Mundo ficciónIniciar sesión¿Qué vale más: ser recordado por todos o amado por uno solo, incluso cuando el mundo te ha olvidado? Elías Montiel era intocable. Rico, poderoso, dueño de un imperio. Hasta que, un día, el mundo lo olvidó. Su rostro, su historia, su existencia… borrados. Todos lo olvidaron. Todos, excepto Lena. Sin respuestas, sin lógica, sin escapatoria, ambos deciden aprovechar cada segundo antes de que el olvido lo reclame por completo. No hay reglas. No hay límites. Solo un pacto: si el mundo los ignora, entonces ellos también desafiarán al mundo. Y cuando el último día llegue… Lena tendrá que tomar una decisión imposible: aferrarse a lo imposible o dejar ir al único hombre que el mundo ya ha olvidado.
Leer másEl mundo vuelve con un silbido de tren.Hierro sobre hierro. Ruido de maletas. Gente que no sabe que está viva.Estoy en una estación.Llueve.No como en los sueños: esto es real. El agua huele a ciudad sucia, a concreto mojado y a secretos que nadie confiesa. La pantalla digital marca la fecha: 17 de febrero de 2023. Ese día lo he visto antes. En notas. En espejos. En pesadillas.El día que comenzó todo.Me miro las manos. Tienen cicatrices que no reconozco. Un reloj roto. Y en el reflejo de una vitrina, el rostro que veo… no es el mío de ahora. Es más joven. Más torpe. Aún no ha perdido nada.Y entonces la veo.Lena.Entra como si el mundo se doblara alrededor suyo. Chaqueta de mezclilla, auriculares colgando del cuello, una libreta manchada de tinta en la mano. Está leyendo mientras camina, como si supiera que la realidad no vale tanto como las palabras que escribe.Mi corazón se detiene.Ella no me ve.Todavía no.Pero algo me empuja. No puedo dejar que este momento pase como la p
Caemos. No como quien cae desde una azotea o por una escalera. Esto es distinto. Es como si el tiempo mismo se desmoronara bajo nuestros pies, tragándonos con sus dientes invisibles. Lena aprieta mi mano. Su piel arde. Como si llevara dentro un pedazo de sol a punto de estallar. Y cuando por fin tocamos fondo… no hay impacto. Solo un silencio denso. Tan absoluto que me deja sordo. El paisaje frente a nosotros no tiene lógica. Ni dirección. El cielo está hecho de recuerdos. Literalmente. Fragmentos suspendidos de momentos, como fotografías flotando en el aire. Ahí estoy yo besando a Lena bajo la lluvia. Ahí ella llorando mientras le decía que todo estaría bien. Ahí… ella desapareciendo frente a mis ojos. Un campo de memoria viva. —¿Dónde estamos? —murmuro. Lena no responde de inmediato. Está observando el cielo, sus ojos cargados de un dolor que nunca le había visto. —Esto es lo que queda —dice al fin, con voz baja—. Lo que sobrevivió al olvido. —¿Sobrevivió? ¿A
Mis puños atraviesan el aire. Golpean nada. O algo. No lo sé. Todo se ha vuelto una espiral de oscuridad y jadeos. Siento que caigo sin caer. Que corro sin moverme. Que grito… y nadie me escucha. Hasta que algo cambia. Un zumbido sutil. Como electricidad atravesando los huesos. Y entonces, la luz vuelve. Estoy solo. El túnel ya no es un túnel. Ahora es un pasillo interminable, con paredes de espejos agrietados. Y en cada reflejo, una versión rota de mí. Más joven. Más vieja. Más destruida. Camino. No porque quiera. Porque algo allá adelante me llama. Es como un hilo invisible tirando de mis costillas. Como si Lena estuviera al final de este laberinto de locura, susurrando mi nombre sin voz. Una puerta aparece a mi derecha. Roja. Con marcas de uñas en la madera. La abro. Y el mundo cambia otra vez. Estoy en una habitación que conozco demasiado bien. El cuarto de Lena. Su perfume flota en el aire, suave y doloroso. Todo está como lo dejó. Su taza de café a medio tomar. Su li
No puedo dejar de mirar la maldita foto.Mi mano tiembla. No por miedo. Por la certeza nauseabunda de que lo que vi es real.Esa silueta que tiene mi rostro… que está junto a Lena… no soy yo.—¿Qué significa esto? —pregunto, la voz más ronca de lo que esperaba.La figura da media vuelta, camina lentamente hacia la oscuridad, como si supiera que lo seguiría.—Significa que no todo lo que recuerdas es cierto —responde sin mirar atrás—. Y que Lena ya no está donde crees que está.Salimos de la habitación y bajamos por las escaleras. Nadie más en el edificio. Solo ecos. Ecos de cosas que no quiero entender.Cuando llegamos a la planta baja, él se detiene frente a una puerta que no estaba allí antes. Una puerta metálica, negra, con un símbolo extraño grabado: un reloj sin manecillas.—Estás a punto de ver lo que nadie debería ver —dice mientras gira el pomo—. Pero ya tomaste una decisión, Elías. Ya entraste en el juego.La puerta se abre con un gemido grave. Detrás no hay una habitación.H
La dirección en el sobre está escrita con tinta roja. Solo una palabra debajo: Silencio.Ni una explicación. Ni una advertencia. Solo un nombre que parece una amenaza disfrazada de lugar.Conduzco por la ciudad mientras las luces de neón parpadean como si el mundo entero respirara en cámara lenta. Las calles están casi vacías, salvo por los fantasmas que caminan sin rumbo, ajenos a mi urgencia. Cada semáforo en rojo me carcome la paciencia. Lena podría estar gritando su nombre ahora mismo, y yo… yo estoy haciendo entregas para un maldito fantasma de la mafia.El edificio está al borde de la ciudad, justo donde comienza la nada. Un antiguo motel clausurado, donde hasta el olvido parece tener miedo de quedarse. Me bajo del auto, el sobre dentro de mi chaqueta, el corazón golpeando como si intentara huir de mi pecho.Una luz titilante marca la entrada. Nadie a la vista. Solo una cámara oxidada girando lentamente hacia mí.—Elías —dice una voz desde un altavoz oculto—. Piso tres. Habitaci
El mundo a mi alrededor se siente irreal. Como si en cualquier momento todo fuera a derrumbarse, como si el suelo bajo mis pies se desmoronara y me tragara la desesperación. Lena está desaparecida. Y yo no voy a esperar a que me la devuelvan en pedazos.Javier me observa desde el otro lado de la mesa, su expresión sombría, su mirada tensa.—Si vas a hacer esto, necesitas saber a qué te enfrentas.—Ya me lo dijiste —respondo sin apartar la vista de él—. Gente peligrosa. No se detienen. No hay salida.Javier niega con la cabeza.—No lo entiendes, Elías. No es solo gente peligrosa. Son una maldita red. Un grupo que opera en las sombras. Y si Lena está con ellos, no la recuperarás con solo golpear puertas.La rabia burbujea en mi pecho.—Entonces dime cómo carajo la recupero.Javier toma aire y se inclina hacia adelante.—Hay alguien que puede ayudarnos.—¿Quién?Su expresión se endurece.—Un contacto. Alguien que me ayudó cuando comenzaron a seguirme. Pero no nos hará favores gratis.—No
Último capítulo