Tres historias en una. 1. Tu hija, mi hijo y los nuestros, 2. Dulce engaño y 3. Mi querida enemiga. Sinopsis 1. Alexandra Green es una mujer enamorada, cree que su mundo es perfecto, sobre todo cuando le dan la noticia que está esperando un hijo, emocionada no puede esperar a su novio para darle la noticia, por eso decide ir a su oficina… es allí cuando se da cuenta de la verdadera cara del hombre, solo la ha usado… está sola y con un hijo en camino, sin dinero y pocas esperanzas. Von Dimitrakos, es un hombre estricto, le gusta la perfección, es padre soltero de una niña de cinco años, cuya madre un día se fue y no regresó más, se ha dedicado enteramente a su hija, y para cuidarla han desfilado una gran cantidad de niñeras, de diferentes edades, nacionalidades, quienes no duran ni una semana, porque o a la niña no les gusta o terminan más interesadas en meterse en la cama del padre que de cuidar a su hija, por eso desconfía del género femenino y ha jurado no volver a aceptar en su vida a ninguna mujer, hasta que aparece esa mujer en su vida y por primera vez quiere a la niñera en su cama.
Leer másAlexandra Green
Estaba emocionada, mi corazón palpitaba con fuerza, a punto de salirse de mi pecho, apenas una hora antes me enteré por los exámenes médicos, que estaba esperando un bebé y ahora veía en el monitor por primera vez la figura de mi hijo. No había sospechado de mi embarazo, porque siempre tomaba mis anticonceptivos de manera diaria, pero al parecer, ese método no fue efectivo, porque sino, no estaría allí recibiendo esa noticia.No pude evitar esbozar una risita, al recordar que atribuí mis malestares, a una indigestión por la ingesta de frijoles. —¡Es ese mi bebé! —exclamé emocionada, al mismo tiempo no me fue posible retener las lágrimas, las cuales brotaron de forma incontrolable por mis ojos, bañando mis mejillas.—Sí, señora, ya tiene doce semanas de embarazo. Aunque estoy grabando la ecografía, le tomaré una fotografía para dársela y así pueda mostrársela a su esposo —mencionó la doctora con amabilidad.—Muchas gracias —respondí con alegría, aunque Fernando y yo no estábamos casados aún, teníamos planes de hacerlo, con prontitud, me imagino que con la llegada de nuestro bebé, los planes deberían acelerarse.Después de media hora, salí del consultorio demasiado feliz, estaba ansiosa por poder ver a mi marido para darle la buena nueva, aunque me causaba un poco de temor confesarle de mi embarazo, porque constantemente me indicaba que no se me olvidara tomar los anticonceptivos, porque no había llegado el momento para nosotros de ser padres.Caminé al auto, el cual había dejado aparcado en el estacionamiento del centro médico, antes de arrancar, decidí marcar su número de celular, insistí un par de veces, sin embargo, la primera vez, repicó y nadie me respondió y la segunda y tercera vez aparecía apagado.Por un momento me sentí frustrada, estaba debatiéndome entre ir al apartamento y esperar su llegada o ir hasta su oficina, sin embargo, yo solo había estado en su despacho una única vez, al principio de nuestra relación, en la cual ya teníamos casi cuatro años, nos conocíamos desde hace un poco más de cuatro, cuando yo iba de camino a mi facultad y colisioné con su auto.Luego de meditarlo, decidí llegarme hasta su oficina, él trabajaba como analista financiero en una entidad bancaria, de hecho hacía un par de meses le habían designado como jefe del departamento, por esa razón nos veíamos ahora poco tiempo. Sin pérdida de tiempo, conduje al inmenso edificio de la transnacional Von Dimitrakos, estacioné cerca y caminé las cinco cuadras que me separaban del lugar, apenas acercarme me sentía cegada por el lujo, era una imponente torre que destacaba de forma impresionante en Nueva York, con su perfil delgado, acentuando en el horizonte de la ciudad.Llegué a recepción casi sin aliento, donde una mujer con una hermosa apariencia me atendió.—Buenos días, señorita, ¿Se le ofrece algo? —me preguntó la recepcionista con una sonrisa, digna de un comercial de televisión, su vestimenta era impecable, al punto de sentirme un poco mal frente a mi apariencia.—Sí, disculpe, venía a conversar con el Señor Fernando Donova, soy su novia —mis palabras, causaron una extraña expresión en la mujer, aunque fue tan rápido, que creí me lo había imaginado.