Hollywood, la ciudad de los famosos alberga gran parte de los sueños de la fracasada escritora de textos eróticos y periodista Morana Claire Hudghes Díaz. Una mujer que trabaja para la conocida editorial Sunday Crazy, viviendo una miserable vida donde sus sueños fueron aplastados cada día con más fuerza al punto de volverlos añicos y ella solo pudo resignarse a que fueran destruidos. Pero... ¿Realmente será así todo el tiempo? Quizás el éxito toque la puerta de su casa. Puede que la suerte le sonría y un día, un militar sea quien le llegue con un trabajo que eleve su carrera por los cielos. Solo que... Al parecer su éxito no vendrá justo como ella lo desea.
Leer másEstados Unidos, Hollywood.
Editorial Sunday Crazy. Año 2030. —¿Se puede saber que es esta porquería de paga? —Mi enojo, tan grande como la panza de mi ridiculo jefe que me mira con incredulidad. Subió de nivel de forma considerable. Nivel supremo: furia. Era consciente que mi vida era miserable al recibir a duras penas un pago de $100 semanal por parte de tan ridícula editorial, pero el colmo era que me bajaran a mi indigno salario una suma de $20 que los precisaba para al menos poder tener una comida decente diaria. Ya las demás comidas del día pueden tratarse de un pan duro calentado al sol para que se ablande un poco y algo de agua de grifo para refrescar la garganta. —Morana Claire, por favor trata de entender. La editorial esta pasando por un momento algo critico. —Tu camioneta del año no dice lo mismo, Patrick Anderson. Dame todo mi dinero ahora mismo. —Golpee el escritorio del hombre al frente de mi, que temblaba con miedo a que le pueda hacer algo como si fuera una especie de demonio encarnado. —Hazlo ahora, si no quieres que tu preciada cafetera salga volando por las ventanas del séptimo piso de la muy respetada editorial de periodismo S.C —Siempre pensé en lo ridículo que era ese nombre para una editorial. "Sunday Crazy", "Sunday" por que los periódicos salían a la venta todos los domingos y "Crazy" por las noticias locas que había en su contenido. —¡Estás loca! ¡No te daré nada! —¡Claro que lo harás si no quieres que te arranque las bolas! —¡Estás loca! ¡El prestigio de nuestra editorial peligra con una trabajadora como tú! —¿Acaso no tiene otro insulto que no sea decirme que estoy loca? —¡El prestigio de mis ovarios es lo único que se está perdiendo en este momento del coraje que tengo! —¡Que grosera! ¡Vete de aquí! ¡No te pagaré nada! —Me gritaba, enloquecido. —¡Estas despedida, niña! ¡Largo de aquí antes de que llame a los oficiales de policía! —¡Llamalos! ¡Y cuentas esto también!—Enojada, le escupí en la cara al hombre, el cual soltó un grito de horror al sentir lo viscosidad de mi saliva en su asqueroso rostro de viejo decrépito. Moviendo sus brazos y su cuerpo como si el líquido fuera un ácido que lo derritiera y despojara de la vida. «Imbécil.» No dude en salir corriendo después de dedicarle ese pensamiento lleno de odio. Claro, después de tomar cierto sobre con dinero de arriba del escritorio. No me iba a ir sin mi debido finiquito por todos los años de tortura que aguante en este lugar. Así era mi miserable vida. La miserable y estúpida vida de la escritora y periodista Morana Hudghes. —¡Atrápenla! ¡Se llevó mi dinero! —se escucho el grito del jefe atrás de mi, no era un secreto que ya se había dado de cuenta de que tomé el sobre del dinero. Y aun me faltaba un objetivo el cual estaba fijado desde hace momentos atrás. Su preciada cafetera que solo rescindía a unos cuanto pasos de mi. Tan solo un obstáculo se encontraba en mi caminó, mi única compañera de trabajo que me llego a agradar en todos estos años. Hasta que note como su gran aportación a mi hazaña al desconectar la cafetera por mi, no se como pude dudar de ella. —¡Ay me caigo! ¡No Morana, no te lleves la cafetera! —Vero, como actriz te mueres de hambre. —Le susurre entre risas, tomando la gran cafetera entre mis brazos que a duras penas y lograba cargar de lo pesada que era. Y salí corriendo de nuevo, tan