumergida en un torbellino de planes y contramedidas con el único fin de escapar de allí.

La presencia de su hermana Sofía, aunque un alivio tenerla a la vista, era también una nueva carga, un punto débil que, estaba segura de que, Alessandro no dudaría en explotar.

Frunció el ceño al recordar la melosidad de Alessandro hacia Sofía en el desayuno.

Sus palabras dulces, el interés fingido en sus gustos... lo mas propable es que, todo eso fuera parte de un plan maestro de él para ganar a su hermana como una aliada y poder controlar cada paso que, daba.

Cuando el sirviente anunció que Alessandro la esperaba en el estudio, Daryel se puso de pie con la misma elegancia gélida de siempre.

Sofía por su parte, la miró con cierta preocupación.

- ¿Daryel? - susurró Sofía.

Su voz estaba llena de aprehensión.

Daryel le dedicó una sonrisa forzada para tranquilizarla.

- No te preocupes por mí. Solo mantente alerta y no confíes en nadie.

Y sin esperar respuesta alguna, salió del salón, dejando a Sofía bajo la atenta mirada de los hombres de Alessandro.

El estudio hasta el que, la escoltaron era un reflejo de la mente de Alessandro Bianchi: ordenado, imponente y lleno de un lujo austero.

Estantes de caoba repletos de libros encuadernados en cuero, un gran escritorio y una vista panorámica del vasto jardín.

Él estaba de pie junto a la ventana, observando el paisaje, con las manos entrelazadas a la espalda.

- Buenos días, mi Daryel. - dijo sin siquiera girarse, su voz estaba impregnada de una calma - Es un placer verte tan... dispuesta.

- No te confundas. - respondió Daryel, con un tono de voz que, era como un látigo de seda - Estoy ante ti, porque no tengo mayor elección. ¿Qué quieres?

Alessandro se giró lentamente, y una sonrisa gélida se extendió por la comisura de sus labios.

- Directa como siempre. Me gusta. Pero hoy no te he llamado para debatir. Hoy te he llamado para presentarte tu nuevo hogar. No tu habitación, sino el lugar donde pasarás las horas del día.

Hizo un gesto hacia una puerta lateral que, Daryel no había notado antes.

- Allí, Daryel, es donde te espero.

Daryel miró la puerta, y una oleada de inquietud recorrió su cuerpo entero.

No era miedo, sino una aversión a lo desconocido, a lo que, fuera que, estuviera pasando por la mente de ese hombre.

- No me interesa tu 'hogar'. Solo quiero mi libertad.

- Tu libertad. - repitió Alessandro, en apenas un susurro - Esa una ilusión. La única libertad que tendrás es la que yo te ofrezca. Y me parece que, no es precisamente la que, buscas.

Se acercó a ella, sus ojos avellana fijos en los suyos.

Un brillo recorrió sus ojos avellanas. Y un deseo intenso, se apodero de su ser.

Lo que, mas deseaba en ese momento era tomarla ahí en sus brazos, y hacerla suya una y otras vez, mientras la escuchaba gritar su nombre y suplicar por más.

Sin embargo, Daryel no lo aceptaría con facilidad. Así que, reprimió su sentir.

Él día que, la hiciera suya, sería porque ella misma así se lo pediría.

- Déjame mostrarte lo que es ser una reina, mi reina, en mi imperio.

Dicho aquello, él abrió la puerta y la empujó suavemente hacia el interior.

Daryel entró con cautela, y una vez que, observó a su alrededor, el aliento se le escapó.

Aquel lugar era una biblioteca. Pero no una biblioteca cualquiera, sino un santuario de conocimiento, con estantes que se alzaban hasta el techo, repletos de miles de volúmenes.

Un fuego crepitaba en la chimenea, y un aroma a cuero y papel viejo llenaba el aire.

Había cómodos sillones de lectura, mesas con lámparas de diseño y, en el centro, un enorme globo terráqueo.

- Esto es... inaudito. - murmuró Daryel.

Su porte altivo y desafiante flaqueo por un instante ante la magnificencia del lugar.

- Es tu prisión, Daryel. - dijo Alessandro, cerrando la puerta detrás de ellos - Aquí pasarás tus días, rodeada de conocimiento, de historias, de mundos. Pero siempre bajo mi control. Mis hombres se asegurarán de que no intentes nada. Y lo que le suceda a tu hermana dependerá de tu comportamiento. Siempre que, te portes bien, a ella no le pasará nada.

Daryel se giró para mirarlo, sus ojos brillando con una chispa de fuego.

- ¿Cómo te atreves a amenazarme von Sofia? Además, estás loco si crees que esto me hará doblegarme.

- No lo creo, lo sé. - respondió Alessandro, una sonrisa cruel en su rostro - Te conozco mejor de lo que crees. Amas el conocimiento, la estrategia, el poder. Aquí, en mi biblioteca, en mi mundo, tendrás todo eso. Yo te lo estoy dando. Pero debes demostrar que, eres digna de ello.

Daryel lo miró con furia.

Pero al instante, un plan comenzó a formarse en su mente.

La biblioteca no necesariamente tenía porque ser su prisión. Muy bien podría ser una oportunidad y un escape.

Aquel era un arsenal de información, un lugar donde podía planear, armar su contraataque y obtener información valiosa acerca de la familia Bianchi y los sucios negocios de Alessandro.

- Bien. - dijo Daryel, con la voz cargada de un desafío velado.

Caminó hacia los estantes, sus dedos trazando los lomos de los libros, buscando no solo una historia, sino una salida.

Alessandro la observó, su sonrisa de satisfacción creciendo, sabiendo que, en su propia trampa, Daryel ya estaba buscando las grietas.

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