—Espere un momento, por favor siéntese en los asientos de la sala contigua, mientras la anuncio.Hice caso a sus instrucciones, me senté allí a leer una revista mientras esperaba a que me anunciaran, sin embargo, los minutos fueron pasando, se convirtieron en un par de horas y en mi estómago se había empezado a manifestar un concierto de rock, además estaba un poco fastidiada y molesta.Cuando salí de la pequeña sala, vi caminando a Fer, con su mano entrelazada con una mujer hermosa y elegante, sentí una opresión en el pecho, la respiración comenzó a acelerarse, estaba a punto de caer desmayada, sin embargo, una parte de mí me exhortó a enfrentarlo.Caminando con una seguridad que estaba muy lejos de sentir, lo seguí, hasta llegar al ascensor, donde justo en ese momento estaba tomando la mejilla de la mujer, una belleza, de ojos verdes, cabellos rubios, facciones finas, sin perder un minuto más de tiempo lo enfrenté.—¡Fernando! ¿Qué significa esto? —su primera reacción fue de sorpresa, pero segundos después cambió a enojo.—¿Quién diablos se cree usted para reclamarme? —preguntó sin dejar de mirarme como si yo estuviese loca.—¿Quién soy? ¿De verdad estás preguntando esto? Soy tu mujer y la futura madre de tu hijo —expresé sacando la ecografía de mi bolso y extendiéndosela.No obstante, nada me preparó para su reacción—¡Usted está loca! No la conozco, nunca la había visto en mi vida. No sé con qué propósito viene a decir todas esas mentiras, tal vez alguien le pagó, para pretender dañar mi relación con Callia —mencionó Fernando con un semblante de enojo—. Seguridad, echen a esta mentirosa de aquí y de ahora en adelante no le permitan la entrada.—¿Por qué estás negando también a tu hijo? —interrogué sin poder contener mi sollozo.—Hijo, no tengo ni he tenido nada con usted, vaya a otro sitio a buscar al verdadero padre de su hijo —dicho eso tiró el eco en el piso, y lo arrugó con el zapato. Para seguidamente empujarme y hacerme caer de bruces, mientras subía al ascensor y las puertas se cerraban.No pude contener mi histeria y empecé a golpear las puertas.—¡Fer! ¿Por qué me haces esto? ¡Eres un poco hombre! ¡Cobarde! —la gente se aglomeraba murmurando detrás de mí, mientras yo sentía mi mundo derrumbarse encima de mí.Hasta que de repente se hizo un silencio sepulcral y una voz gruesa se escuchó detrás de mí.—¿Quién es usted? ¿Cómo se atreve a venir a hacer escándalo en mi edificio?Ante el severo tono, me giré y vi a un hombre alto, como más de uno noventa de estatura, ojos azules, cabello rubio, su cuerpo parecía esculpido a mano por el más famoso escultor, era sencillamente deslumbrante, capaz de quitar el aliento a cualquiera y dejarle a uno la mente en blanco, como quedó la mía en ese momento.—¿No me escucha, le hice una pregunta, y estoy esperando su respuesta? —repitió ante mi absoluto silencio.Callia DimitrakisCinco años después.Foster y yo habíamos regresado de nuestra segunda luna de miel, después de cinco años de feliz matrimonio, habíamos dejado a nuestros pequeños con Von y Alexandra, ellos habían ido el año pasado y nosotros nos quedamos con sus niños y ahora les había tocado a ellos quedarse y nosotros salir.Nuestros corazones estaban llenos de amor y gratitud por todo lo que habíamos vivido juntos, habíamos sido felices durante estos años, con nuestros pequeños que estaban creciendo felices.Estábamos emocionados por todos los proyectos que queríamos llevar a cabo, sobre todo uno que nos llevaría más allá de nuestra historia de amor personal.Una mañana, mientras desayunábamos en la terraza de la mansión Lewis, el teléfono de Foster repicó.—Es Von, déjame y lo atiendo —lo puso en alta voz—. Aló, cuñado ¿Cómo estás?“Hola Foster, todo bien aunque las noticias no son muy buenas y ¿Mi hermana?”, interrogó.—Aquí está conmigo. ¿Por qué?“Tengo una noticia que no sé
Callia DimitrakisUn mes despuésLa brisa fresca del atardecer mecía las hojas de los altos árboles que rodeaban el hermoso jardín de la mansión de mi familia. La fragancia de las flores en plena floración llenaba el aire, creando un ambiente mágico y romántico para la boda entre Foster y yo. El sol comenzaba a descender en el horizonte, bañando todo con tonos dorados y rosados, como si la naturaleza misma estuviera celebrando este día tan especial con nosotros.En medio del jardín, un hermoso altar estaba adornado con flores blancas y lilas y una suave música clásica llenaba el espacio mientras los invitados tomaban sus asientos de lado y lado del pasillo lleno de pétalos. Familiares y amigos se habían reunido para presenciar nuestra unión que había sido tan esperada.Yo estaba y me sentía radiante en un vestido de novia de encaje blanco, caminando lentamente hacia el altar del brazo de mi padre. Mis ojos brillaron de emoción y amor, mientras daba cada paso firme y decidido para un