rápido como mis piernas me permitían dar la más grande maratón de mi vida. La situación era digna para un libro, una trabajadora mal pagada corriendo de su ex-jefe al que le acababa de escupir en la cara. Quien la perseguía solo para proteger lo mas preciado de su vida, una cafetera con menos vida útil que mis desgastados zapatos a punto de cumplir cinco años a mi lado y un sobre que debe tener mil pobres dólares. Ya visualizaba ése libro, en verdad era un escenario exquisito que podría llegar a ser algo grande al punto de llegar a las grandes pantallas de Hollywood. Así como seria de grande la noticia de una cafetera saliendo volando por la ventana de la gran editorial "Sunday Crazy", el pensar eso solo me motivo a cumplir con tan excitante pensamiento y sin dejar un mayor margen de deseo a mi mente. Al fin pase a un lado de una ventana, tire por ahí la cafetera. Esto podría haber salido muy mal, al punto de matar a alguien con mi mala suerte. Pero al menos en algo estaba de mi lado mi miserable vida, y es que cuando baje todas las escaleras de aquel edificio y salí, solo vi la cafetera estampada contra el suelo con una multitud de personas rodeándola. Debían estar llenos de curiosidad por lo que pasaba, y las ganas de gritar a los cuatros vientos que la editorial "Sunday Crazy" eran unos abusivos, no me sobraban, pero no podía darme el lujo de revelar que yo fui quien tiro la cafetera a todo el mundo. Así que solo corrí y corrí, mi deporte mas despreciable que práctico una vez al año cuando ocurren estás desgracias características de mi vida. No estaba acostumbrada a un día tan ajetreado, me agradaba la comodidad de mi escritorio mohoso y por eso carecía de habilidades físicas notables. No sabia ni de donde salió tanta fuerza para correr tan lejos de mi pesadilla que llamaba trabajo. Pero así era la vida de la estúpida escritora Morana Hudghes, reconocida no por tener una gran obra literaria entre sus manos, si no por ser estafada por una de las grades editoriales de libros de Estados Unidos al cobrarle una suma de $10.000 por publicar su libro. El cual nunca fue publicado. Y nunca se le hizo el reembolso del dinero. También contaba con una hermosa Licenciatura en Periodismo, logré graduarme de la Universidad de California, Berkeley con una beca de un 50% por mis perfectas notas en la escuela secundaria, siendo la segunda mejor de mí clase. Me gradué Summa cum Laude, la única en toda mi generación de graduados de todas las carreras de la universidad. Lastima que el periodismo no a sido una carrera que ejercí con tanta fuerza y termine escribiendo cochinos artículos en vez de estar en la pantalla de un noticiero de Estados Unidos. Vivía gracias a la piedad de mi amiga Adeline la cual me dejo una casa para que pueda vivir cómodamente con la única obligación de tener que pagar los servicios básicos, tarea que a veces llegaba a ser imposible por ser tan caros los servicios, a pesar de que solo estaba ahí unas cinco horas al día por mi limitado tiempo al contar con dos trabajos. O al menos tenía dos... Era camarera en un café, al cual también "renuncié" cuando mi jefe de al menos cincuenta años trato de insinuar un encuentro de coito salvaje. La único que había de salvaje en esa situación era su serpiente más muerte que viva que trataba de restregar contra mí. Me daba asco siquiera recordarlo, recordaba a la perfección como me quede haciendo horas extras para ganar un poco mas de dinero y el llego con su estúpido lápiz al aire pretendiendo que le diera algo de alegría. En su lugar solo se gano una botella partida en la cabeza y una demanda de acoso que aun no logra proceder ya que el vejestorio paga constantemente a los policías para que ignoren mis quejas. Así de grande era mi mala suerte, y la vida me lo volvió a recordar cuando en la entrada de mi casa me caí de cara contra la puerta. —Joder... no doy ni una. —Me queje, abriendo aquella puerta ante mi y tratando de encender la luz del interior con un interruptor. Nunca encendió. Después