La incursión de Sofía había sido un recordatorio cruel: Daryel no solo tenía un plazo, sino también una vigilante.
Su estabilidad emocional era la coartada de Alessandro, y el hecho de que él la hubiera enviado a "hacer compañía" a su hermana confirmaba que su seducción táctica estaba siendo monitoreada de cerca.
Daryel se quedó sola en la biblioteca, el disco duro cifrado sobre la mesa, brillando bajo la luz como un secreto tentador.
La frustración por la falta de herramientas era un muro, pero la mente de Daryel, entrenada para la resolución de problemas imposibles, encontró una fisura.
Ella sabía que el genio de Alessandro no residía en la tecnología, sino en la psicología.
- No puedo acceder a su sistema con hacking simple, Alessandro. - susurró al aire, como si el mafioso la escuchara - Pero puedo usar lo que ya tienes: tu propia mente.
Daryel pasó las siguientes horas en una búsqueda frenética, no de códigos, sino de patrones emocionales.
Abrió los volúmenes de criptografía