Callia Dimitrakis El médico acababa de terminar de examinarme y hacerme un ecosonograma, para mi alivio todo estaba bien, mi pequeño bebé crecía saludablemente, eso me hizo sentir feliz, porque no quería sufrir otra pérdida, la primera vez había sido demasiado doloroso. —Ese bebé está muy bien, creciendo con rapidez. Sin embargo, recomiendo que guardes reposo, no es fácil todo lo que viviste… te vas a quedar en observación para estar seguros de que no hay contratiempos ¿Te parece? —preguntó y yo asentí conforme. —Me parece bien, solo que quisiera que me colocara en la misma habitación de Foster para poder cuidarlo… —me cubrí la boca cuando me di cuenta de lo que dije y corregí—, bueno cuidarlo no, porque usted me ha mandado de reposo, pero puede ser para supervisar que se tome todos los medicamentos. El doctor negó con la cabeza, mientras sonreía. —En un momento envío a la enfermera para que te traslade de habitación. El doctor salió y yo me quedé recostada en la cama esperando
Foster Lewis.Comencé a seguir el auto de Fernando mientras trataba de mantenerme a una distancia segura, para que no pudiera darse cuenta de que lo estaba siguiendo. El temor a que le ocurriera algo a Callia y a mi hijo me invadió, por eso estaba decidido a dar con ellos y protegerlo.Mi teléfono sonó de nuevo, era Von.“Foster, vamos en camino y también unos hombres de Walton. Mantén la calma y avísales si ves una oportunidad para intervenir sin poner en peligro a Callia”—Entendido, Von. Haré todo lo posible para asegurarme de que ella esté a salvo.Fernando continuó conduciendo por la ciudad, y yo lo seguí de cerca. Sabía que no podía permitirme perder de vista el vehículo de mi enemigo. Mi mente trabajaba a toda velocidad, tratando de idear un plan para rescatar a Callia, no podía permitirle que le hiciera daño.Finalmente, el auto de Fernando se detuvo en un lugar apartado, cerca de un bosque. Yo aparqué a cierta distancia y vi cómo Fernando bajaba del coche y abría la puerta tr
Callia DimitrakisAl darme cuenta de quién se trataba, apreté los ojos con fuerza, mientras comenzaba a negar con la cabeza.—¡Abre los ojos! —ordenó— ¿Tienes miedo? ¿Acaso recordaste quién soy yo? —me preguntó, y por supuesto que lo había recordado, pero no se lo pensaba decir.Él era Fernando Donova, el hombre que había destruido mi vida.Me llevé la mano al vientre para proteger a mi hijo, mientras pedía al cielo que pudiera salir bien librada de todo eso.—No vayas a gritar, porque si lo haces te degolló como un animal —pronunció mientras colocaba un filoso cuclillo, en mi cuello, y yo sentía la punta enterrarse en mi carne. Me liberó la boca y me giró frente a él, nuestras miradas se encontraron, la de él llena de maldad y la mía de temor.Mi corazón latía con fuerza, y mi mente estaba alerta para cualquier señal de peligro. —¿Quién eres? ¿Por qué me atacas? —pregunté, tratando de mantener mi voz firme a pesar del miedo y sin querer reconocer que conocía su identidad.Fernando
Foster Lewis Entre a la oficina corriendo y allí estaba el abogado que junto a mi había estado llevando el caso de mi padre, apenas me vio, me entregó el documento, lo agarré con manos temblorosas, mientras él celebraba satisfecho. —¡Lo logramos! —exclamó—, tu padre fue declarado inocente, y el estado pagará una indemnización a sus herederos, y lo peor de todo, es que las pruebas que hemos encontrado, apuntan a que el padre de Britanny, tuvo involucrado en las pruebas inventadas para inculparlo. —Gracias por el trabajo, aunque si te soy sincero, lo menos que quiero es indemnización, solo deseo limpiar su nombre, que la gente sepa que Arthur Lewis fue un hombre honesto, responsable que nunca hizo nada al margen de la ley —expresé con tantos sentimientos encontrados. Por una parte estaba feliz porque aunque tarde la justicia, había llegado, pero tristeza porque había perdido a mi padre y a mi madre por culpa de esa injusticia. —Estoy de acuerdo contigo, Foster. Es hora de que todos
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