de todo la cuenta de luz seguía sin ser pagada, y aquella situación era algo que mi cabeza ya veía venir. Cerré la puerta atrás de mi algo frustrada y encendí la linterna de mi teléfono. El dolor de mis piernas era infernal y tenía la sensación de que en cualquier momento iba a ceder a caer, así que siguiendo las ordenes de mi cuerpo solo me senté en el sillón y saque el sobre de dinero que "robé" ya que en verdad es mi sueldo, y lo comencé a contar. Tenia al menos $1.000 en mi poder, eso iría dirigido a comprar algo de comida para todo el mes y pagar la luz. Lo demás seria guardado por si ocurre alguna emergencia. Mire la hora en mi celular, faltaba tan solo una hora para poder salir con las muchachas a aquella fiesta a la que nos invito Leah, mi amiga quería celebrar que fue ascendida recientemente a general y para eso quería algo de alcohol en su sistema. Y hoy precisamente no me agradaba la idea después de lo que ocurrió en la empresa donde trabajo, pero siendo la ocasión de mi amiga debía callar y aguantar. Mi cabeza iba a explotar del estrés, y quizás ir a beber un rato y besarme con algún desconocido sea la medicina que me ayude. Así que agarre mi celular y con la linterna de mi celular me ayude a cambiarme, toda mi ropa parecía conformar la misma estructura. Pantalones holgados con un crop top. Así que tome las prendas mas decentes de mi armario y me vestí. Mi maquillaje no era tan simple como mi forma de vestir, usaba desde base hasta delineador. Lo más característico de mi maquillaje en donde llevo usando los mismos productos desde hace unos cinco años quizás, eran mis labios color vino y mis pestañas con efecto ojo de gato. No me veía mal, si tenia la apariencia de una escritora desempleada y con una deuda de más de $10.000 en el banco que no lograba terminar de pagar y que solo seguía ascendiendo por los intereses mensuales. Orgullosa de ello tome mi teléfono y los miserables $80, los mismos $80 que representaban una semana de mi vida llena de explotación laboral y salí en dirección a encontrarme con mis amigas.Nada parece marchar bien, No existen cajas con carpetas de lo ocurrido con "Strawberry" o carpetas del año 2026, que fue cuándo comenzaron las desapariciones. Parecía ser solo un pequeño laberinto sin salida, el cual me comenzaba a frustrar.Me frustraba tanto que no dude en sacar mi cajetilla de cigarros y mi encendedor, el fuego del encendedor a pesar de la distancia sentía como quemaba mis mejillas suavemente con su calidez, el calor del lugar era tanto que mis mejillas hervían y el humo del cigarro estaba fría en comparación a mis ductos respiratorios. Pero al menos aquella tensión ya no reposaba en mi espalda por el estrés de no lograr conseguir algo que me sirva.Miré al frente de mi, dispuesta a seguir buscando hasta que una caja en específico llamo mi atención."Noticias de personas con objetos atascados en el recto"«¿Cómo?» di una calada a mi cigarro, no era nada referente a mi investigación pero tenía algo claro.Necesito esos reportes de noticias.No los quería, los necesi
—Esto fue lo poco que conseguí en el archivero. —Le mencioné al hombre al frente de mi, dejando las carpetas en la mesa del salon. Una simple accion que desencadeno de inmediato el interes del castaño.—¿Buscaste bien? —Lo vi tomar los papeles, mientras yo solo comía mi hamburguesa entre manos.—Son tres pisos de documentos, no iba a poder conseguirlo todo hoy. —Le explique con tranquilidad, después de todo no decía ninguna mentira al respecto.—No puedo darme el lujo de esperar toda una vida a que me consigas lo que necesito, así te quedes allí toda una noche necesito que busques más. —Lo vi mover las carpetas, estás solo tenían noticias referente a "Strawberry" y su publicación ilícita que no tenía nada de ilícita.—Pues de aquí a unas dos semanas ya lo habré revisado todo. —La pesada mirada de Atlas se poso en mi, el no muy a gusto con la opción que le mencioné y lo dejo muy en claro.—Una semana, te daré una sola semana. —lo miré estupefacta, era imposible que yo lograra revisar t
