Capitulo 5

—¿Qué tengo que hacer? —pregunté sin pensar mucho los riesgos, después de todo, nada podía ser peor a todo lo que ya había enfrentado.

—Entonces ya capté tu atención. —Menciono burlón.

—Solo habla.

—No es tan simple, señorita Morana. En caso de aceptar, necesito completa confidencialidad, y no solo de palabra. Deberá de firmar varios papeles donde jura ante la ley y en nombre de su nación que nada de lo que se le informara debe ser revelado al público.

—¿Y que si lo revelo? ¿Otro problema legal más?

—No, la matarán. —la frialdad en su voz fue tanta que un escalofrío me recorrió.

Iba en serio, muy en serio.

—¿Leah sabe de esto?

—Tu amiga no debe saber de esto. Es algo entre nosotros. —a medida que hablaba solo me hacía pensar que en verdad deseaba una clase de servicio especial, era inevitable pensar más allá de algo casual.

Pero más allá de eso solo pensaba en si realmente valía la pena el meterme en todos esos problemas solo por... No, no puedo decir que es "algo de dinero", es mucho dinero.

Mordí mi labio, pensando en todas las malditas posibilidades, en el hecho de que podría ser que quisieran sacarme un riñón o que me sacaron un ojo, tendría mucho sentido ya que está todo el rato mirando mis ojos. Había tantas posibilidades.

—Mis ojos no son muy buenos para la venta, tengo miopía con astigmatismo y una gran probabilidad de sufrir cáncer en ellos por ser grises.

—No planeo sacarle los ojos, considero que están muy bonitos ahí en donde están.

Oh bueno, supongo que puedo aceptar.

Al final, dinero es dinero.

—¿Aceptarás o no? Aunque no es muy buena idea preguntar a una borracha que desea hacer con su vida.

—Si aceptaré. ¿Qué hago? ¿Dónde pongo mi tipo de sangre y huella?

—Tranquila, eso ya lo tengo. —¿Qué?

Maldito acosador.

Estúpidos militares, se creen que se las saben todas.

—Habla entonces. —por mucho que pedía y pedía que hablara, aquel hombre al frente de mí, no hablaba.

Estaba cansada por su suspenso, se notaba que me había mencionado el dinero solo con tal de ponerme ansiosa y aceptar su oferta.

Hasta que note como colocaba entre mis dedos un lapicero, y el sonido de varias hojas siendo dejada encima de las sábanas. No tardé mucho en entender, él deseaba que firmara los documentos y soltando un suspiro de fastidio los tome entre mis manos, logrando leer a duras penas aquellas letras del documento.

—No logro ver nada.

—¿Quieres que lea por ti? —Me pregunto.

—Bueno. —Le pase los papeles, muy mala idea en verdad.

El hombre al frente de mi carraspeó su garganta, preparándose para leer.

—El presente contrató de confidencialidad es un acuerdo mutuo en dónde Morana Claire Hudghes Díaz. —«Hasta mi nombre completo se lo sabe, que horror.» —Se compromete a prestar por un año continuo sus servicios sexuales al general Atlas Leckler —«Ese Leckler me suena conocido-... un momento ¿Cómo que servicios sexuales?» —Y que al final del año en curso se saque uno de sus ojos pará vender-

—¡Ay dame acá! ¡Me estás tomando por loca! —Le arranque los papeles de la mano, viendo como comenzaba a reírse de mi. —¡Grosero! ¡Pervertido!

—¡Solo era una broma!

—¡Cállate y déjame leer!

Lamente el dejar mis lentes de visión en mi casa, no pensé que los necesitaría. Pero al menos no estaba siendo apresurada por Atlas, quien ya estaba en su teléfono esperando a que lea los documentos después de que se canso de burlarse de mí.

Así que me tomé mi tiempo de leerlos por mucho que me costó, y firme en donde tenía que firmar.

—Listo. —Le entregué los papeles, expectante de saber en qué me había metido.

Vi al castaño tomar entre sus manos los papeles y pasarlos uno a uno para asegurarse de que no me había saltado ni una sola firma, hasta vi como verifico que todas sean iguales.

«Este hombre se las sabe todas»

—El DNI. —Me pidió, a lo cual solo apunte a mi cartera en él suelo y el mismo lo saco y reviso. Paso un tiempo para que terminara de revisar y finalmente volver a guardar los papeles. —Tenemos la sospecha de que Sunday Crazy es la pieza principal en una red de trata de personas.

Subí una de mis cejas, extrañada por lo que decía. En los últimos cinco años que trabaje ahí, nunca había escuchado tal cosa.