—¡Patrick te lo ruego! ¡Dame trabajo por favor! —Había amanecido con $15.000 en mi banco a nombre de Atlas Leckler.Estaba motivada, con unas grandes ganas de vivir al punto de que sentía que el cielo brillaba más de lo normal.No me importaba estar en esa oficina, rogando a un estúpido viejo panzón que me volviera a dar trabajó mientras sostenía una gran pancarta que decía "perdóname" y junto a mi tenía una cafetera nueva.—¡Te traje una cafetera! ¡Y te hice una pancarta! ¡Además te devuelvo tu dinero! ¡Todo! —mis ruegos se escuchaban por toda la editorial, no había quien no me mirara raro.Después de todo estaba gritando en medio de un edificio lleno de personas amargadas que nunca trabajaban.—¡Jefe perdónala! ¿No ves que trajo una cafetera nueva? ¡Hasta mariachis hay afuera pidiendo perdón!Oh sí.Los mariachis.Un detalle encantador, aunque no para mí detestable jefe que odia a los mexicanos por su ex mexicana que lo dejo por grosero y panzón.Bien merecido se lo tiene.Porque gr
—¿Qué tengo que hacer? —pregunté sin pensar mucho los riesgos, después de todo, nada podía ser peor a todo lo que ya había enfrentado.—Entonces ya capté tu atención. —Menciono burlón.—Solo habla.—No es tan simple, señorita Morana. En caso de aceptar, necesito completa confidencialidad, y no solo de palabra. Deberá de firmar varios papeles donde jura ante la ley y en nombre de su nación que nada de lo que se le informara debe ser revelado al público.—¿Y que si lo revelo? ¿Otro problema legal más?—No, la matarán. —la frialdad en su voz fue tanta que un escalofrío me recorrió.Iba en serio, muy en serio.—¿Leah sabe de esto?—Tu amiga no debe saber de esto. Es algo entre nosotros. —a medida que hablaba solo me hacía pensar que en verdad deseaba una clase de servicio especial, era inevitable pensar más allá de algo casual.Pero más allá de eso solo pensaba en si realmente valía la pena el meterme en todos esos problemas solo por... No, no puedo decir que es "algo de dinero", es mucho
—Leah, tu amiga parece estar ya bastante borracha. —Encorve mis cejas, apenas y lograba escuchar la conversación como era debido.—Se ve hasta peor que la rubia. —Por dios, hablan de mí.Cómo si nunca fueran visto a una borracha.—La llevaré a una de las habitaciones, espérenme un momento. —Cerré mis ojos, agradeciendo en mis adentros a Leah por ofrecerse.Ya eran al menos las tres de las madrugada y solo había logrado emborracharme hasta tener ganar de vomitar. Ninguna señal de un hombre ofreciendo sus labios para hacerme caer en una tentación prohibida que me inspire a escribir mas páginas de un libro.—Leah es tu celebración, permite que yo lo haga. —«¿Cómo?»Trate de mirar quién fue el que se ofreció a llevarme a la habitación, pero apenas era medio consciente para poder saber que alguien se estaba ofreciendo a llevarme en lugar de mi amiga Leah.Ya me veía en las noticias "Loca trabajadora de Sunday Crazy desaparecida como venganza por meterse en una habitación alquilada de una b
Todo lo que fue aquel hombre borracho era una parte de mi vida que deseaba olvidar, a pesar de que fue a tan solo minutos atrás. No me permití darle detalles a Leah ya que hoy es su noche, no podía arruinarla con mis estupideces cuando hace poco subió de rango y eso ameritaba un motivo de celebración como el emborracharnos hasta que nos parezca buena idea hacernos un piercing. —¡Chicas! ¡Hay que hacernos un piercing! —Y Adeline era el claro ejemplo de ello. Una borracha en todo su esplendor que solo busca influenciar a sus amigas al mal lado, entregando copas de los más finos licores. —¡Estoy tan feliz de verlas! —Y aparte de mala influencia. Es gritona. —Adeline, aún no vamos con mis colegas y ya estás borracha. —¡Es que mi manager me brindo los tragos! —Adeline dio pasos torpes hacia nosotras, sosteniéndose de mi brazo para no caerse. —Mejor vamos con los chicos. —Dijo Leah, a lo cual sosteniendo entre las dos a Adeline, fuimos a aquella mesa que había apartado Leah y sus co
Último capítulo