—Desde el año 2026 la desaparición de personas dentro del país fue en un aumento considerable. Llegó un punto en el que se considera preocupante pero no se volvió una noticia nacional, ya que ninguna editorial o canal de periodismo hablaba del tema.

—Podría ser por qué no llego la información a ellos.

—En el 2026 la editorial "Strawberry" público una noticia referente al tema, después de que ocurrió eso la gente habla de movimientos sospechosos por parte de Sunday Crazy. No había pasado ni un mes de cuándo la noticia fue publicada y la editorial "Strawberry" ya estaba en quiebra con una deuda de más de mil millones de dólares con Sunday Crazy. El CEO de la editorial hasta el día de hoy no se ha atrevido a testificar ante la policía o a la prensa.

—¿Eso que m****a tiene que ver con las fuerzas militares de Estados Unidos?

—No es algo de tu incumbencia, la verdad. —Su seriedad fue objetivo de mi atención por unos segundos, el que guardará secretos me hacía estar algo nerviosa, más cuando hace tan solo unos minutos atrás estaba bastante bromista .

Pero llegaba un punto en el que era lo de menos.

—Sigue hablando.

—Después de ese día las noticias de trata de personas disminuyeron aún más si eran posible, al punto de que solo ciertas personas en las redes sociales son capaces de hablar de ellas corriendo el riesgo de desaparecer sin dejar rastro alguno. Al menos el 90% de esas personas han desaparecido.

—Eso debería ser el problema de los policías. Me estás metiendo en la boca de un lobo hambriento.

—No, tu sola te estás metiendo por la paga de $10.000. ¿Qué más quieres para hacer el trabajo? ¿$15.000? Puedo dártelos.

—¿Por qué tan desesperado por qué lo haga? Ya firmé un contrato de confidencialidad, cual sea la razón por la que haces todo esto a espaldas de tus colegas, puedes contármelo.

—¿Lo harás o no? —Fruncí mis labios ante la rudeza de su voz, y fastidiada por no lograr saber lo que tanto buscaba solo asentí.

—Si lo haré. ¿Qué debo hacer?

—Requiero que vuelvas a Sunday Crazy-

—¿Disculpa? No puedo volver ahí, robe $1.000 y tire una cafetera por la ventana.

—No me interesa lo que hayas hecho, así hayas tirado una cafetera por la ventana o hayas robado un riñón a alguien. Vas a volver así sea pidiendo de rodillas que te vuelvan a dar empleo y con una cafetera de los modelos más recientes para el ridículo de tu jefe Patrick al que le escupiste la cara. ¿Me escuchaste? —Lo mire disgustada, notando como su mirada esmeralda se apartaba unos segundos como un completo cobarde que no logra sostener la mirada de una simple pero muy hermosa mujer como yo. —¿Me escuchaste si o no?

—Si, pesado. —Revolee los ojos, fastidiada.

—En los campos de concentración, te fueran partido la cara de una cachetada ante tan falta de respeto a un superior.

—Lastima que no estamos en un campo de concentración ni mucho menos eres mi superior, estamos en una discoteca y yo soy solo una pobre borracha en una habitacion junto a un hombre sobrio con mi labial en sus labios. En la calle, donde nadie dudará en partir una botella en tu cabeza si salgo llorando y diciendo que me golpeaste o incluso hasta acosaste.

—Que confiada eres al buscar problemas.

—Confiada no, solo tengo tantos que ya me importa una m****a tener otro más. —Me tire en la cama, agarrando la cobija y cubriéndome. —Largo de aquí, quiero dormir un rato.

—Dejare todo el papeleo que necesitas en tu casa, bueno... no hay nada de papeleo, una lastima que comiences a trabajar sin nada.

—¿Cómo sabes la dirección de mi casa-... Bueno, tienes hasta mi huella, es obvio que vas a saber donde vivo, mi tipo de sangre, cuantas veces al dia voy a baño. Olvídalo. —El peso a un lado de la cama se aliviano, aquel hombre atrás de mi era un peso monstruo de casi 110kg de puro músculo y parecía que su ausencia en la cama fue un alivio para el mueble.

—Que tenga un buen descanso de solo una hora, señorita Morana. —Fue lo último que escuché de aquel hombre antes de que la puerta se cerrará.

Era tarde, muy tarde.

Y antes de que llegaran mis amigas a buscarme en verdad deseaba descansar un poco, ya que lo primero que haría al volver a mi hogar sería volver a salir para ir a mi querida y adorada editorial, Sunday Crazy.

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